El buey, la mula y el niño de Belén

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Cope – 2 diciembre 2012

Estos días se ha armado una pequeña algarabía mediática a propósito de unas palabras del Papa en su reciente libro «La infancia de Jesús», último volumen de su trilogía sobre Jesús de Nazaret. Todo, porque Benedicto XVI hace esta afirmación: «María puso a su niño recién nacido en un pesebre (Cf. Lc 2, 7). De aquí se ha deducido con razón que Jesús nació en un establo, en un ambiente poco acogedor –estaríamos tentados de decir: indigno–, pero que ofrecía en todo caso la discreción necesaria para el santo evento (…) El pesebre hace pensar en los animales, pues allí es donde comen. En el Evangelio no se habla en este caso de animales» (pp. 74 y 76).

Pero el Papa, sabio y veterano profesor, puntualiza que es «en el Evangelio» donde «no se habla de animales» (p. 76). Efectivamente, san Lucas, que es quien describe el Nacimiento de Jesús en Belén, no habla de animales junto al pesebre. Pero eso no quiere decir que no los hubiera. ¡Cuántas cosas que han visto quienes escriben libros de viaje o de historia, no las trascriben. Por eso, no es extraño que el Papa –siempre profesor– pueda decir que «la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo Testamento relacionados entre sí, ha colmado muy pronto esta laguna, refiriéndose a Isaías: ‘El buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño: Israel no me conoce, mi pueblo no comprende».

De todos modos, no está de más recordar que hasta el siglo trece no existieron «belenes/nacimientos», ni buey ni mula, pues todo esto es obra del simpar san Francisco de Asís. San Buenaventura nos ha dejado este precioso testimonio: «Tres años antes de su muerte, él (Francisco) quiso celebrar en Greccio el recuerdo del Nacimiento del Niño Jesús, y deseó hacerlo con toda posible solemnidad, a fin de aumentar mayormente la devoción de los fieles. Para que la cosa no fuese adjudicada a manía de novedad, primero pidió y obtuvo el permiso del Sumo Pontífice». Francisco comenzó los preparativos quince días antes del 25 de diciembre. Eligió un lugar abierto donde pusieron un paño blanco, como los del altar, y llevaron gran cantidad de heno. Luego trasladaron un asno, un buey y gran cantidad de otros animales. Hizo instalar un altar y un pesebre con paja y colocó en su interior la imagen en piedra del Niño Jesús. Nueve días antes del 25 de diciembre convocó a todo el pueblo para celebrar una misa en presencia de la representación del Nacimiento. El entusiasmo del santo y del pueblo fue indescriptible. Hoy «el belén» de san Francisco está extendido por casi todo el mundo católico.

¿Benedicto XVI ha desautorizado esta práctica tan popular y entrañable, y, más en concreto, la presencia del buey y la mula? Todo lo contrario. «Ninguna representación del nacimiento –dice expresamente– renunciará al buey y al asno» (p. 76-77). Lo que Benedicto XVI ha hecho es darle un plus de significado. Haciendo una fina reflexión exegética sobre varios textos del Antiguo Testamento descubre que el buey y el asno junto al pesebre son «como una representación de la humanidad, de por sí desprovista de entendimiento, pero que ante el Niño, ante la humilde aparición de Dios en el establo, llega al conocimiento y, en la pobreza del nacimiento, recibe la epifanía, que ahora enseña a todos a ver. La iconografía cristiana ha captado ya muy pronto este motivo. Ninguna representación de nacimiento renunciará al buey y al asno».

Efectivamente, las familias cristianas, las parroquias y otras instituciones seguirán haciendo el Belén, que les recuerde el hecho más prodigioso de todos los tiempos: que Dios se ha hecho un hombre tan hombre, que se ha hecho Niño en Belén. Nosotros, no dejaremos de mirarle, para aprender de él lo mucho que nos ama. ¡Que este año haya más Nacimientos que nunca en la diócesis de Burgos! El Papa se sentirá feliz con ello. Y como otros años, bendeciré los niños Jesús el domingo 16 en la misa de 11 en la parroquia de los Santos Cosme y Damián.

In Memoriam D. Juan Fernández Sáiz

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Hay noticias que no, por esperadas, dejan de sorprender. Por eso, la primera reacción psicológica es negar la realidad. Poco a poco irás haciéndote cargo de la situación y aceptando los hechos. D. Juan ha muerto.

Quienes hemos tenido la suerte de conocerle y convivir con él, damos gracia a Dios por la vida de este hombre, recio, forjado en la austeridad y el dolor, inteligente, serio, leal, fiel a la palabra dada, desprendido y generoso, sin carrerismo egoísta, lo que le hacía merecedor de una autoridad moral que se imponía sin más, sin necesidad de otros postulados.

Fue Rector del Seminario mayor en unos años difíciles. También a los Seminarios llegaban ecos del mayo del 68. Gracias a D. Juan, el Seminario de Burgos superó aquellas tormentas sin anquilosarse en un pasado obsoleto y superado, dejando entrar nuevos aires, sin esnobismos vacíos, sin renunciar a lo perennemente válido. Personalmente, sin perder los nervios, sin impaciencias e improvisaciones, a veces, después de haber escuchado, era un hombre que sabía escuchar, en contra del parecer de muchos, frecuentemente sólo, supo transmitir paz, sosiego y seguridad.

