El nuevo curso de Doctrina Social de la Iglesia profundizará en la realidad de la pobreza

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Doctores de la Facultad de Teología, en la inauguración del curso pasado.

En noviembre comenzará el curso monográfico de Doctrina Social de la Iglesia, durante el cual se estudiará a fondo el documento episcopal «Iglesia, servidora de los pobres». El objetivo del mismo será la reflexión y acercamiento a la realidad de la pobreza en su situación y causas,  el conocimiento de la propuesta de la Doctrina Social de la Iglesia frente a la pobreza y despertar el compromiso y la acción a favor de la inclusión y la justicia.

 

El curso estará destinado a sacerdotes, religiosos y laicos que deseen conocer y profundizar en el magisterio episcopal; personas comprometidas contra la pobreza y exclusión, y profesores de religión que deseen conocer la enseñanza social y sus aplicaciones a aula. Además, contará con una metodología activa, mediante la presentación de temas y propuestas, con un debate y diálogo abierto entre los participantes y la cultura actual. Los profesores entregarán a los alumnos el material necesario para el seguimiento y desarrollo del curso y no se realizan pruebas, ni exámenes o trabajos fuera del aula.

 

 Las clases tendrán lugar en el Aula Minor de la Facultad de Teología (1º piso), en horario de 19.30 a 21.15 horas los jueves. Para participar en el curso, cuyo plazo de matriculación ya está abierto, hay que acudir a la Secretaría de la Facultad de Teología, en horario de lunes a viernes de 11 a 13.30 hora y los miércoles de 18.30 a 19.30 horas. Al final del curso se impartirá un diploma acreditativo de asistencia.

 

Los interesados pueden solicitar más información en la Facultad de Teología (C/ Martínez del Campo 10) o llamando al teléfono 947 267 000. También pueden escribir al correo electrónico [email protected].

 

En cuanto al temario y los profesores que lo impartirán, puede consultarse en el siguiente documento adjunto:

Curso doctrina social 2016-17

200 peregrinos viajan a Lourdes con la Hospitalidad Diocesana

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Fotografía de la expedición burgalesa.

 

Del jueves 8 al domingo 11 de septiembre, más de doscientas personas, entre peregrinos, enfermos, enfermeras y camilleros han participado en la XXXV Peregrinación de la Hospitalidad de Lourdes de Burgos.

 

Además de los actos ya tradicionales como el Rosario de antorchas, la procesión eucarística, la penitencial, los baños en las piscinas y los diversos Via Crucis, en este Año Jubilar se celebró el paso por la Puerta de la Misericordia.

 

El arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, acompañó en diversos momentos a los participantes, tuvo tiempo para reunirse con los voluntarios, presidir la eucaristía en la gruta de las apariciones y almorzar en la gran paellada de confraternización que concluyó con un animado festival.

Acción de gracias

Al concluir la peregrinación, tras despedirse de la Virgen, los peregrinos vuelven con la alegría de haber vivido una experiencia de fe, de servicio y solidaridad. Experiencia a la que van sumándose nuevos enfermos, peregrinos, y voluntarios cada vez más jóvenes. Por esa experiencia dan gracias a todas las instituciones y particulares que lo han hecho posible, y también a Dios, con la celebración de una eucaristía el próximo sábado 17 de septiembre, a las 19:20 horas en la Parroquia de San Gil.

2016 09 12 lunes: resumen de prensa

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Actualidad

Ecclesia publica la la carta de esta semana del arzobispo de Burgos, don Fidel Herráez Vegas:

Ayer se celebró la procesión del Santo Cristo de Burgos por las calles del centro de la ciudad:

 

El alcalde de Cabra del Santo Cristo ha reclamado en una misiva al Ayuntamiento de Burgos que la imagen que preside el salón de plenos, una vez retirado tras petición formulada por Imagina, sea enviado a su pueblo:

Sociedad

Numerosas localidades celebran estos días las fiestas en honor a su patrona:

Cultura

La Real Casa de la Moneda trae a la Sala Valentín Palencia de la catedral una exposición sobre la fabricación del papel moneda:

 

 

 

 

Cambios de gestión en la librería de la Casa de la Iglesia

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Enrique y María Rosario gestionan ahora la Casa de la Iglesia.

 

Una de las primeras estancias que recibe a aquel que visita la Casa de la Iglesia es la dedicada a la librería diocesana. En ella se pueden encontrar numerosas obras de carácter religioso de diversas editoriales y artículos a la venta como rosarios, estampas o figuras religiosas, además de productos destinados a la celebración litúrgica.

