La diócesis pedirá al Papa que declare 2021 año jubilar por el VIII Centenario de la Catedral

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Casi un centenar de personas expertas en cada uno de los elementos patrimoniales que se han vinculado al VIII Centenario de la Catedral han trabajado durante el último mes y medio para diseñar las acciones que se desarrollarán entre 2018 y 2021 en torno a este conmemoración, bajo la coordinación del profesor de la Universidad de Burgos y cronista oficial de la Provincia, René Jesús Payo. Hoy, los representantes de cada una de las mesas de trabajo (Catedral, Camino de Santiago, Lengua Castellana, Atapuerca, El Cid, Consulado del Mar y Geoparque de las Loras) ha presentado en la capilla de Santa Tecla sus propuestas, que pasarán a estudiarse a partir de la reunión de la Comisión Ejecutiva de la Fundación VIII Centenario de la Catedral, Burgos 2021, el próximo 26 de diciembre y se concretarán en un programa definitivo que se presentará el 6 de abril del próximo año.

 

Por lo que se refiere directamente a la Catedral, las propuestas se han agrupado en varios grandes bloques: exposiciones, congresos nacionales e internacionales, jornadas y ciclos de conferencias, celebraciones litúrgicas, ediciones de textos y facsímiles, actividades de difusión y didácticas dirigidas a la comunidad educativa, propuestas culturales (conciertos, representaciones y rutas teatralizadas), publicaciones monográficas y restauraciones. Entre las iniciativas destaca la celebración del Gran Jubileo del Perdón en 2021, previa concesión del papa Francisco, la realización de un grupo escultórico en homenaje a los promotores y constructores de la seo en el entorno de la Llana de Afuera, y una exposición especial de Las Edades del Hombre en la que tengan participación otras catedrales europeas. Otros de los platos fuertes que se proponen son un congreso internacional sobre la Catedral, otro sobre catedrales españolas y patrimonio y una gran celebración ecuménica con obispos titulares de catedrales de otras confesiones.

 

La Catedral y el Camino de Santiago

 

Precisamente 2021 es Año Santo Compostelano, por lo que se prevé que la afluencia de peregrinos sea considerable. La huella jacobea en la Catedral está presente en capillas, fundaciones y memorias del templo, elementos que se han tenido muy en cuenta a la hora de proponer diversas acciones que profundicen en las relaciones entre la seo y el Camino. Así, la mesa de trabajo ha propuesto diversas acciones de carácter divulgativo, como conferencias y conciertos, celebraciones litúrgicas ligadas al Año Santo en la catedral y congresos y publicaciones sobre el vínculo entre la ruta jacobea y los edificios catedralicios. También recogen en sus conclusiones diversas acciones ligadas a la mejora de la señalización del Camino en la provincia, la creación de un Centro de Interpretación o la reunión de las asociaciones jacobeas en nuestra ciudad.

 

Burgos: Tierra de orígenes

 

Todos los valores patrimoniales que se integran en el proyecto VIII Centenario bajo el concepto de «Burgos: Tierra de Orígenes» generan unas sinergias que son las que han guiado en el diseño de las acciones, que pretenden tener tres dimensiones, internacional, nacional y local y un carácter multidisciplinar, estructural e integrador. En cada uno de los grupos de trabajo se ha incidido en el vínculo de cada uno de esos valores patrimoniales con la Catedral. Así, entre las iniciativas propuestas por la mesa sobre Atapuerca destacan un proyecto científico y de divulgación que analizará la catedral en su contexto físico, otro sobre la piedra, sus orígenes, datación y fósiles, y el estudio de algunos materiales, como la caliza de Atapuerca, empleada en la construcción del templo.

 

Entre las decenas de proyectos que se han dado a conocer esta mañana, destacan algunos relacionados con la figura del Cid (congresos, actividades musicales y teatrales, creación de un centro de difusión cidiano), el Castellano, en particular el estudio y difusión de la Catedral como impulsora de la lengua e inspiradora de obras literarias, exposiciones de arte sobre los Países Bajos en Castilla, que se celebrarían en el templo catedralicio, y congresos y ciclos de conferencias sobre la presencia de Burgos en Europa durante los siglos XV y XVI a través del Consulado del Mar.

