2018 12 17 lunes: Resumen de Prensa

por redaccion,

Burgos

 

 

Provincia

 

Belenes en Burgos (I): Belén bíblico monumental de la Catedral

por redaccion,

<
>

 

Con una superficie de más de 400 metros cuadradros y una colección de más de 2.100 figuras, el belén del ejército recibe cada año la visita de miles de burgaleses (34.000 el último año). Y es que nadie en la ciudad quiere perderse este montaje que, además de las escenas típicas de cualquier nacimiento, es un auténtico recorrido catequético por la Sagrada Escritura con una representación de las 105 escenas bíblicas más conocidas.

 

El belén está acompañado por un montaje de luz y sonido que narra los principales hitos de la Historia de la Salvación y con figuras en movimiento y construcciones realizadas por los militares del Regimiento de Transmisiones número 22, con sede en Castrillo del Val. Este año, además, posee musgo conservado y cultivado en la propia base militar y, para hacerlo aún más ecológico, ha comenzado su conversión de iluminación, sustituyendo progresivamente la luz incandescente por sistemas led.

 

El belén bíblico monumental tiene, además, un fin solidario: el dinero de las entradas (1 euro para los adultos) irá destinado este año a varias obras benéficas: los trabajos de restauración de la Catedral, Cáritas Castrense, Fedisfibur, Anvo Africam y Asociación de las Calzadas.

 

El nacimiento -que este año alcanza su 26ª edición- podrá contemplarse en el claustro bajo de la Seo hasta el 7 de enero en horarios de 12:00 a 14:00 por la mañana y de 17:30 a 21:00 horas por la tarde.

El arciprestazgo de Merindades prepara la Navidad con un retiro espiritual

por redaccion,

Instantánea del retiro.

Instantánea del retiro.

 

En la tarde de ayer, cerca de sesenta feligreses del arciprestazgo de Merindades se trasladaron hasta el monasterio de las madres Clarisas de Medina de Pomar para participar en un retiro espiritual como preparación a la Navidad.

 

La práctica piadosa contó con dos meditaciones impartidas por el vicario pastoral de la diócesis, José Luis Lastra Palacios. Durante el retiro hubo tiempo, además, para las confesiones. La mañana concluyó con la comida y posterior coloquio con las religiosas.

 

Sembradores de estrellas

 

Y es que en el arciprestazgo de Merindades ya huele a Navidad. Además del retiro, los niños de Medina de Pomar salieron ayer a las calles y plazas de la localidad a anunciar que «Jesús nace para todos», tal como rezaban las cientos de estrellas que pegaron en la solapa de sus abrigos a quienes encontraron a su paso. Una peculiar comitiva que partió desde el monasterio de Santa Clara para concluir con una gran chocolatada en la plaza Somovilla.

 

Es la tradicional iniciativa misionera de «sembradores de estrellas», que también vivirá el próximo sábado 22 de diciembre la localidad de Villarcayo. Los niños que deseen participar en esta celebración partirán a las 17:00 horas desde el centro joven.

 

El arciprestazgo celebrará también varios encuentros con distintos coros parroquiales. Serán el domingo 23 a las 17:30 horas en San Martín de Don y el 29 de diciembre, a las 17:00 horas, en Soncillo.

«No concibo un mundo sin Navidad ni una Navidad sin belenes»

por redaccion,

MARI CARMEN 3 (1)

 

María del Carmen Rodrigo Calvo nació en la localidad burgalesa de Cardeñadijo, aunque gran parte de su vida la ha vivido en Madrid, donde ha residido cerca de 40 años por cuestiones laborales. Maestra de profesión, ejerció en la capital española, donde fundó, con su hermano Andrés, el Colegio Laín Calvo. En Burgos ha impartido clases en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús, en el Barrio de San Cristóbal. Desde pequeñita, por tradición familiar, ha sido una gran amante de los belenes y de la Navidad y ha llegado a reunir más de 3.800 belenes de todo el mundo, en una de las colecciones más importantes de España. Cada Navidad expone parte de esta colección en la parroquia de San Nicolás de Bari y en el belén monumental de la Fundación Cajacírculo.

