Custodiar la Creación
Queridos hermanos y hermanas:
El pasado 1 de septiembre celebramos la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, un tiempo especial en el que la Iglesia, como lugar de encuentro y Casa Común, conmemora el Tiempo de la Creación.
Esta jornada, que hace bienaventuranza nuestra misión de cuidar –al estilo de la carta encíclica Laudato si’ (LS, 24 mayo 2015) y como comunidad de amor–, culminará el 4 de octubre, día de san Francisco de Asís: el santo de los abandonados que hizo, de su vida un Evangelio construido en el eco de la pobreza más humana y más digna, alabando a Dios al contemplar la hermosura de la Creación.
¿Una casa para todos? Renovando el Oikos de Dios. Este lema, como revela el Departamento de Ecología Integral de la Subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social de la Conferencia Episcopal Española en la carta que ha escrito para esta jornada, nos invita a «contemplar la ecología integral como horizonte», apostando por una «economía del bien común», bajo el amparo de un ecumenismo que nos aúna como «expresión de la radicalidad del Amor», viviendo bajo el amparo de una «casa de puertas abiertas», y siendo creativos para vivir «la caridad política».
«El crucificado resucitado nos abre el horizonte del verdadero sentido de una ecología integral», señalan los obispos de la Subcomisión. Por eso, necesitamos abrir, de par en par, las puertas del corazón «a la preocupación» y «al mensaje evangelizador de una ecología verdaderamente integral», en la que «nada nos es ajeno», y en la que «proclamamos desde lo terreno, lo humano y lo divino que todo está interrelacionado y debe estar interconectado». Una misión que, como cristianos, debe llevarnos de la mano a «escuchar y acoger» el grito de lo humano «como lugar de encuentro y de salvación».
El Papa Francisco, siempre abierto a redescubrir estilos de vida más saludables y responsables, nos pide, una y otra vez, que renovemos la adhesión personal a la propia vocación de custodios de la Creación. Porque nuestra Casa Común anhela custodios que colmen de bondad el seno de la tierra y que ayuden a paliar la grave responsabilidad que tiene el mundo con los pobres. Una brecha de desigualdad que solo se cura con dignidad, con justicia y con amor.
Laudato si´ desvela, en el espíritu de san Francisco de Asís, que «son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior» (LS, 10). Y es que la humanidad, recuerdan los obispos de la Subcomisión, «tiene el encargo de cultivar y cuidar la creación», hasta el punto de «organizar» la Casa Común y «caminar junto a ella» en una historia de salvación. Así, avanzando por el camino del Reino, en armonía, cuidado y fraternidad, la Iglesia ha de responder compasivamente al grito de la tierra y de lo humano. Sin distinción, haciendo inseparable del hondón de nuestras vidas el amor gratuito y consagrado de Dios.
Queridos hermanos y hermanas: Necesitamos la mística de la ecología integral y la fundamentación en el amor personal de Dios, en la relación con Él y con los hermanos en la comunidad eclesial. Y ponemos esta promesa en las manos de la Santísima Virgen María, para que Ella nos ayude a ser custodios de la Creación, en medio de este cielo nuevo y esta tierra nueva (Ap 21, 1) que Dios ha puesto en el corazón de nuestras vidas.
Con gran afecto, os envío la bendición de Dios.