Gracias, D. Juan. Es mucho lo que le debemos los muchos que somos sus deudores. En estos últimos meses, en los que tanto ha sufrido, he recibido grandes lecciones. He podido comprobar cómo lo que, en otros momentos, nos decía, Usted lo hacía vida. Una fe y confianza profunda que le han llevado a, más allá de un estoicismo impersonal, después de haber luchado, impotente, contra ella, aceptar la enfermedad con paz, agradeciendo a las personas, que le han atendido, los pequeños detalles, esperando, pacientemente, el encuentro definitivo con el Padre.

D. Juan, me va a permitir, reitere, en nombre de todos los sacerdotes que nos formamos con Usted, sólo una palabra, que quisiera expresara lo que hoy sentimos: ¡Gracias!

Que Dios, por cuya causa gastó su vida, le acoja en su Reino.

D. Juan, hermano, ¡Descansa en Paz!

Jesús Yusta Sainz

In memoriam Daniel Simón Rey

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Daniel Simón Rey ha muerto, un hombre, un sacerdote, un profesor ha pasado a la historia. Atrás queda su vida derrochada en el estudio, en la predicación, en las aulas, en diversos quehaceres, en idas y venidas, en las clases, en charlas, en sermones, en la Catedral. Responsable en sus compromisos. Los que le hemos tenido de profesor siempre hemos admirado su claridad en la exposición, su lenguaje cercano, vivo y asequible, su seriedad en la preparación. También, su memoria prodigiosa.

Las aulas del Instituto López de Mendoza, del Seminario, de la Facultad de Teología, de la UNED guardan los ecos de esa voz potente y clara que hablaba de Santo Tomás, de Descartes, de Hume, de Derechos naturales, de ética, de etnografía, de …Las bóvedas de la Catedral, igualmente, son testigos de sus sermones bien preparados, en lógica tomista o cartesiana, siempre procurando dar respuesta a los interrogantes de los hombres. Una pequeña enciclopedia andante, siempre, intentando, apasionadamente, ampliar su ya basta cultura.

Daniel ha muerto, últimamente, herido de muerte, ha sufrido no poco. Aún recuerdo los últimos días que acudió a la Catedral, uno de ellos, tuve que acercarle a casa, era consciente de lo que se le avecinaba. En fin, es la finitud de todo lo humano, eso que él tan bien explicaba, que nos asedia y, finalmente, acaba, aparentemente, venciendo. Porque, como él también nos decía. La última palabra, la definitiva, no es muerte, sino vida.

¡Descansa en paz, Daniel!. Que el Buen pagador, por Quien gastaste tu vida, te premie lo mucho que por su Causa hiciste. Daniel, nos reencontraremos. ¡Hasta luego!.
¡Dale, Señor, el descanso eterno!.

Jesús Yusta Sainz

In memoriam Agustín Peña Vicario

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Esta tarde ha muerto Agustín Peña Vicario, sacerdote.
Natural de Vandeande, sacerdote desde 1953. Barbadillo del Mercado,Quintanamanvirgo, Miranda de Ebro (Las Matillas), Fuentelcésped y Santa Cruz de la Salceda, le recuerdan con cariño.

Un hombre apasionado, luchador, apóstol del Mundo Futuro que se construye y comienza en el presente. Soñador utópico que quería un mundo nuevo, fraterno, igual, libre. Amigo acogedor, generoso y desprendido.

Agustín ha pasado a la historia, nos ha dejado. Tras de sí, están sus amigos de la HOAC con quienes tanto ha trabajado y quienes le han acompañado, modélicamente, estos últimos años. También los inmigrantes a quienes se dedicaba últimamente.

Descansa en paz, Agustín. Por fin, la utopía que tú soñabas e intentabas fuera un hecho, ahora es real. Desde la otra orilla ayuda a los que desde ésta intentamos, como tú, anunciar la Buena Nueva. El Evangelio de la fraternidad.
¡Descansa en paz !

Jesús Yusta Sainz

In memoriam Rufino García Gutiérrez

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Esta mañana nos sorprendía la noticia, Rufino, párroco de Celada del Camino, cuando iba a entrar en la Iglesia a celebrar la Misa del Patrón del pueblo, un infarto ponía fin a su vida.

Natural de Villafranca Montes de Oca, ordenado sacerdote en 1959. Desde entonces ha servido en varios pueblos de la Diócesis: en la Sierra, en Bricia, últimamente, en Celada y Villavieja.

Humilde trabajador en la Viña del Señor, muerto en la trinchera, “en servicio”, a la puerta de la Iglesia. Hombre sencillo, silencioso, no se hacía notar, querido por la gente sencilla, amigo fiel.

Los sacerdotes perdemos a un hermano que, sin hacer ruido, hacía su trabajo, de hecho, con 79 años, sin poner pegas ni protestar, con la salud muy precaria, herido de muerte, como se ha visto, servía a dos pueblos.

Que el Señor, el buen Pagador, le recompense lo que aquí en la vida, quizá, los humanos no hemos sabido apreciar ni valorar.

Descansa en Paz, Rufino.

Jesús Yusta Sainz