El Círculo Católico potencia su acción social en sus nuevos Estatutos

por redaccion,

 

circulocatolico

 

Después de casi 20 años de la última reforma estatutaria, y de conformidad a las actuaciones de homologación de marca, el Círculo Católico ha actualizado sus estatutos y renovado parte de su Consejo de Gobierno. En su nueva composición cuenta con un 40% de presencia femenina y 60% de masculina. Destaca la creación de la Junta Coordinadora, un ‘órgano de encuentro, comunicación y signo de pertenencia’ donde están representados la Fundación, el sindicato, la Schola Cantorum, el colegio Círculo, el grupo de danzas ‘Tierras del Cid’, la orquesta Santa Cecilia y el Club Deportivo Juventud. Este nuevo órgano servirá para coordinar las actividades y hacer llegar a toda la sociedad la obra del Círculo, de su Fundación y de todas las instancias que lo integran.

La asociación pública de fieles Círculo Católico dota de más poder a sus socios, siendo ellos los que aprueben la memoria anual, el presupuesto y las líneas generales de actuación. Con estas nuevas medidas se persigue mayor coordinación entre el Consejo de Gobierno y la asamblea de sus socios y más transparencia en su gestión.  También se amplía el alcance de sus actividades y programas abiertos a toda la sociedad, entendiendo que la cultura, la educación, la música o el deporte deben llegar a máximo número de beneficiarios.

Con la aprobación de los nuevos estatutos queda cerrada la crisis de la entidad que en 2016 motivó la intervención del Sr. Arzobispo D. Fidel Herráez. En ellos se visualiza la misma línea de acción entre la constructora benéfica del Círculo, la Fundación Círculo y la asociación Círculo Católico.  De esta manera, sin perder la esencia de la Doctrina Social de la Iglesia, la asociación Círculo Católico potencia su acción social con más eficacia, transparencia y alcance.

2022 11 07 lunes: Resumen de prensa

por redaccion,

Patrimonio

 

Sociedad

¡Gracias, Iglesia, por tanto!

por redaccion,

 

Queridos hermanos y hermanas:

 

Hoy, cuando celebramos el Día de la Iglesia Diocesana, solo puedo expresar –a viva voz y con toda el alma– el latido más profundo que mi corazón siente: Gracias por tanto.

 

Decía Santa Teresa de Calcuta que «las palabras amables pueden ser cortas y fáciles de decir, pero sus ecos son realmente infinitos». Y es ahí, en el eco de una amable y sincera acción de gracias, atravesando el puente que separa la petición de la gratitud, donde deseo poner hoy mi vida, mi ministerio, mi palabra de pastor.

 

Desde siempre, al día que hoy conmemoramos le han acompañado cuatro pilares fundamentales: oración, tiempo, cualidades y corresponsabilidad económica. Contrafuertes de una Iglesia que, como ha subrayado el Papa Francisco en varias ocasiones, «no es una fortaleza cerrada», sino «un hospital de campaña» capaz de agrandarse para acoger a todos.

 

En la oración reconocemos que Dios habla en el silencio; un silencio que posibilita la escucha, que da sentido y plenitud. Necesitamos la oración, ese «encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre», como decía san Agustín, para alimentar la respiración de nuestra vida espiritual. Solo desde ese «tratar de amistad», a la luz de santa Teresa de Ávila, tienen sentido nuestras acciones: estando muchas veces «tratando a solas con quien sabemos que nos ama».

 

La parroquia necesita, también, de nuestro tiempo. Tiempo para ponernos al servicio de los demás, para ponernos a los pies de nuestros hermanos siempre que haya una herida que curar, una mirada que acompañar o un corazón que consolar. Si la oración es la llave que abre el corazón de Dios (san Pío de Pietrelcina), el tiempo que entregamos por puro y gratuito amor va moldeando, poco a poco, el corazón de la Iglesia.

 

Y, para ello, hemos de aportar –mediante nuestras cualidades– lo que somos y tenemos. «Con la fatiga y el sufrimiento, con una vida conforme al Evangelio, con la renuncia y la cruz, con el espíritu de las bienaventuranzas» (Evangelii nuntiandi, n. 10), proclamando el Reino de Dios y su justicia; de manera que puedan decir de nosotros, como lo hicieron del Señor, «todos daban buen testimonio de él, maravillados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca» (Lc 4, 22).

