El papa canonizará a la fundadora de las «Hermanas Azules»

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Las hermanas de la Inmaculada Concepción celebrarán en los próximos días un gran acontecimiento: la canonización de su fundadora, Jeanne Emilie de Villeneuve. El acto tendrá lugar el 17 de mayo en la Plaza de San Pedro del Vaticano y estará presidido por el papa Francisco.

 

Nacida en Toulouse el 9 de marzo de 1811, perteneciente a la nobleza francesa, es la tercera hija del Marqués de Villeneuve y de Rosalie d’Avessens. Vivió en el Castillo de Hauterive, cerca de Castres, donde gozó de un ambiente familiar y una educación que la prepararon  para el futuro.

 

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Retrato de Jeanne Emilie de Villeneuve

 

Desde muy joven, Emilie destacó por su amor a Dios, expresado  en sus cuidados y entrega  a los  pobres, enfermos, frágiles y excluidos, a quienes desea  manifestar así el amor que Dios les tiene.

 

A sus 25 años, el 8 de diciembre de 1836, fundó en la localidad francesa de Castres, junto con otras dos jóvenes,  la Congregación de las Hermanas de la Inmaculada Concepción. En 1847 envió las primeras hermanas a África. Murió a los 43 años víctima del cólera y fue beatificada en 2009.

 

Hoy las «Hermanas Azules» continúan viviendo el proyecto de Emilie en los distintos lugares del mundo donde se encuentran:  Europa, África, América y Asia.

 Presencia en Burgos

Las hermanas, hermanos y laicos, que siguen el carisma de Emilie, se sienten «muy felices de poder celebrar este gran acontecimiento» a la vez que se ven «impulsados y comprometidos a vivir, en nuestro mundo de hoy, la espiritualidad y carisma heredado de Emilie y hecho vida por todas las hermanas que nos han precedido», tal como detalla la hermana María Piedad Vesga, superiora de la comunidad en Burgos. Trabajan en la parroquia de la Inmaculada desde hace 20 años sobre todo en el servicio a obras de caridad en la popular barriada en Gamonal.

 

La diócesis se manifestará ante las últimas tragedias en el mar Mediterráneo

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lampedusa

 

Ante los cientos de inmigrantes fallecidos en el mar Mediterráneo, y en solidaridad con el sentir del papa Francisco, las parroquias de la diócesis se sumarán este domingo en un gesto público para denunciar estas «muertes evitables» y «orar por los inmigrantes fallecidos».

 

Coordinado por la vicaría de acción socio-caritativa de la diócesis, el gesto público -a la salida de las misas de las parroquias de la diócesis- será un acto «sencillo y a la vez profundo», a través del cual «se quiere aportar nuestra denuncia y nuestra oración en medio de la sociedad, junto a tantos otros que cada día sueñan y trabajan por un mundo mejor».

 

Serán cada una de las parroquias las que decidan tras qué misa celebren el gesto público, en el que se leerá, además, un manifiesto que se ha elaborado desde la vicaría. El gesto es público y mediante el mismo se pretende denunciar «que no podemos seguir mirando para otro lado, ya que esas muertes son evitables», tal como dice el manifiesto. Son hechos que «deben sacudir nuestra conciencia y la de nuestros gobernantes europeos y los organismos internacionales para actuar con decisión y evitar que estas tragedias se repitan». “No se puede tolerar que el Mediterráneo se convierta en un gran cementerio”, concluye el escrito.

Reacciones diocesanas

Ya el pasado lunes la mesa diocesana de pastoral con inmigrantes manifestaban su malestar ante las sucesivas tragedias acontecidas en el Mare Nostrum. A este respecto, decían, el próximo 11 de mayo se celebrará además un Círculo de Silencio en el Paseo Sierra de Atapuerca, en el que serán recordados los fallecido en el último naufragio. También las parroquias de Miranda de Ebro han decidido hacer como gesto público este domingo un multitudinario círculo de silencio en el parque de Antonio Machado a las 14:00 horas.

 

Los obispos españoles rinden homenaje a santa Teresa de Jesús

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obsipos españoles ávila

Los obispos, a su entrada en el convento de «La Santa».

Tras concluir su asamblea plenaria, setenta y ocho obispos españoles se han desplazado esta mañana hasta Ávila con motivo de la celebración del quinto centenario del nacimiento de santa Teresa. Tras visitar el monasterio de la Encarnación, en el que Teresa pasó muchos años y desde donde salió para fundar, los obispos se han trasladado hasta el convento de la Santa, donde han celebrado una eucaristía en la iglesia que se levantó en el emplazamiento de su casa natal. Presidida por el cardenal Ricardo Blázquez Pérez, presidente de la CEE y arzobispo de Valladolid, en la eucaristía y peregrinación participa también el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín.

 

En su homilía, Blázquez ha señalado que los obispos españoles ponen sus «trabajos y esperanzas ante la santa, que en sus tiempos recios se desvivió por forjar amigos fuertes de Dios. Su intercesión nos alienta en nuestra situación que reclama ante los desafíos pastorales una disponibilidad decidida y alegre para continuar el camino a que ella nos invitó en Alba de Tormes a punto de morir: ‘Es tiempo de caminar'».