 

Para Mari Carmen la Navidad es «la mejor época del año, sin duda la más bonita, aunque puede parecer un poco triste porque nos acordamos de nuestros seres queridos que ya no están con nosotros, pero es muy bonito el ambiente en las calles, con sus luces, y los belenes en las iglesias y en algunos escaparates, además la alegría de la gente, es algo muy especial». No obstante, lamenta que se haya convertido en una fiesta del consumo: «Además gastamos mucho dinero en cosas que son poco útiles y que no necesitamos. Hemos perdido el verdadero sentido de la Navidad que es el nacimiento de Jesús, que siendo Dios se hace hombre como nosotros y viene a salvarnos, dándonos su ejemplo de humildad, pobreza, sufrimiento, bondad y amor».

 

«La Navidad es sobre todo compartir, ayudar a los demás en lo que necesiten, pensar en las personas que lo están pasando mal. Algo de esto si que hacemos cuando colaboramos con el Banco de Alimentos y donamos productos para quienes están necesitados, pero debemos hacer mucho más en nuestra vida, a nuestro alrededor, en nuestra familia. Para mi, la Navidad es ante todo compartir con los demás y lo que ello implica de cambio en nuestras vidas y de amor al prójimo. La unión de las familias que estos días se reúnen y conviven. Y otro valor importante en la Navidad es la paz, la tregua en las contiendas humanas por encima del odio. La Navidad es muy importante para todos. Yo no concibo un mundo sin Navidad, ni belenes», asegura.

 

«El belén es una catequesis»

 

Esta maestra reconoce que esos valores de la Navidad están en crisis en estos momentos. «Y lo peor es que los propios cristianos no hemos sabido mantener la tradición navideña. Ya no nos atrevemos ni a cantar villancicos en las plazas y en las calles de la ciudad, que es también llevar a los demás el mensaje de alegría y salvación que Jesús nos trae. Tenemos un falso respeto o temor a molestar a otros y no debemos caer en este error, porque la Navidad es una herencia importante que los cristianos tenemos la obligación de trasmitir a los demás, comenzando por nuestra propia familia y el belén es una catequesis en todo lo que encierra de conocimiento de la vida de Jesús y su misión salvadora», advierte.

 

En cuanto a su afición por los belenes, viene de lejos, según cuenta: «Mis padres siempre lo ponían, aunque muy humilde. Al principio solo el portal con sus figuras, pero poco a poco, cada año íbamos comprando nuevas figuras y haciendo casas, puentes y recogiendo material para hacer montañas y el río, hasta que hicimos un belén más grande, aunque muchas cosas las llevábamos para el belén del colegio». La gran colección que ha conseguido reunir junto con su hermano Andrés «ha sido el esfuerzo de muchos años, de una afición que hemos tenido ambos desde pequeños y que hemos desarrollado durante toda nuestra vida», explica. «Tenemos belenes de casi todos los países del mundo y es curioso porque alguien puede pensar que todos los belenes son iguales, y no es así, cada belén encierra su propia historia, su cultura y su propia materia con la que está hecho. Tenemos belenes realizados con todo tipo de materiales, desde migas de pan, hasta corcho, pasando por cerámica, galletas, barro, bronce, etc.».

 

Mari Carmen cree que es muy triste que cada vez se pongan menos belenes «porque aportan mucho al sentido de la Navidad». «Además no es algo individual, sino colectivo, que implica a toda la familia, o a muchas personas, si lo ponemos en una parroquia o un colegio. El belén supone compartir un sentimiento y los padres deben ser los encargados de involucrar a los hijos en esta tradición. Si no se hace así es por lo que sufrimos actualmente esta crisis, en la que no solo hay personas que no ponen el belén, lo cual es respetable, sino que están en contra de que se ponga e incluso miran mal a quienes lo ponemos», asevera.

 

No obstante, está convencida de que nunca se perderá la tradición, «porque siempre habrá gente dispuesta a seguir, mucha o poca, pero siempre quedará alguien». Pone como ejemplos el belén de la Fundación Cajacírculo o el belén monumental que ponen los militares en los bajos de la Catedral: «mientras haya instituciones y gente dispuesta, el belén no se va a perder», sentencia. Considera muy importante y mantiene la esperanza de que el belén sea declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, una propuesta realizada por las asociaciones belenistas, porque ello «daría a los belenes una protección especial para garantizar su permanencia y su promoción en todo el mundo». «Creo sinceramente que se están haciendo muy bien las cosas y que se va a conseguir», sentencia.

