En el Seminario a los 63 años: «Es Dios quien traza el camino»

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francisco javier caballero

 

Francisco Javier Caballero Bernabé nació en Burgos en 1956. En 1976 salió a estudiar en las universidades de Valladolid y Salamanca, donde se licenció en Historia del Arte. Después de vivir algún tiempo en Santander e impartir enseñanza en Deusto, obtuvo el doctorado en la Universidad Complutense de Madrid, donde vivió 37 años, la mayoría de ellos ejerciendo como profesor en el Colegio Internacional Pinosierra.

 

Al concluir su vida profesional regresó a Burgos para cuidar de su madre, de edad avanzada. Es en esos momentos cuando siente la vocación de ser diácono aunque, finalmente, optó por el sacerdocio animado por sus amigos y compañeros y a propuesta del propio arzobispo, don Fidel Herráez Vegas. La vocación –dice– «me vino de repente, como una inspiración desde lo alto, que se me presentó sin yo buscarlo». Ahora, tras sus primeros meses en el Seminario asegura sentirse «ilusionado», aunque la diferencia de edad con sus compañeros, e incluso con el propio rector, es notable: «La convivencia en el Seminario es fantástica, hay muy buen ambiente, no lo digo por cumplir, es de corazón, me siento muy a gusto con todos».

 

Puede sorprender que alguien, a su edad, decida ser sacerdote, si bien el propio Caballero argumenta que «no hay edad para hacer el bien». Es cierto que hasta él mismo «tenía prejuicios sobre su edad y los inconvenientes que podrían surgir o los límites que pueden marcar» los años, pero entendió que debía seguir el camino que Dios le ponía por delante.

 

Y es que, al final, «prevalece lo que Dios nos pide», como asegura. Reconoce que emprender el camino hacia el sacerdocio supone «un esfuerzo» e, incluso, «un sacrificio» porque debe «cambiar el plan de vida que tenía previsto en estos momentos». Y argumenta: «La decisión de ser sacerdote lleva consigo un cambio importante en mi vida, superar mis ideas personales sobre la edad y afrontar un nuevo tiempo que nunca me había planteado anteriormente. Es dar un sí al Señor más allá de la incertidumbre de lo que puede pasar, pero con ilusión y con confianza. Es Dios quien traza el camino», sentencia.

 

«Convertirme en servidor»

 

Interrogado por cómo imagina su futuro ministerio sacerdotal asegura que «no se plantea nada», y que su estancia en el Seminario debe valer para «convertirse en un servidor y cumplir le que le pidan». Y es que para Francisco Javier el sacerdocio es «una vida de entrega y de servicio a la Iglesia y a los hombres». De ahí que no piense en qué parroquia podría trabajar. Él estará cumpliendo «lo mejor posible» la tarea que le encomienden, «con mi mejor voluntad y entrega».

 

Caballero se estremece al imaginar su futuro sacerdocio pues, asegura, el cura es «una persona revestida de enorme dignidad». «Me parece excepcional ser elegido del Señor para consagrar su cuerpo y su sangre, para perdonar los pecados en su nombre, y otras muchas cosas». «Es impresionante para mí y, cuando lo pienso, no me considero digno de ello», revela.

 

Encontrar la vocación a su edad ha sido obra de Dios: «Sus caminos son así de imprevistos». Y anima a todos aquellos que, como él, sienten la vocación en edad tardía: «Les diría que para Dios no hay edad y sabe muy bien lo que hace cuando nos llama. A nosotros nos toca decidir porque el Señor respeta nuestra libertad. Les animaría a decir sí a la llamada porque Dios nunca falla».

El Domingo de la Palabra de Dios: la Asamblea Diocesana a la Escucha de la Palabra

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domingo de la palabra de dios

 

Escucha aquí el mensaje

 

Celebramos hoy el «Domingo de la Palabra de Dios», instituido por el Papa Francisco, para que se celebre cada año en la Iglesia Universal, coincidiendo con el III domingo del Tiempo Ordinario. Su objetivo es «hacer crecer en el Pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura». Así lo indicó el Santo Padre con la Carta Apostólica «Aperuit illis», cuyo título se toma del pasaje de San Lucas que narra uno de los últimos gestos de Jesús con los discípulos antes de la Ascensión: «Les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras» (Lc 24,45).

