La diócesis apuesta por una cuidada pastoral de exequias desde las parroquias
Con el objetivo de unificar criterios pastorales y fomentar una mejor coordinación entre las parroquias y los tanatorios que redunden en una mejor atención pastoral y litúrgica de las exequias, el arzobispo de Burgos, don Fidel Herráez Vegas, firmaba el pasado 15 de agosto el documento «Orientaciones sobre el servicio pastoral en los tanatorios de la ciudad de Burgos». Se trata de un documento con una nueva normativa que entrará en vigor ad experimentum el próximo 1 de septiembre.
La existencia de los tanatorios y la realidad compleja de la vida urbana ha modificado sustancialmente, también, la celebración de las exequias. Tanto es así que cada vez son más numerosas las peticiones que solicitan la celebración de las exequias en la capilla de los tanatorios. Sin olvidar que, como dice el Código de Derecho Canónico, la responsabilidad más inmediata en la celebración de los funerales compete al párroco, y teniendo en cuenta que se debe respetar al máximo la voluntad de los fieles y la mentalidad de la época y las costumbres de cada lugar, la diócesis ha visto conveniente establecer nuevas orientaciones para conjugar estas dos realidades y «ofrecer con realismo el mejor servicio pastoral a los fieles».
El objetivo último de estas nuevas orientaciones es vincular la celebración de las exequias con la parroquia, lugar propio de la celebración de estos ritos. Así, el documento incide especialmente en la participación tanto del párroco como de los fieles de la parroquia en la celebración de exequias, priorizando el templo parroquial como lugar propio donde llevar a cabo el funeral, siempre que sea posible.
Párrocos y «capellán coordinador de tanatorios»
El documento recuerda que «la atención del difunto pasa prioritariamente por la parroquia». Por ello, será esta quien «se encargará ordinariamente de la celebración del funeral, también en el tanatorio» en el caso que así lo haya solicitado el difunto o su familia. En efecto, el documento señala que la presencia del sacerdote es esencial «en el acompañamiento de la vida de cada fiel» y será igualmente significativa entes del funeral, durante las exequias y después, «con el acompañamiento consolador a la familia del fallecido». Y no solo el párroco, sino toda la comunidad parroquial, cuya presencia en el funeral «puede contribuir a que la solidaridad humana y cristiana no se quede únicamente en el momento del funeral, sino que se mantenga al día siguiente al mismo». De ahí que se apueste por la creación de «equipos de pastoral de exequias» tanto en las parroquias como en los mismos tanatorios.
Junto al párroco, el documento destaca la figura del «capellán coordinador de tanatorios», encargado de llevar a cabo, junto con su equipo de sacerdotes de apoyo, los funerales que no puedan presidir los párrocos. Será el encargado de coordinar toda la pastoral y culto de las exequias en los tanatorios, atender y acompañar pastoralmente a las familias en las salas velatorias, inscribir la partida de defunción en el libro habilitado para ello y efectuar la gestión de los respectivos araceles. Asimismo, estará en contacto con las direcciones de las respectivas funerarias para el buen funcionamiento, así como cuidar que los tanatorios dispongan de todo lo necesario para celebrar el culto con dignidad.
Y es que el documento insiste en la celebración de las exequias con eucaristía, como un momento importante de «encuentro y evangelización», donde el sacerdote celebrante «conecte con todos los presentes» –católicos, alejados, ateos, agnósticos–, «aliviando a los presentes sin herir su justo dolor». De ahí que la celebración del funeral sea siempre «un gran desafío pastoral que solicita ministros con alma de pastor».