2019 04 25 jueves: Resumen de Prensa

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Sociedad

 

 

Iglesia en España

 

«La misa en televisión es un puente para llevar la Palabra de Dios a mucha gente»

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JESUS LOPEZ SOBRINO 1

 

Jesús López Sobrino nació en Aranda de Duero (Burgos) el día de Navidad de 1941. Cursó estudios eclesiásticos en las seminarios de El Burgos de Osma (Soria) y Burgos, donde posteriormente complementó su formación con la Licenciatura en Historia de la Teología. Fue ordenado sacerdote en diciembre de 1964 y ejerció su ministerio en las localidades de Villamayor de los Montes y en las iglesias de San Esteban y San Nicolás de Bari de Burgos capital. Cofundador de la Coral de Cámara San Esteban, ha desempeñado durante muchos años labores periodísticas como colaborador habitual en prensa, radio (RNE y COPE) y televisión, como director del programa El Día del Señor, de TVE, retransmitiendo la misa y procesiones de Semana Santa, con sus comentarios, desde Bruselas, Roma y República Dominicana, así como desde numerosas provincias españolas.

 

Cuenta que de pequeño conoció a otro niño que era monaguillo y se iba con él a ayudar en misa. De entonces arranca su vocación. «Mi padre murió cuando yo tenía 8 años y a los 10 ya ingresé en el Seminario de El Burgo de Osma, porque se lo pedí a mi madre, que no me puso ningún impedimento y me dijo que, si no era feliz en el Seminario, no dudara en volver a casa, porque siempre estaría a mi lado con la puerta abierta». Pero ha sido feliz «totalmente» porque su verdadera vocación es el sacerdocio, asegura: «por encima de todo he sido y soy cura, de no haberme ordenado, hubiera estudiado periodismo y me hubiera dedicado a ello. Me gustan los medios de comunicación y desde mi faceta sacerdotal siempre he estado muy cercano a la comunicación».

 

Jesús reconoce que le ha resultado fácil compaginar el sacerdocio y los medios de comunicación porque para él los medios «siempre han sido un complemento estupendo» para desarrollar su función como sacerdote y llevar la Palabra de Dios a los demás. «En mis primeros años de sacerdote, cuando estaba en Villamayor de los Montes, ya comencé a colaborar en el programa religioso de la COPE, porque don Ambrosio Rebollo les dijo que yo les podía venir muy bien. Y así comencé», recuerda.

 

En su opinión, sacerdocio y periodismo tienen mucho en común «porque el sacerdote debe ser un buen comunicador». «En las homilías el sacerdote debe plasmar la Palabra de Dios en un hecho de vida, porque la predicación muy técnica y teológica no llega a la gente. Mi planteamiento siempre fue buscar un hecho de vida, ofrecer una visión a la luz del Evangelio de ese hecho, cómo hubiera actuado Jesús en esa situación y, por último, un compromiso de quienes asisten a la celebración, porque sin un compromiso todo se queda en nada».

 

La Iglesia debe abrirse a los medios de comunicación, pero no todos los medios son válidos para evangelizar y hablar de Dios.

 

Considera que hoy no es posible evangelizar sin contar con los medios de comunicación: «si queremos llegar a mucha gente y llevar el mensaje evangélico a todo el mundo, necesitamos los medios de comunicación. Considero que la clave debe ser hacer llegar el mensaje como una oferta atractiva, evitando cualquier connotación de imposición, con absoluta libertad de aceptarlo o no». No obstante, comprende que algunos cristianos y sacerdotes vean en los medios de comunicación un peligro, «porque hay que intentar hacer bien las cosas y en estos momentos el panorama está un poco caótico, hay que reconocerlo. La Iglesia debe abrirse a los medios de comunicación, pero no todos los medios son válidos para evangelizar y hablar de Dios. En condiciones óptimas los medios son fantásticos para llegar a mucha gente, pero también suponen el mayor riesgo de descrédito cuando existe manipulación a la hora tratar los temas», explica.

 

Sobre su etapa en TVE, en El Día del Señor, señala que fue «muy bonita, de mucho trabajo, pero gratificante, porque teníamos un equipo de gente muy profesional, unos creyentes y otros no, pero todos comprometidos con hacer un buen programa de televisión. La retransmisión de la misa de los domingos es un programa que necesita los mismos medios, la misma profesionalidad y el mismo cuidado que el resto de programas. A mí me gusta mucho el arte y procuraba que la misa fuera atractiva, con buena iluminación y mostrando la belleza arquitectónica de los templos, que gustaba mucho a la gente y se enganchaba a la retransmisión. Es importante enganchar al espectador con la belleza de las imágenes, pero no podemos perder de vista que el objetivo final es hacer llegar la Palabra de Dios a toda la gente en las mejores condiciones y de la forma más clara posible».

 

Desde entonces han mejorado los medios, pero la forma y la esencia de la retransmisión de la misa es la misma: «Se busca hacer de una celebración religiosa algo atractivo para el espectador, que mantenga la atención, que sea interesante y eso implica buenos comentarios, un coro de música que enganche, los comentarios escuetos pero que expliquen bien lo que se está viendo, buen sonido, cuidar mucho la iluminación, es un conjunto de cosas que hace que la misa sea como un puente para hacer llegar la Palabra de Dios a mucha gente. En mi etapa intenté la máxima creatividad para ofrecer la misa, hice todo lo que pude». A pesar de todo, asegura no echar de menos ese tiempo: «son distintos momentos, ahora vivo feliz y tranquilo en la residencia sacerdotal de Burgos, con muy buenos amigos y sin agobios. Es otra etapa como sacerdote que afronto con serenidad».