 

Esta librería cuenta con décadas de historia. Su funcionamiento arrancó hace 31 años por iniciativa del arzobispo Teodoro Cardenal, quién mostró ilusión por que las Operarias del Divino Maestro (Avemarianas) se asentasen en Burgos. Por entonces, don Teodoro había puesto en marcha la Casa de la Iglesia, y les propuso hacerse cargo de ésta, que en esos momentos no contaba con el arzobispado incluido en sus instalaciones. Aceptaron esta tarea y desde ese momento se ocuparon no sólo de la librería diocesana, sino también de gestionar la Casa: distribución de salas, abrir por las tardes para que estuviese disponible para quienes quisieran acercarse, comunicar los teléfonos y llamadas para los distintos departamentos y delegaciones, etc.

Tiempo de aprendizaje

Sin embargo, estos años al frente de la librería de la diocesana han terminado para las hermanas Avemarianas, que dejaron la Casa de la Iglesia el pasado mes de julio tras ser llamadas para iniciar una nueva etapa en diversos destinos. Ahora, la gestión de este lugar está en manos de Enrique Díez y María Rosario Vicuña, y que fueron preparados por las hermanas para asumir esta labor antes de partir.

 

Enrique cuenta que su incorporación no fue casualidad, ya que estando en paro, se acercó a la librería para hacerse con un libro, «me dijeron que se iban a marchar, y les comenté que si les interesaba que las sustituyese, estaba dispuesto. Y así fue». María Rosario recuerda cómo fue el aprendizaje durante el mes de julio en el que las hermanas les traspasaron las responsabilidades que implica esta tarea: «En pocos días tuvimos que asimilar su experiencia de años». La hermana Conchi les enseñó numerosos detalles prácticos para ayudarles en la gestión de la tienda. Además, también fueron presentados a las personas que habitualmente se acercan a este lugar para que se fueran conociendo, «y que así no se encontraran con gente nueva de repente».

Confianza en su labor

Tanto Enrique como María Rosario comentan que las hermanas Avemarianas dejaron la librería con tristeza, pero también con alegría: «Decían que estaban contentas por habernos elegido a nosotros, y que les daba tranquilidad ver que este lugar quedaba en buenas manos». «Para mí, que expresasen esa ilusión y esa confianza por que nos quedásemos nosotros sustituyéndolas supuso un empuje y un aliciente enorme», añade María Rosario. Enrique, que es diácono permanente, también destaca ese respaldo que le proporcionaron las hermanas, y el bien que supone de cara a su ministerio ejercer la tarea de gestionar la librería. Ambos también señalan las peculiaridades de esta: «No es una librería que busque beneficios, sino que tiene el objetivo de ofrecer un servicio a la diócesis y a quienes forman parte de la Iglesia, no sólo sacerdotes, religiosos y religiosas, sino también para los laicos que buscan obras o determinados productos que no pueden encontrar en Burgos hoy en día». También se procura dar las máximas facilidades para conseguir una obra difícil de conseguir, además de intentar tener de todo para que, por ejemplo, si un párroco necesita reponer el vino, o las formas que serán consagradas en la misa, las velas u otros materiales para la celebración litúrgica, «no tenga que pasar por varios sitios para ir obteniendo cada unos de éstos, sino que pueda venir aquí y conseguirlo todo». «Hay cosas que tenemos aquí que no son rentables, pero las tenemos porque esto es un servicio a la Iglesia, no un negocio», comenta Enrique. Ese espíritu de servicio también se muestra a la hora de atender a las personas que se acercan a la librería: «A veces viene gente que no necesita compara nada, sino ser escuchada y estar aquí pasando un momento agradable, y para eso también tratamos de estar disponibles. La escucha y la acogida forman parte de la labor».

Laicos que estudian Teología

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Queta y José Luis estudian Teología en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Jerónimo.

 

Algunos piensan que es muy duro, sólo apto para grandes filósofos o sesudos estudiosos. Otros creen que es algo destinado exclusivamente para sacerdotes, religiosos o docentes. Sin embargo, el estudio de la Teología está al alcance de todos y son muchos los laicos que, bien por curiosidad, bien por una necesidad formativa, también se lanzan a estudiar la ciencia sagrada. La Facultad de Teología del Norte de España, en su sede de Burgos, ofrece desde 1995 la posibilidad de cursar el bachiller y la licenciatura en Ciencias Religiosas, así como la DECA para ser profesor de Religión en infantil, primaria y secundaria a través de su Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Jerónimo, unos cursos que al desarrollarse en horario vespertino son seguidos en su mayoría por laicos.

