Como es habitual cada mes de noviembre, la capilla de Santa Tecla de la Catedral de la Catedral ha acogido una eucaristía en sufragio por todos los miembros difuntos del presbiterio diocesano: obispos, sacerdotes y diáconos. El administrador apostólico ha sido el encargado de presidir esta celebración en la que han participado menos sacerdotes que en otras ocasiones en cumplimiento con las medidas de aforo y seguridad impuestas por la crisis sanitaria.
Don Fidel Herráez ha asegurado en su homilía que la celebración de esta mañana ha servido para «dar gracias a Dios por la vida entregada de tantos hermanos nuestros que nos han precedido»; también para «rogarle que ya estén gozando para siempre de su amor» y, por último, «para pedirle que nosotros sigamos siendo mediadores en esta época tan especial», en alusión a la pandemia que estamos sufriendo.
Tomando como referencia la Palabra de Dios proclamada en la liturgia, el administrador apostólico ha asegurado que «el deseo de Jesucristo es que estemos continuamente en su gloria sin condiciones espacio temporales». Teniendo este horizonte, se ha preguntado, «¿quién nos hará temblar? Aunque «tengamos dificultades en el camino, tanto eclesiales como sociales, como esta dolorosa situación de pandemia que estamos sufriendo, esta es nuestra seguridad si nos lo creemos de verdad».
Tras la misa, don Fidel se ha encaminado a la capilla de Santa Ana, donde reposan los restos mortales de algunos prelados que han pastoreado la diócesis, y donde ha elevado un responso por su eterno descanso.
Formación permanente
Antes de la eucaristía, los sacerdotes han mantenido una sesión de formación sobre la última encíclica del papa Francisco, Fratelli Tutti, a cargo del profesor de teología Carlos Chana. La han podido seguir de forma telemática o bien de manera presencial, en el aula magna de la Facultad de Teología.
La Oficina de Información del Arzobispado de Burgos invita a los medios de comunicación a participar en una rueda de prensa en la que se darán a conocer los actos con los que el próximo sábado quedará inaugurado el Año Santo con motivo del VIII Centenario de la Catedral. La rueda de prensa tendrá lugar mañana jueves 5 de noviembre a las 10:15 horas en el salón de actos de la Casa de la Iglesia (Eduardo Martínez del Campo 7). Participarán:
Mons. Fidel Herráez Vegas, administrador apostólico de la diócesis de Burgos
D. Agustín Burgos Asurmendi, delegado diocesano de liturgia
Duración aproximada: 20 minutos.
ACREDITACIÓN PARA PERIODISTAS
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En la iconografía denominada «Déesis», el arte cristiano ha tratado de expresar plásticamente la idea de «súplica» y, al menos a partir del siglo IX, la de «intercesión». Conscientes de su limitación, los cristianos recurren a María y los Santos Juanes como mediadores para presentar la oración de petición -con acción de gracias- ante un Cristo en Majestad, frecuentemente entronizado.
La Déesis es una composición trimorfa que aparece en Bizancio hacia los siglos V o VI, en una época en la que se plagiaba la iconografía imperial para configurar los nuevos temas cristianos, dándose un cierto paralelismo entre Cristo y el Emperador. Por ello, la hipótesis de que esta composición estuviera inspirada en las ceremonias aúlicas, durante las cuales altos funcionarios presentaban súplicas al Emperador es perfectamente plausible. Cristo-Pantocrator, en el centro y sentado en su trono, ocupaba el lugar del Emperador, mientras que María y Juan Bautista, girados hacia Él en actitud suplicante, substituían a los dignatarios de la corte imperial. Este tema refleja una constante de la piedad de los bizantinos: pedir la intercesión de la Madre de Dios y de los santos, cuyo guía es Juan Bautista. Se reproducía la Déesis encima de las puertas de entrada de las casas e iglesias, al principio de los manuscritos y en anillos, como evocación de la plegaria del bienestar en la tierra. Pero también la Déesis formaba parte de la ornamentación general de las iglesias funerarias para la intercesión por los difuntos y sustituía las imágenes más desarrolladas del Juicio Final.
En la Déesis del tímpano de la Puerta de la Coronería de la Catedral de Burgos se representa a María, coronada como la Reina Madre a la derecha de su Hijo en actitud suplicante y Juan Evangelista, el discípulo amado, a la izquierda del Kyrios, también en actitud suplicante.
A partir de hoy, y hasta el mes de abril, las personas que pernoctan habitualmente en la calle podrán hacerlo en una de las ocho plazas de la denominada Unidad de Mínima Exigencia (UME), que gestiona Cáritas en su sede de la calle San Francisco. Además del alojamiento, también verán cubiertas las necesidades relacionadas con la manutención, la higiene, la orientación y el asesoramiento, y se les dará la posibilidad de participar de las actividades del Centro de Día. Con todo ello se trata de ofrecerles una atención integral en los meses en los que las condiciones climáticas hacen aún más difícil vivir en la calle.
El año pasado se atendió en este recurso a 30 personas, 24 hombres y 6 mujeres, con una media de edad de 41 años, y de los que el 48% fueron españoles. Para hacerlo, Cáritas contó con dos monitores de noche, un educador social como coordinador y un equipo estable de ocho voluntarios. Del perfil de las personas atendidas puede destacarse que, en muchos casos, presentaban una gran desestructuración personal, con problemas de adicciones y de salud crónicos, con especial incidencia de los relacionados con la salud metal. A estas condiciones se unían el desarraigo familiar y relacional y la carencia de cualquier tipo de recursos económicos. Dada la situación generada por la pandemia, para este año se ha previsto reforzar más aún los protocolos relacionados con la salud e higiene, con medidas sanitarias adicionales, desinfección más frecuente de las instalaciones y un mayor esfuerzo en la pedagogía relacionada con la prevención del contagio.