La «Humanae Vitae», un mensaje importante y actual

por redaccion,

(Courtesy of filmmaker Daniel di Silva).

(Courtesy of filmmaker Daniel di Silva).

 

Escucha aquí el mensaje

 

Se ha celebrado este año el 50 aniversario de la publicación de la Encíclica Humanae Vitae, del Papa Pablo VI, recientemente canonizado por el Papa Francisco. Es un doble motivo para recordar en esta reflexión de hoy tanto al documento como a su autor, viendo el sentido de la Encíclica, en la que se trata el tema de la regulación natural de la natalidad, y su valor en la actualidad.

 

«El gravísimo deber de transmitir la vida humana» es el punto de partida de la Encíclica y el motivo de la intervención por parte del Magisterio de la Iglesia. La transmisión de la vida humana es un acto de tanta transcendencia que no puede quedar al margen de los criterios morales, ni expuesta al capricho de los individuos o a las conveniencias de grupos ideológicos. Recientemente los medios de comunicación se han hecho eco de investigaciones científicas que plantean en toda su crudeza el alcance y la gravedad de intervenir artificialmente en los procesos y en las estructuras mismas de la vida. Por eso las reacciones han sido de preocupación y mayoritariamente negativas.

 

San Pablo VI se encontró en su tiempo con otros debates y controversias. En base a argumentos de carácter sociológico y filosófico eran muchas las opiniones que justificaban los métodos artificiales del control de nacimientos o la interrupción directa del proceso generador de la vida ya iniciado: «El hombre, dice la Encíclica, ha llevado a cabo progresos estupendos en el dominio y en la organización racional de las fuerzas de la naturaleza, de modo que tiende a extender ese dominio a su mismo ser global: al cuerpo, a la vida psíquica, a la vida social y hasta las leyes que regulan la transmisión de la vida» (HV, 2).

 

El Papa era consciente, como él mismo indica, del rechazo que iba a provocar su toma de postura en amplios sectores de la opinión pública. No obstante, consciente de que la transmisión de la vida no puede ser banalizada, reafirma las normas morales que la Iglesia ha mantenido desde siempre sobre el matrimonio y la familia y afirma que, «al defender la moral conyugal en su integridad, la Iglesia sabe que contribuye a la instauración de una civilización verdaderamente humana» (VH, 18). Estos principios morales afectan a la concepción de la vida y del ser humano: la generación de una nueva vida no es una simple efusión del instinto o del sentimiento. El amor conyugal, porque es fecundo, está abierto a la vida, al surgimiento de nuevas vidas; debe, por ello, ser entendido y vivido a la luz de Dios, que es Amor, como colaboración de los esposos para que se realice en la humanidad ese designio de amor.

 

Los esposos, por tanto, deben respetar la naturaleza y la finalidad del acto matrimonial, en coherencia con la intención creadora de Dios, sin alterar artificialmente el ritmo natural de fecundidad. Los debates actuales sobre la «producción artificial de vida humana» advierten de los riesgos y peligros que ello lleva consigo. La generación de vida humana en el seno del matrimonio no puede tampoco quedar al margen. La paternidad responsable ha de asumir estos criterios y hacer de la familia una intimidad conyugal de vida y amor.

 

El Papa Francisco, reconociendo que la acción pastoral debe estar muy atenta a la situación de cada persona, nos anima a redescubrir hoy el mensaje de la Humanae Vitae, y reconoce en Pablo VI su «genialidad profética», pues tuvo el coraje de ir contracorriente y de alertar sobre las consecuencias que tendría el uso de métodos anticonceptivos: abrir el camino a la infidelidad conyugal, a la degradación general de la moralidad, al desprecio de la disciplina, al sometimiento ante «colonizaciones ideológicas que buscan destruir la familia».

 

La Humanae Vitae suscitó en su momento fuertes incomprensiones, polémicas y hasta rechazos. Ahora, en un escenario distinto pero con nuevas amenazas contra la vida humana y contra la familia, debe ser releída y repensada con mayor serenidad. Su interpelación profética debería ayudarnos a comprometernos en la defensa de la vida humana, de la paternidad responsable, del amor conyugal, de la educación afectivo-sexual de los hijos, y de la vivencia de la familia como comunicadora y cuidadora generosa de la vida según el plan de Dios.