La exposición «Solana y la Religión» suma más de 7.000 visitantes

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El próximo domingo 11 de noviembre se clausurará la exposición que la Fundación «VIII Centenario Catedral. Burgos 2021» ha organizado sobre el pintor Gutiérrez Solana y la religión. Patrocinada por la Junta de Castilla y León, y exhibida en la sala Valentín Palencia de la seo burgalesa, 7.263 visitantes ya han pasado por esta extraordinaria muestra del maestro del expresionismo trágico desde que se inaugurara el pasado mes de julio.

 

Más de una veintena de obras de un artista al que se considera uno de los pintores más destacados de la primera mitad del siglo XX. «El importante conjunto que se presenta en esta muestra, afirma su comisaria María José Salazar, ofrece por primera vez una rigurosa selección de obras en las que Solana aborda de diferente modo diversos aspectos de la religión, siempre desde su personal punto de vista, en escenas paralizadas, que surgen inamovibles en tiempo y forma. Diversidad temática, pero siempre en torno a la religión como espectáculo, a la religión como punto final de nuestras vidas, como algo íntimo que forma parte de nuestra existencia; pluralidad de imágenes, ubicadas en diferentes espacios, pero que aborda siempre sin transmitirnos su sincero e íntimo sentimiento».

 

La entrada a la exposición es libre, y el horario es de 10:30 a 14:00 horas y de 16:00 a 19:30 horas. También hay visitas guiadas lunes, miércoles y viernes a las 12:00 y las 18:00 horas, y sábados y domingos a las 12:00 horas. Se pueden concertar previamente visitas para grupos cerrados.

El arzobispo visita la unidad pastoral de Oña

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El Arzobispo de Burgos, don Fidel Herráez Vegas, ha visitado la durante el último fin de semana la unidad pastoral de Oña. Durante las jornadas del sábado y el domingo, el pastor de la Iglesia burgalesa ha tenido la oportunidad de conocer el trabajo pastoral que se lleva a cabo en la zona, así como el estado de los bienes muebles e inmuebles de las distintas parroquias, saludar a las autoridades y mantener momentos distendidos de conversación con numerosos vecinos.

 

La visita pastoral comenzó en el monasterio de San Salvador de Oña, donde el alcalde de la localidad, Arturo Pérez, saludó al arzobispo. Ya en el interior del templo, el pastor de la diócesis pudo conocer la historia de la fundación del monasterio gracias a la interpretación teatral de varios actores del Cronicón, al que siguió el saludo del párroco, Cecilio Haro. En el acto participaron mayores, jóvenes y niños que se preparan para recibir su primera comunión y la confirmación. También se sumaron adolescentes, padres o grupos parroquiales e, incluso, los turistas que visitaban el monasterio.

 

La visita prosiguió después en los pueblos que componen la unidad pastoral. En todos fue recibido por los vecinos con emoción y gratitud por visita repitiendo el mismo protocolo: un pequeño encuentro de diálogo, visita a la iglesia y responso en el cementerio. Incluso en Aldea del Portillo, bendijo una imagen de la Virgen de Fátima. Tras el periplo por los pueblos, de nuevo en Oña, el arzobispo conoció la residencia de San Salvador, donde almorzó con las religiosas de San Vicente de Paúl y visitó la residencia de ancianos que regentan.

 

Durante la tarde, se desplazó hasta la casa parroquial, donde firmó más de veinte libros parroquiales y mantuvo reuniones con los miembros del consejo pastoral parroquial, la Fundación Milenario y los padres de los niños que acuden a catequesis.

 

Día del Señor

 

La visita pastoral a la zona prosiguió el domingo en Pino de Bureba, donde el arzobispo mantuvo un momento de diálogo, preguntas y un pequeño refrigerio con los fieles de la localidad. A mediodía, presidió una solemne misa estacional en la iglesia abacial de Oña. Posteriormente se desplazó hasta Villanueva de los Montes y por último, a la localidad de Cereceda, donde se dio por concluida la visita pastoral.

 

«Ha sido un fin de semana enriquecedor», comenta el párroco, «una visita provechosa». Por su parte, Álvaro Gallo, miembro del consejo parroquial, afirma que la parroquia queda «confirmada en la fe, alentada en su esperanza, unida en la caridad, edificada y robustecida en las raíces sobrenaturales de la vida cristiana y estimulada en su compromiso apostólico y evangelizador».

Urbano, el monaguillo más veterano de Burgos

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Con toda seguridad, Urbano Fernández Val es la persona más querida de Busto de Bureba, su pueblo de toda la vida. Allí vive solo, acompañado por su perrita Mori, que por lo que reza un cartelito en la puerta de la entrada, debe ser la que manda en la casa. Sin embargo, disfruta siempre con compañía de la buena durante todo el día, empezando por la de su hermana Visitación, quien le cuida, y siguiendo por la de sus amigos y familiares, que entran y salen de la casa como si fuera la propia, donde son invitados a comer en una bodeguita que él mismo construyó. Porque la casa de Urbano es la casa de todos, y está abierta a todo el mundo.

