Coronavirus, confinamiento y videollamada se han convertido, prácticamente, en vocablos sinónimos desde el inicio del confinamiento. Las pantallas de los ordenadores, tabletas y móviles llenas de rostros (no sin dificultades de conexión) serán, sin duda, una de las imágenes que la pandemia deje para la posteridad.
También los sacerdotes de la diócesis se han subido al carro de las videoconferencias y han usado este medio para desarrollar durante la crisis sanitaria sus sesiones de formación. A través de la plataforma Cisco Weber, cada semana han mantenido distintas reuniones virtuales con algunos teólogos y filósofos de la diócesis. Eloy Bueno de la Fuente y Fernando Susaeta Montoya impartieron dos sesiones sobre los presupuestos teológicos y filosóficos de la pandemia y las respuestas pastorales y sociales que la Iglesia debería afrontar para paliar las consecuencias de la pandemia. Ayer Saturnino López Santidrián desarrolló, por su parte, otra charla sobre san Juan de Ávila, en el marco de la fiesta del patrono de los sacerdotes seculares españoles, celebrada el pasado domingo.
Aniversarios
En efecto, la fiesta de San Juan de Ávila es un día clave para el presbiterio diocesano, que tradicionalmente se reúne en el Seminario para rendir homenaje a los sacerdotes que cumplen distintos aniversarios de su ordenación. Este año, ante la imposibilidad de celebrar la fiesta a causa del estado de alarma, la vicaría para el Clero ha elaborado unos vídeos de homenaje a los sacerdotes que este año cumplen sus bodas de oro jubilares, bien el 70 aniversario (Ricardo Gómez), 60 aniversario (José Antonio Abad, Rodrigo Aguilera, Santos Aparicio, Marcelo Arroyo, José Antonio Calleja, Blas Frías, Daniel Gómez, Gregorio de las Heras, Esteban Munguía y Ángel Sáiz), 50 aniversario (Fermín Baldazo, Domingo Contreras, José Antonio Cuesta, Pablo González, Agustín Heras, José Luis López y Ernesto Pérez) y, por último, las bodas de plata (Juan Carlos Argüeso, José Antonio Maeso, Ángel Olalla, Carlos Ruiz, Daniel Sanz y Ramón Delgado).
El de hoy ha sido, sin duda, un 13 de mayo particular. Aún sin haber superado la «fase 0» del proceso de desconfinamiento, la ciudad no ha podido disfrutar de su habitual «Rosario de la Aurora» con la imagen de la Virgen de Fátima en procesión. Sin embargo, las nuevas tecnologías han facilitado que algunos burgaleses se reunieran, a las 10:00 de la mañana, a participar en un rosario de carácter diocesano que se ha desarrollado a través de vídeo streaming desde la parroquia de Nuestra Señora de Fátima en un acto coordinado por la delegación diocesana de Religiosidad Popular y Cofradías.
«Nos hemos convocado a rezar el Rosario en casa o donde nos encontremos en estos momentos», ha trasladado el arzobispo a través de un mensaje de audio. «No podemos llevar a cabo ese acto de devoción mariana en esta mañana, pero nos hemos convocado a rezar juntos», «como familia diocesana», ha dicho don Fidel Herráez Vegas. «Es doloroso que no podamos tener otros actos de devoción mariana en las parroquias», pero esta situación de confinamiento puede servir como una «oportunidad para vivir el mes de mayo de un modo nuevo, de otra manera, en casa, en familia, renovando nuestro amor a la Virgen, descubriéndola en las páginas del evangelio para amarla mas e imitarla mejor».
En el Rosario han participado representantes de algunos arciprestazgos de la diócesis (Amaya, Merindades, los tres de la ciudad, Santo Domingo y Miranda de Ebro), comunidades religiosas y milicia de Santa María dirigiendo telemáticamente cada uno de los misterios del rezo mariano, las letanías, el rezo de la Salve y la oración del papa Francisco para el mes de mayo.
La jornada de oración y ayuno tendrá lugar el 14 de mayo.
