«El 70% de la población no tiene acceso a cuidados paliativos»
Desde hace un año y medio, la doctora María Jesús Sanz Ibáñez pertenece al comité de bioética del Hospital San Juan de Dios de Burgos, un centro asistencial de referencia en la provincia en el tratamiento de enfermos que requieren cuidados paliativos. Junto a ella, el director gerente del centro, el director médico, personal de enfermería y del equipo de psicólogos, así como abogados, estudian los casos más complicados de sus pacientes y redactan los protocolos a seguir en la puesta en marcha de distintos tratamientos paliativos, así como de aconsejar o aclarar dudas sobre los comportamientos éticos de deberían regir el compromiso médico del personal sanitario.
Desde su trabajo en el Hospital reconoce que el debate generado en torno a la eutanasia, tal como se plantea, no se corresponde con la realidad del día a día y que los casos mediáticos que saltan a la esfera pública son más bien escasos: «Esas situaciones límites de deseo de acabar con la vida suponen un porcentaje muy pequeño de los pacientes y se solucionaría, en muchos casos, si hubiera realmente cuidados paliativos de calidad y extendidos», indica. «Cuando se controlan el dolor físico y psicológico nadie quiere morir, todo el mundo se aferra a la vida», asegura.
La doctora Sanz denuncia que según un reciente estudio (mayo de 2019) promovido por ‘Atlantes’, el 70% de la población española carece del acceso a los cuidados paliativos que requeriría su enfermedad, una cifra que se eleva hasta el 85% en el caso de los niños. «De las 228.00 personas que fallecen anualmente en España con necesidad de este tipo de tratamientos, más de 160.000 no los recibieron», denuncia, mientras aboga por que la Junta de Castilla y León ponga en marcha la «ley de derechos y garantías de las personas al final de su vida», en trámite desde hace casi un año. Esta normativa permitiría la implantación en la Región de una ley pionera que tenga en consideración todas las necesidades de los pacientes en etapa terminal, con cuidados paliativos «de calidad».
La doctora Sanz tampoco entiende cómo en pleno siglo XXI, cuando los avances de la ciencia y la técnica permiten controlar un amplio espectro de dolores se plantee la eutanasia como una solución. «En último término, en ese pequeño porcentaje de pacientes cuyo sufrimiento no podemos controlar es cuando entra la sedación», que permite acompañar los últimos momentos de la enfermedad mitigando el dolor tanto físico como psicológico y que en ningún caso es un modo de eutanasia, sino de cuidado paliativo en una etapa compleja y final de la vida. «A eso ayudaría que los pacientes escriban su propio testamento vital, pues esto responde a la perfección al deseo de no sufrir del paciente».
Ante el riesgo de que la eutanasia pueda convertirse con el paso de los años en una «alternativa médica más», abriendo nuevas vías y posibilidades para su solicitud –como ya ocurre en otros países–, la doctora Sanz solicita que, de aprobarse la nueva ley en el Congreso, la objeción de conciencia de los profesionales debe ser una cuestión sagrada: «Nunca puede ser una sola persona la que decida, debe haber un equipo de apoyo multidisciplinar y tiene que estar presente la familia. Y a nivel profesional debe existir el derecho a la objeción de conciencia: yo soy médica para curar, cuidar y aliviar dolores si puedo; pero no para poner fin a la vida de mis pacientes», concluye.