
María Concepción López-San Vicente de la Horra nació en Burgos en 1950, fue bautizada en San Gil y recibió su formación en el Colegio de Saldaña. Casada y con dos hijas, actualmente pertenece a la parroquia de San José Obrero, aunque desarrolla su actividad en San Cosme y San Damián, donde es miembro del grupo parroquial de formación cristiana y además colabora en diversas tareas como el coro y el grupo de liturgia. Estas navidades, junto con otras personas, ha puesto en marcha dos cursos de cocina y de decoración navideña, que han contado con muy buena participación, buscando integrar y acoger a las personas que lo deseen en las actividades parroquiales.
Su implicación en la parroquia es algo que le da bastante trabajo, y no duda en mostrarse agradecida por lo mucho que recibe: «La parroquia es de todos y hay que hacerla también entre todos. Recibimos mucho gratis y debemos ser agradecidos y devolver cariño y colaboración. Aquí se nos proporciona ayuda espiritual, el apoyo en los momentos difíciles, la alegría de pertenecer a una comunidad y compartir las celebraciones… Y muchas cosas más. La parroquia es como nuestra segunda familia, a la que recurrimos cuando tenemos problemas y estamos necesitados de consuelo y apoyo. Y siempre lo encontramos».
Sin embargo, María Concepción no siempre ha podido estar todo lo que le hubiese gustado prestando ayuda en su parroquia, ya que cuando realmente se ha comprometido ha sido desde hace seis años. «Antes mi trabajo como secretaria, de mañana y tarde, en una empresa, lo ocupaba casi todo y yo iba a misa los domingos y poco más. Cuando me ha llegado la jubilación y he dispuesto de más tiempo libre, me he acercado a la parroquia para colaborar con la mejor disposición en todo lo que me pidan. Y me siento muy satisfecha de hacerlo y muy feliz». Sobre las actividades que desarrolla, lo más importante para ella son las celebraciones de la parroquia, sobre todo las misas, «en las que es muy importante que todo esté preparado, desde las lecturas hasta la ropa del sacerdote, sin olvidarnos de la limpieza de los bancos y el suelo del templo, o las canciones del coro».
Esta Navidad, María Concepción ha ido más allá de las actividades en las que colabora habitualmente y junto con su grupo de formación, ha desarrollado un taller de decoración navideña y otro de cocina enfocado a estas fechas: «Han tenido mucho éxito porque comenzamos cinco personas y ahora somos 14. Es muy importante que sean actividades atractivas, que las personas que acuden vean que son bienvenidas y todos muy bien acogidos. Su espíritu de colaboración, explica, nace de su «amor a Dios», y por el deseo de servir a la Iglesia. En realidad lo importante no es lo que hagamos, sino la intención y la buena voluntad, con un espíritu de servicio a los demás y al Señor. Si no ponemos amor en las cosas que hacemos, todo lo que hagamos carecerá de sentido».
María Concepción anima a los cristianos a vivir la parroquia desde dentro, «a la iglesia debemos ir a participar, no de forma pasiva, porque lamentablemente nos hemos acostumbrado a que nos lo den todo hecho. Los cristianos tenemos que ser coherentes con nuestra fe y eso implica compromiso y participación. Me gustaría animar a esa gente que está sola en sus casas, o que se ha jubilado y dispone de tiempo, a que acudan a su parroquia porque seguro que van a encontrar gente con la que compartir vivencias importantes y se van a sentir mucho más realizados».