«El amor para siempre existe, pero exige esfuerzo»

El Centro de Orientación Familiar trabaja de modo gratuito con familias de la provincia, ayudándolas a superar sus crisis y problemas. Conocemos hoy la labor que realizan de formación y prevención.
centro orientacion familiar burgos

El 65% de las familias que acuden al COF son capaces de superar parte de sus problemas.

 

La formación, la prevención y la intervención temprana son algunas de las claves para superar situaciones de crisis familiar, ya sea de pareja, de relación entre padres e hijos o con la familia extensa (abuelos u otros parientes, conflictos entre hermanos…). En esta línea trabaja el Centro de Orientación Familiar (COF), un recurso que nació hace 17 años, a raíz del Sínodo Diocesano, y que cuenta con tres secciones: Burgos, Aranda de Duero y Miranda de Ebro.

 

Desde su creación en 1999, el COF ha trabajado desde distintas áreas con más de 20.000 personas (incluyendo las que han participado en acciones formativas). Si hablamos de intervención, estadísticamente, las circunstancias que llevan a solicitar ayuda del centro no han variado demasiado en estos años. La demanda de la gran mayoría de las familias atendidas se refiere a su relación de pareja (en torno a un 43%) y sobre la relación entre padres e hijos (35%). En buena parte de los casos solo interviene el orientador familiar, pero casi el 60% de las familias han requerido atención psicológica (terapia familiar e intervención psicosocial).

 

Los resultados de la actuación son muy variables. Un 64% de las familias consigue resolver parte de problema, un 11% lo supera completamente y un 25% no logra absolutamente nada. Ahí entra el juego la importancia de tomar cartas en el asunto antes de que sea demasiado tarde. Francisco Javier Arribas, coordinador del COF y terapeuta familiar, argumenta que a veces llegan situaciones tan cronificadas que son imposibles de solucionar. «El primer director del COF, Simón Portillo, decía que esto es como el cáncer. ¿Se cura? Depende de en qué etapa se encuentre. Hay parejas que no dan el paso porque están en un 5, no llegan a estar mal del todo, pero es entonces cuando hay que intervenir.  Pasa lo mismo que con los estudios, no hay que conformarse con un 5 raspado, porque en cualquier momento puede convertirse en un 4. Estamos hechos para vivir el amor en plenitud, y aunque luego nos quedemos en un 7 o un 8, hay que aspirar al 10. No podemos ser mediocres».

 

El amor exige esfuerzo

 

Por lo que se refiere a las crisis de pareja, el psicólogo sostiene que muchas no se superan y acaban en ruptura porque hoy todo, la sociedad en general, empuja en contra de lo que suponga esfuerzo: «Los problemas no se solucionan con una pastilla y muchas veces lo que les pides les resulta demasiado costoso. El amor para siempre existe, pero exige esfuerzo».

 

«Vivimos, como dice el Papa, en una cultura del descarte, donde las relaciones, como las cosas, no se reciclan, hay muchas relaciones de usar y tirar. En época de nuestros abuelos, de nuestros padres, todo se remendaba. Cuando las cosas se rompían, se arreglaban, no se tiraban. Muchas veces el amor es auténtico, pero la sociedad, el ambiente, nos empuja en la dirección contraria. Antes se aguantaban cosas que no se tenían que aguantar, y hoy, por un quítame allá esas pajas… Por supuesto que un adulto puede y debe ejercer su libertad, pero hay gente que la ejerce muy mal y se vuelve adolescente a los 50 años», explica Arribas.

 

La importancia de intervenir a tiempo es también clara cuando lo conflictos afectan a la relación con los hijos. La mayor parte de los casos que llegan al centro tienen que ver con adolescentes, pero también hay padres que dicen que «no pueden con un niño de dos o cuatro años». Como ocurre con los conflictos de pareja, a veces se interviene demasiado tarde. «Hay que sembrar antes –insiste el psicoterapeuta– Hay que escucharles y dedicarles tiempo cuando son niños. Si no lo has hecho, no pienses que ese niño, cuando sea adolescente, te va a contar sus problemas. Recurrirá a lo que sea para intentar no sufrir. Uno de los mayores males de nuestra época es la incapacidad para tolerar la frustración, la incapacidad para sufrir. Y es toda la sociedad la que malcría. Por la ley del péndulo, hemos pasado a identificar la educación con el cariño, pero el cariño solo no educa. Son necesarios cariño y firmeza. Y la firmeza sola amaestra, pero no educa. Es necesario poner límites. En el fondo, los niños agradecen que les pongan esos límites».

 

Para el COF es fundamental trabajar en la prevención para no llegar a estas situaciones. Con este fin, desarrolla cursos de formación a formadores, a padres y madres, estudiantes, parejas en etapa previa al compromiso y al matrimonio… Los temas tratados son de muy diversa índole, desde la educación afectivo sexual (cursos impartidos por la Fundación Desarrollo y Persona, con la que colabora muy estrechamente), hasta el manejo del duelo, la fertilidad o la educación de los hijos.

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