Una #SemanaSantaEnFamilia en medio de la pandemia y el Año Jubilar

por redaccion,

#SemanaSantaEnFamilia

 

El estado de alarma y el confinamiento domiciliario en casa coincidieron el año pasado con la recta final de al Cuaresma y la Semana Santa, así como prácticamente toda la Pascua. La Semana de Pasión se vivió hace un año de forma muy peculiar, sin culto público en las iglesias y sin procesiones en las calles. Esta vez, los templos no están cerrados, pero la situación sanitaria impedirá que muchos cristianos puedan acudir a sus parroquias para celebrar los actos centrales del triduo pascual, con aforos restringidos a un tercio y haciendo que las procesiones y demás actos públicos en la calle no se puedan desarrollar.

 

Con todo, y con el fin de revivir aquella Semana Santa tan especial, donde las restricciones hicieron florecer una auténtica «Iglesia doméstica», la delegación diocesana de Liturgia propone a los cristianos de Burgos celebrar los días de Pasión en familia, cumpliendo una serie de ritos en el hogar y fuera de casa. Lo hace, además, recordando –en medio del Año Jubilar de la Catedral– que todo bautizado es «templo de Dios».

 

Para el Domingo de Ramos se invita a tomar un ramo (o construirlo) y participar –si es posible– en la bendición de la misa parroquial para ubicarlo después en un lugar visible de la casa, preferiblemente una ventana o un balcón.

 

Para el Jueves Santo se aconseja colocar sobre un paño, en la mesa del comedor o la cocina, un pan con una forma distinta a la habitual. Se invita a cenar juntos en familia, recordando la Última Cena de Jesús, y bendecir la mesa leyendo el pasaje evangélico de Lucas 22,14-20. También se anima a que los miembros de la familia se laven unos a otros las manos con hidrogel, recordando así el gesto que tuvo Jesús con sus discípulos de lavarles los pies en aquella santa noche. Además, si hay niños, se propone visualizar con ellos este vídeo.

 

Para el Viernes Santo, la delegación de Liturgia propone visitar con la familia el monumento instalado en la parroquia. También invita a colocar una cruz y una Biblia abierta en algún lugar destacado de la casa, donde la familia pueda reunirse a la hora más indicada para dar un beso a la cruz y rezar juntos la oración del Padrenuestro. Como apoyo para los más pequeños de la casa, la delegación de Liturgia propone, además, ver este otro vídeo.

 

El Sábado Santo se pueden cocinar en familia unas rosquillas o un postre especial para cenar en esa noche o desayunar o comer el día de Pascua. A la hora de la cena, se invita a colocar en la mesa una vela encendida mientras se apagan las luces de la casa. A la hora de bendecir la mesa, se pueden guardar unos minutos de silencio y rezar por las consecuencias de la pandemia y recordar a tanta gente que hoy vive en oscuridad. La cena de esa noche ha de ser especial, como los días de fiesta: la mesa adornada con un bonito mantel y la mejor vajilla. Así, mientras se bendice la mesa, «recordaremos que en esta noche la noticia de la resurrección de Jesús nos llena de alegría e ilumina el sentido de la vida del ser humano», recuerdan desde la delegación de Liturgia. En este día, el material audiovisual propuesto puede encontrase pulsando aquí.

 

Para el domingo de Pascua se invita a colocar en los cristales del hogar mensajes pascuales para poderse ver desde el exterior y escribir a familiares para felicitarles las pascuas. También se aconseja tener una comida espacial, como la de la noche anterior, y que la vela pascual siga brillando sobre la mesa.

 

En redes sociales

 

Además, durante toda la Pascua se recomienda acudir a la Catedral en Familia para ganar el Jubileo (puede seguirse esta propuesta), así como solicitar a los sacerdotes de la parroquia visitar las casas para que las bendiga. También se anima a fotografiar las acciones realizadas en familia y compartirlas en las redes sociales, mencionando las cuentas oficiales de la archidiócesis (@archiburgos en Twitter e Instagram, @archiburgos.info en Facebook) y usando el hashtag #SemanaSantaEnFamilia.

Lerma, nueva parada del arzobispo para conocer la archidiócesis

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Prosiguiendo con su paulatino conocimiento de la archidiócesis, el arzobispo, don Mario Iceta Gavicagogeascoa, ha dedicado la última semana a acercarse al arciprestazgo del Arlanza. Además de la reunión que mantuvo el pasado jueves con los sacerdotes que trabajan en la zona, ayer domingo, y coincidiendo con el día de su cumpleaños, se desplazó hasta la localidad de Lerma, donde celebró la eucaristía en el monasterio de las madres Dominicas y compartió con ellas un momento de encuentro.

 

La mañana prosiguió con el saludo de los niños que acuden a la catequesis parroquial, los cuales le prepararon un regalo: unas cartas explicándoles qué es para ellos un obispo junto con una cesta de productos típicos de la zona del Arlanza.