 

Pregón de Navidad

por redaccion,

Estamos ya en estos días tocando la Navidad, las fiestas quizás más entrañables del año. Las calles de nuestra ciudad están engalanadas, los villancicos ya resuenan por sus plazas, las familias programan sus encuentros… En este ambiente, se me invita a ser pregonero en este Círculo de la Unión, lugar tan significativo de encuentro, de ocio, de cultura, invitación que agradezco a la Junta directiva. Pero, ¿qué es un pregonero?

 

Quizás os vengan a la memoria los pregoneros que recorrían nuestros pueblos de Castilla cuando éramos niños, con su corneta o su tamboril. El pregonero, lo sabéis muy bien, es el que anuncia desde el balcón público lo que va a acontecer en la villa. Bien cerca de aquí, desde el balcón de nuestro Ayuntamiento, el pregonero sale cada semana a esa terraza pública para convocar a la ciudadanía en el comienzo de la sesión del Concejo. El pregonero es el encargado de poner voz a los sentimientos y acontecimientos que durante estos días van a suceder. El pregonero, sobre todo, tiene la misión de abrir los oídos a los que no oyen o no quieren oír, a los que pasan despistados por la vida, sin enterarse más allá de lo que sucede en su corta distancia. Su función no es otra sino espabilar el oído y aguzar la vista para que todo el mundo se entere y se aproveche de lo que va a suceder. Es aquel que invita a disfrutar y gozar de lo bello. En una cultura de la indiferencia y del individualismo como es la nuestra, en una cultura de la secularización y del indiferentismo, en una sociedad tan intercultural y globalizada como la que vivimos es importante la tarea de los pregoneros que anuncien, que preparen y calienten corazones, que aviven los deseos para que permitan la vivencia de la auténtica Navidad.

 

Por eso, es difícil el arte del pregonero, porque previamente, para poner voz a los sentimientos y abrir el apetito a los sordos y despistados, ha tenido que embeberse de aquello que va a suceder y ha de ser fiel a los hechos, para que lo subjetivo de su mirada, no distorsione la objetividad de los hechos a relatar. Me gustaría poder activar en todos los que hoy nos hemos reunido aquí, los mismos sentimientos que los niños tienen la víspera de la fiesta de los Reyes: sentimientos que nacen porque ha habido antes muchos pregoneros que les han anunciado la belleza de ese día. Y por eso están deseando que llegue, para poder disfrutar, compartir y aprovechar por ellos mismos lo que se les ha anunciado.

 

Pregoneros en la primera Navidad fueron los ángeles. Aquellos se acercaron a las gentes sencillas de Belén, a los pastores vigilantes que cuidaban sus rebaños, y les despertaron la curiosidad por la más grande de las Noticias jamás contadas: la presencia de un Niño recién nacido entre ellos. Pero no un niño cualquiera, sino un Niño que era el Mesías, el Salvador, el Esperado. Su pregón en aquella primera Navidad fue el primer anuncio de la venida de Dios a la tierra y cumplió ampliamente su cometido: presurosos, los pastores dejaron atrás su comodidad, dejaron su seguridad y sus costumbres y fueron deprisa confiados a encontrarse con corazón abierto ante el mensaje que únicamente habían escuchado. Así lo dice San Pablo: “La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo” (Rom 10, 17). Y aquellos pastores que escucharon, lo vieron y lo adoraron, es decir, lo reconocieron. Y porque se encontraron con Aquel que es don y gracia, también ellos ofrecieron sus presentes como respuesta consecuente de ofrenda y donación. Porque una vida que se abre al misterio de Dios también se abre al misterio de la gratuidad y de la generosidad en los hermanos.

 

Ese es mi cometido en esta tarde. Anunciar y despertar la curiosidad, la motivación, el deseo, para que juntos nos abramos al Acontecimiento de Belén que este año 2017 vuelve a suceder. Porque la Navidad no es un hecho del pasado: es una Buena Noticia que se perpetúa en el tiempo y vuelve a sorprendernos con total novedad año tras año. Quizás es esta una de las tentaciones que tengamos que evitar: la de creer que ya lo sabemos, la de pensar que ya lo hemos vivido, la de no admirar lo que ante nuestros ojos acontece, la de estar acostumbrados y no dejarnos sorprender por lo que una vez más vamos a contemplar. Por eso, la Navidad la viven especialmente los niños: porque el corazón del niño es el que es capaz de sorprenderse y admirar, lo que les permite vivir en plenitud el Misterio de la Navidad. Quizás por eso el Maestro nos lo advertía: “Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos”.