 

Pero si por algo llama la atención Urbano es que a sus 95 años recién cumplidos, sigue «en el tajo» en numerosas tareas: Cuida de su huerto, realiza arreglos en los edificios del pueblo, y de manera especial, está pendiente de todo lo necesario para que la misa del domingo salga bien. Cuando llega ese día, Urbano acude pronto a la iglesia a preparar las formas, el vino y el agua; enciende las velas, toca las campanas y después ayuda al párroco de esta localidad, Henry Osvaldo Gómez, a vestirse con el alba y la casulla. «El color con el que tiene que ir vestido lo miro por la tele», explica. Finalmente, pasa revisión para que todo esté perfecto. Durante la ceremonia está pendiente de todas las tareas, y no duda en arrodillarse en el momento de la consagración para tocar las campanillas. Además, cuando fallece algún vecino, se ocupa de portar una cruz metálica y posicionarse delante de la comitiva del entierro. «Empecé a ayudar en la parroquia porque creo que es algo que hago bien…y no hay más. Desde niño ya tenía inclinación por la Iglesia, así que si estoy aquí, es porque ya estaba llamado a ello».

 

El primer sacerdote con el que empezó a involucrarse en la parroquia fue Donaciano, ya fallecido, y recuerda lo bien que se llevaba con él y los viajes que hacían juntos: «Me llevó de acompañante a Galicia, Madrid, la Expo de Lisboa, Salamanca, y también a Tierra Santa». Este último fue un viaje del que guarda grandes recuerdos, como el título de peregrino que cuelga de la pared de su casa o una foto en la que se le ve portando la cruz por la calles junto con otros peregrinos. Desde entonces, le cogió gusto a ayudar en la parroquia, tal y como él dice, y no ha abandonado esta tarea desde hace treinta años, en los que ha visto pasar a muchos sacerdotes por el pueblo.

 

Un hombre incansable

 

Ahora que roza el siglo de edad, sigue tan incombustible como siempre, aunque ya le han tenido que pedir que deje alguna labor, como la de tocar las campanas. A pesar de las enrevesadas escaleras que llevan hasta ellas y el peligro que tienen para cualquier persona de su edad, Urbano –que fue albañil- las sube con la facilidad y desenvoltura con la que una ardilla trepa por un pino. Aunque Henry le ha prohibido subir hasta el campanario por su propio bien, no duda en hacerlo en cuanto tiene oportunidad. «Es el único ‘pecado’ que tiene, que es muy terco», comenta el sacerdote.

 

Sorprende que todos los que conocen a Urbano son incapaces de sacarle ni una falta, y se nota que le quieren muchísimo. Destacan de él su bondad, su faceta de amante de la naturaleza y su generosidad, que le ha llevado a trabajar gratis para muchos vecinos –tanto de Busto de Bureba como de otras localidades cercanas- solo para ayudar. Su hermana Visitación lo describe como «un trabajador nato» y él le quita importancia diciendo que no ha trabajado mucho más que otros, pero que fuerza de voluntad «ha puesto toda la que ha hecho falta». «¡Pero jubílale ya!», dice bromeando un sobrino de Urbano a Henry. Sin embargo, si algo está claro es que el único que decide aquí si se jubila o no de sus tareas en la iglesia es el propio Urbano, que tiene intención de seguir al pie del cañón hasta el final. Una dedicación que le ha llevado a convertirse en el monaguillo más veterano de todo Burgos, «y no sé si lo será también de toda España, pero desde luego, es el más grande», precisa Henry.

 

Cada santo es una misión

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Comenzábamos este mes de noviembre celebrando la Solemnidad de Todos los Santos: un día para recordar, como nos dice el libro del Apocalipsis, “la muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos” (Ap 7,4). En efecto, el número de hermanos nuestros que, desde el anonimato para los hombres pero no para Dios, han alcanzado la meta de la santidad es incontable. Y es que, a lo largo de la historia, la llamada constante a la santidad ha sido respondida generosamente, con la gracia de Dios, por infinidad de hombres y de mujeres. Por eso, en estos días la Iglesia muestra con gozo toda su fecundidad y se alegra por tantos hijos suyos que realizaron plenamente su vida en esta tierra según el plan de Dios; y nuestro corazón se llena de alegría y de alabanza uniéndose al cántico de los ángeles y de los santos que proclaman eternamente la santidad y la gloria del Señor.

 

Junto a ese número de santos anónimos que interceden por nosotros ante Dios, la Iglesia también nos va presentando paulatinamente modelos concretos de santidad en este caminar del Pueblo de Dios. El Papa Francisco nos dice que “cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio”. Por eso es bueno que los conozcamos y, desde ellos, descubramos mejor la alegría de vivir el Evangelio.