 

La visita concluyó con la celebración de otra misa en San Juan. En ella, el arzobispo animó a los presentes a convertir como Cristo su vida en un regalo, un don para los demás.

 

Por la tarde, y como es habitual los domingos, celebró de nuevo la eucaristía en la capilla de Santa Tecla de la Catedral. En su homilía, alentó a los fieles congregados «entregar la vida» en favor de los demás, imitando así el ejemplo de Cristo, que muere en tierra como el grano de trigo.

 

Sacerdotes con corazón de padre y hermano

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Queridos hermanos y hermanas:

 

Hoy celebramos el Día del Seminario. Con el lema «Padre y hermano, como san José», deseamos –en este tiempo tan incierto para abrazar y, a la vez, tan idóneo para creer– reflejar la figura de san José en tantos corazones sacerdotales necesitados de la misericordia Dios.

 

La Subcomisión Episcopal de Seminarios destaca, en su reflexión teológica, que los sacerdotes «son enviados a cuidar la vida de cada persona, con el corazón de un padre, sabiendo además que, cada uno de ellos, es su hermano». El Año de san José, proclamado por el Papa Francisco y que ya estamos conmemorando bendecidos por este Custodio de Jesús, colma de suma importancia la escuela de Nazaret donde los seminaristas, cada día, se dejan modelar por el amor de Dios.

 

Esta jornada recuerda la importancia de dar la vida por los hermanos. Darse, recorriendo las huellas, las llagas y las espinas resucitadas del Señor. Darse, con la palabra, el ejemplo y la vida, como un patrimonio contemplativo y sagrado que se pone a los pies de los demás para servirles con entrega. Darse, sabiendo que Dios siembra la vocación en los surcos de nuestra tierra para ser personas cántaro que sacien la sed de tantos necesitados.

 

Recuerdo un viaje apostólico que hizo san Juan Pablo II a España en 1982, donde les dijo a los sacerdotes y seminaristas que eran los preferidos, los íntimos del Señor. «En la sociedad del siglo XX, sois los primeros amigos de Jesús en tierra española», les confesó, «y no lo olvidéis cuando el humano cansancio, el dolor, la soledad y la incomprensión de los otros pueda rebajar vuestro entusiasmo o poner una duda en vuestro espíritu».

 

Y ahora quisiera dirigirme, de manera especial, a los seminaristas. A vosotros, que tenéis la preciosa tarea de preparar vuestro corazón a imagen y semejanza del corazón bueno y sacerdotal de Cristo. Siendo custodios para poder custodiar, fraternos para irradiar fraternidad, misericordiosos para regar la tierra dolorida con la misericordia de Dios.

 

Recordad, una vez más, la invitación del Padre al desprendimiento de los afectos más queridos, a la voz apacible del Buen Pastor, a la belleza de dejarse hacer: «Vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme» (Mc 10, 21). Estas palabras del Señor al joven rico le animaban a dar el paso al amor, el que no se atrevía del todo. Y porque le pesaba más la riqueza que la entrega, el joven del Evangelio abandonó aquel lugar cargando el peso de su tristeza. Se fue con su efímera riqueza, pero dejó, a los pies de Jesús, la eterna alegría de ser amado, comprendido, perdonado.

 

Queridos seminaristas: no perdáis nunca la ilusión de pareceros cada vez más al Señor, de vivir este tiempo privilegiado en el Seminario y de experimentar cómo Dios da sentido a vuestra esperanza y sostiene vuestra fragilidad.

 

Y cuando os falten las fuerzas, imitad a san José: el hombre bueno que cuidó y forjó las manos y la humanidad de Jesús, quien también es padre de los seminaristas y, por tanto, formador en el seminario. Que vuestro cotidiano y sencillo se resuma en ser fiel en lo poco para renacer en lo mucho, que es la Vida Eterna. Y, cuando escaseen las fuerzas, dejad que Dios os mire a los ojos y os diga que os quiere como nunca quiso a nadie. Y cómo no agradecer a vuestras familias el don inmenso que nos hacen al alentar la entrega generosa de sus hijos. Y a las comunidades de las que procedéis por haber sido la forja que con el fuego de Dios ha favorecido vuestro sí grande a la llamada de Dios a servirle en sus hermanos como sacerdotes.

 

Vuestro corazón es la respuesta a una llamada que busca pastores a imagen de Jesús. Para ser, como Él, en medio de su rebaño, una fuente inagotable de bondad al servicio infinito del Amor. Y ojalá nosotros viéramos en vosotros ese deseo de entregaros. Y quiera Dios que podamos ayudaros y acompañaros, sosteneros en vuestra entrega y colaborar de mil formas con el seminario para que seáis los buenos pastores que hoy, a veces sin formularlo en palabras, tantos sedientos de esperanza aguardamos en lo más profundo de nuestro corazón

 

Con gran afecto, recibid mi bendición en este tiempo santo de Cuaresma.

