Los Hermanos de San Juan de Dios de Burgos: «El premio supone un impulso a continuar nuestra labor»

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san juan de Dios Burgos

Los hermanos de San Juan de Dios regentan en Burgos un hospital de ciudados paliativos. Foto: aragonizquierdo.com.

 

La noticia les «ha pillado de sorpresa» y, «casi casi», se han enterado por la prensa. Aún así, la concesión esta misma mañana del premio Princesa de Asturias de la Concordia ha hecho que la comunidad de los Hermanos de San Juan de Dios de Burgos celebrara el galardón «con agradecimiento», ya que este supone el reconocimiento a su «ejemplar labor asistencial desarrollada a lo largo de cinco siglos», tal como detalla el fallo del jurado.

 

Para el hermano Florentino Martínez, superior de la comunidad de Burgos, el premio a la orden hospitalaria supone un «impulso a continuar con su labor humanitaria»; un trabajo que realizan más de mil trescientos hermanos diseminados por los cinco continentes «allí donde hay urgente necesidad». En este sentido, señala que el galardón supone un «reconocimiento global» por el trabajo que hoy realizan los hermanos «con el apoyo de innumerables laicos y voluntarios». Una labor que se remonta a «más de quinientos años» y que con este reconocimiento «se ve ahora apoyado y arropado para que el trabajo siga siendo fecundo en el futuro».

Presencia en Burgos

Fue en enero de 1956 cuando los Hermanos de San Juan de Dios decidieran establecerse en Burgos, haciendo que la red hospitalaria de la ciudad se viera enriquecida con la construcción de una nueva clínica quirúrgica que causó “gran impacto en la población” –tal como recoge la prensa de la época– “por la magnificencia de sus instalaciones”.  La “fuerte demanda y la escasa oferta de servicios sanitarios” en la ciudad y el deseo de “dar a conocer la congregación en una zona rica en vocaciones” hicieron que la orden hospitalaria de los Hermanos de San Juan de Dios decidiera construir en Burgos uno de los hospitales más modernos de la época. El Consistorio, dadas “las ventajas que para la ciudad había de tener el hospital”, cedió unos terrenos para su construcción en el paseo de la Isla. Desde entonces, el hospital San Juan de Dios se ha convertido en uno de los centros de referencia en cuidados paliativos en pacientes terminales y un hospital complementario y de apoyo a los otros hospitales para enfermos agudos de la provincia.

 

A lo largo de sus 58 años de existencia, el centro ha atendido a más de 650 pacientes al año. Y lo ha hecho siempre “siguiendo el ideario de los centros sanitarios de la orden hospitalaria de San Juan de Dios”, para que sus pacientes sean “tratados como personas con dignidad” y puedan “alcanzar el mayor grado de bienestar físico, psíquico, espiritual y social a través de una medicina y asistencia integral en los niveles de prevención, curación y rehabilitación”. Así lo recoge el “manual de acogida” del centro, cuyos puntos esenciales repite de memoria Florentino Martínez, subdirector gerente del hospital, una tarea que no le es extraña, ya que de 1971 a 1974, fue también director del mismo. Es enfermero, fisioterapeuta y máster en dirección y gestión de hospitales. Este burgalés, nacido en Atapuerca, decidió entrar en la congregación –que está presente en 51 países y cuenta con casi 1.300 hermanos- movido por el deseo de ayudar a los demás desde el campo de la salud y ha trabajado con la orden en Burgos, Buenos Aires, Madrid, León y, desde hace cuatro años, de nuevo en Burgos.

 

De su experiencia y trabajo en el centro sanitario afirma con rotundidad que “no es un hospital cualquiera”. Y lo dice no sólo porque “el paciente y los tratamientos son distintos” –no olvidemos que muchos de ellos son enfermos terminales y precisan cuidados paliativos-, sino porque la filosofía que desean reflejar en el acompañamiento del enfermo también lo es. Detrás del hospital, cuatro hermanos de San Juan de Dios vigilan para que se mantengan en el cuidado al paciente las directrices que marcó el santo de origen portugués. Dos de ellos son trabajadores y los otros dos realizan –junto con la colaboración de una treintena de voluntarios- labores de visita y acompañamiento a los enfermos. Entre todos hacen que “la calidad, el respeto, la responsabilidad y la hospitalidad” sean las máximas que se reflejen en su modo de construir la sanidad, sin olivar nunca el prisma desde el que deben hacerlo: “el humanismo cristiano”.

2015 09 02 miércoles: resumen de prensa

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Patrimonio

El Correo de Burgos ofrece un reportaje sobre la localidad de Pradoluengo, y aceca al lector a su historia, cultura y patrimonio:

 

Villamorón y Villegas presentan el proyecto ‘Esculpidos por el regañón’, que pretende atraer el turismo e instar a las instituciones en materia de patrimonio:

Actualidad

Miranda de Ebro celebrará el Día del Ermitaño, en el que, entre otras actividades, acogerá una comida solidaria a beneficio de Cáritas:

El arzobispo publica una nueva normativa sobre cementerios parroquiales y columbarios

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tumba

Imagen del cementerio municipal de San José de Burgos.

«Con el fin de lograr un mejor funcionamiento en la gestión de los cementerios y los columbarios parroquiales» que se están empezando a construir en diversos lugares de la diócesis, el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, firmaba en la jornada de ayer una nueva normativa diocesana sobre el uso y la administración de los mismos. A este respecto, y teniendo como trasfondo los actuales decretos de la Conserjería de Sanidad, el reglamento municipal del ayuntamiento de Burgos y la ordenanza fiscal reguladora por prestación de servicios en el cementerio municipal de San José, el arzobispo publica este decreto de aprobación de los estatutos y reglamento de cementerios parroquiales con el que se enumera la normativa para la construcción, ampliación, regulación y adecuación de los mismos.

 

La nueva normativa supone así un soporte al que deben atenerse los párrocos ante las dudas que puedan surgir en relación con la administración de los cementerios y columbarios, a los que todas las parroquias «tienen el derecho de tener uno como propio». Así, la nueva normativa da detalles respecto a la ampliación y reforma de los mismos, las medidas y distribución que deben tener los nichos y las tumbas, la limpieza, el decoro y la funcionalidad de los mismos. Igualmente, se especifican las tasas y los procedimientos a seguir a la hora de establecer los derechos sobre alguno de los lugares de enterramiento.

Columbarios

Mayor novedad presenta, sin embargo, el capítulo referente a las normas diocesanas para la construcción y administración de columbarios. Y es que «la cremación e incineración de cadáveres se va haciendo más común entre nosotros», con el «riesgo de secularización de las exequias y pérdida del verdadero sentido religioso en el tratamiento de los restos mortales del difunto». Así las cosas, no es por tanto «conforme a las disposiciones canónicas» «ni conservar las cenizas de los difuntos en los domicilios particulares ni esparcirlas en el mar, en los campos o en las montañas, así como sepultarlas en lugares distintos a los cementerios». De ahí que en la nueva normativa se especifiquen los elementos necesarios para el buen tratamiento de los restos mortuorios que son incinerados.

 

Por todo ello, la normativa señala que es «preferible que los ritos exequiales se celebren ante el cadáver antes de ser incinerado» y después se proceda a su sepultura. A este respecto, el reglamento señala que todas las parroquias «con la autorización del ordinario del lugar» –es decir, del obispo– podrían «construir columbarios con nichos destinados a conservar las cenizas de los fieles difuntos», siempre en lugares externos al culto. Una construcción que deberá ser aprobada por un organismo competente de la curia diocesana, que llevará un registro de los columbarios construidos en las parroquias de la provincia. Será en cada caso el párroco el responsable último en la gestión y administración del columbario, pudiendo adquirirse la cesión de uso de los nichos a título personal durante setenta y cinco años.

 

La normativa también establece en su disposición transitoria que los columbarios ya existentes deberán adecuarse a lo previsto en la nueva legislación diocesana en el plazo de un año desde su entrada en vigor.

2015 09 01 martes: resumen de prensa

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Actualidad

Ecclesia reproduce la última carta del arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín:

Patrimonio:

El Correo de Burgos realiza dos reportajes sobre las localidades de Montorio y Quintanilla del Agua, destacando su riqueza histórica y cultural:

 

Cultura

El claustro del Ayuntamiento de Lerma inauguró ayer la exposición Historia del Monacato, una breve síntesis de la muestra virtual permanente que se encuentra en el convento de San Francisco en Santo Domingo de Silos:

 

Historia:

El historiador del arte René Jesús Payo indaga en su último estudio de la Fernán González en las imágenes existentes de Diego Luis de San Vitores, jesuita burgalés martirizado en las Islas Marianas en el siglo XVII:

Una jornada para cuidar la creación

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Los cristianos debemos «preocuparnos» y «ocuparnos» por la cuestión ecológica.

 

Se celebra hoy en la Iglesia católica la «Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación». Se trata de una nueva iniciativa del papa Francisco. Con ella, nos unimos en un gesto ecuménico a nuestros hermanos ortodoxos que ya tenían establecida esta jornada en esta fecha desde hace algunos años. En días pasados, el papa Francisco escribía una carta en la que fijaba los objetivos de esta iniciativa.

 

En primer lugar, «ofrecer nuestra contribución para superar la crisis ecológica que está viviendo la humanidad». Como bien ha señalado en la primera parte de su reciente encíclica Laudato Si’, la humanidad se encuentra frente a un abismo de autodestrucción por el maltrato conferido a esta casa común en la que habitamos: calentamiento global, contaminación, pérdida de la diversidad… fenómenos todos ellos que tienen una causalidad fundamentalmente humana. Ante ello, los cristianos debemos preocuparnos… y ocuparnos. No podemos quedarnos indiferentes ante esta crisis que nos afecta, creyendo que lo nuestro es otro tipo de cuestiones más propias. Vivir esa vocación de protectores de la obra de Dios, «no es un aspecto secundario de la experiencia cristiana». Por el contrario, el cristianismo y su espiritualidad encierra un filón abundante de actitudes y motivaciones que, como rico patrimonio, pueden hoy contribuir al debate establecido en nuestra sociedad. Es, por tanto, una jornada para sacar del baúl propio esa reflexión sobre la Creación que nos sitúe adecuadamente en el debate ecológico.

 

En segundo lugar, animarnos a recorrer los caminos necesarios que nos lleven a «una conversión ecológica». Esta actitud también ha sido profundizada en la citada encíclica: la conversión es la sabiduría del que revisa su camino y descubre la urgencia de buscar otros caminos que nos lleven a vivir en una más plena armonía entre nosotros, los demás y el propio planeta. Es cambiar de conducta para elegir una vida más plena en conformidad, como creyentes, con el plan al que Dios nos invita. ¡Tanto tenemos que cambiar en austeridad, consumo, solidaridad…!

 

En tercer lugar, esta jornada debe contribuir a cada cristiano y a cada comunidad a «elevar a Dios una acción de gracias por la maravillosa obra que Él ha confiado a nuestro cuidado, invocando su ayuda para la protección de la creación y su misericordia por los pecados cometidos contra el mundo en el que vivimos». Contemplando la obra de la creación, todo nos habla de Dios y de su belleza: la admiración y la alabanza son las consecuencias lógicas de la mirada contemplativa de las bellezas que nos rodean. Unidos a tantos creyentes, nuestro corazón se eleva en un canto de acción de gracias por lo que Él ha dispuesto gratuitamente para nosotros. Pero, también, con responsabilidad, nuestro arrepentimiento por nuestras actitudes y hechos que degradan esta maravilla y perjudican seriamente su sostenibilidad para futuras generaciones.

 

Tres objetivos por tanto: oración, reflexión y compromiso. Tres objetivos que derivarán en un mejoramiento de nuestro planeta. Que resuenen hoy, por tanto, en nuestras casas las palabras del cántico de las criaturas de Francisco de Asís: «Alabado seas mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra».

 

Fernando García Cadiñanos