La procesión del Santo Cristo de Burgos: «Algo más que un acto piadoso»

Don Fidel Herráez ha presidido la eucaristía y procesión con la venerada imagen, una tradición que cada año suma nuevos fieles y a la que han acudido cofrades del Santo Cristo de todo el mundo.
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Hasta 1873, la de la Exaltación de la Santa Cruz era la fiesta más grande de la ciudad, con festejos taurinos y numerosos actos populares y fuegos de artificio. Hace 145 años, el ayuntamiento de la capital decidió trasladar sus fiestas mayores en torno a la festividad de los santos apóstoles Pedro y Pablo a comienzos de verano en un intento por lograr que el tiempo –en teoría– acompañara las celebraciones. A pesar de no ser ya fiesta civil ni contar con un programa oficial de fiestas, numerosos fieles siguen manteniendo viva la tradición y se han acercado esta tarde hasta la Catedral para rendir homenaje a su Santo Cristo. Una celebración que gana adeptos año tras año, sobre todo desde que se volviera a sacar la imagen a la calle gracias a una réplica de la talla original. Y es que es tan nuestro, que hasta Burgos se ha convertido en una suerte de apellido de esta imagen, venerada en todo el mundo por influjo de los misioneros agustinos. Y los burgaleses lo han querido demostrar.

 

El arzobispo de la diócesis, don Fidel Herráez Vegas, ha sido el encargado de presidir una solemne celebración eucarística a la que ha acudido la concejala Carolina Blasco en representación del Ayuntamiento en recuerdo del tradicional voto de la ciudad, así como representaciones de las Hermandades del Santísimo Cristo de Burgos de Cabra (Jaén), Sevilla, Granada, Barcelona, Murcia, Jimena (Jaén), Chucena (Huelva) y Alfarnatejo (Málaga), entre otras. Junto al pastor de la diócesis han concelebrado en la misa los obispos burgaleses Ángel Garachana, obispo en la diócesis hondureña de San Pedro Sula, y Ramón del Hoyo, obispo emérito de Jaén.

 

En su homilía, don Fidel ha subrayado que el de hoy no era «solamente un acto piadoso» o un recuerdo más de la Semana Santa, sino la oportunidad «de acoger, de actualizar en nuestra vida el amor salvador de Dios». En este sentido, ha recordado que «en cualquier momento podemos abrirnos a Dios» y «ayudar a que otros lo acojan». Solo de esta manera, ha dicho, podremos avanzar en «una conversión continua» que evite «conformarnos con ser buenos» para procurar «ser cada día mejores».

 

Procesión

 

Al término de la eucaristía, el arzobispo ha impartido la bendición a los presentes con la reliquia del Lignum Crucis que se conserva en la Catedral. Acabada la celebración las calles del centro de la ciudad han servido de escenario para una procesión con la talla del Cristo, portada a hombros miembros de la cofradía de las Siete Palabras y del Santo Cristo de Burgos, escoltados, un año más, por miembros agentes de la Guardia Civil. Durante el recorrido, numerosos burgaleses han exclamado vivas y lanzado aplausos a la venerada talla.

 

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