Peregrinaciones arciprestales para recuperar la normalidad

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El fin de la obligatoriedad de llevar mascarillas en los templos y lugares de culto devuelve poco a poco la normalidad a la vida sacramental de las iglesias, aunque no solo. Junto al aspecto litúrgico también empiezan a retomarse de forma progresiva algunas de las actividades que se llevaban a cabo en parroquias y arciprestazgos.

 

Así ha ocurrido durante el transcurso del último fin de semana. El pasado sábado 23 de abril, coincidiendo con el día de la Comunidad, dos arciprestazgos realizaron sendas excursiones. Las parroquias de La Sierra pasaron un dia de convivencia en León, donde contemplaron su catedral y celebraron la eucaristía, además de visitar otros monumentos emblemáticos. «Estos encuentros nos ayudan mucho a compartir amistad y fe entre los feligreses de todas nuestras parroquias y seguir caminando con ilusión en este tiempo pascual», señalan los organizadores de la expedición.

 

Junto a ellos, las parroquias de Burgos-Vena, en la capital, también escogieron ese día para realizar su primera excursión de forma conjunta. Eligieron como destino el castillo de Javier, en Navarra, donde conocieron la vida del santo patrono de las misiones y celebraron la eucaristía. También tuvieron ocasión de visitar el monasterio de Leyre.

Los retiros Effetá siguen sumando jóvenes en Burgos

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El pasado otoño desarrollaron el primero de sus retiros en Burgos con un éxito notable y el último fin de semana, en su segunda convocatoria, fue de nuevo un éxito, y sin mascarillas de por medio. Sesenta jóvenes participaron en el monasterio San Pedro de Cardeña en una nueva edición de «Effetá», un retiro para jóvenes de entre 18 y 30 años del que «no se puede contar mucho» pero al que animan a asistir desde «Jesús al Centro», la marca pastoral de las parroquias del casco histórico promotoras del evento. «Es un regalo para encontrarte con Jesús muy de lleno», han señalado en sus redes sociales.

 

En un clima de cierto secretismo, del que poco se encuentra en internet, los jóvenes (20 en esta ocasión) participan en un retiro organizado por otros jóvenes (han contado con el apoyo de 40 «servidores», entre los que se encuentran otros jóvenes que han asistido a anteriores retiros). Conocen los testimonios de personas que se han encontrado con Dios, que ha cambiado el rumbo de sus vidas. A través de diferentes dinámicas, se logra que los jóvenes se encuentren con Dios y, en muchas ocasiones, se logran auténticas conversiones. También hay sacerdotes a disposición de los participantes, listos para confesar o acompañar a los jóvenes.

 

La iniciativa está ya presente en numerosas ciudades de España. En Burgos cuenta con el respaldo del arzobispo, don Mario Iceta, que presidió el domingo en la iglesia de San Lorenzo la eucaristía de clausura de este singular retiro de «tipo impacto».

 

La parroquia que peregrina de Miranda a la Catedral por el Camino de Santiago

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La parroquia de Santa Casilda de Miranda de Ebro concluyó el pasado domingo su peregrinación a la Catedral de Burgos con motivo del Año Jubilar después de un curso «caminando juntos» y siguiendo, cada mes, varios hitos de la ruta compostelana a su paso por la provincia de Burgos. Grupos de entre 60 y 80 personas han compartido «vivencias, amistad, fe y testimonios de otros peregrinos y hospitaleros», detallan desde la parroquia. Se han convertido en una suerte de «peregrinos en familia» en los que se han aglutinado niños de apenas tres años, familias enteras, feligreses y amigos del barrio de Anduva. Una auténtica «experiencia familiar, sinodal y jubilar», describen.

 

La iniciativa de recorrer la ruta jacobea comenzó el 23 de noviembre, completando la etapa entre Castildelgado y Belorado. Desde entonces, cada mes, una nueva etapa. Los participantes destacan la hospitalidad recibida por la parroquia y las Clarisas de Belorado, por el párroco y comunidades de San Juan de Ortega, Cardeñuela de Riopico, San José obrero y los maristas de Miraflores, lugares donde han recalado a lo largo del itinerario. Además, junto a la peregrinación exterior se ha añadido una «peregrinación interior» acompañada de momentos de oración, confesión y testimonios «para saborear así la gracia del Jubileo y el encuentro con Dios, hogar de puerta siempre abierta».

