Día del misionero burgalés

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2015 06 14 mensaje arzobispo de Burgos pdf

 

Así como el mes de mayo va unido a la Virgen en toda la Iglesia, en la diócesis de Burgos el mes de junio está íntimamente unido a los misioneros burgaleses esparcidos por todo el mundo. De hecho, desde hace más de dos décadas se celebra una jornada cuyo título no puede ser más significativo: “Día del misionero burgalés”. Es una celebración sencilla pero de hondo significado. Se trata, en efecto, de hacer presente uno de los tesoros más ricos de nuestra iglesia: traer a nuestra oración y a nuestra memoria tantos sacerdotes, religiosos/as y seglares, que nacieron a la fe en nuestras comunidades parroquiales y un día sintieron la llamada del Señor para anunciar el Evangelio en pueblos y culturas diferentes a la de origen. Pero no sólo ellos, sino también sus familias son protagonistas de la fiesta. Porque gracias al ejemplo, al apoyo y la palabra de sus padres y hermanos, esos misioneros descubrieron y dijeron ‘sí’ a la llamada de Dios.

A lo largo de estos años, hemos ido recorriendo un largo rosario de lugares de la diócesis y hemos tenido un lema que nos ha servido de punto de referencia e iluminación. Este año las Obras Misionales Pontificias, estando en el 5º centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, ha escogido una frase de la santa: “Ya es tiempo de caminar”. Teresa de Jesús fue una mujer emprendedora del siglo XVI con un gran amor a la Iglesia y una total apertura y disponibilidad a los planes de Dios. Siendo todavía una niña y acompañada de su hermano Rodrigo, un día burlaron la vigilancia de sus padres y trataron de escapar a “tierras de moros” para “ser descabezados por Cristo”. Por otra parte, como casi todos sus hermanos partieron para las nuevas tierras de América, ella estuvo siempre muy atenta a los pasos evangelizadores que se iban dando en aquel continente. Y que, un día, tras su encuentro con el franciscano Alonso Maldonado, exclamara: “Mil vidas daría yo, por salvar una de las que allí se pierden”.

Este año correspondía celebrar el “día del misionero burgalés” en el arciprestazgo de San Juan de Ortega. Sin embargo, nos ha parecido que era obligado celebrarlo en Villanueva de Argaño, uno de los pueblos que atendía pastoralmente el querido y recordado Martín Ángel Rodríguez, a quien Dios llamó a su presencia cuando menos lo esperábamos y en plena juventud, dada su acogida y cercanía a los misioneros y misioneras burgaleses.

Durante muchos años hemos estado hablando de los “dos mil misioneros burgaleses” que estaban diseminados por los cinco continentes. Hoy la cifra está muy rebajada, porque apenas llegan a los 800 y con el agravante de que muchos de ellos se encuentran en el ocaso de su entrega misionera. Por eso tiene especial vigencia el lema elegido de Santa Teresa: “Es tiempo de caminar”. O, si se prefiere, de seguir caminando, aunque el viento sea contrario. La santa de Ávila es todo un ejemplo a imitar, pues ella fue una mujer soñadora, reformadora, superadora de obstáculos y fiel a la Iglesia en los tiempos difíciles en los que tuvo que vivir. En estos tiempos, que también son “recios”, Teresa de Ávila nos enseña que si pisamos en las huellas que ella nos dejó marcadas y nos determinamos con su misma “determinada determinación” a rezar, a vivir el Evangelio y a comunicárselo a los demás, la cosecha esta asegurada. Dios no se ha cortado las manos y sigue tan presente como en su tiempo para que la Iglesia siga siendo “luz del mundo” y sembradora de paz y de alegría en todas partes.

Quizás ahora entendamos mejor la urgencia de ser cada uno misionero en el ámbito en que vive su fe y comparte su existencia. La misión es esencial a la Iglesia, a cada comunidad cristiana y a cada cristiano. Todos somos misioneros por el Bautismo. Aquí o en cualquier parte del mundo. Y hemos de tener la certeza de que si somos misioneros en nuestra diócesis, volverán a salir grandes levas de misioneros burgaleses a todos los lugares del mundo. ¡Es la hora de la misión y la hora de la entrega generosa!

