Homenaje a la parroquia de Santa Marina por sus 50 años

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La parroquia de Santa Marina de Villarcayo está de celebración por sus 50 años de historia. Situada en el centro de la localidad, se edificó en 1967 tras ser derribado el antiguo templo que ocupaba el mismo lugar, y su construcción fue una respuesta al incremento de población de aquella época. Su inauguración tuvo lugar un año después, el 27 de octubre de 1968.

 

Con motivo de este aniversario, este domingo varios actos servirán para homenajear esta fecha tan señalada. De este modo, la parroquia acogerá una eucaristía a las 18:00 horas y que estará presidida por Pedro Saéz, quien fue vicario parroquial en los comienzos de este templo junto con el párroco Daniel Caballero, ya fallecido. En la misa participarán los sacerdotes que han estado al frente de esta parroquia a lo largo de las décadas, y que actualmente cuenta con Juan Miguel Gutiérrez como párroco. A continuación habrá una pequeña explicación del motivo de esta fiesta e intervendrá la banda de música de Villarcayo. Finalmente, con un vino español se invitará a todos los presentes a participar en un espacio de diálogo y convivencia en el que se recordarán estos 50 años de vida.

 

Arquitectura atrevida

 

De línea moderna y atrevida, el templo llama la atención por su fachada triangular y sus originales vidrieras, que remiten al estilo de Gaudí. Su forma de tienda de campaña no es casual, sino que hacer referencia al versículo de San Juan «Y acampó entre nosotros». El templo debe su construcción al arquitecto José Luis Martínez Gutiérrez, aunque fue Luis Francisco Prieto Blanco, también conocido como Luis «Kiko», quien el dotó a la obra del contenido artístico que hoy puede admirarse. Su impronta está en la vidriera, que con su extensión de 210 metros cuadrados, es una de las más grandes de Europa. En ellas puede contemplarse el Pantocrátor, las estaciones del Via Crucis y escenas de la Creación.

Acción de gracias por la declaración de venerable de Tomás Morales

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Tomás Morales

 

El arzobispo, Fidel Herráez Vegas, presidirá esta tarde en la Facultad de Teología, a las 19:30 h., una eucaristía de acción de gracias por la declaración de Venerable del padre jesuita Tomás Morales, fundador de los Cruzados y Cruzadas de Santa María, Milicias y Hogares de Santa María. Seguidamente tendrá lugar la proyección del documental La Inmaculada nunca falla, su gran consigna.

 

Tomás Morales nació en 1908 en Venezuela de familia española, originaria de la isla de la Palma. Al trasladarse a Madrid estudió en el Colegio de los Jesuitas de Chamartín y posteriormente la carrera de Derecho en la Universidad Central, llegando a ser presidente de los Estudiantes Católicos. Tras defender su tesis en 1932 en Bolonia (Italia), a los veintitrés años ingresó en la Compañía de Jesús, siendo ordenado sacerdote el 13 de mayo de 1942 en Granada.

 

El padre Morales consagró su sacerdocio a la animación de los laicos. En 1947 fundó en Madrid el Hogar del Empleado, una obra apostólica y benéfico-social. De este movimiento nacieron el instituto secular masculino Cruzados de Santa María y, años después, el instituto secular femenino Cruzadas de Santa María, cuyas constituciones fueron aprobadas por la Santa Sede en 1988 y 1989. Su experiencia espiritual y educativa quedó reflejada en libros como Forja de hombres, Laicos en Marcha y Hora de los Laicos.

 

La apertura de su Causa de Beatificación y Canonización tuvo lugar el 24 de junio de 2000 en la archidiócesis de Madrid. El 26 de junio de 2007 se abrió el proceso en Roma en el Dicasterio para las Causas de los Santos. El 8 de noviembre de 2017 se firmó el decreto por lo que se reconocían sus virtudes heroicas.

Una Iglesia preocupada y ocupada por los jóvenes

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jovenes iglesia

 

Desafección en la sociedad hacia la Iglesia, desánimo por parte de los sacerdotes y los agentes de pastoral, que no dan con la fórmula para conectar, convocar y reunir a esos muchachos que se alejan después de haber recibido los primeros sacramentos, familias que tampoco participan en la comunidad… Para nadie es un secreto que la pastoral juvenil es uno de los mayores retos actuales de la Iglesia. El Sínodo de obispos que se está desarrollando en Roma supone una gran oportunidad para hallar nuevos caminos. Y nuestra diócesis también se ha puesto manos a la obra.

 

«El momento actual de la pastoral juvenil está marcado por dos notas, desde mi punto de vista, por un lado, la irrelevancia de la propuesta eclesial para los jóvenes. Hemos pasado a ser casi invisibles para ellos, lo que la Iglesia propone no interesa, su discurso no conecta, las actividades de las parroquias no les llaman la atención, e incluso la imagen de la Iglesia genera desafección; y por otro lado, la propia comunidad eclesial arrastra mucho desánimo en la pastoral juvenil, los agentes pastorales y los sacerdotes están empezando a situar a la juventud en el ámbito de lo imposible, es decir, de aquellas tareas que no merece la pena realizar porque de antemano ya podemos saber la respuesta, y nos decimos: si no van a venir, pues dejamos de convocar y proponer». Este es el panorama que dibuja el nuevo delegado diocesano de Juventud, Óscar Moriana.

 

Ante esta situación, Moriana recuerda que el Sínodo de los obispos que se está desarrollando en Roma «nos ayuda a recordarnos que la pastoral juvenil para la comunidad cristiana no es algo opcional o para los que tienen ganas de conectar con los jóvenes, sino que es una parte sustancial de su vocación y de su misión en la historia», como consta en el Instrumentum Laboris sobre el que están trabajando los prelados. «La propia reflexión de este documento nos sitúa ante la constatación de que Dios sale al encuentro del joven de hoy y quiere encontrarse con él, por lo tanto, nuestra tarea pastoral será discernir por dónde Dios está buscando ese encuentro, y cómo podemos facilitar dicho encuentro».