 

Finalmente, para este día, es importante también nuestra corresponsabilidad económica. Esta Iglesia que peregrina en Burgos ha sido siempre un caudal inigualable de gratitud y de generosidad. Las cifras las sostienen, de principio a fin, las personas, merced a ese amor que soporta todo y que no teme a nada. Pero es necesaria nuestra colaboración para sostener como se merece nuestra Casa Común que celebra la liturgia, sostiene el amor a los hermanos, fomenta la comunión, proclama la misericordia de Dios y sirve a los más necesitados. De otra forma, ¿cómo vamos a amar a Cristo al margen de su Iglesia? Sigamos la estela de san Pablo, hasta que se escuche en el confín de la tierra: «Amó a la Iglesia y se entregó por ella» (Ef. 5, 25).

 

Querida Iglesia burgalesa, de alma entregada y corazón traspasado por el Amor: que este Día de la Iglesia Diocesana sea una nueva oportunidad para ser y hacernos hogar. Y si pensamos que nuestra vida, nuestra ofrenda y nuestra fe no son suficientes para celebrar, pongamos la mirada en la Virgen María; contemplando cada detalle de Su rostro entendemos que «nos convertimos en lo que amamos, y quien amamos moldea aquello en lo que nos convertiremos» (Santa Clara de Asís).

 

Con gran afecto, feliz día de la Iglesia Diocesana.

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos

Unidades pastorales: hacer de la necesidad una virtud

por redaccion,

<
>
Más: galería fotográfica completa

 

La sociología ha cambiado considerablemente. Los pueblos se vacían –especialmente en invierno– y las comunidades cristianas son cada vez más pequeñas. Ante esta realidad, «la Iglesia no puede permanecer de modo estática, no puede ser una foto fija. Está hecha para evangelizar y si la sociología es distinta ha de saber acompañar de nuevos modos y nuevas formas». Con esta afirmación, don Mario Iceta ha enmarcado el Encuentro Diocesano de Pastoral, celebrado hoy en Miranda de Ebro. De este modo, la reestructuración territorial de las parroquias en torno a unidades pastorales ha centrado la reflexión de la mañana. «Las unidades pastorales nos enseñan a vivir en comunión y vivir unos con otros, a ser Iglesia evangelizadora y en misión, en un ambiente sinodal», ha subrayado el arzobispo.

 

Para el pastor de la archidiócesis, estas nuevas configuraciones territoriales deberán implementarse «allí donde sean necesarias». Para ello deberán romperse los esquemas de «estar acostumbrado a mi misa y mi sitio» y abogar por «el nosotros». «El evangelio nos pide romper barreras y límites», ha insistido. De este modo, las unidades pastorales se convertirán en «una herramienta para la evangelización» que se irán imponiendo poco a poco por los cambios sociales. De ahí la advertencia del prelado: «Es necesario hacer de esta necesidad una virtud. No queda más remedio que trabajar juntos», ha asegurado.

 

El vicario territorial, Julio Andrés Alonso, ha sido el encargado de exponer los objetivos que pretenden conseguir estas unidades pastorales. También se han presentado experiencias concretas donde estas estructuras comienzan a andar, como entre las parroquias del entorno de Villarcayo, en la provincia, y de San Gil y San Lorenzo, en la capital. También se ha escuchado el testimonio de otras iniciativas de la diócesis de Bilbao, en los pueblos cercanos a Gernika y en el entorno a la basílica de Begoña.

 

«Gracias por tanto»

 

Tras la reflexión, ha llegado el turno de visitar distintos emplazamientos de la ciudad y celebrar la eucaristía en la iglesia de Santa María. Teniendo como trasfondo el Día de la Iglesia Diocesana, el arzobispo ha querido dar las gracias «por la Iglesia hermosa» y por los «numerosos santos» que la conforman. «Ojalá nuestra actitud fundamental sea siempre el agradecimiento y no la queja. Mira los dones que te ha dado el Señor y haz del agradecimiento tu forma de vida», ha pedido a los asistentes. «No pienses tanto qué puede hacer por ti la Iglesia, sino qué puedes hacer tú por ella. Confiad en Dios; esto es suyo y él lo llevará adelante».

 

La jornada también ha contado con una comida de hermandad y una celebración final en el parque Antonio Machado, que ha contado con las intervenciones del grupo de danzas de la asociación ecuatoriana Virgen del Cisne, las cantantes mirandesas Marina y Celia, una actuación de miembros del programa de infancia y juventud de Cáritas Miranda y las animaciones de Ricardo García, Richi.

 

Ha sido la primera vez que el Encuentro Diocesano de Pastoral se celebraba fuera de la capital, como una de las propuestas de la Asamblea Diocesana, que quiere convertir estos eventos en encuentros de carácter sinodal.