San Isidro marca el calendario de los pueblos de la diócesis

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No hay pueblo en la provincia que, de una u otra manera, no esté hoy de fiesta. La memoria de san Isidro Labrador, patrono de los agricultores, hacen que su talla recorra las calles y campos de numerosas localidades, pidiendo el tiempo favorable para una buena cosecha.

 

En la ciudad, la parroquia de San Pedro y San Felices es una de las pocas que celebra su fiesta con especial devoción, recordando los orígenes agrícolas de la zona sur de Burgos. Decenas de burgaleses se han desplazado hasta el templo y han realizado una ofrenda de frutos de la tierra al santo en una eucaristía en la que también ha participado el alcalde y que ha tenido lugar tras una procesión con la talla por las calles cercanas a la parroquia hasta el cerro que lleva el nombre del santo.

Labrador de vida sencilla

San Isidro Labrador nace en Madrid el 4 de abril de 1082, donde vive humildemente con su familia hasta que, ante la inminente invasión árabe, se traslada a Torrelaguna. Allí se casa con santa María de la Cabeza, en el 1109, y 10 años después regresa a Madrid para trabajar como criado para la familia Vargas, viviendo en la casa que ésta tenía para los mozos de labranza, junto a la parroquia de San Andrés. Allí nace su único hijo, Juan.

 

Labrador y carpintero de vida sencilla, marcada por una profunda fe y devoción a la Virgen, y espíritu caritativo. Todos los días, de madrugada, acudía a la iglesia de Santa María de la Concepción, hoy catedral de la Almudena, y a la ermita de Santa María Magdalena, por la que tenía especial devoción. Por la tarde, repetía sus itinerarios marianos, lo que provocaba las críticas de algunos de sus compañeros, que le calumniaban por tener abandonado el trabajo. Además de esta vida de oración y este fervor por la Virgen, se consagró a los pobres, con la ayuda de su mujer, que compartía con él su amor por los más necesitados.

 

Sus milagros, muy sencillos, se correspondían con su tipo de vida. Así, una vez hizo brotar un torrente de una roca, para dar agua a su amo sediento. Salvó con sus oraciones a su hijo Juan, que cayó a un pozo, del que fue salvado milagrosamente. Su patrón fue testigo de algunos de estos milagros, por lo que cuando San Isidro murió, el 30 de noviembre de 1172, a los 90 años, todos lo consideraban ya un santo.

 

Enterrado primero en el cementerio de la parroquia de San Andrés, fue trasladado a la Iglesia, ya que la lluvia desenterró su cuerpo incorrupto. Alfonso VIII en 1212 mandó que hicieran un arcón para enterrar su cuerpo. Allí permanece hasta 1619, fecha en que es beatificado por, con 438 milagros aprobados. Pablo V firma el decreto y se fija su fiesta para el 15 de mayo. Fue canonizado en 1622 por el papa Gregorio XV. En tiempos de Carlos III, su cuerpo se traslada a la colegiata donde se encuentra hoy.

 

El 11 de agosto de 1697, Inocencio XII declara a su mujer beata, y en 1752 es canonizada.

2017 05 15 lunes: Resumen de prensa

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Sociedad

Los Catalina-Porres forman una de las más de 3.000 familias numerosas que hay en Burgos:

 

Los presupuestos de este año refuerzan el compromiso de la Junta de Castilla y León con la política social y la familia:

 Solidaridad

La XVII edición del Día de la Bici, organizada Proyecto Hombre Fundación Candeal- reunió a más de 7.000 burgaleses:

 

 

 

La asociación Síndrome de Down Burgos celebró ayer en el Fórum Evolución su XX Gala:

Patrimonio

La Seo burgalesa está a punto de acometer su última gran intervención:

Jornada conmemorativa del XX aniversario de la Plataforma Norte

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Jornadas PSH Norte

Cartel que anuncia la jornada

 

Este viernes 19 de mayo, el salón de Caja Círculo de la Plaza de España acogerá la Jornada de homenaje al XX aniversario de la Plataforma Norte, entidad compuesta por varias organizaciones que trabajan con el colectivo de personas sin Hogar.

 

Diversas actividades configuran una jornada con numerosos actos, en la que se pretende hacer un recorrido sobre la historia de la atención a las persona sin hogar y profundizar en la atención y la situación social a este colectivo.

