
María Bondad Castilla ante la imagen de la Sagrada Familia.
Precisamente eso hace María Bondad Castilla, voluntaria en el Hospital San Juan de Dios de Burgos, quien ha decidido dedicar unas horas a los demás. Pues a veces, basta sólo un gesto para hacer más ligero el peso de quien sufre.
Desde 1992, ha trabajado de enfermera en la orden hospitalaria de San Juan de Dios en Barcelona con enfermos de sida terminales y gente marginada. «Tuve la suerte de trabajar de noche en ese momento, digo suerte porque pude hacer mucho acompañamiento al paciente terminal ya que me daba de sí la noche», apunta Bondad. Lleva un año largo prejubilada, momento en el que decidió volver a su tierra.
Al regresar a Burgos, quiso dedicar el tiempo que tenía al prójimo para acompañar, escuchar, estar y acoger. Así, se decidió a buscar voluntariado en el Hospital de San Juan de Dios. Acude una vez en semana, los jueves. Lo primero que hace es reunirse con Beatriz Tudanca, la coordinadora del voluntariado del hospital, quien le identifica las habitaciones a las que tiene que acudir. Desde un principio, Bondad mostró preferencia por los enfermos terminales. «Empiezo a visitar a quien veo que puede estar más solo o quien tenga una necesidad. Voy abierta a la persona, abierta al escuchar, al estar, al acompañar», afirma.
Lo que más suele costar a Bondad es el silencio cuando acompaña a otra persona aunque cree que esos instantes son importantes porque el enfermo puede hablar o expresar algo con miradas o gestos. También acompaña a familiares ya que el duelo que deben pasar es doloroso.
Afrontar esta tarea que aparentemente es triste, aunque en el fondo haya un poso de alegría, no es fácil. «Esta realidad triste pero hay que aceptarla porque es la vida misma. Hay que buscar fuera cosas que te agraden y te gusten, como ir al cine, estar con la familia, recibir cariño fuera de ahí, encontrarte bien fuera del voluntariado», señala.
Bondad llega cada jueves procurando no pensar en los pacientes que le esperan porque a veces no están los que tuvo la semana anterior. «Tengo el carisma hospitalario de los hermanos de la Orden al haber trabajado en Barcelona, así que al venir digo: San Juan de Dios a ver tú con el carisma hospitalario que harías con los enfermos que tengo que atender hoy».
Al salir, intenta no llevarse el sufrimiento de la persona a la que acompaña. «Puedes llevarlo en tu oración en un momento concreto, pero no siempre. Intento cortar porque luego tampoco puedes ayudar. Si te vas mal y te llevas toda la carga de lo que hay en el hospital, no puedes venir bien para ayudar al día siguiente», reconoce.
Los beneficios del voluntariado
El voluntariado aporta a Bondad lo que reza el dicho: recibes más de lo que das. «Me aporta paz, un poco de alegría en el sufrimiento. Y yo aporto algo al mundo del sufrimiento. Un enfermo nota la sensibilidad, la humanidad, el cariño y la empatía de quien le cuida».
Por todo ello, Bondad anima a los burgaleses a emprender la generosa tarea del voluntariado. «Es importante dar una parte de tu tiempo a otras personas que lo necesitan, eso te enriquece. Ves las necesidades de otras personas que lo pasan mal y relativizas mucho tu situación. Te da una perspectiva de agradecimiento de tu vida», recalca.
Visitar a los enfermos es una obra de misericordia que muestra que no permanecemos impasibles ante el sufrimiento. El dolor del prójimo nos humaniza y hace que valoremos la salud y la vida que Dios nos regala cada día.