«La Iglesia debe estar al lado de los abandonados y excluidos del sistema»

Jesús Ruiz Molina nació en la Cueva de Roa. Misionero Comboniano desde 1982, ha sido nombrado por el papa Francisco obispo auxiliar de Baangassou, en la República Centroafricana.

Jesús Ruiz Molina nació el 23 enero de 1959 en La Cueva de Roa (Burgos) Estudió la carrera eclesiástica en el seminario diocesano de Burgos. En 1982 ingresó en los Misioneros Combonianos donde realizó el postulantado en Granada, y el noviciado en Valencia. Entre los años 1985 al 1988 obtuvo una licenciatura en teología pastoral en París y fue ordenado sacerdote en su parroquia El Buen Pastor (Miranda de Ebro) el 11 de julio de 1987. Ha trabajado 15 años en el Chad en la pastoral rural y como provincial de su Congregación. Luego, en Granada, durante seis años fue formador de postulantes y responsable de los LMC de España (laicos misioneros combonianos). Desde 2009 trabaja en la República Centroafricana en una misión con pigmeos en la frontera con los dos Congos. El 12 de noviembre será consagrado como obispo auxiliar de Bangassou (República Centroafricana) en la catedral de Bangui.

 

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¿Cómo surgió en ti la vocación misionera?

La raíz de mi vocación está en la fe sencilla de mi familia, una fe en contacto con los pobres. En mi parroquia de Miranda mamé una fe humana, alegre y comprometida. Luego, en el seminario, cada vez que un misionero nos hablaba, mi corazón se encendía y yo quería alistarme para salir. En la Facultad de Teología creamos un grupo de misiones y varios salimos a la misión ad gentes.

 

¿Dónde has trabajado como misionero?

Durante quince años, en la sabana del sur del Chad, he trabajado codo con codo con los primeros cristianos de este país, viendo nacer las primeras comunidades cristianas, los primeros sacerdotes… Una iglesia que nacía en una sociedad islamizada. Una experiencia inolvidable donde el Evangelio fue una propuesta de vida en abundancia (salud, escuelas, graneros, cooperativas, justicia y paz, etc) De 1996 a 2001 fui formador de postulantes misioneros en Granada, al mismo tiempo que animé a los laicos misioneros combonianos de España, que son laicos que parten a la misión desde su propia vocación como laicos. Desde 2009 trabajo en República Centroafricana, en una misión en la selva que hace frontera con los dos Congos. Un trabajo de primera evangelización, con comunidades eclesiales de base, formación de catequistas y líderes, jóvenes, atención al pueblo pigmeo-Aka…

 

¿Qué recuerdos entrañables guardas de Burgos?

El bullicio del Seminario San José con casi 500 seminaristas jugando en los patios, en el Parral o la Sesa… el trabajo con el grupo scout Camporrozas de Gamonal…la Facultad de Teología en pleno cambio político…la Coral de la Catedral….son muchos recuerdos en los 12 años que viví en Burgos.

 

¿Y qué futuro atisbas una diócesis como la nuestra con pocas vocaciones y jóvenes?

Pienso que es urgente desclericalizar nuestra iglesia para dar cada vez más cancha a los laicos. Todo bautizado es responsable y misionero, y yo creo en una Iglesia en salida para acompañar la fe de los que dudan, los que están cansados o los que no conocen a Jesucristo. Hay que salir para servir y ofrecer el evangelio y la misericordia de Dios a todos, en especial a los últimos de nuestra sociedad. No nos angustiemos por la falta de vocaciones porque Dios vela por su Iglesia y proveerá de hombres y mujeres capaces de entregar su vida por el Evangelio.

 

Según tú, ¿cuál es la misión de la Iglesia hoy?

La Iglesia está llamada a ser signo de la misericordia de Dios; una iglesia samaritana que cure heridas; una iglesia que camine con los últimos y abandonados de nuestro sistema excluyente… Una Iglesia en salida que dice el papa Francisco. Para ello, el misionero se sitúa con un pie dentro y otro fuera de la Iglesia; hace de puente para que los de fuera puedan entrar. Me parece todo un símbolo misionero ese Pedro que sale de la barca para caminar en las aguas pues su Señor le llama desde fuera de la barca… Aunque se hunda. La voz del Señor grita fuera de la Iglesia; si no salimos ¿cómo encontrar a nuestro Señor?

 

¿Por qué, irse al país más pobre del mundo?

Por amor, solo por amor. He vivido y gozado mucho, pero también he sufrido mucho con este pueblo al que amo. Ahora estamos en una guerra que dura desde 2012 y que no interesa a nadie. Las masacres en mi país son diarias, catorce grupos armados se disputan las riquezas del subsuelo; sin ejército nacional, sin ninguna infraestructura estatal, vivimos en un país fantasma que solo vive con el goteo que llega de las ONG y los organismos internacionales. Mi pueblo sufre y muere olvidado. He optado por quedarme como quien se queda a la cabecera del ser querido muy enfermo. La lógica de Jesús me ha cautivado: «El que pierda su vida, la gana…» Me he apuntado en el club de los perdedores… solo por amor.

 

Desde Burgos, ¿cómo participar en esa vocación misionera?

La misión no es sólo una cuestión geográfica, aunque no es lo mismo situarse en la seguridad que te da la ciudad de Burgos que en la selva del Congo en medio de guerrilleros asesinos con una población desplazada que se muere de hambre. La misión está aquí y allí. La misión es salir de nuestra burbuja para abrir los ojos y ver al que no puede más, al diferente, al emigrante, al que está solo, al que no encuentra sentido a su vida… La misión es escuchar el grito del mundo… Salir de tu casa, abrir los ojos, escuchar al otro, pues el otro, el diferente, no es mi enemigo, es mi oportunidad para encontrarme con Dios; el otro me salva.

 

Mi misión hacia África nació en Burgos; la misión de los cristianos de Burgos no puede ignorar la misión de esa otra humanidad que tiene una media de vida de 50 años, con una mortandad infantil del 20 por ciento, con una cuarta parte del país refugiada, que no pueden rezar libremente… Nuestra fe aquí debe llevarnos de alguna manera allá.

 

¿Qué ha supuesto para ti el nombramiento episcopal?

Ha cambiado completamente mis planes. Después de 25 años en África había planeado acercarme este año a España para descansar, reciclarme y ocuparme de mis padres. Esta nominación me desposa con el pueblo Centroafricano, que hoy es como un enfermo grave en la UVI, hasta mi muerte. Se me acabó la prejubilación. Como lema episcopal he escogido «Me amó y se entregó por mí» (Gal. 2, 20); es en este amor de Dios en el que reside el motivo de mi consagración, mi «fiat».

Comentarios

Comentarios: 1

  1. María Luengo

    Vidas ejemplares,como la de este sacerdote,es necesario que se difundan para que los creyentes y no creyentes,sientas el sentido del amor y la solidaridad a través del Evangelio,es nuestro deber como cristianos ayudar en este sentido. Gracias por ser tan auténtico.


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