José Luis Cabria, nuevo decano de la Facultad de Teología

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José Luis Cabria es el nuevo decano de la Facultad de Teología de Burgos.

 

El próximo martes, 16 de junio, el aula magna de la Facultad de Teología en su sede de Burgos acogerá la toma de posesión de su nuevo decano, el profesor José Luis Cabria Ortega, después de que el arzobispo de Burgos y gran canciller de la Facultad, Francisco Gil Hellín, haya aprobado la terna de profesores presentada para el cargo por el consejo de la Facultad, máximo órgano decisional de la institución. A partir de entonces, y tras la profesión de fe y aceptación de las promesas inherentes al cargo, Cabria Ortega se convertirá en el decano del centro de estudios durante los próximos tres años.

 

Entre sus tareas, destaca la de presidir y animar la vida académica de la Facultad, promover y coordinar sus planes de estudios, convocar y presidir las reuniones del Consejo, admitir a los alumnos o incluso nombrar profesores auxiliares. Así, el profesor de mariología y eclesiología de la Facultad –entre otras materias–, afronta su nuevo nombramiento «con ilusión y esperanza» ante los nuevos retos que se perfilan en un futuro no muy lejano, entre los que destaca «la renovación de un importante número de profesores por jubilación, la reestructuración del plan de estudios para adecuarlos al proyecto Bologna, la gestión y remodelación del edificio y la búsqueda de nuevos alumnos».

Un centro de formación teológica

Ya son casi cinco décadas las que la Facultad lleva formando generaciones de alumnos desde que fue erigida canónicamente el 6 de febrero de 1967 como la primera en España después del Concilio Vaticano II. Lo dispuso el decreto “Memorandorum virorum” de la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades de la Santa Sede. En el documento se invocaba el peso de la tradición teológica española proponiendo a la nueva Facultad la tarea de preparar a sus alumnos en las modernas ciencias afines a la Teología. También se aprobaban y confirmaban los primeros estatutos del centro, el 26 de marzo de 1967.

 

Actualmente están afiliados o agregados a la Facultad de Teología del Norte de España los seminarios mayores diocesanos de Astorga y el Burgo de Osma, el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias “Virgen de la Candelaria”, en sus sedes de Tenerife y de las Palmas, y el Estudio Teológico Agustiniano de Valladolid. En cuanto a las áreas de gestión académica, estas se estructuran en los departamentos de Dogmática, Espiritualidad e Historia de la Iglesia, Filosofía, Moral y Derecho Canónico y Sagrada Escritura.

Una fiesta que conjuga lo religioso y lo profano

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La fiesta conjuga elementos religiosos con otros más tradicionales.

La fiesta conjuga elementos religiosos con otros más tradicionales. Foto: estacerca.com

 

Un año más, la tradicional fiesta religiosa y cívico-militar del Curpillos ha vuelto a congregar a miles de burgaleses en el entorno del Real Monasterio de Las Huelgas y el parral. Los actos han comenzado poco antes de las 11:00 de esta mañana con la recepción de autoridades, entre las que se encontraba por primera vez el nuevo jefe de las Fuerzas Pesadas, Manuel Romero. El ceremonial religioso se ha desarrollado acto seguido en la iglesia del monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas con una solemne misa concelebrada y presidida por el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín. Ha sido hacia las doce del mediodía cuando se ha iniciado la procesión con el Santísimo Sacramento que ha recorrido bajo palio las calles del barrio burgalés de las Huelgas. Los militares han portado a su vez, como es tradición, el pendón de las Navas de Tolosa. Entre los actos protocolarios, la madre abadesa del monasterio cisterciense ha ofrecido también una recepción a autoridades e invitados.