 

«Dedicar concretamente un domingo del Año Litúrgico a la Palabra de Dios, escribe el Papa, nos permite, sobre todo, hacer que la Iglesia reviva el gesto del Resucitado, que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esta riqueza inagotable». Y el hecho de que el «Domingo de la Palabra» sea el tercero del Tiempo Ordinario, en torno a la Semana de la Unidad de los Cristianos, no es una mera coincidencia temporal, sino que «expresa un valor ecuménico, porque la Sagrada Escritura indica, a los que se ponen en actitud de escucha, el camino a seguir para llegar a una auténtica y sólida unidad».

 

La Iglesia peregrina encuentra luz y estímulo en el diálogo constante con el Dios de la revelación, que la va iluminando en su caminar y le va señalando los caminos más adecuados para cumplir su misión. Nuestra Iglesia diocesana se encuentra en Asamblea precisamente para hacer real y actual ese diálogo con el Señor, para abrirnos a su Palabra y descubrir su gran valor en nuestra existencia cotidiana, para avanzar en el camino de la santidad y para afrontar con mayor convicción las urgencias de la misión.

 

Por eso ha parecido conveniente que este domingo, en todas las Eucaristías de nuestra diócesis, se haga presente este acontecimiento de la Asamblea en el que todos estamos implicados. Así, uniremos nuestra oración para pedir juntos al Espíritu Santo que nos ayude a entrar en un proceso de conversión, mediante la escucha siempre nueva de la Palabra que Dios nos dirige personal y comunitariamente. La Palabra escuchada cada día nos hace experimentar la alegría de creer, renueva en nosotros el encuentro con Jesús, y nos empuja a crecer como discípulos misioneros. Es esa «luz grande» de que nos habla el profeta Isaías en la liturgia de hoy, que disipa las tinieblas o las incertidumbres que a veces nos amenazan.

 

La Palabra, que se hizo carne entre nosotros, sigue resonando en el mensaje que nos dirige san Pablo: todos somos de Cristo, Jesús es el centro de nuestra vida, y por ello debemos vencer las incomprensiones o las divisiones a fin de sentirnos realmente unidos para evangelizar. Es Jesús el que nos invita a vivir en comunión, para que podamos actuar como Iglesia sinodal, que se pone en camino para anunciar la novedad y la belleza de la Palabra, del Evangelio, a quienes no han experimentado la alegría de la fe. Jesús mismo nos da ejemplo. Como narra el Evangelio de San Mateo, Jesús es el Enviado del Padre, la Palabra itinerante, que va recorriendo los caminos del mundo para invitar a la conversión y a la acogida del Reino de Dios. Jesús anuncia la Buena Noticia. Y hoy, como entonces, llama a discípulos para que le sigan y para enviarlos a prolongar su misión como servicio a todos los pueblos.

 

A lo largo de este mes han comenzado su trabajo de reflexión y de discernimiento los grupos que nos representan a todos en la Asamblea Diocesana. En esta primera etapa están profundizando precisamente en la alegría que brota de la fe, pues esa alegría ha de ser el manantial de nuestra felicidad, de nuestra santidad y de nuestro compromiso misionero. Desde la convicción personal y comunitaria seguiremos abriendo caminos nuevos o renovados para la evangelización. Personalmente quiero agradecer, de corazón, a quienes han asumido esta tarea y esta responsabilidad. Es un servicio que redundará en beneficio de todos nosotros. Por lo que también pido que acompañemos su esfuerzo con nuestro recuerdo, con nuestro interés y con nuestra oración.

 

Termino evocando el pasaje de Emaús cuando ardía el corazón de los discípulos al explicarles Jesús las Escrituras. Caminemos alegres con Jesús. Y que el «Domingo de la Palabra de Dios» no sea una vez al año, sino una invitación para todo el año, para escuchar y acoger la Palabra en la reflexión, en la oración y en la liturgia de cada día.

Catequistas de Gamonal, en formación para ser mejores acompañantes

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El director de la revista «Catequistas», el salesiano Álvaro Ginel, ha sido el encargado de guiar a los catequistas del arciprestazgo de Burgos-Gamonal en su tradicional encuentro anual de formación. En esta ocasión, la jornada ha girado en torno al tema del acompañamiento, «su ser y hacer, su misión».

 

En el encuentro, que se ha desarrollado esta mañana en los salones de la parroquia de San Fernando Rey, han participado cerca de 70 catequistas de las parroquias del popular barrio de Burgos, acompañados de varios sacerdotes. La jornada ha sido organizada por la comisión de catequistas del arciprestazgo y ha contado, igualmente, con la participación del delegado diocesano de catequesis, Raúl Pereda.

