
Desafección en la sociedad hacia la Iglesia, desánimo por parte de los sacerdotes y los agentes de pastoral, que no dan con la fórmula para conectar, convocar y reunir a esos muchachos que se alejan después de haber recibido los primeros sacramentos, familias que tampoco participan en la comunidad… Para nadie es un secreto que la pastoral juvenil es uno de los mayores retos actuales de la Iglesia. El Sínodo de obispos que se está desarrollando en Roma supone una gran oportunidad para hallar nuevos caminos. Y nuestra diócesis también se ha puesto manos a la obra.
«El momento actual de la pastoral juvenil está marcado por dos notas, desde mi punto de vista, por un lado, la irrelevancia de la propuesta eclesial para los jóvenes. Hemos pasado a ser casi invisibles para ellos, lo que la Iglesia propone no interesa, su discurso no conecta, las actividades de las parroquias no les llaman la atención, e incluso la imagen de la Iglesia genera desafección; y por otro lado, la propia comunidad eclesial arrastra mucho desánimo en la pastoral juvenil, los agentes pastorales y los sacerdotes están empezando a situar a la juventud en el ámbito de lo imposible, es decir, de aquellas tareas que no merece la pena realizar porque de antemano ya podemos saber la respuesta, y nos decimos: si no van a venir, pues dejamos de convocar y proponer». Este es el panorama que dibuja el nuevo delegado diocesano de Juventud, Óscar Moriana.
Ante esta situación, Moriana recuerda que el Sínodo de los obispos que se está desarrollando en Roma «nos ayuda a recordarnos que la pastoral juvenil para la comunidad cristiana no es algo opcional o para los que tienen ganas de conectar con los jóvenes, sino que es una parte sustancial de su vocación y de su misión en la historia», como consta en el Instrumentum Laboris sobre el que están trabajando los prelados. «La propia reflexión de este documento nos sitúa ante la constatación de que Dios sale al encuentro del joven de hoy y quiere encontrarse con él, por lo tanto, nuestra tarea pastoral será discernir por dónde Dios está buscando ese encuentro, y cómo podemos facilitar dicho encuentro».
Repensar la pastoral
Para ello, el nuevo equipo de la delegación de Infancia y Juventud de la diócesis se ha puesto puesto a trabajar en la elaboración de un proyecto marco de pastoral de juventud «para un medio plazo». Se ha constituido una comisión con miembros de los colegios diocesanos, los profesores de religión, la Confer, la Escuela Diocesana de Educadores de Juventud, el movimiento Scout y los sacerdotes del equipo de la delegación. «Nuestro objetivo es presentar un borrador de un proyecto de pastoral juvenil para comienzos del curso 2019-2020 para que pueda ser aprobado por los organismos diocesanos a lo largo de ese curso, y posteriormente, irlo desarrollando», explica Moriana.
Para llegar a esta meta se han marcado mantener una reunión mensual que permita realizar el recorrido que propone el Instrumentum Laboris del Sínodo: reconocer, interpretar y elegir. «Intentamos escuchar las necesidades de los jóvenes, y al mismo tiempo, alentar y potenciar todo lo que se está haciendo desde las comunidades cristianas. La tarea más importante de este momento, desde la delegación, es animar y apoyar todo lo que se hace en la diócesis en pastoral juvenil, y descubrir los nuevos caminos por donde el Señor sale al encuentro de nuestros jóvenes».
La tarea no es fácil, ya que, como apuntó don Carlos Escribano, obispo de Calahorra-La Calzada-Logroño y encargado del departamento de Juventud de la CEE, en el encuentro nacional de delegados celebrado recientemente, hay que escuchar a los jóvenes en sus ambientes, y actuar en tres niveles de implicacion: los alejados, los ausentes y los presentes. Y además de escuchar, es imprescindible una comunión entre los proyectos pastorales que se están desarrollando en los diversos niveles de la comunidad eclesial y crecer en formación pastoral.
Quienes van a acometer la elaboración de ese nuevo proyecto marco de pastoral juvenil en nuestra diócesis no parten a ciegas para cumplir ese cometido. El pasado año, más de un centenar de jóvenes burgaleses respondió al cuestionario lanzado por la Santa Sede para preparar la asamblea de los obispos, consulta en la participaron cerca de 220.000 jóvenes de todo el mundo. Y también, a comienzos del nuevo curso pastoral, se ha realizado un estudio de las debilidades, amenazas, fortalezas y debilidades (DAFO) de la pastoral juvenil en la Iglesia de Burgos.
Entre las debilidades, se constata que pocos jóvenes asisten a catequesis y menos quieren continuar, faltan animadores, cunde el desánimo entre los agentes de pastoral, falta capacidad de escucha y de formación y priman una pastoral centrada en lo sacramental y una programación repetitiva. A ellas hay que sumar algunas amenazas: familias rotas y nuevos modelos de familia, la influencia mediática, que ha provocado desafección hacia la Iglesia y una dimensión negativa hacia la actitud dimensión creyente, familias cristianas pero que tampoco participan en la comunidad…
Afortunadamente, no faltan fortalezas y oportunidades: entre las primeras, disponer del mejor mensaje, el encuentro con Cristo, el trabajo de algunos grupos de referencia y personas dispuestas a trabajar y la misma participación de algunos jóvenes que, aunque pocos, son fieles y entregados. Entre las oportunidades, abre un nuevo camino el Sínodo de los obispos, que podría suponer un revulsivo para llegar a los jóvenes que buscan llenar su corazón, valoran ser acompañados y escuchados, y para las familias que confían en la Iglesia y anhelan educar en valores a sus hijos.