 

La liturgia de la Iglesia, como buena maestra, se encarga en estos días de avivar en nosotros ese deseo, de espabilar el oído para preparar el terreno de nuestro corazón y de esta manera despertar en nosotros la necesidad que tenemos de que Dios acampe y entre en nuestras vidas cada vez más. Hay dos himnos que la Iglesia reza en estos días y que hoy también me atrevo aquí a proclamar:

 

“Preparemos los caminos / ya se acerca el Salvador / y salgamos, peregrinos, / al encuentro del Señor. / Ven, Señor, a libertarnos, / ven tu pueblo a redimir; / purifica nuestras vidas /y no tardes en venir. / El rocío de los cielos / sobre el mundo va a caer, / el Mesías prometido, / hecho niño, va a nacer. / Te esperamos anhelantes / y sabemos que vendrás; / deseamos ver tu rostro / y que vengas a reinar. / Consolaos y alegraos, / desterrados de Sión, / que ya viene, ya está cerca, / él es nuestra salvación” (Liturgia de las Horas).

 

O ese otro que dice: “Mirad las estrellas fulgentes brillar, / sus luces anuncian que Dios ahí está, / la noche en silencio, la noche en su paz, / murmura esperanzas cumpliéndose ya. / Los ángeles santos, que vienen y van, /preparan caminos por donde vendrá /el Hijo del Padre, el Verbo eternal, /al mundo del hombre en carne mortal. / Abrid vuestras puertas, ciudades de paz, que el Rey de la gloria ya pronto vendrá; / abrid corazones, hermanos, cantad que vuestra esperanza cumplida será. / Los justos sabían que el hambre de Dios / vendría a colmarla el Dios del Amor, /su Vida es su vida, su Amor es su amor / serían un día su gracia y su don. / Ven pronto, Mesías, ven pronto, Señor, / los hombres hermanos esperan tu voz, / tu luz, tu mirada, tu vida, tu amor. / Ven pronto, Mesías, sé Dios Salvador” (Liturgia de las Horas)

 

Este pregonero os invita hoy a volver vuestros ojos al Misterio de Belén. Centremos el objetivo de nuestra mirada en las figuras centrales del Nacimiento. Pongamos en nuestras retinas el Belén de este salón que nos preside, o el belén de nuestros hogares, o el magnífico belén de nuestra Catedral, o los sencillos belenes de tantas de nuestras parroquias, iglesias, comercios, lugares… ¿Qué vemos allí? ¿Qué contemplamos?

 

A nuestros ojos se presenta una familia sencilla, una familia que acaba de tener un bebé que, frágil y sonriente, se abre al misterio de la vida. Podría representar esas familias de nuestra ciudad que viven con alegría el nacimiento de su hijo, al que esperan y anhelan. Pero lo que nuestros ojos ven y nuestra razón procesa, es solo parte de la realidad. Aquí, como en tantas otras cosas de la vida, si nos acercamos solo con la razón perdemos la perspectiva y percibimos parcialmente lo que nos llega. Por eso, la fe viene en ayuda de la razón para ayudarla a descifrar la auténtica verdad. Lo que con tanto cariño vemos no es una familia cualquiera, ni es un niño cualquiera, si se puede aplicar este calificativo a un niño que encierra una dignidad inviolable. En ese niño contemplamos al Rey de los Reyes, al Hijo de Dios, al Mesías esperado, al Enmanuel, al Dios con nosotros. Esta es la Buena Noticia que recogieron y siguen recogiendo hoy los artistas y poetas, como lo hizo en su tiempo con aquellos célebres versos el genial Góngora: «Caído se la ha un clavel hoy a la Aurora del seno. ¡Qué glorioso que está el heno porque ha caído sobre él».

 

Si esto es así, si Dios se ha hecho Niño, si se ha Encarnado y venido a nosotros, la Navidad tiene, al menos, dos consecuencias inmediatas. La primera es poder exclamar: ¡Qué importantes somos nosotros! Ya lo afirmaba el genial Ortega y Gasset cuando decía: “si Dios se ha hecho hombre, ser hombre o mujer es lo más importante que se puede ser”. Por eso la Iglesia hoy y siempre defiende la dignidad de toda persona, que conlleva trabajar juntos por unas condiciones de vida digna para todos. Si cuando estamos en medio de estos hermosos parajes de nuestra provincia que poco a poco voy conociendo, en medio de sus valles, montañas, mesetas exclamamos que sentimos a Dios cerca, mucho más cercano está Dios cuando estamos con las personas, la maravilla de Dios cuya carne él mismo ha tomado. Por eso, celebrar la Navidad es celebrar la grandeza del ser humano que nos hace ser especiales… y que nos obliga a tratarnos los unos a los otros con especial cuidado y esmero. Como afirmaban y reflexionaban los Padres de la Iglesia: “Dios se hizo hombre, para hacer al hombre Dios”. Es este un gran misterio y un gran compromiso de la auténtica Navidad.