 

Burgos tiene la suerte de contar con una lista grande de hermanos nuestros a los que la Iglesia ha reconocido como bienaventurados. Ello es signo elocuente de las raíces fecundas de nuestro pueblo que han sabido dar así su fruto más granado. Como os he dicho en otras ocasiones, el Señor ha bendecido a nuestra tierra burgalesa con este testimonio de fidelidad que bien merece la pena ser guardado, celebrado e imitado.

 

Hace pocos días se presentaba un libro que recoge la vida de la Sierva de Dios Marta Obregón, una joven de nuestra ciudad, cuyo proceso de beatificación en su fase diocesana esperamos poder concluir próximamente. El próximo sábado asistiré en Barcelona a la beatificación de 16 nuevos beatos víctimas de la persecución religiosa acontecida en España en los inicios del siglo XX, 12 de los cuales eran oriundos de nuestras tierras burgalesas. Y el 8 de diciembre próximo, también será beatificada una religiosa nacida en Santa Cruz de la Salceda y martirizada durante la persecución religiosa acaecida recientemente en Argelia.

 

Al recordar el testimonio concreto de estos contemporáneos nuestros, paisanos a los que muchos habéis conocido y tratado, nuestro corazón se llena de profunda alegría. Se trata de un grupo numeroso de sacerdotes, religiosos y laicos, que nos estimulan en nuestro caminar de fe para que profundicemos en nuestra propia vocación bautismal. Porque ellos son para nosotros un modelo y un ejemplo, y a la vez un estímulo y una meta, porque nos recuerdan que la santidad es algo accesible a todos aquellos que se sienten atraídos por el seguimiento de Jesús y se abren a la gracia de Dios.

 

Es hermoso percibir la belleza de la Iglesia en estos hijos. Para nosotros supone un estímulo en la tibieza, superficialidad y mundanidad con la que muchas veces vivimos nuestra fe en estos tiempos difíciles y convulsos. Me parece oportuno que, en la necesaria conversión a la que estamos llamados, recuperemos esta invitación a la santidad que nos lleva a una vida plena en el Espíritu. Para ello, quizás tengamos que alejar ideas falsas con las que hemos vinculado la santidad y hagamos nuestra la sencillez con la que lo percibe nuestro Papa Francisco en ese documento tan hermoso sobre la santidad del que os hablé en su momento y que lleva por título Gaudete et Exsultate: “Me gusta ver la santidad en el Pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo… En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad «de la puerta de al lado»”.

 

Pues sí, la santidad es para todos. San Pablo nos dice que el Señor nos eligió a cada uno de nosotros «para que fuéramos santos e irreprochables ante Él por el amor» (Ef 1,4). Llamados a ser santos, esa es nuestra misión y a ello tenemos que animarnos, vosotros y yo: a vivir con amor, como seguidores de Jesús, en medio del mundo y en los aspectos más sencillos y normales de nuestra vida, con la gracia de Dios.

La Facultad de Teología ofrece un curso sobre los Derechos Humanos en el 70 aniversario de su declaración

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El 10 de diciembre de 2018 se cumplirán setenta años de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Es una efemérides muy relevante en la historia de la humanidad por las repercusiones éticas y jurídicas que ha tenido. El fundamento de esta Declaración es el reconocimiento de la dignidad toda persona humana, más allá de consideraciones circunstanciales. La enseñanza de la Iglesia en temas sociales (DSI) también tiene como garante esta afirmación. Sin embargo, la Iglesia tiene la misión de ‘anuncio y denuncia’. De ahí que la Cátedra Francisco de Vitoria de la Facultad de Teología de Burgos, en su Aula de Doctrina Social de la Iglesia, presente un curso monográfico sobre los Derechos Humanos, sus retos e interrogantes, a los 70 años de su promulgación.

 

Como preámbulo de este seminario se han organizado dos jornadas divulgativas, con entrada libre hasta completar aforo: El 19 de noviembre, a las 19.30 h., intervendrá en el Salón Cajacírculo (Plaza España) Sonia Olea Ferreras, licenciada en Derecho y misionóloga, máster en Migraciones y en Relaciones  Internacionales y misionera en Chile. Actualmente trabaja en el Programa Vivienda y Personas en situación de sin hogar de Cáritas España. Es miembro Housing Right Experts Group de FEANTSA EUROPA y de la  fePsh (Federación de entidades de apoyo a las Personas sin hogar en España), de la que ha sido vicepresidenta. Sonia Olea es una profunda creyente en que el ejercicio universal de la dignidad humana es posible. El título de su disertación es Derechos Humanos, una llamada al actuar social y eclesial.  El 20 de noviembre, en el mismo lugar y misma hora, Paloma García Varela, portavoz de Incidencia Política de Red Acoge, disertará sobre Derechos Humanos: ¿para todos?

 

El resto de las sesiones tendrán lugar en la Facultad de Teología, los jueves de 19.30 h. a 21,15 h., previa matriculación (70€) ([email protected]).

 

Programa completo