Arranca la Semana Santa burgalesa con el pregón de la catedral

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Organizado por la Junta de Semana Santa, ha tenido lugar en la tarde-noche de este sábado el pregón de Semana Santa burgalesa, pronunciado en esta ocasión por María Encarnación González Rodríguez, doctora en Historia Moderna y Contemporánea, y ex directora de la oficina para las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal.

 

El acto, desarrollado en la nave central de la catedral y presidido por el arzobispo, don Fidel Herráez, contó con la presencia de representantes del Ayuntamiento, Diputación, Junta de Castilla y León, y de otras instituciones de la ciudad. Hasta el presbiterio de la seo burgalesa subieron los representantes de las 16 cofradías penitenciales, portando sus estandartes.

 

Presentado el acto por el abad de la Semana Santa burgalesa, Saturnino López Santidrián, González Rodríguez reflexionó sobre la entrega, muerte y resurrección del Señor. Lo hizo partiendo de tres imágenes: Un «Ecce Homo» de la iglesia de Villaveta, su pueblo natal; el Santo Cristo de Burgos de la catedral, y un Resucitado de Gregorio Fernández, actualmente también en Villaveta. Su reflexión se fundamentó en textos bíblicos y en escritos de varios santos, entre los que destacaron san Juan de Ávila, san Pedro Poveda y san Juan Pablo II. Además, recordó vivencias de su niñez que han marcado significativamente su experiencia religiosa de Semana Santa. Al final, invitó al numeroso auditorio a decir con voz fuerte «Señor, que vea», «que te vea desenclavado y que sepa verte resucitado».

 

El acto concluyó con la actuación del Coro Interludio que interpretó, bajo la dirección de Javier Grande, siete piezas musicales.

Celebrada la final del concurso religioso escolar

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Ayer sábado y con la asistencia de más de 350 alumnos de toda la provincia, el monasterio de San Pedro de Cardeña acogió la convivencia final de la XXX edición del Concurso Religioso Escolar que organiza cada año la delegación diocesana de Enseñanza y un grupo de profesores de Religión y en la que han participado este año 35 grupos. El acto tuvo lugar en el conocido monasterio, ya que este año el concurso ha tenido como tema la vida religiosa.

 

A pesar de que en la jornada de ayer se tuvo una especial mención por todos los grupos participantes, sin embargo los organizadores del acto quisieron destacar el papel desempeñado en el concurso por el Colegio Público Santa María, de Aranda de Duero, y el Colegio Rural Agrupado Valle del Riaza, de Milagros, de la primera y segunda categoría del concurso.

 

Manuela García, delegada diocesana de Enseñanza, destaca que han elegido el tema monástico «por su importancia y relevancia dentro de la vida de la Iglesia y nuestra diócesis». Tras realizar el concurso –consistente en formularios de preguntas y elaboración de dibujos– los niños que participaron en la jornada de ayer «pudieron conocer de cerca la realidad de unos monjes muy similares al hermano san Rafael Arnáiz», muy presente también en el estudio realizado.

Católicos y evangélicos se unen para alabar a Dios a través de la música

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Ayer sábado tuvo lugar en la iglesia de San Cosme y San Damián la llamada Worship Night o noche de alabanza, un evento destinado a poner a Cristo en el centro, pero de una manera especial, actual y diferente. Y es que en la Worship, el protagonismo es de la música, normalmente relegada al acompañamiento de las celebraciones litúrgicas.

 

Para Miguel Esteban Cuezva, uno de los coordinadores del acto, «estamos hablando de que la música es el idioma del siglo XXI, el vehículo a través del cual fluyen las ideas y se expresa la cultura actual». Parece lógico entonces «emplearla para transmitir hoy el mensaje que hace 2000 años nos dejó Jesús». Con esta premisa, nace la Worship Night, «con la intención de expresar en el idioma de este siglo, nuestra pasión por el Señor y, sobre todo, nuestra gratitud hacia Él».