 

Pero hay una segunda consecuencia: si todo esto es así tenemos que volver a exclamar, ¡cuánto nos tiene que querer Dios! Como nos vuelve a decir San Pablo: “Jesús, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres” (Filp 2, 6-7). La Navidad es también el signo del amor de Dios. Él se ha hecho hombre para asumir nuestra condición y rescatarnos así desde dentro. Para eso entregó a su Hijo. Dios se vacía en este Niño. La ternura y la misericordia de Dios se nos dan en este Niño.

 

Viendo todo este acontecimiento de gracia y de amor, no extraña que lo que acontece en Belén se contagie también en el ambiente y en las relaciones que vivimos. ¿Verdad que en estos días se respira especialmente un aire de solidaridad y amor especial? Uno se puede preguntar si no será hipocresía o simple fingimiento. Si no es vaciedad y pura moda contagiada y condicionada por los otros… Pero quizás tendríamos que pensar que esto es precisamente a lo que estamos llamados a ser: estamos creados por el amor y para el amor. El amor, la misericordia y la ternura es la esencia de lo humano, son el auténtico rostro de las personas. Lo que es fingimiento y opuesto a nuestro propio ADN es el egoísmo, el individualismo, la mentira, la injusticia, el afán de lucro, la explotación, el racismo, la violencia… Todo eso es lo que nos despersonaliza, lo que nos aleja de nuestro auténtico camino, lo que nos desvirtúa y nos deshumaniza. Ante el Niño de Belén, como en la primera Navidad, como ante cualquier niño que se nos acerca, sacamos lo que genuinamente somos: nos mostramos con ternura porque estamos hechos para el amor, porque nacimos del amor de Dios.

 

Estos días próximos repetiremos un saludo muy profundo y sincero con aquellos con quienes nos crucemos y hablemos. A todos les desearemos una Feliz Navidad. Es cierto que para muchas personas de nuestra ciudad de Burgos habrá circunstancias que les impidan alcanzar en plenitud esa felicidad que les deseamos. Pienso especialmente en algunos colectivos a los que será difícil vivir la felicidad de esta Navidad del amor de Dios: me acuerdo de los que carecen de fe o se han desentendido de ella, para quienes estos días suenan a músicas celestiales que no van con ellos; pienso en los que se encuentran solos, los que no tienen familia o viven lejos de ella; recuerdo especialmente a los más pobres, a los que carecen de los bienes necesarios porque no tienen trabajo o lo tienen en precario, y acuden a nuestras Cáritas en ayuda de la solidaridad ajena. Desear Feliz Navidad en estas circunstancias no puede quedar en meras palabras: se convierte también en un compromiso que os invito a hacer realidad para que la felicidad que hoy expresamos alcance a todos. Compartamos la alegría de nuestra fe y contagiémosla con la certeza de sentirla como un encuentro con ese Niño tierno que nos invita a seguirle; creemos y fomentemos la fraternidad a la que nos convoca este Niño, también en este hogar y en tantas asociaciones de nuestra ciudad, de manera que combatamos la soledad y redescubramos la grandeza de la relación que nos hermana y nos aúna; y, por último, seamos generosos y compartamos nuestros bienes con los que menos tienen, como ante el Niño hicieron los pastores, para que se haga posible en todo lugar, y allí donde nos encontremos la dignidad de todos, la justicia y la paz.

 

Con estos compromisos, viviremos el sentido profundo de estas fiestas y haremos real, en nuestra vida y entre nosotros, la verdadera Navidad. ¡Feliz Navidad!

 

+ Fidel Herráez Vegas

arzobispo de Burgos

La «frescura» navideña de la Iglesia en Tailandia

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José María Rodríguez Redondo, natural de Burgos, llegó a Tailandia hace 22 años y desde hace tres meses atiende tres pequeñas comunidades rurales. La última vez que pasó la Navidad en España fue hace cinco años, pues entonces era Secretario General del IEME, institución misionera a la que pertenece.