 

La inauguración de las jornadas será  alas 9:30 horas con un acto en el que intervendrá el alcalde, Javier Lacalle, y en el que se realizará una presentación de la Plataforma. Seguidamente, tendrá lugar una ponencia a cargo de la profesora de sociología y trabajo social de la UCM Mª José Rubio, con el título «La atención a las personas sin hogar. Un recorrido histórico (1900-2015)». Tras esta, se formará la primera mesa redonda en la que se hablará  sobre las políticas sociales que afectan a las personas sin hogar. En ella intervendrán Txema Duque, Darío Pérez y Adela Ortiz, todos ellos implicados en diversas secciones de atención social.  La segunda mesa redonda será tras la comida y en ella se darán cita varios profesionales del sector de la integración social. También habrá un momento para testimonios de personas afectadas por esta realidad. Finalmente, se celebrará un acto de clausura a las 17:30 horas, seguido de un concierto.

 

En el siguiente enlace puede consultarse el programa con más detalle:

Jornada XX Aniversario Plataforma Norte

«Mediadores y testigos» cada vez más cerca del sacerdocio

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Seis jóvenes han dado esta tarde un paso más en su camino vocacional, haciendo que su futura ordenación sacerdotal esté cada vez más cerca. El arzobispo de Burgos, don Fidel Herráez, ha presidido la eucaristía en la que han sido instituidos como lectores los seminaristas Innocent NkunzimanaFulgence NdayikejeÁlvaro Zamora Fernando Puigdomenech; mientras que Isaac Hernando y Diego Luis han recibido el ministerio del acolitado.

 

«Nos alegra acompañar a estos seis hermanos nuestros que nos hacen descubrir que Dios sigue llamando y haciéndose el encontradizo eligiendo a algunos para que sean mediadores en su obra de salvación amorosa», ha dicho el arzobispo en su homilía. «Y nos alegra porque la vuestra es una respuesta generosa a esa llamada», ha matizado, mientras animaba a los nuevos lectores y acólitos a poner en Jesucristo el «programa fundamental» de su vida, «prosiguiendo su causa y viviendo a su estilo» para ser sus testigos en medio de la actual sociedad.

Un paso más

«Aunque son ministerios que pueden recibir todos los laicos, es un paso más en nuestro camino al sacerdocio», comenta Álvaro Zamora, uno de los cuatro jóvenes que ha recibido el ministerio del lectorado. «Esto hace que nos llene de ilusión y vaya aumentando nuestro afán sacerdotal. Son pasos previos a la ordenación que ayudan a ir configurando y madurando la vocación a la que el Señor nos llama», revela. Parecida opinión mantiene Diego Luis, que ha sido instituido en el ministerio del acolitado: «Supone para mí un pequeño “sí” más, dentro del “sí” que Dios me llama a responder día a día, a ejemplo del “sí” de María, viviendo en clave de entrega y servicio al Señor y la Iglesia y a todos los hombres».

 

Ahora, estos jóvenes seguirán con su formación en el Seminario y en las parroquias donde colaboran desempeñando los ministerios en los que han sido instituidos esta misma tarde y que les ayudan a prepararse con más intensidad para el futuro ministerio, afianzando su vida en la Palabra de Dios y en la eucaristía.

 

«El lectorado –explica Zamora– es un servicio para la comunidad cristiana. Su tarea principal es la de leer la Palabra de Dios en los actos litúrgicos. También es el encargado de preparar a los lectores habituales de las parroquias para que la proclamación de la Palabra de Dios llegue a sus destinatarios y se haga de un modo correcto, dando la importancia que merece la liturgia. Por último y más importante, la responsabilidad de llevar a nuestra vida lo leído y aprendido en la Sagrada Escritura, dando así testimonio vivo del evangelio».

 

Por su parte, Diego Luis explica que el acólito «sirve al altar y ayuda al sacerdote y al diácono. Prepara el altar y los vasos sagrados, y, como ministro extraordinario, distribuye la comunión (en caso de necesidad, durante la celebración o a los enfermos) y expone el Sacramento de la Eucaristía para su adoración».

13 de mayo: Evocamos a nuestra Señora de Fátima

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La Virgen María ocupa un papel muy importante en la espiritualidad del pueblo cristiano en general y de nuestro pueblo burgalés en particular. En su corazón maternal experimentamos de un modo especial la cercanía y la providencia de un Dios vivo que no se despreocupa nunca de su pueblo peregrino. Ella es la puerta por donde Dios quiso entrar en nuestro mundo. La criatura nueva. El primer eslabón de la historia cristiana. La Madre del Señor. Y también Madre nuestra en la obra de la salvación, a quien veneramos y acudimos siempre con cariño y confianza de hijos, porque a través de los siglos siguen vivas las palabras de Jesús en la Cruz: «Ahí tienes a tu madre» (Jn 19, 27). Paul Claudel llamaba a María «Sacramento de la ternura maternal de Dios» y así lo vive el pueblo cristiano con sencilla y honda piedad filial.

