Cursillistas burgaleses participan en la Ultreya Mundial en Fátima

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Imagen de grupo de los burgaleses asistentes a la Ultreya Mundial.

 

Durante el último fin de semana, Fátima se ha convertido en el lugar escogido para celebrar la Ultreya mundial, un evento que organiza cada lustro el Movimiento de Cursillos de Cristiandad y que este año se ha desarrollado en la localidad portuguesa en el centenario de las apariciones de la Virgen a unos pastorcillos. A una semana de la peregrinación del papa Francisco, cerca de 10.000 cursillistas, diez obispos y más de cien sacerdotes han participado en el acto, que ha contado con varias ponencias sobre el origen y la finalidad del movimiento y la consagración del mismo a la Virgen de Fátima.

Cursillos de Cristiandad en Burgos

Entre los asistentes se encontraban también 21 burgaleses, que no han dudado en participar en esta experiencia, que califican de «enriquecedora». Para Ángel Olalla, consiliario del movimiento en Burgos, han sido unas jornadas «de fuerte convivencia», que han servido para «estrechar lazos entre nosotros» y tomar conciencia del «buen instrumento de primer anuncio» que suponen los Cursillos de Cristiandad.

 

Destaca el clima de convivencia vivido estos días en Fátima y la vitalidad con que cuenta el movimiento en otros lugares, como Sri Lanka, países de América Latina o incluso otras diócesis españolas, como Córdoba.

 

Todo ello ha supuesto un acicate para los cursillistas burgaleses, que preparan ya con fuerzas renovadas su próximo Cursillo de Cristiandad, que se desarrollará en el monasterio de San Pedro de Cardeña del 26 al 28 de mayo. Para participar, solo es necesario llamar al teléfono 689 576 105.

Cofrades de la provincia celebran su encuentro diocesano en Villarcayo

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Ayer sábado, las cofradías y hermandades diocesanas celebraron su encuentro anual, que ha alcanzado ya su décimo octava edición. Tuvo lugar en Villarcayo, la capital de las Merindades, organizado desde la parroquia de la localidad con su cofradía de la Santa Vera Cruz y bajo la coordinación de la delegación diocesana de Religiosidad Popular y Cofradías. Al encuentro asistieron un buen número de cofrades, más de 300, venidos de distintos rincones de la provincia.

 

Después de la acogida en el Centro Joven de Villarcayo, donde la Mancomunidad les había preparado un aperitivo de bienvenida, los participantes recibieron las acreditaciones. Inmediatamente, tuvo lugar una conferencia, impartida por el párroco de la villa, Juan Miguel Gutiérrez, seguida con gran interés. Su vivencia de sacerdote rural, según dijo, le ha llevado a valorar la religiosidad popular, afirmando que «también en nuestra cultura y tradiciones podemos encontrar a Dios, pues todo acto humano necesita signos, corazón, sentimientos, y la piedad popular es expresión y signo de lo que sentimos y vivimos». En su conferencia, presentó la experiencia de una cofradía joven, refiriéndose a la de Villarcayo, afirmando que «las cofradías pertenecen a nuestras raíces, cuidarlas es fundamental y signo de respeto y amor». Destacó que la cofradía de su parroquia está llena de ilusión, tanto es así que esta última Semana Santa ha añadido a sus procesiones la de la Resurrección en el domingo de Pascua. Dijo también de ellos que tienen una clara identidad parroquial, y que se animan unos a otros a vivir la fe. Finalizó su intervención recordando a los sacerdotes el deber de acompañar a los cofrades, orientando y aconsejando.

Formación y devoción

A la charla siguió según lo previsto una procesión hasta el templo parroquial; en el recorrido, se rezó y se bailó al son de la dulzaina. La eucaristía de la jornada estuvo presidida por el vicario general de la diócesis, Fernando García Cadiñados. En su homilía invitó a los cofrades a cuidar el ser para que el hacer tenga sentido. También les animó a dar importancia a su formación cristiana con el fin de ser mejores «discípulos misioneros». Antes de concluir el acto religioso, el delegado de Religiosidad Popular, Lucinio Ramos, leyó el mensaje que arzobispo –que no pudo participar en el acto por encontrarse en Gerona en la beatificación de siete mártires– dirigió a todos los cofrades. En él, el prelado les aseguró que la Iglesia diocesana los ama y les necesita; valora también el testimonio público de la fe que llevan a cabo y confía en que el presente encuentro les sirva para estrechar lazos de fraternidad. Finalmente les anima a seguir adelante amando a Jesucristo y a su Iglesia.

 

Finalizada la eucaristía, que fue amenizada por el coro parroquial y el grupo de danzas de la villa, los cofrades se reunieron en una comida de hermandad en la que participó también el alcalde Adrián Serna y la concejala de cultura y recursos humanos, Judith González. En el ágape se hizo presente Cecilio Adrián Haro, párroco de Oña, para anunciar que acepta que el encuentro del próximo año, se celebre en Oña, anuncio que todos los presentes rubricaron con un fuerte aplauso.

