Comienza el curso en el Seminario diocesano de San José

por redaccion,

<
>

 

Con una comida de seminaristas y familiares daba comienzo en la tarde de ayer el curso académico 2017-18 en el Seminario San José. La eucaristía de inauguración junto con los profesores tendrá lugar mañana martes 19 de septiembre presidida por el arzobispo, don Fidel Herráez.

 

En el Seminario Menor estudiarán este curso 15 adolescentes, uno más que el año pasado. En el Mayor vivirán 10 teólogos contando dos seminaristas de Burundi, uno de Soria y uno de La Rioja. Además, la diócesis cuenta con otro seminarista mayor, diácono, realizando estudios en el Colegio Español de Roma. A esto hay que sumar el Seminario diocesano misionero Santa María la Mayor.

Marcando el inexorable paso de la historia

por redaccion,

<
>

 

Parece que tiene el rostro enfadado, quizás por ver correr el tiempo que incluso él mismo es incapaz de detener. Los minutos, las horas y los siglos pasan inexorables y él, con puntualidad milimétrica, indica a todos los que miran hacia esa ojiva elevada que el tiempo vuela. El Papamoscas es casi tan famoso como la Catedral que lo alberga, figura grotesca que visitantes y foráneos no dejan de contemplar cada vez que, a la hora en punto, hace sonar su campana abriendo la boca al ritmo de los tañidos.

 

El campanero Antonio Cano es el encargado de vigilar que el popular personaje dé las horas a su tiempo. Responsable del cuidado de las campanas de la seo, cuida del mantenimiento de la compleja mecánica que se oculta tras el reloj.

 

Con toda probabilidad, el Papamoscas estuviera en la Catedral entrado el siglo XVI. Según los documentos, en 1567 el Cabildo mostró su satisfacción a maese Pedro Relojero por la fabricación de un autómata que pagó por 1.325 maravedíes. Sin embargo, no fue este el primer reloj que tuvo la catedral. Las crónicas hablan ya de uno en 1384, realizado por el abad de San Millán y que costó 4.500 maravedíes pagados entre el Cabildo y la ciudad. Desde entonces, aquel reloj, instalado en el exterior de la torre norte de la catedral, tal como reflejan varios grabados, marcó la hora oficial de Burgos.

 

Casi un siglo después, en 1462, en varios documentos se amonesta al campanero de la Catedral porque aquel reloj «non andaba cierto». Así que, desde entonces, la Catedral contó con un relojero oficial, liberando del trabajo de dar cuerda a su mecanismo al campanero. En el siglo XVI, y siguiendo la moda de otras grandes catedrales europeas, el Cabildo optó por construir uno con movimiento escénico. Parece que el proyecto de un monje golpeando al toque de campana a un muchacho no agradó y el Papamoscas se convirtió en la opción elegida, siendo remodelado en 1743 y recientemente con las obras de rehabilitación integral de la Catedral, cuando el trabajo de los contrapesos fue sustituido por una instalación eléctrica, aun manteniendo su maquinaria original.

 

A pesar de su confusa historia, nadie mejor que este personaje con casaca roja y singular gorro sabe de los entresijos que guardan los siglos de nuestro primer templo. Sea como fuere, seguirá marcando inexorable las horas, contando los minutos que quedan para celebrar el octavo centenario de la Catedral.

Un nuevo curso, un tiempo que Dios nos regala

por redaccion,

 

A lo largo de esta semana, los más pequeños de nuestra casa han comenzado ya el curso escolar. Los hemos visto, en medio del lógico esfuerzo, con la ilusión del que estrena algo nuevo, con las ganas de crecer y encontrarse con sus compañeros en una nueva aventura de la vida que les abre a la novedad y a la sorpresa. Con ayuda de sus profesores y de su familia, se inicia para ellos una oportunidad de crecimiento, no solo en los saberes de la inteligencia, sino en todas las diversas dimensiones que configuran a la persona. En estos próximos días harán lo mismo los más mayores de la casa y los que cursan estudios universitarios. A todos quiero animarles a ir descubriendo la auténtica sabiduría, que es la que nos hace, más allá de los estudios, saborear y vivir con autenticidad la vida de cada día. Igualmente, a cuantos trabajan en el campo de la educación prestando este inestimable servicio, les aliento y respaldo en su no fácil tarea para que, dando lo mejor de sí mismos, ayuden a avanzar a nuestra sociedad por caminos constructivos de auténtica solidaridad y fraternidad.