Haciendo eco de la iniciativa del Alto Comité para la Fraternidad Humana y ante la iniciativa del papa Francisco, realizada el pasado domingo 3 de mayo, el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso invita a los creyentes de todas las religiones y a las personas de buena voluntad a unirse espiritualmente en una Jornada de oración, ayuno y caridad, para implorar a Dios que ayude a la humanidad a superar la pandemia causada por el coronavirus.
«Esta Jornada, fijada para el próximo jueves 14 de mayo, no prevé alguna manifestación común pública, como es comprensible para prevenir los riesgos de contagio, pero cada uno la vivirá en su propia interioridad, poniéndose ante Dios y su propia conciencia», detalla el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso en una carta emitida a los líderes religiosos de todo el mundo.
«Estaremos unidos en el vivir los valores universales de la oración, del ayuno y de las obras de caridad como «testimonio de la grandeza de la fe en Dios que une los corazones divididos y eleva el alma humana» (cfr. Declaración sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común), continúa la misiva del dicasterio de la Santa Sede. «No estamos, de hecho, en el tiempo de la indiferencia, de los egoísmos, de las divisiones, ya que todo el mundo está sufriendo y debe reencontrarse unido al afrontar la pandemia» tal como recordaba el papa Francisco en su mensaje Urbi et Orbi el domingo de Resurrección.
La propuesta del papa Francisco ha sido aceptada también por la Conferencia Episcopal Española, que insta a los católicos del país a sumarse a esta jornada de especial unión entre las distintas religiones del mundo. La diócesis de Burgos se suma a la invitación.
Coincidiendo con el domingo VI de Pascua, la Iglesia en España celebra el próximo 17 de mayo la Pascua del Enfermo, con la que concluye la campaña que arrancaba el pasado 11 de febrero, fiesta de la Virgen de Lourdes, con el lema «Acompañar en la soledad». Durante estos meses, todo el país y medio mundo han debido afrontar una crisis sanitaria sin precedentes, haciendo que la campaña de este año adquiera un nuevo relieve: «Debemos acudir a Cristo en busca de esperanza, consuelo y alivio, profundizar en el misterio de su persona y participar en su Pascua, de su muerte y resurrección», aseguran los obispos españoles en el mensaje para la jornada del domingo.
«En estos días –continúan los obispos– hemos sido testigos de la necesidad que tenemos todos de ser cuidados, de la mutua dependencia, de la necesidad de ser acompañados y consolados». Aseguran que, durante estos meses se han hecho visibles muchos «buenos samaritanos» y que serán necesarios también en el futuro para seguir paliando la soledad que nos deje no solo la enfermedad sino las consecuencias económicas derivadas de la misma. «Hemos de salir de nosotros mismos para acompañar a tantos como están sufriendo las consecuencias de esta pandemia. Tanto a los enfermos como a cuantos nos cuidan en estos momentos de especial dificultad. Nos impulsan a reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita».
En Burgos
La delegación diocesana de Pastoral de la Salud invita a los burgaleses a orar en este domingo de forma especial por todos los enfermos y los que sufren, por sus familias y por los que cuidan de ellos, profesionales o no. También agradece el trabajo de numerosos voluntarios que, desde sus parroquias, movimientos o comunidades, ejercen un trabajo de consuelo y acompañamiento a enfermos, ancianos y personas impedidas. El arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, por su parte, celebrará la eucaristía de este domingo desde la capilla de la Casa de la Iglesia en el canal de YouTube de la diócesis teniendo una oración especial por todos los que sufren.
En la tarde de ayer lunes, fallecía en la Casa Sacerdotal el sacerdote Alejandro García González. Nació en Los Ausines el 7 de julio de 1934 y fue ordenado sacerdote el día 19 de diciembre del año 1959.
Ejerció el ministerio presbiteral como párroco de Huérmeces. Más tarde partió como misionero a Chillán (Chile) y de regreso a España fue nombrado delegado diocesano de Misiones y Ecumenismo y párroco de Valles de Palenzuela y servicios. Su cuerpo recibirá cristiana sepultura en el día de hoy en el cementerio municipal de San José.
El Señor, que comenzó en Alejandro la obra buena y le llamó a ser misionero ad gentes, Él mismo la lleve a feliz término. Ponemos su vida en las manos del Padre Dios, quien en esta tierra le amó y protegió. Y con nuestra oración nos unimos a sus sobrinos. Descanse en paz.