El Rosario de la Aurora despierta a la ciudad

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Como cada 13 de mayo, los cantos del Ave María han despertado la ciudad de Burgos. Cientos de personas se han congregado a las 6:30 de la mañana para acompañar con sus rezos a la Virgen de Fátima en el Rosario de la Aurora, que ha recorrido las calles de La Paloma, Laín Calvo, plaza Alonso Martínez, calle Santander y Paseo del Espolón para concluir su itinerario en la catedral, donde el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, ha presidido la eucaristía.

 

En su breve homilía, el pastor de la diócesis ha invitado a los cientos de burgaleses que han participado en la liturgia a «poner bajo la protección de la Madre a toda la sociedad, a todos los hijos de Dios que han venido a este mundo» pues, ha señalado, «la salvación de Dios es para todos». Así mismo ha exhortado a los presentes a «acoger en nuestras vidas la Buena Noticia para poderla dar a los demás», cumpliendo así con el «testamento espiritual de María». «No podemos quedarnos de brazos cruzados porque no sepamos qué hacer; María nos indica el camino: «haced lo que él os diga»», ha insistido.

 

Desde hace años, el Rosario de la Aurora es uno de los actos de piedad que reúne a mayor número de personas, algo que se ha ratificado en la jornada de hoy. Organizado por la milicia de Santa María de Burgos, este popular Rosario no es el único acto mariano que se desarrolla durante el mes de las flores. Las tardes de cada sábado de mayo congregan también a un buen número de burgaleses en torno a la estatua de santo Domingo de Guzmán, en el paseo Sierra de Atapuerca, para rezar el Rosario. Al concluir el mes de mayo, el último sábado, organizan igualmente otro Rosario de la aurora por las calles del popular barrio de Gamonal. Este año tendrá lugar el sábado día 25.

 

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Las IX Jornadas Ciencia y Cristianismo abordan la integración de ecología dentro de un paradigma antropocéntrico

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La fe y culto a la tecnología poco a poco se van debilitando. Tecnología y crecimiento no sólo han estado unidas, sino reconocidas con el título de ‘progreso’. Sin embargo, hoy, en Europa, son frecuentes las manifestaciones juveniles en contra de la inacción frente al deterioro ecológico. Algunos lo interpretan como una crítica a la utopía del crecimiento o una forma de rebeldía ante un consumismo destructor del equilibrio ecológico. A estas alturas de la vida del planeta Tierra van quedando claras las opciones económicas erradas y las necesarias ante la emergencia social y ecológica.

 

El término ‘antropoceno’, acuñado a principios del s. XXI, va cuajando para definir el sello indeleble del hombre en su propio ecosistema. Los expertos estiman que este impacto comienza a ser irreversible a partir de la Segunda Guerra Mundial. Las diferentes cumbres sobre el clima, especialmente la de París (2015), y voces como la del Papa Francisco en su encíclica  Laudato Si, han elevado la voz de alarma en algunos decibelios. El concepto ‘dominio’, tan propio del pensamiento económico, político, jurídico, cultural y espiritual en la ‘civilización tecnológica’, debería transformarse en ‘cuidado integral y sostenible’. Sólo así será posible integrar adecuadamente la dimensión ‘ecológica’ dentro de un paradigma antropocéntrico.

 

Las IX Jornadas Ciencia y Cristianismo, organizadas por la Facultad de Teología y la Delegación de Cultura y Universidad, que arrancan esta tarde, abordarán algunas claves desde la ciencia, la ética, el derecho y la teología para una mejor comprensión de la ecología en la reflexión y en la vida. En la sesión de hoy intervendrá el geólogo Eneko Iriarte, que desarrollará la dimensión científica con el argumento «Antropoceno y cambio climático». Profesor del Máster en Evolución Humana de la Universidad de Burgos, Iriarte es investigador de varios proyectos nacionales e internacionales desarrollados en Oriente Próximo, el norte de África y la Península Ibérica, y forma parte del equipo investigador de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca desde 2016.

 

Mañana, martes, María Teresa Vicente Giménez, profesora titular de Filosofía del Derecho en la Universidad de Murcia,desarrollará el tema «Ética y justicia ecológica». Sus investigaciones y publicaciones se han centrado en la justicia ecológica, los derechos sociales, el feminismo jurídico y los derechos de los niños y de las niñas. Entre sus publicaciones, destacan Justicia y derecho ambiental: para un modelo de justicia ecológica (1995), La exigibilidad de los derechos sociales (2006), Los derechos de los niños, responsabilidades de todos (2007). Recientemente ha coordinado la obra Justicia ecológica en la era del Antropoceno (2016).

