La “Humanae vitae”, una encíclica profética

por administrador,

2014 08 31 mensaje arzobispo de Burgos pdf

 

Hace años era capellán de un Centro de promoción obrera en el suburbio sur de Roma. Un día se presentó el cardenal Casaroli, a la sazón Secretario de Estado del Vaticano, y mantuvo un diálogo con los profesores y alumnos. Uno de ellos le preguntó qué recuerdos destacaría del tiempo que sirvió a Pablo VI. El cardenal se concentró unos momentos y añadió: la firma de la Humanae vitae. Y añadió: “A finales del mes de julio de 1968 el Papa estaba muy preocupado. Un día cogió un abultado fajo de documentos y se fue a Castel Gandolfo. A los pocos días le encontré completamente cambiado. Estaba radiante y feliz. Había firmado la Humanae vitae”.

Efectivamente, el 25 de julio de 1968 Pablo VI firmó ese documento, que se convirtió en la gran cruz de su Pontificado y fue uno de los escritos magisteriales más contestados de los últimos tiempos, fuera y dentro de la Iglesia. “Raramente –escribió en 1995 el cardenal Ratzinger- un texto de la historia reciente del Magisterio se ha convertido en signo de contradicción como esta encíclica”.

La encíclica era una defensa decidida de la vida humana, rechazaba la contraconcepción con métodos artificiales e iba contra el hedonismo y las políticas de planificación familiar, impuestas a menudo por los países ricos a los países pobres. Mantenía, en cambio, el principio de paternidad consciente y éticamente responsable. Como escribió el cardenal Danielou, el documento subraya “el carácter sagrado del amor humano” y es un verdadero “revulsivo contra la tecnocracia”. La doctrina de la Humanae vitae contradecía -y contradice- los gustos del tiempo y desafiaba el clima cultural de la época y los enormes intereses económicos de las grandes multinacionales. Su enseñanza es, ciertamente, exigente y no se recuerda con gusto. Pero tampoco el Evangelio se sigue con gusto y deja de ser exigente.

Sin embargo, el tiempo le ha dado la razón. Ante los inquietantes desarrollos de la ingeniería genética, la Humanae vitae es una luz profética, cuando asegura que “si no se quiere exponer al arbitrio de los hombres la misión de generar la vida, se deben reconocer los límites infranqueables a la posibilidad de dominio del hombre sobre el propio cuerpo y sobre sus funciones, límites que a ningún hombre le es lícito franquear”. Efectivamente, hoy el hombre sufre el vértigo de la eterna tentación: querer ser como Dios a costa de autodestruirse y destruir a los demás, especialmente a los más desprotegidos e inocentes.

Pablo VI alertaba que la contraconcepción provocaría no sólo una alarmante disminución de los nacimientos sino la destrucción del amor humano, aumentando el número de abortos y de divorcios, con el consiguiente perjuicio para los mismos cónyuges y, por supuesto, de sus hijos. Basta mirar lo que está ocurriendo en Europa y en España para percatarse de que Pablo VI no se equivocaba. Los expertos hablan ya de una Europa y una España no solo envejecida sino socialmente depauperada e incapaz de asegurar el estado del bienestar. Nuestra otrora pujante Castilla, ¿no es también un ejemplo elocuente?

Hace pocos días un periódico tan poco sospechoso como Le Monde decía que hay que potenciar la regulación de los nacimientos por métodos naturales y no por la píldora. Eso es, exactamente, lo que decía hace cincuenta años la Humanae vitae. El remedio contra el divorcio, la violencia sexual, el abandono de los hijos y la misma pervivencia como pueblo no está en el control artificial de los nacimientos mediante el uso de la píldora “del día después” u otras, sino en descubrir la belleza del amor humano y del amor conyugal, viendo el cuerpo humano no sólo como un instrumento de placer sino como un medio privilegiado de comunicación personal y de autoentrega al otro.

Universitarios burgaleses, solidarios con los pobres de India

por administrador,

Un año más, los universitarios burgaleses se han solidarizado con los empobrecidos de la India.

Un año más, los universitarios burgaleses se han solidarizado con los empobrecidos de la India.

El pasado 22 de agosto regresó de India el grupo de cooperación al desarrollo que ha llevado a cabo al proyecto UBU-BANGALORE 2014. Organizado por la pastoral universitaria de la diócesis y la Asociación Limes, el grupo ha trabajado, durante un mes, con los niños de la calle del centro Nest Project de la ciudad de Bangalore. El grupo también ha colaborado con la escuela Saint Francis of Sales School y ha participado en programas de desarrollo rural.

 

Hace ya 10 años que la pastoral universitaria de Burgos puso en marcha estos proyectos UBU-Bangalore, unos programas educativos y de cooperación al desarrollo en esta empobrecida ciudad de la India, consecuencia de los programas que se llevaron a cabo con anterioridad en Puyo, Ecuador.

 

Mensajes para España desde Corea

por administrador,

2014 08 24 mensaje arzobispo de Burgos pdf

Acaba de finalizar el viaje del papa Francisco a Corea del Sur. Ha sido un viaje maratoniano y muy fructífero, hablando en términos cristianos. Quizás el momento culminante haya sido la misa en Seúl, para beatificar a un buen puñado de mártires coreanos. Allí se reunió un millón de personas, cifra que si es importante siempre, referida a Asia, donde el cristianismo tiene una presencia cuantitativa poco significativa, bien puede calificarse como espectacular.

De todos modos, las cifras numéricas no son con frecuencia lo más importante. A veces, un mensaje que han escuchado muy pocas personas tiene tal fuerza que enseguida involucra a muchos millones. Pienso que esto se ha dado en Corea, pues el Papa ha dejado muchos mensajes de hondo calado no sólo para los coreanos sino para todo el mundo asiático y occidental. A mi modo de ver, el más importante de todos es el de la fidelidad, en esta hora en la que no es fácil ser cristiano.

Como recordó el papa Francisco en la misa de beatificación, la fe cristiana fue puesta a prueba poco después de haber llegado a las costas de Corea. Los cristianos tuvieron que elegir entre seguir a Cristo o seguir al mundo. Sabían que el precio de ser discípulos para muchos significaba “persecución y, más tarde, la huida a las montañas, donde formaron aldeas católicas. Estaban dispuestos a grandes sacrificios y a despojarse de todo lo que pudiera apartarles de Cristo: posesiones, tierras, prestigio y honor, porque sabían que Cristo era su único tesoro”. Y fueron fieles. Prefirieron dejarlo todo antes que abandonar su fe. Gracias a ello, aquellas aldeas católicas refugiadas en las montañas, fueron transmitiendo la fe de generación en generación, incluso sin sacerdotes. ¡Todo un ejemplo para quienes “se nos pide entrar en componendas con la fe, diluir las exigencias del Evangelio y acomodarnos al espíritu de nuestro tiempo”!

Muy importante ha sido también el mensaje lanzado a los laicos. Tras reconocer “la labor de numerosas asociaciones que se ocupan directamente de la atención a los pobres y necesitados” y recordar que “asistir a los pobres es bueno y necesario”, el papa señaló con rotundidez: “esto no basta”. Es preciso “multiplicar los esfuerzos en el ámbito de la promoción humana, de modo que todo hombre y toda mujer llegue a conocer la alegría que viene de la dignidad de ganar el pan de cada día y de sostener a su propia familia”. No es suficiente “dar de comer. Él y ella, que están sin trabajo, deben sentir en su corazón la dignidad de llevar a casa el pan, de ganarse el pan. Os confío esta tarea”. Todo un reto para empresarios, políticos y fuerzas sociales.

Muy importante ha sido también el mensaje dirigido a las familias cristianas. Refiriéndose a la “importancia del testimonio dado por las familias cristianas”, ha recordado el gran reto que tienen planteado nuestras comunidades cristianas de hoy: “ayudar a los esposos cristianos y a las familias a cumplir su misión en la vida de la Iglesia y de la sociedad”. Porque la familia no ha pasado de moda sino que “sigue siendo la célula básica de la sociedad y la primera escuela en la que los niños aprenden los valores humanos, espirituales y morales que los hacen capaces de ser faros de verdad, de integridad y de justicia en nuestras comunidades”.

Por último, está el mensaje a los jóvenes cristianos. Les ha dicho el Papa: “Ya sean trabajadores o estudiantes, hayan elegido una carrera o respondido a la llamada del matrimonio, de la vida religiosa o del sacerdocio, no sólo son parte del futuro de la Iglesia: son una parte necesaria y apreciada del presente de la Iglesia”. ¿Qué horizonte pueden tener nuestras parroquias y nuestra diócesis sin la presencia, testimonio y acción de los jóvenes?

Jóvenes de la diócesis participan en una peregrinación a Lourdes

por administrador,

Los jóvenes de la diócesis posan para una foto frente a la basílica de Lourdes.

Los jóvenes de la diócesis posan para una foto frente a la basílica de Lourdes.

 

La actividad de verano programada por la delegación de infancia y juventud este año era la peregrinación a Lourdes. Sesenta jóvenes comenzaron esta peregrinación el día 30 de julio con la celebración de la misa en la parroquia de Santa María de Miranda de Ebro. La celebración allí no era casual. Querían comenzar allí bajo el amparo de la Virgen de Altamira, la última advocación mariana antes de salir del territorio de la diócesis. Tras la celebración, cada uno de los peregrinos fue recibiendo la bendición con el santísimo con cada uno de sus grupos de origen: jóvenes de parroquias de Miranda, Medina, Amaya, Gamonal, El Rosario, S. Pedro de la Fuente y otras.

 

Una parada en la ciudad de San Sebastián y San Juan de Luz permitieron a los participantes disfrutar del mar y la belleza. Por la noche llegaron por fin a Lourdes y participaron allí en la tradicional procesión de las antorchas. El primer encuentro con la Virgen en la gruta y portando las velas. Allí rezaron el rosario en diferentes idiomas. La cruz que se estrenó en esta peregrinación se unió a las distintas insignias de los peregrinos en esa noche. Terminaba la jornada dedicada a la “luz”.

 

El segundo día tenía como tema “la roca”. Los jóvenes se adentraron en la experiencia de la joven Bernardette: su mensaje, sus viviendas, su pila de bautismo, el lugar en el que vivía el párroco en la época de las apariciones, etc. La procesión de los enfermos, el momento de los juegos y la oración internacional de jóvenes en la gruta. Una vigilia llena de símbolos y allí mismo, bajo la misma gruta. Las manos levantadas debajo de la imagen de las apariciones en el momento final de la vigilia internacional es una de las imágenes que emocionan. Terminaba la jornada de la “roca” con una puesta en común en la oración final del día que indicaba lo que iba pasando ya por el corazón de muchos de los peregrinos.

 

La tercera jornada estaba dedicada al “agua”. El viacrucis, la celebración penitencial, el baño en las piscinas del manantial de Lourdes, los momentos de compartir, la marca del barro durante todo el día, los momentos de convivencia más cercana y el final del día bajo el agua con las velas, llenaron toda esta jornada.

 

El cuarto día era el día del “cambio de vida”. A las 07:30 de la mañana comenzaba la misa en castellano, en la gruta. Junto con otros grupos de españoles la misa fue el broche de estos cuatro días junto a la Virgen. Los cantos del coro “pedal” animaron la celebración con la alegría que acompañó todos estos días. Las visitas Pau y Bayona y las anécdotas propias de esta jornada fueron los momentos finales de un viaje que en las horas de regreso sirvieron para ir escuchando los diferentes testimonios que se fueron contando a los largo de tres horas. Gozo, alegría, detalles, perdón, misericordia, iglesia, confianza, sencillez, compartir, descubrir, agua, luz, roca, madre, fidelidad, diócesis, fueron algunas de las palabras que resumían lo que se fue comunicando en estas vivencias. El próximo verano de nuevo hay una cita. En agosto y en Ávila, santa Teresa de Jesús reunirá a jóvenes de toda España y de otros países europeos en un encuentro juvenil especial.