 

A pesar de la buena intención, este joven señala que «muy pocas personas pueden ofrecer música de calidad en la Iglesia católica». Por ello, para un evento de estas características, «es necesario contar con personas realmente apasionadas por el Señor y que, además, tengan la capacidad de transmitir esa pasión mediante la música». Son los «hermanos evangélicos, expertos músicos y apasionados servidores del Señor».

 

A pesar de que a algunos pueda extrañarles esta simbiosis entre católicos y evangélicos, Cuezva asegura que «todos los cristianos perseguimos el mismo fin: llevar a los demás y a nosotros mismos a tener una relación con el Señor, y es esto lo que nos une, lo que nos cohesiona». De ahí que en una Worship «católicos y evangélicos unimos esfuerzos y miramos no a lo que nos separa, sino a lo que nos une».

 

La Worship Night nace así «como espacio para alabar a Dios, recuperar esa relación directa y cercana con Él y crecer en la unidad. No porque sean cosas que hay que hacer o que está bien hacer, sino porque deseamos hacerlas y queremos hacerlas para estar más cerca de Él, que es lo que realmente importa». Para Cuezca es, sin duda, un método de evangelización e invita a todos los burgaleses a dejar el temor a lo nuevo y vivir en propia persona una Worship Nigt. Toda la información sobre sus iniciativas se pueden seguir en su página de Facebook.

Honrar a los muertos a la luz de la resurrección

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El pasado mes de octubre se dio a conocer un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, llamado Ad resurgendum cum Christo (Para resucitar con Cristo), en el que se recomienda la sepultura del cuerpo de los difuntos y se ofrecen algunas observaciones sobre la práctica creciente de la cremación.

 

El tema tuvo repercusión en los medios de comunicación, lo cual resulta comprensible dado que afecta a los sentimientos más profundos de la inmensa mayoría de las personas. Como suele ser normal cuando lo que llega es la noticia, se ponía el acento en aspectos que, siendo importantes, no reflejaban el sentido auténtico de las recomendaciones del mencionado documento.  Por eso considero conveniente, una vez pasada la actualidad mediática, volver sobre este tema para cultivar el sentido de la fe del pueblo cristiano ante una experiencia tan importante desde el punto de vista humano y cristiano. Ello adquiere nueva luz cuando nos preparamos para celebrar el misterio pascual, la muerte y resurrección de Jesús.

 

Es importante tener en cuenta esta perspectiva, porque hay quienes propugnan la cremación o la dispersión de las cenizas por motivos ideológicos, filosóficos, o incluso por la simple moda, que nada tienen que ver con la fe cristiana: la revelación nos dice que somos algo más  que materia, y por ello nuestro destino no  es reintegrarnos en la naturaleza, en la tierra de la que salimos; nuestra esperanza  abre un horizonte más allá de este mundo, el encuentro definitivo con el mismo Dios amante que nos creó.

 

La Iglesia habla de la muerte y de los muertos a la luz de la fe, de la esperanza, del amor; sólo así se aporta luz y sentido a nuestra actitud ante los difuntos, lo cual debe manifestarse en el modo en que tratamos su cadáver. No podemos hacerlo más que con respeto, con veneración, honrando su dignidad. Es significativo que ello forma parte de las obras de misericordia, que hemos recordado y revalorizado durante el pasado Año Santo: las obras de misericordia corporales mencionan la práctica de enterrar a los muertos; y también las obras de misericordia espirituales invitan a rezar a Dios por los vivos y por los difuntos.