 

Cerrará las jornadas el miércoles el rector de la Universidad de Comillas y vicepresidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), Julio Martínez, que hablará sobre «Nuevos aportes de la Teología a la Ecología». Su área principal de investigación gira en torno a la cuestión de la religión en la vida pública, desde la perspectiva de la ética teológica y filosófica, con especial atención a las relaciones entre catolicismo y liberalismo. Otra de sus preocupaciones es la relación entre ciudadanía y migraciones contemporáneas. Entre sus publicaciones más recientes destacan: ciudadanía, migraciones y religión (2007), Libertad religiosa y dignidad humana (2009), Moral y espiritulidad (2011), Religión en público. Debate con los liberales (2012).

 

Las tres conferencias se celebrarán a las 19:00 h. en Cultural Cordón.

Jóvenes que dicen sí al sueño de Dios

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El camino al sacerdocio parece largo y difícil, pero en el itinerario hacia la ordenación, los jóvenes seminaristas que se preparan para el ministerio presbiteral van dando pasos que les ayudan en su formación como futuros ministros de la palabra y la eucaristía. Con la recepción del ministerio del lectorado, Stefano Malerba, Aarón de Jesús Marchelli e Isaac Godignho se comprometen desde hoy a hacer de la Palabra de Dios el centro de su vida, a la vez que pueden proclamarla en las asambleas litúrgicas. Por su parte Prisca Romero M’Bo, Pablo Dorado Pardo y Victor López Pelarda podrán ayudar al sacerdote y al diácono en el altar y, de modo extraordinario, podrán distribuir la comunión y exponer el Santísimo Sacramento para la adoración, además de instruir a los fieles sobre la eucaristía.

 

Coincidiendo con el Día del Buen Pastor y Jornada Mundial de Oración por las vocaciones, estos seis jóvenes seminaristas –pertenecientes a los seminarios diocesanos San José y Redemptoris Mater– han recibido los ministerios laicales esta tarde de manos del arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, en una eucaristía en la que les han acompañado sus compañeros seminaristas y sus formadores, así como numerosos sacerdotes, familiares y amigos.

 

En su homilía, el pastor de la Iglesia burgalesa, ha animado a los jóvenes a «estar cada vez más cerca del Señor» y «comprometer su vida como el mismo Jesús la comprometió» con el objetivo de ser ellos «mejores hijos de Dios y hermanos unos de otros» ayudando a los demás a vivir esta doble dimensión propia de la vida cristiana. «La imagen del Buen Pastor nos invita a imitar su ejemplo dando la vida por los demás, tal como él la dio», ha insistido. Y ha remarcado a los jóvenes seminaristas: «Decid sí al sueño de Dios y pedidle que vuestra vida, ya desde ahora, sea una continua preparación para el sacerdocio, dejándoos acompañar por él».

 

Ministerios

 

El concilio Vaticano II actualizó las antiguas «órdenes menores», que recibían los candidatos al sacerdocio, convirtiéndolas en «ministerios» o servicios que pueden realizar todos los varones bautizados, perdiendo así el carácter clerical que habían adquirido con el paso de los siglos. Con el motu proprio Ministeria quaedam, el papa Pablo VI instituyó los ministerios de «lectorado» y «acolitado» como servicios específicos que algunas personas prestan en la Iglesia.

 

La función propia del lector es leer la palabra de Dios en la asamblea litúrgica. Proclama las lecturas de la Sagrada Escritura, en la misa y en las demás celebraciones sagradas; en ausencia del diácono, proclama las intenciones de la oración de los fieles y dirige el canto y la participación del pueblo fiel e instruye a los fieles para recibir dignamente los sacramentos.

 

Por su parte, el acólito es instituido para ayudar al diácono y prestar su servicio al sacerdote. Es propio de él cuidar el servicio del altar, asistir al diácono y al sacerdote en las funciones litúrgicas, principalmente en la celebración de la misa; además distribuir, como ministro extraordinario, la sagrada comunión.