 

La eliminación de los cristianos en Oriente Medio

por administrador,

2014 08 17 mensaje arzobispo de Burgos pdf

“Lo he encontrado muy, muy preocupado. Siente sobre sí el drama de esta pobre gente, constreñida a abandonar todo para no morir. Centenares de miles de personas en fuga sin nada”. Son  palabras del cardenal Filoni en una entrevista a Il Messagero de Roma, respecto al estado de ánimo del papa Francisco sobre la situación en Irak, a donde ha ido como su enviado personal.

Es triste pensar que esto pueda ocurrir en pleno siglo XXI. Pero es todavía más triste que ni siquiera los cristianos nos sintamos personalmente concernidos de verdad. En el sentido de movilizarnos para evitar una tragedia semejante. Porque en esos “centenares de miles” de prófugos, a los que se refería el cardenal Filoni, hay muchos niños, muchas mujeres, entre las que habrá embarazadas, y muchos ancianos y enfermos. Independientemente de que sean cristianos, se trata de personas inocentes a quienes se niegan derechos tan fundamentales como es el permanecer en su casa y practicar la religión que, según su conciencia, deben seguir.

También llama mucho la atención que la comunidad internacional no haya reaccionado con más prontitud y con más eficacia. Como señala la doctrina social de la Iglesia, “el principio de humanidad, inscrito en la conciencia de cada persona y pueblo, conlleva la obligación de proteger a la población civil de los efectos de la guerra”. La misma doctrina social señala que “los conatos de eliminar  enteros grupos nacionales, étnicos, religiosos y lingüísticos son delitos contra Dios y contra la humanidad, y los autores de estos crímenes deben responder ante la justicia”. Eso explica que la comunidad internacional en su conjunto tiene la obligación moral de intervenir a favor de aquellos grupos cuya supervivencia está amenazada o cuyos derechos humanos  fundamentales son gravemente violados.

Los cristianos llevamos la persecución, violenta o solapada pero real, en el DNI de nuestra fe. “Si a mi me han perseguido, también a vosotros os perseguirán”. Pero eso no nos priva de ejercer y reclamar los derechos que corresponden a toda persona humana, ni exime de responsabilidad y culpa a quienes los conculcan. Ser un ciudadano cristiano no conlleva privilegios pero tampoco discriminaciones. La verdad y la justicia son realidades de valor y aplicación universal.

Cuando uno contempla la historia, no puede menos de entristecerse al ver que ahora se puede repetir lo que ya ocurrió hace muchos siglos. ¿Quién sabe que Tertuliano, san Cipriano o San Agustín pertenecieron a comunidades cristianas pujantes y llenas de vida, de las que hoy no queda ni rastro? La desaparición de dichas cristiandades y de su cultura, ¿ha perjudicado únicamente a la población cristiana o ha sido una pérdida para toda la comunidad de Occidente? Sería muy triste que la tierra donde el Cristianismo arraigó con fuerza desde los primeros siglos, corriese la misma suerte que las cristiandades del Norte de África.

Irak no es el único lugar de conflicto. Lo son Nigeria, Pakistán, Sudán, Corea del Norte y tantos otros. Incluso Europa no queda al margen. Es verdad que en la zona europea la persecución no es física. Pero basta ver ciertos programas de televisión, leer a ciertos cronistas de periódicos, escuchar a algunos tertulianos o políticos para percatarse de que la persecución tiene aquí una forma diferente pero que es tan real como en otras latitudes. Ante esta situación es preciso pensar que la guerra –física o moral- es siempre una derrota del hombre y que con la violencia verbal o fáctica no construiremos una sociedad verdadera progresista, donde el gran beneficiario sea el hombre. Pidamos al Señor el don de la paz.