«Los procesos de catequesis son la piedra angular de la construcción de discípulos verdaderos»
«Mi proceso de servicio a la comunidad lo he vivido como un paso adelante en mi crecimiento como cristiano. Empecé trayendo a mis hijas a la catequesis y asistiendo esporádicamente a la misa de los domingos y poco a poco fui participando en las distintas actividades y compromisos de la parroquia: convivencias, actividades lúdicas, actos conmemorativos y reivindicativos, excursiones… Poco a poco iba conociendo a más gente y me sentía más a gusto perteneciendo a esta comunidad». Así relata su proceso Santiago, feligrés de la parroquia de San Juan de Ortega de Burgos, a la que ha representado en la Asamblea Diocesana desde su primera fase.
«El año pasado Blanca, mi esposa, me invitó a participar en las reuniones de la primera fase de la Asamblea. Una vez terminada esta, Javi (García Cadiñanos) interpeló a toda la comunidad a participar en una reunión en la cual informó de que dos personas podían acudir en representación de la parroquia. Me sentí impulsado a dar ese paso y me ofrecí a la comunidad como representante de la misma, junto a Silvia, a Javi y a las personas que nos suplirían en caso de no poder asistir, Tere y Juan Carlos. Durante estas dos jornadas que llevamos nos hemos sentido acompañados por la comunidad, con su apoyo nos hemos sentido reconfortados en esta andadura, en la cual hemos participado hasta el momento en dos mesas de trabajo, la primera junto a Silvia, en Procesos formativos: convertirse en discípulos misioneros y la segunda, ya en solitario, en Iniciación cristiana y catecumenado. Ayer estuvimos durante la mañana debatiendo y votando las enmiendas del primer núcleo temático, La alegría de creer hoy: renovar el encuentro con Jesús».
Nos tenemos que adecuar en la actualidad a las inquietudes y necesidades de los niños, jóvenes y no bautizados, para hacerles llegar la Palabra a través de un proceso que les forme y les haga crecer en la fe
«Los miembros de la Asamblea que tomaron la palabra defendieron sus enmiendas con convicción y pasión –asegura–; sin embargo, todo discurrió en un ambiente de hermandad, respeto mutuo y escucha atenta. Hubo tiempo de orar y reflexionar, compartir en presencia del Espíritu Santo nuestro sentir y pensar reflejado en las votaciones. Cuando retomamos el Plenario después de comer, se rezó en comunidad por el buen desarrollo de la reunión del Sínodo y se dieron las indicaciones y consignas para las mesas de trabajo que se reunirían a continuación. Como he comentado, participé en la mesa de Iniciación Cristiana, ya que conlleva una gran importancia. Los procesos de catequesis son la piedra angular de la construcción de discípulos verdaderos. La iniciación cristiana es por sí misma el encuentro vivo con Cristo y aunque la Iglesia lleva siglos formando cristianos, nos tenemos que adecuar en la actualidad a las inquietudes y necesidades de los niños, jóvenes y no bautizados, para hacerles llegar la Palabra a través de un proceso que les forme y les haga crecer en la fe».
Durante dos horas se contrastaron las diversas opiniones y posturas de los asistentes a la mesa de trabajo, veinte personas que provenían de distintos puntos de la provincia y representaban distintas sensibilidades de nuestra Iglesia: sacerdotes, laicos, catequistas y distintos movimientos laicales. «Estuvimos guiados por una mesa moderadora, y con la ayuda del Espíritu Santo todo transcurrió en un ambiente de hermandad, confianza, esperanza, y libertad para debatir y proponer las enmiendas al texto de trabajo, orientado a articular la formación de nuevos seguidores de Jesús en nuestra Diócesis, y para que sean votadas en la siguiente sesión asamblearia. Cuando finalizamos la reunión a media tarde nos dirigimos a casa con sentimientos encontrados, abrumados e inquietos por la transcendencia e intensidad de los temas tratados y, por otro lado, con el gozo de haber compartido, escuchado y vivido el sentir de la Iglesia de Burgos».