 

Lo que sucede en el ámbito social, también acontece en nuestra Iglesia diocesana. Pasadas ya las últimas fiestas, es tiempo de regresar al ritmo de cada día. Nos disponemos a iniciar un nuevo curso pastoral, un nuevo periodo de la vida y actividad de la Iglesia en las comunidades y miembros que la forman. A nivel diocesano lo comenzaremos el próximo viernes día 28 con una jornada que yo mismo presidiré, a la que os invito y os convoco. También nuestras parroquias, comunidades y ámbitos diocesanos inician ahora sus diversas convocatorias para aprovechar la oportunidad que Dios nos da como un auténtico «kairós». En efecto, los griegos utilizaban para referirse al paso del tiempo dos conceptos bien distintos: «cronos»»y «kairós». Por una parte, empleaban el término «cronos» para indicar el paso sucesivo y ordenado de los días y las horas, como algo que se sucede en línea de continuidad. Sin embargo, utilizaban el término «kairós» para referirse a la calidad del tiempo, que corresponde a la vivencia personal que cada uno hace del mismo. En ese sentido, para los cristianos el tiempo es siempre un verdadero «kairós», una auténtica gracia y regalo: nuestro tiempo es el tiempo de Dios, la ocasión que Dios te brinda para encontrarte con Él y servirle en los hermanos…

 

Así hemos de entender este nuevo curso pastoral que ahora iniciamos, como un «kairós» de Dios, como un don divino; concebirlo así transforma la vivencia de cada momento y lo convierte en un regalo y en un compromiso. Ello nos lleva a plantearnos qué podemos y debemos hacer para que este año se convierta en una oportunidad para cada uno de nosotros, en orden a crecer y a mejorar en nuestra vida cristiana. Como os he comentado en mis últimos mensajes, nos encontramos en un momento importante en nuestra Iglesia Diocesana que juntos tenemos que reemprender con la ayuda de Dios. En ese sentido, os animo a que este nuevo curso nos pueda ayudar a todos a hacer realidad el lema que titula nuestro proyecto pastoral: «Discípulos Misioneros».

 

Ser discípulos es redescubrir la grandeza del seguimiento de Jesús en el seno de nuestra Iglesia. Habrá multitud de instrumentos que nos pueden ayudar a profundizar en esa tarea. Permitidme que insista en la urgente formación que todos necesitamos si queremos afrontar adecuadamente los retos que se nos presentan en la Iglesia y en la sociedad de hoy. Desde nuestra Facultad de Teología se nos propone un interesante itinerario de formación que os animo a conocer y participar. También las diferentes parroquias y movimientos nos ofrecerán otros medios para descubrir la alegría de nuestra fe que está llamada a generar vida a nuestro alrededor.

 

Ser misioneros es sentir la urgencia de comunicar nuestra experiencia de Jesús en medio de nuestro mundo cada vez más increyente. La viña del Señor, a la que nos llama a trabajar, es tan grande que sigue necesitando de muchos brazos, de muchos cristianos que asuman su vocación bautismal y construyan una Iglesia viva y participativa. Porque el fin de la Iglesia no acaba en sí misma, sino que se proyecta hacia nuestro mundo en la construcción del Reino. Por ello, no puedo por menos de agradecer a todos los que, desde el compromiso bautismal y con mucha generosidad, haréis posible un año más tantos servicios eclesiales en el campo de la catequesis, la liturgia, la caridad, el compromiso, la educación…

 