Por una Iglesia viva en el medio rural

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Nuestra diócesis tiene un marcado carácter rural que la configura profundamente. Por eso la fiesta de San Isidro Labrador, que celebraremos a mitad de mayo, hace que volvamos la mirada a nuestros queridos pueblos, descubriendo las luces y las sombras de la realidad que en ellos se encierra. En torno a ese día, la mayoría de estos pueblos recobran vida para compartir una bella jornada de encuentro y celebración. Me alegra mucho por lo que supone de oración, bendición y acción de gracias al Dios Padre Creador que nos ha dado la tierra como un hermoso jardín para cuidarlo, disfrutarlo y colaborar en su proyecto de amor.

 

Yo mismo voy conociendo poco a poco la belleza de los muchos pueblos de nuestra geografía burgalesa en sus diferentes comarcas. Y la dureza, a la vez, de las zonas marcadas por la despoblación progresiva con todas sus consecuencias. En la Visita Pastoral tengo la posibilidad de encontrarme con muchos de vosotros y de compartir vuestros deseos, afanes y trabajos en la vida de cada día. Descubro y valoro que cada pueblo encierra una historia, una belleza que le hace ser rico y singular. Pero lo mejor de estos pueblos son sus gentes, muchas de ellas curtidas por los años y las dificultades de una vida para nada fácil y sencilla. Gentes, castellanas recias, que saben de disponibilidad, de sacrificio, de gratuidad, de servicio, de fe. Gentes sencillas que, como el Evangelio, nos hablan de la cercanía de un Dios que ha escogido escenas y realidades del campo para manifestarse a sí mismo: el sembrador, el viñador, el pastor…

 

En los encuentros también me habláis de vuestro pasado, presente y futuro. Soy testigo así de un pasado muy rico que se ha plasmado en bellas tradiciones y en un hermosísimo patrimonio que llena nuestra geografía. Junto a ello, comparto con vosotros un presente difícil, marcado por el envejecimiento, la despoblación y la dispersión geográfica que tanto os preocupa. Realidades estas que vislumbran un futuro incierto y complicado. También manifestábamos esta misma preocupación los Obispos españoles en el documento «Iglesia, servidora de los pobres», en el que decíamos: «La articulación actual de la economía ha desplazado a muchas personas del mundo rural, incidiendo gravemente en su despoblación y envejecimiento. Los labradores y ganaderos han visto incrementados extraordinariamente los gastos de producción, sin que hayan podido repercutirlos en el precio de sus productos. Los pueblos más pequeños son habitados mayoritariamente por ancianos y personas solas. Todo ello plantea problemas sociales de un profundo calado». A todo esto se añaden situaciones puntuales, como la prolongada sequía o las recientes heladas que perjudican al medio rural de modo especial.

 

 En lo que son problemas estructurales tienen que hacer frente las administraciones y los poderes políticos, junto a la entera sociedad civil. Pero la Iglesia también está muy presente en el medio rural haciendo subsidiariamente una labor social muy valorada y reconocida por lo que supone de acompañamiento, formación, encuentro, cohesión social y cercanía a las personas y a sus problemáticas.

 

No obstante, también para la Iglesia que camina en Burgos la presencia eclesial en el medio rural se nos presenta con dificultades y por lo mismo como un reto que ha de activar la imaginación y la caridad pastoral. La realidad religiosa y social impide que esa presencia y atención pastoral se pueda seguir haciendo como hasta ahora; ya no sirve lo que muchas veces se dice, porque se desea: «siempre se ha hecho así». Hace años que cada sacerdote tiene que atender varias o muchas parroquias. Eso está exigiendo en nuestra vida cristiana otra forma de vivir y expresar la fe, en la búsqueda de comunidades auténticas que celebren, se formen y se comprometan desde el ejercicio de la caridad. El deseo de una Iglesia viva en el medio rural es una prioridad diocesana en la que estamos embarcados todos, como os decía en la Carta Pastoral recientemente publicada: «Continuar la renovación de las estructuras territoriales y sectoriales de nuestra diócesis, procurando que todas ellas estén al servicio de la evangelización, «se vuelvan más misioneras» y «que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta» (EG 27)».

 

La fiesta de San Isidro puede ser una buena ocasión para pensar todo esto conjuntamente. Con la necesaria bendición de los campos, este año imploraremos sobre todo el don precioso de la lluvia, que tanto necesitamos. Me uno a todos los pueblos que os reuniréis en esta fiesta, especialmente a aquellos que, siendo ya pocos habitantes, os unís con otras poblaciones vecinas en una celebración más amplia que indica relación, comunión y amistad. Que San Isidro bendiga a cuantos vivís en los pueblos y os ayude a descubrir la belleza de la familia cristiana y la dignidad del trabajo como él lo vivió. Y que a todos nos aliente en los nuevos caminos que hemos de recorrer en la siembra del Evangelio, con asiduo trabajo y humilde oración.