Comienzan su andadura los «Grupos de Asamblea»

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Transcurrido un trimestre desde que el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, convocara a todo el pueblo de Dios que peregrina en Burgos a participar en una Asamblea Diocesana, el proceso sinodal entra ahora en la etapa denominada «de discernimiento». Tras una primera fase de «sensibilización», en la que se ha realizado un trabajo de divulgación y comunicación sobre la Asamblea y se ha difundido y recogido en toda la provincia un cuestionario inicial, comienzan su andadura los «grupos de Asamblea», que reflexionarán a lo largo de todo este año 2020 en los principales aspectos sobre los que se debatirá en la celebración de la Asamblea propiamente dicha, programada para el primer trimestre de 2021.

 

A día de hoy, son 223 los grupos registrados, si bien el vicario de Pastoral, José Luis Lastra, confía en poder superar esta cifra, ya que aún hay grupos que no se han inscrito pero han prometido hacerlo. En total, prevé que se involucrarán cerca de 2.200 o 2.300 personas. Con una media de dos o tres reuniones al trimestre, cada uno de los grupos se encargará de reflexionar sobre «cómo ser cristianos (primer trimestre) en esta Iglesia (segundo trimestre) y en este mundo (tercer trismestre)». Para ello, se han preparado una serie de cuadernillos que ayuden a conocer la situación social y eclesial actual, iluminarla a la luz de la Palabra de Dios y del Magisterio de la Iglesia y, sobre todo, hacer propuestas de cara al futuro.

 

Datos

 

Para el vicario de Pastoral, las respuestas recogidas en las 4.027 encuestas consignadas (aproximadamente el 14% de las difundidas) marcarán algunas de las claves de la reflexión, pues en ellas se señala que la Iglesia de Burgos está muy presente en el mundo de las misiones o la acogida a los migrantes, pero aún quedan lagunas acerca de su presencia en los medios de comunicación, el mundo rural, los sindicatos y partidos políticos.

 

Aún así, Lastra subraya que la mayoría de las respuestas al cuestionario sostienen que la Asamblea Diocesana contribuirá «bastante» a «orientar mejor la misión de la Iglesia» en los próximos años. De ahí que la reflexión que se lleve a cabo en los próximos meses esté orientada a «dar ideas y ánimos de qué tenemos que hacer, cómo y donde». Tras la Asamblea será necesario pensar «cómo llevarlo a cabo, si a través de nuevos planes o, por ejemplo, una misión diocesana».

Un día para recordar y agradecer el ejemplo de san Francisco de Sales

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Con motivo del día de san Francisco de Sales, la diócesis ha celebrado en su honor una eucaristía en el monasterio de la Visitación de Santa María, donde residen las monjas Salesas. Es, además, un día especial de fiesta para la Casa Sacerdotal, que fue construida gracias a la donación de parte del terreno del propio monasterio visitandino, y por este motivo, la residencia lleva el nombre del santo.

 

Ha sido el arzobispo de Burgos, don Fidel Herráez Vegas, quien ha presidido la misa en la iglesia del monasterio, junto con otros sacerdotes. En su homilía, el pastor de la diócesis ha recordado que esta celebración de los hermanos que han respondido al Señor «tiene tres finalidades: dar gloria a Dios, autor de todo Bien, dar la enhorabuena y las gracias a quien ha servido –a san Francisco de Sales–, y a quien anima el mismo Espíritu que anima nuestras vidas».  Invitó a los presentes, además, a mirar «el ejemplo de estos hermanos. Si ellos pudieron, ¿por qué nosotros no?»

 

Continuó señalando que la celebración de los santos «nos ha de llevar siempre a la fuente, y en este caso es la realidad Trinitaria: Dios, quien nos ha creado, nos ha redimido y nos ha dado el espíritu de Cristo resucitado para que vayamos haciendo posible el encuentro definitivo con el Señor». «Esta es la realidad- ha continuado-, la que tuvo que vivir san Francisco de Sales y la que tenemos que vivir nosotros». También destacó la figura de santa Juana de Chantal, seguidora de san Francisco de Sales y cofundadora de la Orden de la Visitación de Nuestra Señora, y ha subrayado todo el bien que hizo fruto de su unión con Dios y los numerosos conventos que fundó.

 

Don Fidel ha finalizado sus palabras recalcando la importancia de estar abiertos a la palabra de Dios, «dando sabor a la vida desde la sabiduría de Dios manifestada en Cristo, que nos llama a ser sal y luz de la vida, cada uno en las circunstancias que le ha tocado vivir».