Ignacio Ruiz: «La Asamblea ya está dando sus frutos en el propio desarrollo del proceso»
Ignacio Ruiz Gutiérrez nació en Burgos en 1972. Cursó estudios de Ingeniería de Obras Públicas y Prevención de Riesgos Laborales. Durante un corto espacio de tiempo trabajó en Cataluña y País Vasco. Actualmente vive en Burgos, casado y con dos hijos. Pertenece a la parroquia de San Pablo, donde lleva 15 años como catequista y desde el 2 de julio de 2021 ejerce como secretario general de Cáritas en Burgos. También es miembro de la comisión teológico-pastoral de la Asamblea Diocesana y además pertenece al consejo de presidencia de la misma.
Ignacio cree que lo más importante de la Asamblea es que se trata de una experiencia vital y de Iglesia, tanto personal como comunitaria. «En definitiva, es una experiencia de comunión, de caminar juntos, de ponerse en camino y de encontrarse con otros. Y también una experiencia de oración, de diálogo, de escucha y especialmente de discernimiento». Otro aspecto muy importante, en su opinión, es que supone ponerse en manos del Espíritu, de «reconocer que por nosotros mismos posiblemente no acertemos con las decisiones que hay que tomar o los cambios que debieran de producirse».
El secretario general de Cáritas, que también participó en el Sínodo diocesano celebrado hace 25 años, reconoce que las cosas han cambiado mucho en este tiempo: «entonces no teníamos móviles, pagábamos en pesetas y no en euros, no existían las redes sociales, y estamos ahora ante una sociedad más envejecida, con la despoblación como gran problema que ya entonces comenzábamos a atisbar. Además, tenemos una sociedad muy secularizada, más indiferente con Dios». «Otro aspecto –apunta– es la desigualdad, que se ha incrementado en este tiempo, y la rapidez con la que se producen los cambios ahora y que generan miedos e incertidumbre. Han cambiado mucho las cosas en 25 años», añade.
El objetivo de la Asamblea, en su opinión, es «que todos los bautizados de la diócesis podamos ponernos a la escucha del Espíritu, nos juntemos para discernir, escucharnos y pensar cómo podemos transformar o revitalizar nuestra Iglesia. En definitiva, qué respuesta debemos llevar a la sociedad en la que vivimos. Por lo tanto, es un proceso de encuentro, de oración, de escucha que se va a materializar ahora en la fase final que acabamos de comenzar».
En cuanto a los temas que se están abordando, Ignacio apunta como más importantes «la renovación de lo que es el encuentro con Dios, cómo entendemos el tema de la oración, escuchar la Palabra, la Eucaristía y la importancia que tiene el primer anuncio», así como la necesidad de los procesos de formación «para que todos tengamos la posibilidad de razonar nuestra fe».
«Otros temas serán el intentar caminar hacia una presencia femenina más incisiva en la Iglesia, la necesidad de reestructurar tanto el ámbito rural como urbano y también las delegaciones y servicios pastorales. Además, hablaremos de los adolescentes, de la juventud, de la creación de una pastoral específica, y todo lo relacionado con la familia, la cultura, la universidad, sin olvidarnos del trabajo, la economía, el mundo de la salud, y no nos olvidaremos tampoco de los medios de comunicación y la manera de hacer llegar la realidad de la Iglesia a la sociedad».
¿Y en qué se va a plasmar todo ello? «Saldrá un documento con una serie de puntos que tendrá que aprobar el arzobispo. Pero sí quiero destacar que la Asamblea ya tiene unos frutos: el proceso en sí, ponerse en camino, discernir, escuchar y decidir entre todos. Esto es de por sí un fruto importante junto con el documento final que salga con recomendaciones, propuestas y prioridades e incluso indicaciones para poner en marcha iniciativas o nuevas estructuras. La Asamblea debe suponer una revitalización de nuestra Iglesia, su transformación, y de ello se derivará un impulso general para todas las personas que forman parte de la diócesis».