 

Cuenta que en Tailandia se celebra la Navidad aunque los cristianos (católicos y protestantes) son apenas un 0,6% de la población, y la gran mayoría del resto, budista, apenas conoce el motivo de la Navidad. «Pero eso sí, la Navidad se identifica con la estrella. Esto es interesante. Las iglesias se llenan de estrellas. Las casas de los cristianos lucen una gran estrella que adorna el exterior y que, con frecuencia, no se retira durante todo el año».

 

La celebración, como en otros muchos países, comienza con mucha antelación. «El 6 de noviembre pasado estuve en la capital de la diócesis donde colaboro, Udon Thani. Me encontré con un inmenso árbol de Navidad bien adornado, y con una estrella en lo alto. Esa especie de pino estaba, naturalmente, enfrente del mayor centro comercial. A la entrada ya había colocado un sillón para un Papá Noel dispuesto a hacerse fotos con los niños. Es el tiempo de la fantasía, los sueños y, sobre todo, de las compras y regalos», explica.

 

En las parroquias que atiende José María hace tiempo que se empezó a preparar la Navidad. «El 5 de diciembre, el alcalde convocó al pueblo (la mayoría budista) para  ayudar a limpiar el terreno de la iglesia cristiana. Ahí nos juntamos más de 40 personas. Acabamos comiendo juntos. Esta semana ha tocado la decoración de la iglesia con telas y estrellas. Una semana antes de Navidad los niños salen a bendecir la Navidad y Año Nuevo por las casas llevando al Niño Jesús y cantando villancicos. Han pintado un montón de angelitos que regalarán para completar el sencillo belén de papel que ellos mismos han elaborado».

 

«Volveremos a sentarnos juntos (¡la parroquia cuenta con mucha hierba!) para cenar el día de Nochebuena. La Misa del Gallo la tendremos al poco de anochecer. Las muchachas están preparando bailes de angelitos. Habrá una especie de tómbola con regalillos para todos los vecinos que se acerquen. Papá Noel ha desbancado a los Reyes Magos».

 

«¿Qué echo de menos de la Navidad en Burgos? Nada, al contrario, cuento de más mi experiencia navideña en Burgos, el apoyo de mi familia y de tantos amigos y buena gente para mi entrega misionera… Además cuento de más con el regalo de la frescura de la celebración de Navidad en una Iglesia joven», asegura.

Crear procesos que ayuden a integrar fe y vida

por redaccion,

taller acompañantes

 

Cuarenta personas, entre laicos y sacerdotes, procedentes de doce parroquias de la diócesis participaron el pasado sábado en la primera sesión del taller de acompañantes para grupos de vida de niños, jóvenes y adultos. Una propuesta de la Acción Católica General para impulsar una de las prioridades diocesanas para este curso: «Articular la oferta parroquial de grupos de formación y vida de jóvenes y adultos a partir de la propuesta de Acción Católica General y animando también otros procesos que ayuden a integrar fe y vida».

 

El encuentro se centró en la base del proyecto, la parroquia. Los laicos presentes en el taller, partiendo desde las virtudes y carencias de sus parroquias, profundizaron en algunos cambios sustanciales para impulsar la misión y dinamismo de sus comunidades.

 

Unos cambios que pasan por grupos de vida que acompañen procesos cristianos para toda la vida, dejando pastorales compartimentadas y sacramentales para abrir procesos vocacionales, desde donde impulsar la corresponsabilidad de los laicos en la misión de la Iglesia.

 

En la segunda parte del taller se dieron las claves para iniciar estos grupos parroquiales: poner desde el primer instante a Jesucristo en el centro, crear grupos estables, cultivar amistad y confianza, sentirse comunidad parroquial, promover la corresponsabilidad, conocer la realidad, guardar un equilibrio entre formación, vida y oración; cuidar el acompañamiento personal y grupal, compartir el proceso niños, jóvenes y adultos, y sentirse llamados a la misión de anunciar el Evangelio y transformar el mundo.

 

En el taller hubo momentos para compartir, reír, disfrutar de charla y café, conocer dinámicas, reflexionar… Una jornada compartida con el objetivo de impulsar el trabajo de los laicos en cada una de sus parroquias.

 

Las próximas sesiones serán: el 10 de febrero, en la parroquia de la Inmaculada sobre el tema grupo y claves del proceso formativos (creo-vivo-celebro); y el 7 de abril en la parroquia de San Pablo sobre la vida a la luz del Evangelio, Ver-Juzgar-Actuar. El taller es abierto a cualquier parroquia que quiera participar.