 

El pasado fin de semana, ya en las inmediaciones de Burgos, realizaron el sábado –y bajo la lluvia– la penúltima etapa, entre Cardeñuela y la Cartuja de Miraflores. Por la tarde disfrutaron de una visita guiada al cenobio y «un viaje de altos vuelos», una manera diferente de contemplar la Catedral de Burgos, a cargo del profesor de secundaria Fernando Manrique.

 

Ya el domingo completaron la última etapa. A los peregrinos que hicieron el recorrido a pie se sumaron otros feligreses que se acercaron en autobús desde Miranda. Todos ellos recorrieron caminando los últimos kilómetros en un clima de alegría y entonando canciones de Pascua. En la plaza de San Fernando gritaron el «ultreia», lema que ha dado cuerpo a su peregrinación, para a continuación participar en los ritos jubilares. 120 peregrinos de Santa Casilda cruzaron la Puerta Santa del Perdón y celebraron la eucaristía. La jornada concluyó con una comida fraterna, un encuentro con el arzobispo, don Mario Iceta, velada, testimonios y rezo del Rosario en familia. Un curso y un fin de semana, en definitiva, «para dar gracias a Dios», señalan desde la parroquia.

 

El «santito» de Caleruega vuelve a visitar a la Virgen de Castro en la romería más madrugadora de la Ribera

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Dice la tradición que la beata Juana de Aza era una gran devota de la Virgen de Castro, advocación bajo la que se venera a la Madre de Dios en una pequeña ermita ubicada cerca de las ruinas de la ciudad romana de Clunia. Una devoción que trasmitió a su hijo, santo Domingo de Guzmán, peregrinando regularmente hasta Peñalba de Castro, localidad donde se encuentra el pequeño santuario. Ahora son los vecinos de Caleruega, localidad natal del santo, los que reviven cada año esta piadosa tradición. Lo hacen el tercer domingo de abril (o el cuarto si el tercero es Domingo de Resurrección como ha sido el caso este año). Es la romería más madrugadora de las que se celebra en la Ribera del Duero. La llaman la romería de Castro o más popularmente «del Santito», por el pequeño tamaño de la talla de santo Domingo que durante todo el camino portan los jóvenes, tarea reservada tradicionalmente a los recién casados a lo largo del año anterior. Un largo paseo por el campo que comienza saliendo de Caleruega con una primera parada en la denominada «Piedra de Castro», donde se reza un responso por los vecinos y vecinas fallecidos.

 

La pandemia fulminó la romería en el año 2020, pese a que todo estaba preparado desde hacía semanas, mientras que el año pasado se quedó en peregrinajes personales de vecinos y vecinas que, por su cuenta, no quisieron perder la tradición. Aunque no llevaron físicamente la imagen del santo, realizaron el trayecto con la petición especial a la Virgen de que cesara cuanto antes la pandemia.

 

Este año 2022 por fin se ha recuperado la romería al estilo de la «antigua normalidad», incluso sorteando la amenaza de la lluvia que finalmente no ha interferido en la tradición. También se ha podido cumplir la parada tradicional de descanso y convivencia en Araúzo de Torre, tanto a la ida como a la vuelta, con la acogida de los vecinos y vecinas a los peregrinos a los que por la tarde agasajan con una merienda.

 

El momento central de la romería es la misa de campaña, a la llegada de la imagen del «Santito». El tiempo ha permitido poder celebrarla al aire libre y que los participantes compartieran a continuación comida campestre con la leche frita como elemento indispensable, que sirve para estrechar los lazos entre los participantes que intercambian este dulce elaborado en cada casa. La vuelta a Caleruega tiene otros dos hitos importantes, también en honor a la Madre de Dios: de nuevo en compañía de los habitantes de Araúzo de Torre, la oración a la Virgen de los Remedios en su ermita de esta localidad, y un rato después, a la llegada a Caleruega, la despedida a Santo Domingo en la parroquia con el canto de la Salve popular.

 

La «romería del santito» no solo es la más temprana que se celebra en la comarca, sino que también marca el inicio de una serie de peregrinajes similares que se llevarán a cabo domingo a domingo protagonizado por otros municipios del entorno que comparten la devoción por la Virgen de Castro a imitación de santo Domingo de Guzmán, patrón de la provincia de Burgos y especialmente querido en la Ribera del Duero.