 

El documento de la Doctrina de la Fe recomienda la inhumación por ser la forma más adecuada para expresar la fe y la esperanza en la resurrección de los cuerpos. La resurrección de Cristo es el momento culminante de la fe cristiana; hace que la muerte tenga un significado positivo y reconoce el valor y la dignidad de nuestros cuerpos, de nuestra realidad material. Enterrando los cuerpos de los difuntos estamos por tanto proclamando de modo visible nuestra fe en la resurrección de la carne y la dignidad del cuerpo, que también será glorificado en la resurrección. Nuestra persona no es sólo espíritu, es también cuerpo  en la existencia terrena, en el momento de la muerte y en la vida definitiva en la gloria del Padre. «Desde el principio, se dice en este documento, los cristianos han deseado que sus difuntos fueran objeto de oraciones y recuerdo de parte de la comunidad cristiana. Sus tumbas se convirtieron en lugares de oración, recuerdo y reflexión (…) La sepultura en los cementerios u otros lugares sagrados responde adecuadamente a la compasión y al respeto debido a los cuerpos de los fieles difuntos, que mediante el Bautismo se han convertido en templo del Espíritu Santo y de los cuales, «como herramientas y vasos, se ha servido piadosamente el Espíritu para llevar a cabo muchas obras buenas»».

 

Junto a la inhumación, la Iglesia reconoce la legitimidad de la cremación, cuya práctica se va difundiendo, (si se hace desde los criterios adecuados). Pero da importancia también a que las cenizas se depositen por regla general en el cementerio o en un lugar sagrado; que no se dispersen ni se dividan, ni se conserven en el propio domicilio, ni se pueda hacer de las mismas un uso inconveniente o superficial. El cadáver no es una propiedad privada. El difunto es hijo de Dios, miembro del Pueblo de Dios, y por ello se ha establecido una celebración pública del funeral. Los camposantos han surgido como lugar de la memoria, y siguen convocando a la visita, a la oración, a la expresión de respeto y de cariño. De este modo se manifiesta que el amor a los difuntos tiene una dimensión eclesial: nos ayuda a descubrir y a vivir la comunión de los santos que confesamos en el Credo, una comunión en la que se encuentran nuestros difuntos.

 

Las recomendaciones de la Iglesia, no son un capricho o una tradición rutinaria. Proceden de la fe en el Resucitado: El es el primogénito de los que resucitan para transformar la realidad entera. Nuestro cuerpo participará de su victoria. Esa victoria la anticipamos como un acto eclesial, no como un hecho privado. La belleza de la fe debe hacerse patente en el modo como honramos a los muertos. Es un anuncio también de la resurrección, en la que los cristianos creemos y esperamos.

Adolescentes que «viven sus sueños»

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Bajo el lema «Vive tus sueños», hoy se ha desarrollado el encuentro diocesano de adolescentes. Organizado por la delegación diocesana de Infancia y Juventud, el encuentro de este año ha tenido lugar en el colegio Blanca de Castilla y en él han participado más de 160 adolescentes que cursan secundaria y participan en las actividades de distintas parroquias o movimientos de la diócesis.

 

Entre los actos del día, el encuentro ha contado con una presentación y un itinerario en el que cada uno de los grupos ha podido conocer a un personaje que ha tenido un sueño en un momento concreto de la historia y lo ha hecho realidad: Cesar Chavez, Pino Puglisi, María Elena Moyano, Sophie Scholl o Leymah Cbowee. Con esta parte del encuentro se buscaba que cada uno de los participantes «pueda descubrir que los sueños se consiguen gracias a personas que se han sentido protagonistas de su propia vida y del desarrollo de su entorno», tal y como explican desde la delegación. Tras la comida se han llevado a cabo varios juegos en el patio. La oración al comienzo de la tarde ha sido uno de los platos fuertes de la jornada, que ha concluido con un gran baile y posterior animación musical.

 

El delegado de Juventud, Agustín Burgos, cree que los adolescentes «tienen muchos sueños adormecidos y por eso la Iglesia les invita a ser protagonistas de su historia y no jóvenes de sofá». De ahí que quieran «hacerles descubrir su capacidad para transformar la sociedad, su barrio, su parroquia y su propia vida».