 

Esta oferta formativa tiene su origen en el Instituto de Teología para Laicos que puso en marcha el centro de estudios teológicos allá por el lejano 1968. En la actualidad, ofrece una enseñanza institucional completa y orgánica de la Teología, así como de los necesarios presupuestos filosóficos y de otras ciencias humanas, con el fin de contribuir a la formación académica y pastoral de sus alumnos. Además, ofrece la posibilidad de cursarlo en dos modalidades, online –es decir, desde casa y aprovechando las potencialidades de las nuevas tecnologías– y presencial.

 

José Luis García y Enriqueta Alonso son algunos de los que han optado por esta segunda posibilidad. Todas las tardes, de 18:45 a 21:10, sacan un hueco para volver a coger sus libros y desplazarse hasta la Facultad para cursar sus materias de Teología. José Luis decidió estudiar animado por José Manuel, el anterior cura de su parroquia, San Julián Obispo, donde era y continúa siendo catequista. Empezó cursando alguna asignatura suelta; después se fue enganchando y, en su tercer año, ha decidido matricularse del curso completo. Enriqueta –Queta para sus amigos– «empezó por curiosidad». «Quise saber; pensaba que la mujer no tenía el puesto que meritaba en la Iglesia y decidí empezar por donde comienzan los hombres, por estudiar Teología». «Al principio fue horroroso, no conocía los términos y me dieron ganas de dejarlo porque no entendía nada», revela. Y es que ella se considera «una mujer del mundo, poco de Iglesia». Pero ahora, «estoy encantada con los profesores y mis compañeros, que siempre tenemos ganas de aprender», revela, «tienen mucha paciencia, te lo explican todo y te ayudan en todo lo que necesitas; hay muy buen ambiente y somos buenos amigos». Sin duda, «ha sido la mejor opción que tomé el año pasado», subraya. Así que para ella, la Teología es una ciencia apta «para todo el mundo».

La Teología en su vida

Después de veinte años sin estudiar, que estos laicos vuelvan a las clases tiene su mérito. No es fácil compaginar su día a día, sus quehaceres, sus trabajos y su familia con los estudios. José Luis es funcionario y revela que «alguna vez me han reclamado más atención en casa». Y es que «el trabajo, el llegar a casa, hacer las labores, estudiar un poco, las clases»… hacen que su vida lleve un ritmo trepidante. Además, en su tiempo libre sigue colaborando con la parroquia y en todo lo que haga falta. Aún así, no lo quiere dejar porque «la Teología engancha y se vive» y «porque estudiar a Cristo no es como estudiar cualquier otra cosa; él está vivo y forma parte de tu vida», asegura. Le apasiona estudiar las asignaturas que tienen que ver con Jesús: la cristología, los evangelios o las cartas de San Pablo. A Queta le ha «encantado la mariología» y ambos destacan en subrayar que la filosofía es su hueso duro.

 

Ambos reiteran que les gustaría sacar más tiempo para poder profundizar en lo que aprenden en clase, a la que acuden «contentos e ilusionados» aunque el de Teología «no sea un título que necesitemos». Así, los estudios van formando parte de su día a día, ayudándoles a vivir su fe bajo un nuevo prisma. José Luis asegura que sus estudios le «ayudan a vivir la fe con coherencia, de un modo más maduro», mientras Queta subraya que le ha ayudado a «tener argumentos para apoyar mi fe, salir de casa y desmontar algunos mitos que tenía sobre la Iglesia».

 

Algunos de sus amigos se sorprendieron en su día de que decidieran estudiar Teología –«¿Y por qué no?», les respondía Queta–. Ahora son ellos los que animan a otros laicos «e incluso alejados» a decidirse por cursar si no todas, al menos algunas de las materias u otras propuestas formativas que la Facultad ofrece para laicos, como la Cátedra Francisco de Vitoria y sus aulas sobre Doctrina Social de la Iglesia, Patrimonio o formación familiar. «Los profesores saben adaptarse a nuestra situación personal y laboral; entre los alumnos hay mucha amistad y se puede compatibilizar con tu día a día». Además, «es algo que engancha y ayuda mejor a conocer a Cristo, te ofrece nuevos argumentos para tus conversaciones con tus amigos» o, simplemente, «abre nuevos horizontes».