 

El mes de mayo, desde el siglo XVII se ha dedicado en la Iglesia a honrar a la Virgen, como se evidencia en tantas advocaciones, fiestas y romerías extendidas por toda nuestra geografía, a las que ya me he referido en otras ocasiones. Hoy deseo dedicar mis palabras a la Virgen de Fátima, dado que estamos celebrando estos días el Centenario de las apariciones, en Cova de Iría, a los tres «pastorcillos» que estaban cuidando el rebaño familiar: Lucía, Francisco y Jacinta.

 

La celebración del Centenario adquiere una solemnidad especial por la visita del Papa Francisco, que viajó ayer, día 13, al Santuario de Fátima y por la canonización de Jacinta y Francisco. Estos, que eran hermanos, murieron apenas dos años después de las apariciones, cuando no contaban más que con nueve y diez años de edad. Su fama de santidad y la devoción popular se extendieron rápidamente en Portugal y en el mundo católico, como lo prueba el hecho de que es la primera vez en la historia que son canonizados dos niños tan pequeños, que no han sido mártires.

 

 Muchos de vosotros seguramente habéis visitado el Santuario y os habéis impregnado de la honda espiritualidad que irradia. La imagen, las canciones y las devociones vinculadas a Fátima son populares en muchos ambientes. Estos meses, según he sabido, diversos arciprestazgos y parroquias han organizado peregrinaciones. En la ciudad de Burgos es ya tradicional, cada 13 de mayo, el Rosario de la aurora, como así lo rezábamos ayer con renovada devoción mariana.

 

Para comprender y actualizar el mensaje de Fátima, me parece oportuno recordar algunas ideas de los obispos portugueses en una carta pastoral colectiva publicada con motivo del Centenario, bajo el significativo título «Fátima, signo de esperanza para nuestro tiempo».

 

Lo que sucedió en Fátima hace cien años fue, y sigue siendo, una «bendición» para Portugal y para el mundo entero. La última de las apariciones, la que tuvo lugar en octubre de 1917, finalizó con una bendición de la Virgen con el Niño Jesús. Ese gesto de bendición, dicen los obispos portugueses, nos permite «penetrar en el núcleo de la iniciativa de Dios que, en la presencia llena de luz y de belleza de la Virgen María mostraba su proximidad misericordiosa junto a su pueblo peregrino». Esa bendición sigue alimentando nuestra esperanza porque tiene su raíz y su fuente en el Dios Trinidad, que no es indiferente a la situación de sus criaturas: «La luz y la belleza que irradiaban de la presencia del Ángel y de la Señora…eran las manos extendidas de Dios, que abraza a todos en la bondad de su amor».

 

Esa profunda experiencia  de Dios vivida por los pastorcillos, que san Juan Pablo II calificó como «mística»,  se produjo en una situación histórica particularmente dramática, provocada por guerras, violencias e injusticias, consecuencia del pecado humano. Por eso el mensaje de Fátima «interpela nuestras conciencias para no caer en la indiferencia ante tanto sufrimiento, para que no dejemos que nuestro corazón se haga insensible ante el mal tantas veces banalizado»; de ahí que sea un mensaje que invita a la oración, a la conversión, a la penitencia, y también a la denuncia profética del mal y al compromiso con el bien. En la medida en que lo acojamos, concluyen los obispos portugueses, encontraremos a Alguien que nos ama, y «la comunidad de los creyentes puede ofrecer al mundo la Luz de Dios que irradia el Corazón lleno de gracia y misericordia de la Virgen madre, custodia de la inquebrantable esperanza en el triunfo del amor sobre los dramas de la historia».

 

El Papa Francisco, que en alguna ocasión nos ha dicho que «está huérfano el cristiano que no tiene a María como madre», ha viajado a Fátima con el lema «Con María, peregrino en la esperanza y en la paz». Unamos nuestros deseos a los suyos desde nuestra Iglesia diocesana. Y pongamos bajo la protección maternal de María a toda la familia humana, para que de la celebración del Centenario se sigan frutos abundantes de paz, de justicia, de verdad y de amor.