Una semana de trabajos

Los obispos españoles han estado trabajando en Madrid desde el pasado lunes 20 de abril. Durante su reunión, han tratado varios asuntos de interés, entre los que se encontraban la presentación del documento «Iglesia, servidora de los pobres», el informe sobre Distribución del Clero en España o el nuevo Plan Pastoral de la CEE para el período 2016-2020.

 

Tras el viaje a Ávila, moseñor Gil Hellín se desplazará hasta Roma para participar en la peregrinación que están realizando los niños de la escolanía de los Pueri Cantores de la catedral de Burgos.

Buscaban una vida mejor

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Resuenan aún los ecos de las palabras pronunciadas el pasado mes de noviembre por el papa Francisco ante el Parlamento Europeo: “No se puede tolerar que el Mediterráneo se convierta en un gran cementerio”. Pero las noticias desgraciadamente lo confirman: más de 700 muertos entre Libia y Malta el pasado domingo 19 de abril; pocos días antes, otros 400; y así un trágico y continuo goteo, que alcanza la cifra de al menos 25.000 ahogados en el Mediterráneo desde el año 2000. A este drama se une otro no menos grave: el de las víctimas producidas por conflictos y guerras en diferentes lugares del mundo, víctimas con frecuencia por su condición de cristianas.

 

“Son hombres y mujeres como nosotros, hermanos nuestros que buscan una vida mejor, hambrientos, perseguidos, explotados, víctimas de guerras, buscan unan vida mejor… Buscaban la felicidad”. Con estas palabras mostraba su pesar el papa Francisco el domingo pasado. También los obispos españoles reflexionaron sobre esta realidad el lunes 29, y guardaron un minuto de silencio al comenzar su Asamblea plenaria. Nosotros, hoy, cristianos de Burgos, nos unimos al sentir y a la oración de toda la Iglesia en favor de nuestros hermanos muertos y desaparecidos.

 

No podemos callarnos ni mirar para otro lado: son muertes evitables. Deben sacudir nuestra conciencia, y la de nuestros gobernantes europeos y los organismos internacionales. Tenemos que actuar con decisión para evitar que estas tragedias se repitan. Y esto de tres formas: mejorando los sistemas de rescate y acogida, haciendo que en el camino no haya mafias que trafiquen con seres humanos, y actuando en el origen de los conflictos que provocan estos éxodos masivos de refugiados. Desde la comunidad cristiana nos ofrecemos a colaborar en las iniciativas que la sociedad y las autoridades lleven a cabo para acabar con estas situaciones.

 

Como gesto público, invitamos a todas las parroquias y comunidades religiosas a motivar y guardar un minuto de silencio al terminar las misas del próximo domingo 26 de abril; gesto que realizaremos en la calle, junto a las puertas de las iglesias, en solidaridad con todos los hombres y mujeres de buena voluntad que cada día sueñan y trabajan por un mundo más justo y más fraterno.

Amasando pan del cielo

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monjas formas burgosSon las 9:30 de la mañana y las máquinas empiezan a funcionar. Tres días a la semana, seis de las trece hermanas que componen la comunidad cisterciense del monasterio de san Bernardo de Burgos, se afanan en amasar la harina que se convertirá en el cuerpo de Cristo en las eucaristías de más de media diócesis. No recuerdan desde cuándo realizan este trabajo -“lo hacemos desde siempre”, asegura la hermana María del Mar-; primero en su antiguo monasterio en la calle Calzadas de Burgos y, ahora, en el moderno edificio que ocupan en la calle de los Pisones desde 1973.

 

Pocos se imaginan la labor que hay detrás de este modesto obrador, que es capaz de producir 55.000 formas cada día de trabajo. Bastan dos ingredientes básicos: agua y harina. Después, la mano y el buen hacer de estas religiosas -que ven en este oficio “un modo de servir a la Iglesia” y cumplir con el lema de su tradición benedictina de “orar y trabajar”- hacen el resto. Una vez mezclados el agua y la harina, se cuecen en una máquina especial creada para ellas en 1987. Después, la masa cocida se deja secar de dos a tres días, para pasar después a una sala humidificadora que “ablanda” la masa para poderla cortar y evitar que se desmigaje. Una vez cortada con la ayuda de unas máquinas especiales, las formas recortadas se dejan secar de nuevo, se pesan y se empaquetan con mimo. Su destino, las parroquias de la diócesis de Burgos y de otras vecinas, así como la de otros monasterios de España, donde “el sacerdote las convertirá en el cuerpo de Cristo”, comentan con una gran sonrisa.

 

Para ellas, la elección de este modesto trabajo “no es una opción por cuestiones prácticas y mucho menos remunerativas”. Lo hacen, aseguran, “por amor a la Iglesia”. Sea como fuere, desde este pequeño monasterio de la capital, unas religiosas seguirán trabajando para hacer que la eucaristía sea el sacramento que fomente la unidad de todos los cristianos de la diócesis.