Con el inicio del nuevo curso se conjuga bien la palabra «renovación»; es necesario renovarnos y abrirnos con imaginación en las siempre difíciles tareas de la evangelización. Como os decía en mi carta pastoral, una de las dificultades a superar es la de la rutina, el cansancio y la costumbre. Nuestras parroquias y comunidades han de estar siempre vivas y abiertas al soplo del Espíritu, «Señor y dador de Vida», que ayuda a recrear y superar toda dificultad. También a nivel personal el Espíritu nos quiere llevar por nuevos caminos y sendas de vida y compromiso para ser mejores seguidores de Jesús y de su Evangelio. En ese empeño, ¿podrá contar con todos nosotros?; ¿podrá contar contigo?

La comunidad ortodoxa de Burgos comienza la construcción de su nuevo templo

por redaccion,

<
>

 

La parroquia ortodoxa rumana Santos Apóstoles Pedro y Pablo ha celebrado hoy la bendición del terreno sobre el que se asentará la primera iglesia ortodoxa en la ciudad. Ubicada en la calle Navas de Tolosa sobre un terreno cedido por el Ayuntamiento de Burgos, la comunidad ortodoxa ha colocado esta mañana la primera piedra de un templo que se construirá al estilo «maramures», es decir, con gran protagonismo de la madera.

 

Al acto han asistido numerosos miembros de la comunidad ortodoxa de la ciudad, así como el obispo ortodoxo rumano en España y Portuga, Timotei, acompañado de sacerdotes ortodoxos y otros católicos que han querido sumarse a su celebración, entre los que se encontraba el vicario general, Fernando García Cadiñanos, quien ha acudido al acto en representación del arzobispo.

 

Después de diez años funcionando como parroquia en la ciudad, el acto de hoy supone para la comunidad ortodoxa «un gran proyecto que va a marcar tanto nuestra historia como la de esta comunidad española que nos ha recibido con tanta apertura y en la cual nos hemos integrado». En palabras de su pope, Claudiu Niocara, la construcción de la nueva iglesia se debe a la «ayuda de Dios y de nuestros patrones espirituales».

 

Con el acto de hoy la comunidad ortodoxa de Burgos ve culminado uno de sus principales sueños, la construcción de un templo propio donde celebrar sus liturgias. Hasta la fecha lo habían realizado en algunos locales cedidos por la Iglesia burgalesa, como la parroquia de la Ventilla y la iglesia de las Trinitarias.

Cáritas Diocesana convoca un curso intensivo de voluntariado

por redaccion,

formacion-sociopolitica.jpg

 

Cáritas Diocesana ha organizado un curso intensivo, que se desarrollará desde el 16 de noviembre hasta el 17 de mayo, cuyo objetivo es que los voluntarios profundicen en su compromiso cristiano y en la doctrina social de la Iglesia y conozcan tanto los motivos que mueven a Cáritas como los modelos de intervención que tendrán que aplicar en su labor de acompañamiento. Para ello se ha diseñado un programa que conjuga la teoría y la práctica, y contará con la participación tanto de técnicos de la institución y de otras asociaciones como de expertos en pastoral y moral social.

 

El curso, que consta de diez sesiones, se divide en tres módulos: «Ver la realidad con los ojos de Cáritas», «Las personas en situación de vulnerabilidad» y «La relación de ayuda». En el primero de ellos, se estudiarán el Evangelio como impulso profético, los principios sociales de Cáritas y la doctrina social de la Iglesia y las causas estructurales de la exclusión.

 

Dentro del segundo bloque, se abordarán temas como el estado del bienestar bajo la perspectiva de los derechos humanos, estereotipos sobre los participantes en los programas de Cáritas y psicología de la exclusión. En la recta final del curso, los voluntarios profundizarán en la relación de ayuda y las actitudes interiores para ella y conocerán ejemplos concretos de intervención.

 

Los interesados pueden dirigirse a la dirección de correo electrónico [email protected] o llamar al teléfono 947256219.