El amor, la virtud de san Lesmes que «todos podemos imitar»

Don Mario Iceta presidió ayer la solemne eucaristía en honor del patrón de la ciudad. Una fiesta que volvió a recuperar algunas de las tradiciones suspendidas el año pasado a causa de la pandemia.
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La fiesta de San Lesmes volvió ayer a parecerse a lo que estábamos acostumbrados antes de la pandemia. Después de año confinados a causa del coronavirus, los Gigantillos volvieron ayer a lucir sus galas y bailar en honor del patrón de la ciudad, el benedictino que se ganó el reconocimiento de los burgaleses por las obras de caridad que realizó en bien de peregrinos y vecinos. Tampoco faltaron a la cita miembros de la corporación municipal encabezados por el alcalde, que ofreció el tradicional cirio a la tumba del santo, ni los habituales panecillos, recuerdo del afán por saciar el hambre de los pobres del santo abad. También el arzobispo acudió a la cita, engalanado cual burgalés, con sobria capa castellana para soportar un frío que, a decir verdad, no parecía de enero.

 

En su homilía, don Mario Iceta subrayó que san Lesmes «no solo se dedicaba a hacer obras de caridad, a hacer el bien», sino que lo que hacía, «ante todo», era amar. «Y esa es una virtud en la que todos podemos imitarlo», señaló Al igual que los vecinos de Jesús dudaban de su autoridad por ser «el hijo del carpintero», «lo mismo pueden decir de nosotros». «Sin embargo, el Espíritu del Señor también está sobre nosotros y el amor del que nos habla san Pablo puede ser una realidad en nuestra vida». «A veces nos falta fe en nosotros mismos para entender que los planes del Señor siempre salen adelante, es él quien nos da la fortaleza, como al profeta Jeremías», dijo aludiendo a las lecturas proclamadas en la celebración.

 

San Lesmes nació en Loudum (Francia) el año 1035; pero a petición de la reina Constanza, esposa de Alfonso VI de Castilla, se traslada a Burgos para habitar en el monasterio benedictino situado junto a la Iglesia de San Juan, con una hospedería para los peregrinos del Camino de Santiago. También trabajó con preocupación por construir puentes y sanear la ciudad, dados sus conocimientos de ingeniería. Por su caridad y servicio hacia todos, especialmente hacia los enfermos y necesitados, mereció ser considerado por Burgos como su patrono. Murió en el año 1097.

 

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