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa  

Arzobispo de Burgos

«La Iglesia os llama porque sí, ahí hay un germen de vocación»

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Más: galería de fotos de la celebración

 

Cristian Alonzo, Rodrigo Camarero y Guillermo Pérez están un paso más cerca del sacerdocio. Hoy la Iglesia los ha llamado para formarse en esta misión, para que «adquieran una forma nueva y se dejen modelar por el Señor», tal como les ha transmitido el arzobispo, don Mario Iceta, quien los ha admitido como candidatos a las sagradas órdenes del diaconado y presbiterado en una celebración que ha tenido lugar en la capilla del Seminario de San José. «Hasta ahora la vocación era una cuestión privada, pero hoy os lo pide la Iglesia, es un mandato de la Iglesia», les ha recordado. «Vuestra vida será dejaros formar por las manos amorosas del Señor y eso requiere fidelidad por vuestra parte. Es la Iglesia la que os llama porque ha descubierto que sí, que ahí hay algo, hay un germen de vocación».

 

Para el arzobispo, la vocación sacerdotal «no nace de una propia elección», sino que es «una llamada del Señor por pura liberalidad suya, por pura gracia». «Es una llamada a la vida plena, feliz, grande, hermosa, apasionante: la vida sacerdotal».

 

Don Mario ha recordado a cada uno de los tres seminaristas que «el Señor te elige a ti», y lo hace «porque te amo, porque quiero que estés conmigo». «Te ha elegido con amor de hermano para que participes de su sagrada misión». Una razón para «dar infinitas gracias a Dios porque se ha fijado en vosotros».

 

El pastor de la Iglesia en Burgos ha alentado a los jóvenes a proseguir su camino hacia el sacerdocio recordando su propia vocación, esa en la que él y tantos presbíteros «estuvimos devanando y tuvimos dudas de cómo sería nuestra vida. Pero después de tiempo decimos: «Señor, no te equivocaste, qué vida tan hermosa nos has concedido, qué don tan grande nos das cada día»». De ahí que también se haya dirigido a las familias de los quizás futuros sacerdotes: «Os faltarán días en vuestra vida para dar gracias porque el Señor se haya fijado en vuestra familia y en un hijo vuestro para que sea feliz, que es lo que queréis todos los padres».

 

El rito de admisión ha sido uno de los actos centrales con los que el Seminario ha vivido su día, en torno a la solemnidad de San José, junto con la oración joven que celebraron anoche. Para Rodrigo Camarero, uno de los jóvenes admitidos hoy a las sagradas órdenes, este paso le está ayudando «a ser cada vez más consciente de que esto es real, que mi vocación es real y que realmente dentro de unos años voy a ser cura y que Dios me llama por medio de la Iglesia. Y eso da vértigo pero hace mucha ilusión».

Plantar árboles para cuidar el planeta

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Esta mañana Cáritas del arciprestazgo del Vena ha participado en una plantación de árboles llevada a acabo en las inmediaciones de los depósitos de agua que se encuentran en el barrio de San Juan Bautista de Burgos. Un acto que repiten cada año varias entidades locales, entre las que, además de Cáritas, figuran la parroquia de San Juan Bautista y otros colectivos de la barriada. Al cerro se han acercado algunos participantes del programa de acogida, junto a voluntarios y técnicos. También han participado niños del programa de Infancia que Cáritas anima en el Centro de San José de la capital. Junto a otros colectivos de Burgos, principalmente del barrio, se ha procedido a reforestar un montículo muy afectado por la erosión. Encinas, quejigos y plantas aromáticas han sido objeto de la reforestación.

 

El acto se enmarca dentro de la campaña «Enlázate por la Justicia» en la que participan, junto a Cáritas, otras organizaciones eclesiales como Manos Unidas, Justicia y Paz y Entreculturas. Durante estos años su reflexión, al hilo de la encíclica Laudato Si, gira acerca de la relación entre el cuidado del planeta y la exclusión social. Entre las actividades que se organizan a lo largo del año, destaca esta plantación que se celebra en torno al Día del árbol cuya conmemoración es cada 21 de marzo. Al final de la actividad, se ha repartido entre los participantes el «Decálogo Verde», que invita a vivir en clave de conversión ecológica. Este año no se podido concluir con un caldo caliente, por las medidas sanitarias.

 

Durante los últimos años se ha venido repoblando un montículo aledaño al que hoy ha sido objeto de la reforestación. En dicho montículo el éxito de la plantación ha rondado el 80% de las plantas, que se sitúa en unos objetivos muy exitosos. Para Cáritas arciprestal del Vena, «esta actividad es muy importante por lo que supone de encuentro con los participantes, de animación comunitaria con otras entidades y por cultura ecológica a la que tanto nos invita el papa Francisco».