 

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Un rico patrimonio al servicio de todos

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Patrimonio

 

Durante estas semanas nuestra Diócesis de Burgos está asistiendo a diferentes eventos que tienen que ver con la innegable riqueza de nuestro patrimonio artístico. Una realidad que deseo subrayar en este breve comentario de hoy, porque nunca será demasiado volver sobre ella para sentirnos orgullosos, y responsables a la vez, de su valoración y mantenimiento. Hace unos días se abría una nueva edición de la exposición Las Edades del Hombre en Lerma, que está siendo ya un éxito de público y crítica. Este pasado jueves hemos inaugurado las obras de ampliación del Museo del Retablo que se encuentra situado en la iglesia de San Esteban de nuestra ciudad. En esta semana que iniciamos tendrá lugar la inauguración de las obras de reordenación del Museo de Covarrubias. Por último, dentro de quince días, se firmará el convenio entre el Arzobispado y la Diputación para el arreglo de los templos de nuestra provincia. Como veis, todas estas son muy buenas noticias que hemos podido acometer con la ayuda de Dios y la inestimable colaboración de los diferentes organismos públicos que están llamados también a velar por la buena conservación de este patrimonio que es una riqueza de nuestra sociedad.

 

El patrimonio artístico del que gozamos en nuestra Diócesis de Burgos, y que es una herencia de nuestros mayores, puede ser visto desde muy diferentes perspectivas que han de ser complementarias. Desde luego, es una enorme riqueza religiosa, cultural y artística, fruto de la vivencia, la sensibilidad y el rico pasado de un pueblo. Sin duda que la zona de Castilla y León, y dentro de ella Burgos, es un auténtico museo plagado de representaciones que siempre depara innumerables sorpresas. Yo mismo soy testigo de ello en mis visitas a los diferentes pueblos. Siempre descubro algo nuevo. Y en muchos de ellos me encuentro con impresionantes representaciones de los diferentes misterios cristianos que son auténticas joyas de arte.

 

Conservar este patrimonio no es tarea fácil, es más bien una carga pesada que hemos de sostener. Lo que es una riqueza cultural, se convierte también en una dura responsabilidad que es imposible mantener adecuadamente por nuestros solos medios. En ese sentido hay que agradecer los grandes esfuerzos que hacen especialmente los ayuntamientos de nuestros pueblos; si no fuera por ellos, muchas de nuestras iglesias se habrían convertido en ruinas. Junto a ellos, hay que agradecer también los esfuerzos de los propios vecinos, de la comunidad cristiana y del resto de Administraciones públicas. No me canso de repetir que, conservando este patrimonio, estamos conservando nuestro propio pasado que es una riqueza para todos.

 

Otra perspectiva de interés es que los expertos nos indican la potencialidad que tiene el patrimonio cultural como oportunidad de empleo, de riqueza y de posibilidades de desarrollo. En esta España vaciada, las posibilidades que tiene nuestro vasto patrimonio se convierten en una de las bazas que tenemos que desarrollar. En ese sentido, la aportación de la Iglesia con la creación de los diferentes museos religiosos que abundan por nuestra geografía, es innegable. En ellos debemos seguir apostando como lo hemos hecho en Aranda y en Covarrubias.

 

Junto a todos estos aspectos, para nosotros hay uno especialmente importante: no podemos olvidar que nuestro patrimonio tiene fundamentalmente una finalidad religiosa y evangelizadora. Tras cualquier obra de arte, por pequeña que esta sea, se encuentra concentrada la historia, la cultura y la fe de un pueblo, que es nuestro pueblo. Detrás de cada pieza artística, el pueblo creyente ha querido representar su pasión por una fe que ha sido su seña de identidad; una fe que se ha hecho cultura. De esta manera, esta sociedad ha utilizado los diferentes estilos y las diferentes artes para transmitir a las futuras generaciones las respuestas a sus interrogantes más profundos; respuestas que siempre han tenido su raíz en la fe en Cristo Resucitado. Contemplando estas obras de arte de nuestras iglesias, ¿cómo no sentirse afectado ante su belleza, con la fe y el amor que en ellas se plasman? ¿Cómo no interrogarse por el alma que ha sido capaz de levantarlas?

 

Hoy he querido compartir con vosotros estas buenas noticias sobre nuestro patrimonio artístico-religioso-cultural. Os animo a que las disfrutéis, descubriendo en ellas la belleza insondable de Dios que nos invita siempre a alabarle y admirarle. Ojalá que entre todos sigamos conservando esta rica herencia, porque es de todos y quiere estar al servicio de todos.