
María del Carmen Rodrigo Calvo nació en la localidad burgalesa de Cardeñadijo, aunque gran parte de su vida la ha vivido en Madrid, donde ha residido cerca de 40 años por cuestiones laborales. Maestra de profesión, ejerció en la capital española, donde fundó, con su hermano Andrés, el Colegio Laín Calvo. En Burgos ha impartido clases en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús, en el Barrio de San Cristóbal. Desde pequeñita, por tradición familiar, ha sido una gran amante de los belenes y de la Navidad y ha llegado a reunir más de 3.800 belenes de todo el mundo, en una de las colecciones más importantes de España. Cada Navidad expone parte de esta colección en la parroquia de San Nicolás de Bari y en el belén monumental de la Fundación Cajacírculo.
Para Mari Carmen la Navidad es «la mejor época del año, sin duda la más bonita, aunque puede parecer un poco triste porque nos acordamos de nuestros seres queridos que ya no están con nosotros, pero es muy bonito el ambiente en las calles, con sus luces, y los belenes en las iglesias y en algunos escaparates, además la alegría de la gente, es algo muy especial». No obstante, lamenta que se haya convertido en una fiesta del consumo: «Además gastamos mucho dinero en cosas que son poco útiles y que no necesitamos. Hemos perdido el verdadero sentido de la Navidad que es el nacimiento de Jesús, que siendo Dios se hace hombre como nosotros y viene a salvarnos, dándonos su ejemplo de humildad, pobreza, sufrimiento, bondad y amor».
«La Navidad es sobre todo compartir, ayudar a los demás en lo que necesiten, pensar en las personas que lo están pasando mal. Algo de esto si que hacemos cuando colaboramos con el Banco de Alimentos y donamos productos para quienes están necesitados, pero debemos hacer mucho más en nuestra vida, a nuestro alrededor, en nuestra familia. Para mi, la Navidad es ante todo compartir con los demás y lo que ello implica de cambio en nuestras vidas y de amor al prójimo. La unión de las familias que estos días se reúnen y conviven. Y otro valor importante en la Navidad es la paz, la tregua en las contiendas humanas por encima del odio. La Navidad es muy importante para todos. Yo no concibo un mundo sin Navidad, ni belenes», asegura.
«El belén es una catequesis»
Esta maestra reconoce que esos valores de la Navidad están en crisis en estos momentos. «Y lo peor es que los propios cristianos no hemos sabido mantener la tradición navideña. Ya no nos atrevemos ni a cantar villancicos en las plazas y en las calles de la ciudad, que es también llevar a los demás el mensaje de alegría y salvación que Jesús nos trae. Tenemos un falso respeto o temor a molestar a otros y no debemos caer en este error, porque la Navidad es una herencia importante que los cristianos tenemos la obligación de trasmitir a los demás, comenzando por nuestra propia familia y el belén es una catequesis en todo lo que encierra de conocimiento de la vida de Jesús y su misión salvadora», advierte.
En cuanto a su afición por los belenes, viene de lejos, según cuenta: «Mis padres siempre lo ponían, aunque muy humilde. Al principio solo el portal con sus figuras, pero poco a poco, cada año íbamos comprando nuevas figuras y haciendo casas, puentes y recogiendo material para hacer montañas y el río, hasta que hicimos un belén más grande, aunque muchas cosas las llevábamos para el belén del colegio». La gran colección que ha conseguido reunir junto con su hermano Andrés «ha sido el esfuerzo de muchos años, de una afición que hemos tenido ambos desde pequeños y que hemos desarrollado durante toda nuestra vida», explica. «Tenemos belenes de casi todos los países del mundo y es curioso porque alguien puede pensar que todos los belenes son iguales, y no es así, cada belén encierra su propia historia, su cultura y su propia materia con la que está hecho. Tenemos belenes realizados con todo tipo de materiales, desde migas de pan, hasta corcho, pasando por cerámica, galletas, barro, bronce, etc.».
Mari Carmen cree que es muy triste que cada vez se pongan menos belenes «porque aportan mucho al sentido de la Navidad». «Además no es algo individual, sino colectivo, que implica a toda la familia, o a muchas personas, si lo ponemos en una parroquia o un colegio. El belén supone compartir un sentimiento y los padres deben ser los encargados de involucrar a los hijos en esta tradición. Si no se hace así es por lo que sufrimos actualmente esta crisis, en la que no solo hay personas que no ponen el belén, lo cual es respetable, sino que están en contra de que se ponga e incluso miran mal a quienes lo ponemos», asevera.
No obstante, está convencida de que nunca se perderá la tradición, «porque siempre habrá gente dispuesta a seguir, mucha o poca, pero siempre quedará alguien». Pone como ejemplos el belén de la Fundación Cajacírculo o el belén monumental que ponen los militares en los bajos de la Catedral: «mientras haya instituciones y gente dispuesta, el belén no se va a perder», sentencia. Considera muy importante y mantiene la esperanza de que el belén sea declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, una propuesta realizada por las asociaciones belenistas, porque ello «daría a los belenes una protección especial para garantizar su permanencia y su promoción en todo el mundo». «Creo sinceramente que se están haciendo muy bien las cosas y que se va a conseguir», sentencia.