La diócesis inicia el curso pastoral con esperanza ante el reto de la pandemia
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El colegio de Salesianos ha acogido hoy la V Jornada Diocesana de Formación, que tradicionalmente marca el inicio del curso pastoral y que, en esta ocasión, inmersos aún en la pandemia de covid-19, ha supuesto una llamada a la esperanza y una invitación a no tener miedo a pesar de que las amenazas sean objetivas.
En ello ha insistido el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, en su intervención, en la que se ha remitido a la Carta al Pueblo de Dios publicada ante el inicio del curso. «Al iniciar esta etapa pastoral, he pretendido, partiendo de esta realidad que estamos viviendo (interrogantes, temores, miedos) invitar a ser conscientes de que tenemos que leer en ello los signos de los tiempos y no ser meros espectadores. La cercanía de Dios se nos hace presente de muchas maneras, y una de ellas son los signos de los tiempos. Tenemos que vivir este momento que Dios nos habla en lo que pasa y en lo que no pasa. Estos signos de los tiempos tienen que hacer que nuestro día a día, sin dejar de ser historia humana, sea historia de salvación. Tenemos que vivir esto con una esperanza activa, que nace de la fe y se concreta en el amor».
También en clave de esperanza se han expresado dos catequistas que han contado su experiencia durante los momentos más duros de la pandemia. Puri Gallardo, de la parroquia de La Ventilla y miembro del Consejo Pastoral Diocesano, ha reconocido que ha sentido mucho miedo, pero que no quiere volver a su vida habitual porque ahora tiene esperanza. «Hay mucho que hacer, mucho que cuidar, mucho que curar. Así que os digo: no tengáis miedo». Especialmente emotivo ha sido el testimonio de Marta Allende, también catequista, directora del Coro de Familias de Cardeñadijo, miembro del Consejo Pastoral Diocesano y enfermera. Si alguien ha visto el dolor de cerca y ha sentido miedo ha sido ella, hasta que descubrió que un EPI (equipo de protección individual) «podía dejar de ser un elemento de tortura y convertirse en una oportunidad para acercarse a la persona que estaba sufriendo en soledad». Encontró la fuerza en el silencio y la oración, con la certeza de que «no estamos solos, caminamos como una familia».
Propuesta pastoral, Asamblea y Jubileo
Durante el encuentro se ha presentado la «Propuesta pastoral en tiempos de pandemia», que se vertebra en torno a los tres verbos que el Papa Francisco propone en su Carta a los movimientos populares: Curar, cuidar, compartir. Para ello se están diseñando diversas estrategias y recursos desde distintos ámbitos, con el foco en los colectivos más vulnerables.
Además, se ha dado cuenta de la marcha actual de la Asamblea diocesana, que a causa de la pandemia ha tenido que reprogramar su calendario a pesar de haber seguido su curso dentro de lo posible. Trescientos grupos han llevado el trabajo adelante y de ellos 133 ya han enviado sus propuestas sobre el primer cuadernillo. Además, casi 90 han hecho aportaciones al documento sobre la lectura creyente de la crisis sanitaria.
La información sobre la preparación del Jubileo con motivo del VIII Centenario de la Catedral también ha tenido su espacio en el encuentro. El vicario general, Fernando García Cadiñanos, ha recordado que «el sujeto del Jubileo no es un edificio, el sujeto es el mismo que el de la Asamblea, esta comunidad cristiana que camina en Burgos y que celebra el gozo que une a una comunidad». Según ha señalado el vicario, el Jubileo «tiene que ver mucho con la sanación, con el cuidado y con el compartir».
En la segunda parte del encuentro, Agustín Domingo Moratalla, catedrático de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Valencia y uno de los ponentes del Congreso Nacional de Laicos celebrado en Madrid en el mes de febrero, ha ofrecido la ponencia «Profetas 3.0: Sanar personas, cuidar vínculos, tender puentes». En ella ha realizado una reflexión ética sobre la pandemia para incidir en el tema de la vulnerabilidad y la necesidad de trabajar conjuntamente desde distintas tradiciones religiosas, desde la sociedad civil y de todas las instituciones para fortalecer una ética común, una ética compartida que trabaje en la perspectiva de una «humana comunidad».
Domingo ha destacado la importancia de la era digital, la cultura de la conexión, como una oportunidad para establecer estrategias de comunicación, de evangelización, de participación y de encarnación en el mundo actual. También ha subrayado que los laicos están llamados a participar en una oferta de salud, de sanar sufrimientos y de trabajar en esa clave de sanación de personas, a cuidar vínculos familiares, vecinales, cívicos, políticos, intraeclesiales… y a tender puentes en todos los ámbitos.