Cuaresma: caminar en misericordia hacia la Pascua

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El próximo día 10 de febrero los católicos celebramos el Miércoles de Ceniza, fecha que nos señala el inicio del camino cuaresmal hacia la Pascua. Y lo haremos con un signo: se nos impondrá la ceniza para recordarnos que nuestra vida es frágil, egoísta y pecadora. Al mismo tiempo se nos dirá: “convertios y creed en el Evangelio”. ¿Quién no tiene en su vida y quién no siente en su corazón la necesidad de conversión? ¿A qué nos hemos de convertir? Pues es claro: al Dios misericordioso que desea ser buena noticia para la humanidad; al Dios rico en misericordia que nos invita a ser sus manos misericordiosas extendidas sobre el mundo.

 

En palabras del Papa Francisco la Cuaresma es “sobre todo un ‘tiempo de gracia’ (2Cor 6,2). Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: ‘Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero’ (1Jn 4,19). Él no es indiferente a nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos”. Con la Bula del Jubileo de la Misericordia  nos ha invitado a que “la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios… Ésta, en efecto es un anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese anuncio”.

 

Por ello, y según se ha programado en nuestra diócesis, este miércoles, día 10 de febrero, tendremos en la Catedral –centro de la liturgia de la diócesis– una celebración donde podremos recibir el sacramento de la reconciliación, acoger el gesto de la ceniza y vivir la Eucaristía bajo el trasfondo de la Palabra de Dios: “Os lo pedimos por Cristo: dejaos reconciliar con Dios” (2Cor 5,20).

 

Durante este tiempo de renovación podremos descubrir más a fondo cómo el misterio de la misericordia se manifiesta a lo largo de la historia de la salvación. Un Dios que se muestra siempre rico en misericordia y dispuesto a derramar en cada circunstancia una ternura y una compasión “viscerales”, especialmente en los momentos más dramáticos de la humanidad. Este Amor inagotable alcanza su plenitud en el Hijo hecho hombre. En Él Dios Padre derrama su ilimitada misericordia hasta el punto de ser la “Misericordia encarnada”. Es el anuncio que continuamente se nos dirige a todos y a cada uno: “la Belleza del amor salvífico manifestado en Jesucristo muerto y resucitado”.

 

La misericordia de Dios transforma el corazón de las personas, haciéndonos experimentar un amor fiel, y lo hace capaz de misericordia. Ésta se irradia en la vida de cada uno de nosotros, encaminándonos a amar al prójimo y a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de la misericordia corporales y espirituales. Ellas nos recuerdan que nuestra fe ha de traducirse en gestos concretos y cotidianos, orientados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre lo que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo. Así también nosotros encontraremos alegría: ¡Dichosos los misericordiosos! “Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil, como ha manifestado el Papa Francisco. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. En definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro”.

 

Ojalá que este caminar cuaresmal convierta nuestras vidas, parroquias, comunidades e Iglesia diocesana. Así podremos llegar –no con rostros sombríos o tristes, ni con caras de cuaresma, sino contagiando la alegría de la fe–  a celebrar nuestra mayor fiesta, la Pascua florida, la Pascua granada de frutos de misericordia, porque Cristo resucitado nos regala, para compartirla, su Vida plena.

Una celebración penitencial presidida por el arzobispo inaugurará la Cuaresma

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El miércoles de ceniza abre el tiempo litúrgico de la Cuaresma.

En la bula de convocación del Jubileo de la Misericordia, el papa Francisco pedía que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios», un tiempo propicio para «poner en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia». Cuaresma y penitencia son como las dos caras de una misma moneda y, en la diócesis, serán las dos dimensiones que estén presentes en una vigilia penitencial que tendrá lugar el próximo miércoles de ceniza.

 

Será el pastor de la diócesis, don Fidel Herráez, quien presida esta celebración que comenzará a las 18:30 horas. Se trata de una breve celebración comunitaria del perdón que constará de una breve liturgia de la palabra y confesiones. El mismo arzobispo confesará a los penitentes que quieran acercarse al sacramento. Al acto, organizado por la comisión diocesana para el Año de la Misericordia, están invitados a participar de forma especial los miembros de movimientos y asociaciones de fieles de la diócesis, así como comunidades parroquiales y religiosas.

La Cuaresma en el Año de la Misericordia

Tras la vigilia penitencial tendrá lugar la eucaristía de imposición de la ceniza, con la que queda inaugurado el tiempo litúrgico de la Cuaresma. No será, sin embargo, el único acto que se desarrolle en la diócesis con motivo de este año jubilar durante los próximos cuarenta días. La iniciativa «24 horas para el Señor» se llevará a cabo del 4 al 5 de marzo en distintos templos de la provincia y el cuarto domingo de Cuaresma, las parroquias de la diócesis harán público un comunicado, fruto de la reflexión sobre cómo cada comunidad parroquial es reflejo y testimonio de la misericordia divina.