 

Repensar la pastoral

 

Para ello, el nuevo equipo de la delegación de Infancia y Juventud de la diócesis se ha puesto puesto a trabajar en la elaboración de un proyecto marco de pastoral de juventud «para un medio plazo». Se ha constituido una comisión con miembros de los colegios diocesanos, los profesores de religión, la Confer, la Escuela Diocesana de Educadores de Juventud, el movimiento Scout y los sacerdotes del equipo de la delegación. «Nuestro objetivo es presentar un borrador de un proyecto de pastoral juvenil para comienzos del curso 2019-2020 para que pueda ser aprobado por los organismos diocesanos a lo largo de ese curso, y posteriormente, irlo desarrollando», explica Moriana.

 

Para llegar a esta meta se han marcado mantener una reunión mensual que permita realizar el recorrido que propone el Instrumentum Laboris del Sínodo: reconocer, interpretar y elegir. «Intentamos escuchar las necesidades de los jóvenes, y al mismo tiempo, alentar y potenciar todo lo que se está haciendo desde las comunidades cristianas. La tarea más importante de este momento, desde la delegación, es animar y apoyar todo lo que se hace en la diócesis en pastoral juvenil, y descubrir los nuevos caminos por donde el Señor sale al encuentro de nuestros jóvenes».

 

La tarea no es fácil, ya que, como apuntó don Carlos Escribano, obispo de Calahorra-La Calzada-Logroño y encargado del departamento de Juventud de la CEE, en el encuentro nacional de delegados celebrado recientemente, hay que escuchar a los jóvenes en sus ambientes, y actuar en tres niveles de implicacion: los alejados, los ausentes y los presentes. Y además de escuchar, es imprescindible una comunión entre los proyectos pastorales que se están desarrollando en los diversos niveles de la comunidad eclesial y crecer en formación pastoral.

 

Quienes van a acometer la elaboración de ese nuevo proyecto marco de pastoral juvenil en nuestra diócesis no parten a ciegas para cumplir ese cometido. El pasado año, más de un centenar de jóvenes burgaleses respondió al cuestionario lanzado por la Santa Sede para preparar la asamblea de los obispos, consulta en la participaron cerca de 220.000 jóvenes de todo el mundo. Y también, a comienzos del nuevo curso pastoral, se ha realizado un estudio de las debilidades, amenazas, fortalezas y debilidades (DAFO) de la pastoral juvenil en la Iglesia de Burgos.

 

Entre las debilidades, se constata que pocos jóvenes asisten a catequesis y menos quieren continuar, faltan animadores, cunde el desánimo entre los agentes de pastoral, falta capacidad de escucha y de formación y priman una pastoral centrada en lo sacramental y una programación repetitiva. A ellas hay que sumar algunas amenazas: familias rotas y nuevos modelos de familia, la influencia mediática, que ha provocado desafección hacia la Iglesia y una dimensión negativa hacia la actitud dimensión creyente, familias cristianas pero que tampoco participan en la comunidad…

 

Afortunadamente, no faltan fortalezas y oportunidades: entre las primeras, disponer del mejor mensaje, el encuentro con Cristo, el trabajo de algunos grupos de referencia y personas dispuestas a trabajar y la misma participación de algunos jóvenes que, aunque pocos, son fieles y entregados. Entre las oportunidades, abre un nuevo camino el Sínodo de los obispos, que podría suponer un revulsivo para llegar a los jóvenes que buscan llenar su corazón, valoran ser acompañados y escuchados, y para las familias que confían en la Iglesia y anhelan educar en valores a sus hijos.

2018 10 22 lunes: Resumen de prensa

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Treinta personas participan en el Taller de Formación de Acompañantes

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El pasado sábado se retomaron los Talleres de Formación de Acompañantes que, desde la Acción Católica General y en coordinación con la Delegación de Apostolado Seglar, se pusieron en marcha el pasado curso. Para este curso se han programado dos sesiones, la primera de las cuales se desarrolló en la Parroquia de la Sagrada Familia, y la siguiente se celebrará el 9 de febrero en la Parroquia de San Julián.

 

La realización de estos talleres se enmarca dentro de la prioridad diocesana de «Impulsar y cuidar los procesos formativos en la fe», y con ese horizonte el sábado se trató el Proyecto Personal de Vida Cristiana, una herramienta que nos ayuda a ir configurando nuestro estilo de vida cristiano de acuerdo a lo que somos y a las circunstancias de la vida que nos han tocado vivir.

 

En esta sesión participaron 30 personas de 12 parroquias de la diócesis. Durante la mañana; se trabajaron las claves del Proyecto Personal de Vida Cristiana, hubo un espacio de trabajo personal y posteriormente un diálogo en el que se compartieron experiencias de Proyecto de Vida.

 

Del trabajo de toda la mañana se resaltó que ser seguidor de Jesús implica un proceso de conversión en el que vayamos poco a poco integrando nuestra fe y nuestra vida, en todos sus ámbitos, que el Proyecto de Vida nos ayuda a ir dando pequeños pasos hacia el ideal de vida cristiana y la construcción del Reino que nos propone Jesús, que dicho proyecto parte de una reflexión personal desde la oración y, desde ahí, da respuesta a la pregunta: “Señor ¿qué quieres de mí?”, que el compartirlo en el grupo ayuda a contrastar el proyecto, a concretar medios y objetivos y, en definitiva, a sentirnos acompañados en este proceso de crecimiento en la fe, y que es importante el acompañamiento individual.