Jóvenes que viven con intensidad de la Semana Santa

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25 jóvenes del arciprestazgo de Gamonal participaron días atrás en una convivencia previa a la Semana Santa en Arlanzón. Allí, siguiendo los pasos de los discípulos de Emaús, han aprendido a través de juegos, dinámicas y reflexiones a conocerse un poco más, a descubrir sus desánimos y obstáculos y las personas que les ayudan a afrontarlos. Y a descubrir a Jesús a través de la Palabra, la eucaristía y su corazón para volver más alegres a sus comunidades cristianas.

No está aquí. ¡Ha resucitado!

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Mi saludo y felicitación pascual, en esta mañana de Pascua, con el deseo de que la alegría, la esperanza y la paz del Señor Resucitado, estén con todos vosotros: en vuestros corazones, en vuestras familias, en vuestros amigos, en vuestro trabajo y en vuestra vida. Anoche, al celebrar la Vigilia pascual, se actualizaba para nosotros el anuncio más gozoso que recibieron los primeros discípulos: ¡Jesús ha resucitado!. No busquéis entre los muertos al que vive. «No está aquí. Ha resucitado» (Lc 24,6). En estas palabras se condensa el núcleo de nuestra fe cristiana.

 

En la celebración de la Vigilia, los símbolos del fuego, la luz, el agua, el cirio pascual, los cantos… querían hacernos experimentar la presencia de Alguien, Jesús resucitado, que ¡está vivo en medio de nosotros!, para darnos su Vida definitiva y plena. Una Vida deseada por Dios para toda la humanidad desde el principio, como evocábamos haciendo memoria de sus principales obras creadoras y salvíficas. La liturgia de la Palabra nos narraba su alianza, su fidelidad, la historia de su amor por nosotros. Y se nos daba plenamente la Palabra viva, Jesús, que es capaz de implicarnos en esta historia de amor, alimentando la esperanza y reavivando la alegría.

 

Hoy os animo a renovar y a celebrar la alegría cristiana. Se diría que los cristianos somos más dados a celebrar la cruz que la gloria, la pasión que el triunfo del Señor Resucitado. Pero si el acontecimiento pascual da fin a la tristeza y a la desesperanza que acosan al ser humano, un signo de la Vida nueva de la Pascua, en nosotros, ha de ser la alegría de quienes viven la certeza de la Resurrección. No es casual que la alegría fuera la experiencia primordial de los primeros testigos del Resucitado: se llenaban de alegría al ver al Señor. Y celebraban el memorial de la Pascua, la Eucaristía, con sencillez y alegría de corazón. En la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium se nos invita a recuperar la alegría del Evangelio, cuando se dice que «esta alegría llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús, porque quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior» (EG,1). Celebremos pues la alegría, buscando ese encuentro personal con Jesucristo en este tiempo pascual.

 

Renovemos también en esta Pascua la esperanza. Puede que a nosotros también nos ocurra como a las mujeres de las que habla el Evangelio. Habían salido muy temprano por la mañana, llevando los aromas que habían preparado, pero estaban «desconcertadas», y «despavoridas y mirando al suelo», hasta que oyeron las palabras del ángel, «el Señor ‘no está aquí. Ha resucitado’ (v.6); Este es el fundamento de la esperanza, que no es simple optimismo, y ni siquiera una actitud psicológica o una hermosa invitación a tener ánimo. La esperanza cristiana es un don; que Dios nos da si salimos de nosotros mismos y nos abrimos a Él… Hoy es la fiesta de nuestra esperanza, la celebración de esta certeza: que nada ni nadie nos podrá apartar nunca de su amor (cf. Rm 8,39)». No encontraremos a Dios si permanecemos tristes, desesperanzados y encerrados en nosotros mismos. Abramos en cambio al Señor nuestros sepulcros sellados, para que Jesús entre y nos llene de vida. Y seamos portadores de esperanza que tanto se necesita en el mundo y a nuestro alrededor.

 

Renovemos en la Pascua y vivamos especialmente el amor cristiano, porque se nos invita a anunciar que Jesús ha resucitado y hemos de hacerlo no solo con palabras sino con las obras del amor; pues la fraternidad es el fruto de la Pascua de Cristo que, con su muerte y resurrección, ha derrotado el pecado que separaba al hombre de Dios, al hombre de sí mismo, y al hombre de sus hermanos. En una de sus homilías pascuales nos dice el Papa Francisco: «el Señor está vivo y quiere que lo busquemos entre los vivos. Después de haberlo encontrado, invita a cada uno a llevar el anuncio de Pascua. Porque olvidándonos de nosotros mismos, como siervos alegres de la esperanza, estamos llamados a anunciar al Resucitado con la vida y mediante el amor; si no es así seremos un organismo internacional con un gran número de seguidores y buenas normas, pero incapaz de apagar la sed de esperanza que tiene el mundo».

 

Que la Virgen nuestra Madre nos ayude para que nuestras obras den testimonio de vida nueva, vida resucitada en su Hijo Resucitado. Feliz Pascua de Resurrección.