2016 02 05 viernes: resumen de prensa

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Actualidad

El Centro de Orientación Familiar de la diócesis cambia de sede y recibe la bendición del arzobispo, don Fidel Herráez:

 

Pasados ya dos meses desde su llegada a la diócesis, don Fidel Herráez firmaba ayer lunes la primera carta pastoral dirigida, de forma especial, a los sacerdotes:

 

El Consejo de Gobierno ha aprobado subvenciones por un importe máximo de 2.010.228 euros para financiar durante el curso 2015-2016 los gastos generados por la escolarización de alumnado en 5º y 6º de Educación Primaria y en Educación Secundaria Obligatoria, conforme al Acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede:

Sociedad

Un indigente atendido por Cáritas en su albergue de Miranda de Ebro muere atropellado en la noche del martes:

 

El grado de inserción en el mercado laboral de las personas con algún tipo de discapacidad es cinco puntos inferior en Castilla y León al resto de la población activa:

 

La Casa de los Cubos sigue siendo uno de los albergues  preferidos del Camino de Santiago por su centralidad y sus instalaciones:

Patrimonio

A siete meses de que se cumpla el plazo de finalización del proyecto de rehabilitación del monasterio de San Juan de Ortega, en su primera fase, las obras avanzan a buen ritmo y están cerca del 80% de ejecución:

 

«Dar buen consejo al que lo necesita»

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Javier, psicólogo, trabaja en el COF de Burgos.

A finales de 1998, Francisco Javier Arribas vino de Salamanca para trabajar en el programa de infancia de Cáritas Burgos. En aquel momento se estaba poniendo en marcha un nuevo proyecto para reavivar el Centro de Orientación Familiar, por encargo del entonces obispo don Santiago y como respuesta al Sínodo Diocesano que se acababa de realizar: una de las acciones prioritarias era «revitalizar y dar a conocer el centro de orientación familiar».

 

«La especialidad en la que pude formarme después de estudiar Psicología fue precisamente la de Terapeuta Familiar y, a través de compañeros de la Universidad Pontificia de Salamanca, conocí al Padre Simón Portillo, que fue nombrado director del COF en esta nueva etapa. Él fue quien me pidió que colaborase en este proyecto». Estuvo varios años como voluntario y en 2005 le propusieron dedicarse laboralmente para atender a las familias, coordinar y apoyar el trabajo de los voluntarios.

 

La labor que desarrolla Javier y los voluntarios consiste en ayudar a resolver situaciones conflictivas, estas surgen en todas las familias –es la oportunidad fundamental para crecer y madurar–, pero es posible que en un momento dado una crisis se atasque y no se logre superar. «El trabajo consiste en escuchar, acompañar y aportar nuestros conocimientos, pero el trabajo principal es lo que hay que ir cambiando en casa, y esto es tarea suya. Una imagen que explica esto es la de un entrenador deportivo: él no juega el partido pero ayuda a cohesionar el equipo, a aprovechar las capacidades de cada uno, a diseñar un plan de trabajo…»

 

Según Javier, la mayoría de las dificultades que surgen en las relaciones entre los miembros de las familias son de la pareja o en las relaciones padres-hijos, pero también llegan problemas entre hermanos o una relación inmadura con las familias de origen. «Estas dificultades pueden surgir por muchas causas. Una de las más importantes es la cultura individualista en la que estamos: con todos los mensajes que recibimos con los que nos bombardean es a veces difícil reconocer que la mejor forma de crecer como persona es ayudar a crecer a mi familia».

 

Para Javier, trabajar con las personas y para las personas es una fuente de aprendizaje continuo: «Una de las cosas que se aprende desde el comienzo es que no se trata de dar consejos ni teorías, esto es fácil de hacer pero si han llegado aquí a pedir ayuda es porque a pesar de eso, incluso de saber la teoría, no han sido capaces aún de superarlo. Nuestra labor es pensar con ellos: nadie conoce más su matrimonio y su familia que ellos mismos, y esto se puede complementar con lo que ve quien está fuera del sistema familiar y quien ha podido formarse con técnicas específicas».

 

Otro aprendizaje es que el éxito de superar una crisis no es el nivel de dificultad y sufrimiento en el que se encuentran: «Vemos situaciones que pueden parecer nimias y que no se logran superar y lo contrario, dificultades muy dolorosas y atascadas que se superan y son una nueva oportunidad para avanzar como persona y familia. La clave del éxito está en la actitud de cada uno, de poner toda la carne en el asador y de valorar y fiarse de lo que se les aporta desde fuera».