 

ITV para poner a punto la familia

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ITV familiar mayo 2017

La jornada se desarrollará el 21 de mayo en el Seminario.

Pasar la ITV del vehículo es un trámite para comprobar el buen estado del mismo. Realizar la inspección técnica no significa que el coche esté averiado o necesite necesariamente reparación, pero siempre es bueno cerciorarse de la buena marcha del mismo. Algo así puede ocurrir con el estado de las familias. De ahí que la la delegación diocesana de Familia y Vida y el Centro de Orientación Familiar hayan decidido poner en marcha una «ITV familiar», «un tiempo que las familias dedicaremos a revisar nuestro funcionamiento, mejorando los aspectos necesarios», aseguran los organizadores.

 

«No se trata de una reparación en el taller», insisten, «sino de que cada familia eche un vistazo a los elementos principales de sí misma, para que siga respondiendo a la vocación» a la que han sido llamados. De este modo, han puesto en marcha esta iniciativa, que consideran «puede ser atractiva y dinamizar la atención pastoral a los matrimonios, y, a la vez, que sirva de aperitivo y acicate para que los matrimonios se planteen profundizar y acercarse a otras propuestas formativas y de compromiso en nuestra diócesis», como los grupos de matrimonios existentes en parroquias y arciprestazgos, Acción Católica, Encuentro Matrimonial, Movimiento Familiar Cristiano, Cursillos de Cristiandad o las diversas propuestas formativas de la Facultad de Teología.

 

Impartido por Diego Velicia, psicólogo del COF de Valladolid, la «ITV familiar» se desarrollará el domingo 21 de mayo, de 16:30 a 19:30h en el Seminario diocesano de San José, con servicio de guardería para facilitar la participación de toda la familia. Para poder asistir es necesario formalizar la ficha de inscripción rellenando el siguiente formulario.

«Hacia una cultura de la convivencia», tema de las jornadas de diálogo cristiano-musulmán

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Por noveno año consecutivo se han celebrado las Jornadas de diálogo cristiano-musulmán, organizadas por el Grupo de conocimiento y diálogo dependiente de la Delegación de Migraciones, y la Comunidad islámica Attaqwa. Los salones de Cajacírculo han acogido diversas reflexiones y experiencias en la línea de la convivencia intercultural e interreligiosa, que era el tema abordado en esta ocasión.

 

El miércoles 3 de mayo intervino Tusta Aguilar, responsable de Educación en la Delegación de Migraciones de la diócesis de Madrid.  Presentó tres actitudes que se dan en nuestra sociedad ante lo diverso: hostilidad, coexistencia, convivencia. Desde la escena del encuentro de Abrahán con los tres caminantes se preguntó cuántos ángeles nos hemos dejado pasar en nuestra vida… Las sorpresas de Dios vienen a través de alguien que es distinto a nosotros. El segundo ponente fue Abdelaziz Hammaoui, marroquí, profesor de la Cátedra «Tres religiones» en la Universidad de Valencia. Invitó a contrarrestar los fundamentalismos desde la reflexión y desde la acción en la calle. Si la diversidad es voluntad de Dios, según el Corán, Dios está con nosotros cuando luchamos por la interculturalidad. O ganamos todos, o perdemos todos.

 

Al día siguiente se compartieron dos experiencias cercanas de interculturalidad: la del colegio Claret de Aranda de Duero, donde desde hace años se viene trabajando este aspecto a través de semanas de inmigración e integración, la clase de religión y otras actividades; y la Casa de Acogida San Vicente de Paúl, donde las Hijas de la Caridad y muchos voluntarios acogen y sirven a personas de toda clase y condición, procedencia y religión. Hubo después espacio para el diálogo en pequeños grupos y para compartir reflexiones y otras experiencias.

 

Estas Jornadas se completarán en los próximos días con otra actividad ya realizada en alguna ocasión más en Burgos: la visita mutua entre una mezquita y una parroquia. En este caso serán la mezquita Attaqwa y la parroquia de San Julián quienes intercambiarán conocimiento y diálogo a lo largo de dos tardes. Precisamente se decía en las Jornadas que la interculturalidad comienza por conocer, reconocer y valorar, y que desde la curiosidad y la apertura hemos de despertar intereses compartidos. Dios habita en las calles de la ciudad, y «vive entre los ciudadanos promoviendo la solidaridad, la fraternidad, el deseo de bien, de verdad, de justicia» (Francisco, Evangelii gaudium 71).