 

Coincidiendo con la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús y con la fiesta eucarística del Curpillos, típicamente burgalesa, Gil Hellín ha definido la de hoy como una «fiesta del amor», una jornada eucarística que debe llevar al cristiano a amar a Dios y al prójimo. En este sentido, y en línea con lo que dijo el pasado domingo en la fiesta del Corpus Christi, el arzobispo ha pedido a los burgaleses reconciliarse entre ellos “desterrando odios, rencores, enfrentamientos verbales y calumnias”, ”no viendo en los demás enemigos sino hermanos” y “trabajando juntos para remediar la situación” crítica por la que atraviesan “tantos hermanos nuestros”.

 

La festividad de El Curpillos o “Corpus chico” es una de las jornadas con mayor arraigo para los ciudadanos burgaleses. Un día posiblemente singular en toda la geografía española que conjuga la doble dimensión de lo sacro y lo profano. Entre los actos más populares, destaca la romería al parque del parral y los tradicionales bailes de danzantes, tetines, gigantillos y gigantones.

Curpillos 2015

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Queridos hermanos:

 

Estamos celebrando una fiesta local de hondas raíces y significado: el Curpillos. Como todos sabemos, desde hace siglos, la gente de Burgos bajaba al lugar en que ahora nos encontramos el día siguiente del Corpus, cuando éste se celebraba en jueves. La gente de la ciudad bajaba hasta aquí para hacer posible que las Religiosas de este monasterio de las Huelgas celebrase con todo esplendor la fiesta del Corpus. Nosotros estamos repitiendo esta tradición, aunque ahora la fiesta del Corpus tenga lugar en domingo. Bien podemos decir que estamos celebrando un segundo Corpus y, por ello, un segundo día del amor. Porque, si algo es el Corpus, es la fiesta del amor de Dios. Dios ha querido quedarse entre nosotros para acompañarnos en el camino de la vida, ser el alimento de ese camino y dar eficacia a nuestros trabajos y quehaceres.

 

Esto no queda anulado por el hecho de que la liturgia de la Iglesia nos impida usar hoy los textos del día del Corpus y nos haga usar los de la fiesta que hoy se celebra en toda la Iglesia la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. No  hay, en efecto, una prueba más grande amor que dar la vida y dejarse atravesar el corazón por amor a los demás. Y eso es lo que celebramos en la fiesta del Corazón de Jesús: Jesús que va a la Cruz por nuestro amor, y cuando ya ha muerto y sigue clavado, se deja atravesar el costado por la lanza de un soldado.

 

Al decir “corazón de Jesús” no nos estamos refiriendo al órgano físico gracias al cual vivimos. Nos referimos al corazón como símbolo del amor y como síntesis del infinito amor que Jesucristo nos tiene. Nuestro modo de hablar nos ayuda a comprenderlo. Cuando nosotros queremos decir que una persona es muy buena, decimos: “tiene un gran corazón”; al contrario, cuando queremos decir que tiene malos sentimientos, decimos: “tiene un corazón de piedra”. Y cuando queremos decir que amamos entrañablemente a una persona decimos: “te amo con todo mi corazón “, “te llevo en mi corazón”.

 

Dios mismo ha usado este lenguaje. En la primera lectura, el profeta Oseas describía el amor de Dios como el de un padre que enseña a andar a su hijo, que le coge en brazos, que se conmueve ante las necesidades del hijo, que le trata bien aunque él se porte mal, que le cuida y protege. También san Pablo empleaba términos de gran ternura para describirnos el amor que Cristo nos tiene y nos apremiaba a captar ese amor para que el amor sea el motor de nuestra vida. Lo decía con gran energía: “Que el amor sea  vuestra raíz y vuestro cimiento; así, lograréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano. De este modo, llegaréis a vuestra plenitud”.

 

Pero donde la Palabra de Dios alcanza hoy su máxima expresividad acerca del amor es en el Evangelio, en el que aparece Jesucristo clavado en la cruz por amor y con el costado atravesado por una lanza. Es la suprema revelación del amor de Dios. Las primeras comunidades cristianas meditaron mucho sobre ello en la parábola del Buen Pastor que da la vida por sus ovejas. Jesús se presenta a sí mismo como el Buen Pastor que da la vida por nosotros. Luego, se le unió la imagen de Cristo crucificado con el costado traspasado por una lanza y dejando manar de su corazón agua y sangre. El agua de la nueva vida que había conquistado con su muerte en la Cruz y que nos comunicaría con los sacramentos, especialmente con el del Bautismo. Y la sangre que nos purificaba de nuestros pecados y nos daba la fuerza de la Eucaristía, para que de modo permanente pudiésemos acercarnos a ese costado abierto por amor y beber las aguas de la salvación.

 

Estamos celebrando, por tanto, la fiesta del amor; por ser el Curpillos y por ser el Corazón de Jesús. Fiesta del amor de Dios hacia nosotros, y fiesta del amor de nosotros hacia Dios y hacia nuestros hermanos. Porque el amor cristiano incluye de modo inseparable el amor de Dios y el amor del prójimo.

 

A la luz de esta verdad, voy a repetiros lo que ya dije el día del Corpus en la homilía de la Catedral. Quiero repetirlo porque hoy estáis aquí muchos que aquel día no me oísteis. Y, sobre todo, porque se trata de algo que me preocupa profundamente. Me estoy refiriendo a la necesidad de reconciliarnos unos con otros que tenemos los burgaleses y los españoles en general, seamos del signo político, social, cultural o  religioso que seamos. Digo esto, porque hemos ido creando un clima de progresivo enfrentamiento de los unos contra los otros. Por desgracia, hemos desenterrado actitudes, gestos y comportamientos que parecían superados de modo definitivo y asistimos al enfrentamiento verbal y fáctico entre nosotros.

 

No os oculto que -como Pastor de la diócesis- me preocupa seriamente esta situación. Por eso, os hago un llamamiento apremiante a reconciliarnos y recuperar el talante y las actitudes que adoptamos en el momento de la transición y que tanto bien nos han hecho.

 

Para ello, es preciso, en primer lugar, desterrar todos los odios, rencores, enfrentamientos verbales, calumnias, maledicencias, sospechas, desconfianzas apriorísticas. El odio es muy mala simiente y sólo produce la muerte: moral, física o social.

 

En segundo término, tenemos que comprometernos hoy ante el Señor a crear un clima de aceptación del otro, de perdón generoso, de olvido de las ofensas –reales o supuestas-, de no ver en los demás enemigos sino hermanos. Para ello hemos de ser conscientes de que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa, que la unión hace la fuerza y la división y el enfrentamiento destruyen y debilitan; y que la paz es siempre un bien, un gran bien, mientras que los enfrentamientos y la guerra -física, verbal y social- es siempre un inmenso mal.

 

Finalmente, es preciso que unamos nuestros esfuerzos y trabajemos juntos para remediar la situación en que se encuentran tantos hermanos nuestros: paro prolongado y paro juvenil, hipotecas que no se pueden pagar, vivienda que hay que abandonar, soledad que hay que sufrir, abandono que hay que soportar, problemas familiares que es preciso remediar. Y tantas otras necesidades a las que es urgente dar respuesta.

 

Que Santa María la Mayor nos una en Jesucristo para que todos los burgaleses –y todos los españoles- volvamos a considerarnos y tratarnos como hermanos.

El arzobispo recibe al nuevo jefe de las Fuerzas Pesadas, Manuel Romero

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El arzobispo de la diócesis, Francisco Gil Hellín, ha recibido esta mañana en la Casa de la Iglesia a Manuel Romero Carril, nuevo general jefe de Fuerzas Pesadas.

 

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Romero tomó ayer posesión de su nuevo cargo -es también comandante militar de Burgos, Soria y Cantabria- en un acto que tuvo lugar en el acuartelamiento Diego Porcelos. Dicho acto contó con la asistencia de las principales autoridades civiles de Burgos, como el presidente del Tribunal Superior de Justicia, José Luis Concepción; el subdelegado  de Gobierno en Burgos, José María Arribas, el teniente de alcalde Salvador Foronda y monseñor Francisco Gil Hellín, entre otras personalidades.