Aceptar y aprender del sufrimiento

¿Y qué puede ayudar a un matrimonio a formar una relación sólida? «Está en nuestro imaginario lo que nos dicen los cuentos: “se casaron y fueron felices para siempre”. La felicidad no consiste en la ausencia de sufrimiento sino en crecer en amor y fortaleza. Hemos de aprender a no ver las crisis como una catástrofe, sino aceptar que estas forman parte de la vida y constituyen la oportunidad para aprender a querer mejor.

 

Es importante también dejarse acompañar. En la gran mayoría de los casos no hace falta que sea un profesional, pueden ser otros matrimonios que ya han vivido lo que ellos están viviendo, un sacerdote, una comunidad… De hecho esto es lo que a mi mujer y a mí nos ayuda a caminar en la vida.Por último, «como cristianos, tenemos la suerte de saber que nuestro matrimonio, y por tanto nuestra familia, no es cosa de dos, sino de tres: ¡todo un Dios se ofrece a formar equipo con nosotros! Por eso es importante poder orar juntos y, siempre que se pueda, servir juntos».

 

Y es que para Javier, la presencia de Dios es una constante en su trabajo: «Es un gran privilegio para mí trabajar en lo que me gusta, sirviendo a la Iglesia a través de la ayuda a las familias. No me canso de dar gracias a Dios y a la vez de suplicarle que sea su Espíritu Santo, y no sólo la técnica, quien esté en las entrevistas que tengo con las personas. Cuando una familia te abre su corazón, te muestra su sufrimiento, siento que estoy pisando tierra sagrada».

 

«Es posible, así dicen las investigaciones que hacemos, que no ayudemos a algunas familias, pero se trata de que, al menos, no las hagamos sufrir más y no se sientan juzgadas. Pido constantemente al Señor que me llene de su misericordia para colaborar a que se acerquen a la verdad sintiéndose comprendidos y acogidas».

El Centro de Orientación Familiar inaugura su nueva sede

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El Centro Diocesano de Orientación Familiar (COF) se sitúa a partir de ahora en una nueva sede ubicada en la calle San Lorenzo 2, 1ºB. Este espacio, que fue inaugurado ayer por la tarde, cuenta ahora con más luz al estar orientada a la Plaza Mayor y está muy bien situado, «ya que desde este emplazamiento comunica muy bien con todo Burgos», como señala José Manuel Cantera, director del COF.

 

Fueron numerosos los voluntarios, amigos y colaboradores de la institución que se desplazaron hasta el nuevo lugar para participar en un sencillo acto de inauguración que contó con la presencia, además, del arzobispo, don Fidel Herraéz, quien inauguró las nuevas instalaciones, así como de la concejala de acción social, Ana Lopidana.

Nueva sede en apoyo a las familias

La nueva sede cuenta con una sala amplia donde se encuentran los voluntarios de acogida, una oficina donde trabajan los colaboradores y otras dos salas donde se realizan los asesoramientos a las familias que lo solicitan. La disposición de estas salas, incomunicadas entre ellas, garantiza la total intimidad de quienes acuden al Centro para asesorarse. «El voluntariado, basado en la profesionalidad cuenta en sus filas con abogados, médicos, expertos en duelo, etc. Y todos ellos están dispuestos a trabajar y dar su tiempo en el momento en que surge una familia necesitada de ayuda», añade Cantera.

 

La sede anterior estaba en la calle Vitoria 153.  Propiedad de la Fundación CajaCírculo, el COF ha trabajado allí desde 1999, donde el año pasado celebró sus 15 años, siendo «todo un veterano en el campo de la ayuda a las familias». La de Burgos no es la única sede, ya que en Aranda de Duero y Miranda de Ebro se encuentran unas oficinas que cumplen la misma función. Según Cantera, «ojalá esta nueva ubicación anime a más familias a acudir, porque los problemas que les afectan son cada vez más frecuentes y muchas no saben que hay una ayuda gratuita para todos aquellos que acuden al COF».

 

El nuevo piso pertenece a Cáritas diocesana, por lo que se trata de una cesión en la que el COF correrá con los gastos, cubiertos gracias a las donaciones de colaboradores y de «toda aquella gente que quiere que continuemos con esta importante labor de asesorar a las familias que piden ayuda para resolver los conflictos que hayan podido surgir en el hogar». En este sentido, se puede colaborar con el COF a través de las cuentas que se pueden encontrar en los folletos de propaganda o acudiendo a la sede, donde se facilitará esta información y podrá realizarse la aportación que se estime oportuna.