La misericordia de Dios empapa la tierra

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Queridos hermanos y hermanas:

 

«Dios es misericordioso y nos ama a todos. Y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a mi misericordia» (Diario, 723). Con este mensaje de Santa Faustina Kowalska latiendo con fuerza en mi recuerdo, celebramos hoy –con infinito gozo pascual– el Domingo de la Divina Misericordia.

 

La misericordia cambia el mundo, «lo hace menos frío y más justo», como ha manifestado, en más de una ocasión, el Papa Francisco. Porque el rostro de Dios es el rostro de la misericordia, el de un Padre que conoce de la primera a la última de nuestras debilidades y, sin embargo, las convierte en perdón hasta que regresemos para morar en Su presencia.

 

La misericordia alimenta la compasión, destierra el orgullo, la egolatría y la soberbia; nos hace, a la medida del amor de Dios, menos egoístas y más humanos.

 

La misericordia es sensible al dolor del hermano y al sufrimiento del herido, y vislumbra –en el corazón llagado– una tierra sagrada donde es necesario habitar para sembrar paz, sosiego y armonía.

 

Ciertamente, como escribió el profeta Jeremías, «el amor del Señor no tiene fin, ni se han agotado sus bondades. Cada mañana se renuevan; ¡qué grande es su fidelidad!» (Lam 3, 22-23).

 

Necesitamos la misericordia, estamos tan necesitados de actos de bondad y de compasión… Pero, para llegar a entender el corazón de su mensaje, hemos de abrazar la cruz de Cristo: el reflejo más grande de Su amor por cada uno de nosotros. Un camino que nos lleva a esa Resurrección que hemos de celebrar cada día: en nuestras familias, tareas ordinarias y ocupaciones. Hemos de ser compasivos; tanto como Dios espera de nosotros –hijos escogidos y preferidos– hasta que seamos signos vivos de Su amor.

 

Dios «ha elegido ser misericordioso con su pueblo» y, por tanto, «la misericordia es una expresión de quién es Él y su amor por nosotros” (Ex 34, 6- 7). Una mirada que se encarna en el mensaje que santa Faustina recibió de Jesús y que escribió en una de las páginas de su diario: «La humanidad no encontrará paz, hasta que no recurra con confianza a mi misericordia». Y, por eso, es tan importante que pidamos a Cristo que infunda el don de la misericordia en nuestra vida: perdonando a quien nos hiere, consolando al que sufre en soledad, acercándonos a los márgenes, siendo pacientes con quienes nos esperan para volcar sobre nuestras espaldas su agonía y amando a quienes se hacen pasar por nuestros enemigos.

 

Es la llama que dejó encendida el Papa san Juan Pablo II, en 2002, durante una visita a Polonia, su tierra natal: «Es preciso transmitir al mundo este fuego de la misericordia, porque en la misericordia de Dios el mundo encontrará la paz, y el hombre la felicidad». Paz y felicidad: dos caras que los cristianos debemos llevar impresas en una misma moneda, para así anunciar el derroche de amor que portamos como en vasijas de barro.

 

Queridos hermanos y hermanas: somos enviados –como Pueblo de Dios– para reparar la Casa del Señor; cuenta con nosotros para que restauremos las grietas del Reino y vivamos como Él vivió (Cor 5, 15).

 

Y me aferro a las palabras pronunciadas por el Papa emérito Benedicto XVI, cuando dijo que no se comienza a ser cristiano «por una decisión ética o una gran idea», sino «por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva».

 

El Hijo de Dios quiere recordarnos hoy que ha asumido nuestra carne, y así nos ama; siendo débiles, frágiles y quebradizos, pero misericordiosos.

 

Pase lo pase, solo el amor permanece. Lo entendemos si miramos a María, la Madre de la Misericordia, la mirada enamorada de Dios que viene a inundar de esperanza un mundo entristecido. Mirémosla, y descubriremos que Ella nos ayuda a vivir con entrañas de misericordia.

 

Seamos misericordiosos, como también lo es nuestro Padre (Lc 6, 36), hasta que empapemos de bondad la tierra y hasta que vayamos por cañadas oscuras y nada temamos al descubrir que la bondad y la misericordia del Señor nos acompañan todos los días de nuestra vida (Sal 22).

 

Con gran afecto, os deseo un feliz Domingo de la Divina Misericordia.

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos