Un nuevo paso en el camino al sacerdocio

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ministerios laicales

El arzobispo, con los seminaristas y rectores de ambos seminarios diocesanos.

 

La capilla del Seminario diocesano de San José acogió en la tarde de ayer la ceremonia litúrgica en la que varios jóvenes seminaristas diocesanos han recibido los ministerios laicales de lector y acólito.

 

El arzobispo de Burgos, don Fidel Herráez Vegas, presidió una celebración en la que recibieron el ministerio de lector Eugenio Castejón Gonzalo Cuevas, Henry Gomez, Isaac Hernando y Diego Luis. Junto a ellos fueron instituidos acólitos los seminaristas Henry Gomez, Donaldo Medal, Norberto Penagos y Jesús Varga.

 

El lector es quien lee la palabra de Dios en las celebraciones litúrgicas y se compromete a vivirla en su día a día. El acólito, por su parte, es instituido para el servicio al altar y para ayudar al sacerdote y al diácono. Con la recepción de estos ministerios, estos jóvenes están cada vez más cerca de recibir el sacramento del orden sacerdotal.

Música para homenajear al beato Valentín Palencia

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El arciprestazgo de Vena celebró ayer sábado una jornada de encuentro y de fiesta en torno a la figura de don Valentín Palencia, recientemente beatificado, tan vinculado a este arciprestazgo, pues aquí nació y desarrolló toda su actividad. A media tarde, unas cien personas se dieron cita en el entorno de la iglesia de San Esteban para conocer la vida de del sacerdote burgalés siguiendo una ruta que recorría los lugares más vinculados a su obra. Divididos en cuatro grupos, se fueron visitando la pila bautismal que le vio nacer a la fe, el claustro del Patronato de San José (hoy dependencias del Museo del Retablo), la calle de Valentín Palencia, la casa paterna en la Flora, la catedral y la Facultad de Teología. Aquí concluyó la primera parte del día, con el visionado de un interesante video que repasa la trayectoria del nuevo beato.

 

A las 20:15 horas, la iglesia de San Nicolás se quedó pequeña para acoger la participación de diez coros de las parroquias del arciprestazgo. Cada coral eligió una pieza que sirvió para ir desgranando los aspectos de la vida de don Valentín: su fe, su vocación, su parroquia, su misericordia, su martirio… El encuentro, donde se valoró el altruismo y el buen hacer de todos y cada uno de los coros, finalizó con la interpretación del himno a los nuevos beatos. La tarde sirvió para fomentar la comunión, crecer como Iglesia, hacer memoria de nuestros mártires y llenarnos de su mensaje.

María, Madre de la misericordia

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Hemos comenzado el mes de mayo, un tiempo dedicado de manera singular, entre nosotros, a la Virgen María. La piedad popular dirigida a María es diversa en sus expresiones y profunda en sus causas; es un hecho eclesial relevante y universal. Brota de la fe y del amor del pueblo de Dios a Cristo, Redentor del genero humano, y de la percepción entre los sencillos de la misión salvadora que Dios ha confiado a María de Nazaret en cuanto Madre de todos los hombres.

 

Por lo que os voy oyendo y por lo que veo, en nuestra Iglesia de Burgos la devoción a María es una constante de la vida cristiana. Fruto de ello es el cariño con que cuidáis tantas hermosas tallas marianas, los vestidos y flores con que las adornáis, las bellas e incontables advocaciones que tienen, el esmero que mostráis para mantener y cuidar la multitud de ermitas de nuestra geografía a ella dedicadas, las cotidianas prácticas piadosas personales y comunitarias dirigidas a ella, las romerías y fiestas que en su honor celebráis con alegría y solemnidad.

 

Este año os invito, de manera singular, a contemplar a María como Madre de la misericordia. Una lectura atenta del relato de la anunciación, así como del Canto del Magníficat, donde se cita expresamente la “misericordia”, unida a las bodas de Caná, así como a la escena de María al pie de la cruz, ofrece un precioso compendio bíblico de la acción de la misericordia de Dios en María que puede iluminar con fuerza nuestras vidas y orientar nuestro testimonio actualizado y diario de las obras de misericordia.

 

María es, entre todas las criaturas, la que encarna el Evangelio de la misericordia divina de forma más pura y bella. Ella es la más pura representación creatural de la misericordia de Dios y el espejo de aquello que constituye el centro y la suma del Evangelio. Refleja todo el encanto de la misericordia divina y muestra el resplandor y la belleza que, proyectándose sobre el mundo desde la gratitud divina, todo lo cambian haciéndolo nuevo. María nos dice y muestra que el Evangelio de la misericordia divina en Jesucristo es lo mejor que se nos puede anunciar, lo más sublime que podemos escuchar y, al mismo tiempo, lo más hermoso que puede existir, porque es capaz de transformarnos a nosotros y de transformar nuestra sociedad a través de la gloria de Dios. Tras la estela de María estamos invitados a contemplar y practicar la misericordia.

 

¡Cuántas veces nos hemos dirigido confiadamente a María en nuestras oraciones pidiéndole su compañía y ayuda para nosotros y para todos los necesitados! Ya desde el siglo XI los cristianos le suplicamos: “vuelve a nosotros, esos tus ojos misericordiosos”. Y en las letanías del Rosario, a partir del XII, la imploramos como “madre de la divina gracia”, “salud de los enfermos”, “consuelo de los afligidos” y “auxilio de los cristianos”, expresiones que nos remiten expresamente a las obras de misericordia.

 

Os invito a que hagamos nuestro el deseo que el Papa Francisco manifiesta en la Bula de la Convocatoria para este año jubilar que estamos viviendo: “el pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. Que la dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Nadie como María ha conocido la profundidad del misterio de Dios hecho hombre. Toda su vida estuvo plasmada por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el misterio de su amor … María atestigua que la misericordia del Hijo de Dios no conoce límites y alcanza a todos sin excluir a ninguno. Dirijamos a ella la antigua y siempre nueva oración del Salve Regina, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús”.

Medio siglo para agradecer a Dios

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san jose artesano

La misa tuvo lugar en la nave central de la catedral.

 

El pasado 4 de mayo a las  19:30 se celebró en el altar mayor la catedral de Burgos una eucaristía de acción de gracias por el quincuagésimo aniversario del Colegio diocesano Santa María la Nueva y San José Artesano.

 

La ceremonia estuvo oficiada por el arzobispo de Burgos, don Fidel Herráez Vegas, junto con otros once sacerdotes vinculados al Centro en algún momento a lo largo de su historia.

 

Unas palabras de agradecimiento y bienvenida de la directora general de la Institución Teresiana, Maite Uribe, abrieron la solemne celebración a la que asistió toda la comunidad educativa así como muchos antiguos alumnos y profesores.

 

Las voces blancas del coro, acompañado de varios alumnos con sus instrumentos musicales, deleitaron a los asistentes y les acompañaron en su agradecimiento por los cincuenta años de vida del colegio y por la ilusión de seguir construyendo un futuro común.

Visitar a los enfermos, camino de enriquecimiento y gratitud

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san juan de dios burgos 1

María Bondad Castilla ante la imagen de la Sagrada Familia.

Precisamente eso hace María Bondad Castilla, voluntaria en el Hospital San Juan de Dios de Burgos, quien ha decidido dedicar unas horas a los demás. Pues a veces, basta sólo un gesto para hacer más ligero el peso de quien sufre.

 

Desde 1992, ha trabajado de enfermera en la orden hospitalaria de San Juan de Dios en Barcelona con enfermos de sida terminales y gente marginada. «Tuve la suerte de trabajar de noche en ese momento, digo suerte porque pude hacer mucho acompañamiento al paciente terminal ya que me daba de sí la noche», apunta Bondad. Lleva un año largo prejubilada, momento en el que decidió volver a su tierra.

 

Al regresar a Burgos, quiso dedicar el tiempo que tenía al prójimo para acompañar, escuchar, estar y acoger. Así, se decidió a buscar voluntariado en el Hospital de San Juan de Dios. Acude una vez en semana, los jueves. Lo primero que hace es reunirse con Beatriz Tudanca, la coordinadora del voluntariado del hospital, quien le identifica las habitaciones a las que tiene que acudir. Desde un principio, Bondad mostró preferencia por los enfermos terminales. «Empiezo a visitar a quien veo que puede estar más solo o quien tenga una necesidad. Voy abierta a la persona, abierta al escuchar, al estar, al acompañar», afirma.

 

Lo que más suele costar a Bondad es el silencio cuando acompaña a otra persona aunque cree que esos instantes son importantes porque el enfermo puede hablar o expresar algo con miradas o gestos. También acompaña a familiares ya que el duelo que deben pasar es doloroso.

 

Afrontar esta tarea que aparentemente es triste, aunque en el fondo haya un poso de alegría, no es fácil. «Esta realidad triste pero hay que aceptarla porque es la vida misma. Hay que buscar fuera cosas que te agraden y te gusten, como ir al cine, estar con la familia, recibir cariño fuera de ahí, encontrarte bien fuera del voluntariado», señala.

 

Bondad llega cada jueves procurando no pensar en los pacientes que le esperan porque a veces no están los que tuvo la semana anterior. «Tengo el carisma hospitalario de los hermanos de la Orden al haber trabajado en Barcelona, así que al venir digo: San Juan de Dios a ver tú con el carisma hospitalario que harías con los enfermos que tengo que atender hoy».

 

Al salir, intenta no llevarse el sufrimiento de la persona a la que acompaña. «Puedes llevarlo en tu oración en un momento concreto, pero no siempre. Intento cortar porque luego tampoco puedes ayudar. Si te vas mal y te llevas toda la carga de lo que hay en el hospital, no puedes venir bien para ayudar al día siguiente», reconoce.

Los beneficios del voluntariado

El voluntariado aporta a Bondad lo que reza el dicho: recibes más de lo que das. «Me aporta paz, un poco de alegría en el sufrimiento. Y yo aporto algo al mundo del sufrimiento. Un enfermo nota la sensibilidad, la humanidad, el cariño y la empatía de quien le cuida».

 

Por todo ello, Bondad anima a los burgaleses a emprender la generosa tarea del voluntariado. «Es importante dar una parte de tu tiempo a otras personas que lo necesitan, eso te enriquece. Ves las necesidades de otras personas que lo pasan mal y relativizas mucho tu situación. Te da una perspectiva de agradecimiento de tu vida», recalca.

 

Visitar a los enfermos es una obra de misericordia que muestra que no permanecemos impasibles ante el sufrimiento. El dolor del prójimo nos humaniza y hace que valoremos la salud y la vida que Dios nos regala cada día.