«Hacerme catequista ha sido una de las mejores decisiones de mi vida»

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Javier Ruiz-Capillas Páramo nació en Burgos en 1971. Aunque vive en el barrio del G-3 de la capital burgalesa, está vinculado a la parroquia de San Cosme y San Damián, a la que pertenecía su esposa. Es miembro de la Cofradía del Santísimo Sacramento y de Jesús con la Cruz a Cuestas. También pertenece al coro parroquial y desde hace seis años es catequista de un grupo de niños y niñas para la preparación de la Confirmación. En su adolescencia participó en numerosas actividades organizadas por la Milicia de Santa María. Es ingeniero técnico de profesión y actualmente trabaja en el ámbito de la automoción.

 

Decidió ser catequista porque se lo pidió el párroco de San Cosme y San Damián. «Ya pertenecía a la Cofradía de la parroquia y la decisión no fue nada fácil», confiesa. «Para mí ser catequista es algo muy serio, porque se trata de conocer a Jesús lo mejor posible para darlo a conocer a los demás, en este caso a los niños de catequesis. Lo tuve que pensar y meditar y finalmente me decidí y le dije que sí». A pesar de las dudas, asegura que no se arrepiente de su decisión. «Es cierto que me obliga a esforzarme, porque hay que conseguir que los niños mantengan la atención y que les resulte atractivo. Al principio para mí fue complicado porque no tenía experiencia en el trato con los niños, pero Maxi (el párroco) me ayudó mucho en la preparación y eso fue una gran ventaja». Aunque en su opinión la tarea no es sencilla, «con interés y dedicación, preparándolo bien, considero que cualquier persona puede ser catequista», añade. «Creo que ha sido muy positivo en mi vida haber dado el paso para dar catequesis, quizá ha sido una de las decisiones mejores que he tomado en mi vida. Por eso animo a todos a dar el paso de un mayor compromiso con la Iglesia para que se hagan catequistas, porque es muy positivo para fortalecer la fe propia y transmitirla a los demás».

 

Actualmente prepara a ocho niños y niñas para recibir la confirmación. «Lo que hacemos es muy variado, primero una breve oración de entrada, luego repasamos el compromiso de la semana, porque cada domingo nos ponemos un compromiso a desarrollar y después hacemos una actividad en la que participan los niños, dan sus opiniones, exponen sus puntos de vista, también de vez en cuando vemos algún video y luego lo comentamos entre todos. Hay domingos que nos toca preparar la Eucaristía y entonces nos centramos en la lectura del Evangelio y preparamos las peticiones para misa. Cada catequesis es diferente, pero en grandes líneas esto es lo que hacemos».

 

Javier cree que a los niños sí les interesa la catequesis, «de lo contrario no vendrían». «A mí me duele mucho cuando un niño deja de venir a la catequesis porque me siento culpable del fracaso y lo paso muy mal. Considero que los padres son fundamentales para que los hijos vengan a la catequesis, porque son quienes realmente pueden influir y animar para que lo hagan, por eso cada domingo doy las gracias a los niños por haber venido y a los padres que les acompañan, por haberlos traído».

 

Prepara cada sesión sesión de catequesis con la guía editada por la diócesis, que propone temas interesantes para tratar cada domingo. «Pero no debemos perder de vista que los catequistas somos sembradores, presentamos a Jesús a los niños y luego debemos dejar que establezcan una relación personal con Dios», advierte. «Además, también considero fundamental que seamos capaces de dejar en los niños una idea clara de lo que es la Iglesia, como comunidad a la que pertenecemos y que nos acompaña a lo largo de la vida y en las dificultades y que sepan que siempre, pase lo que pase, la Iglesia tiene las puertas abiertas y la mano tendida para acogerles.

 

«La llama de la Iglesia sigue encendida»

 

En cuanto al descenso del número de niños que acuden a catequesis, considera «muy arriesgado intentar medir el éxito o el fracaso de la catequesis, porque nosotros como he dicho antes somos sembradores y no veremos los resultados. Y tampoco creo que se pueda medir por el número de niños, mayor o menor. El catequista se debe de entregar con la misma ilusión sean muchos o pocos».

 

Sí es un problema que la mayoría de ellos dejen de acudir a la Iglesia en cuanto concluye la catequesis de confirmación. «Es un asunto que las parroquias ya han detectado y se intenta poner remedio a ello. Cuando acaba la catequesis de confirmación da la impresión de que termina un ciclo de presencia del joven en la parroquia y no es así. En San Cosme todos los viernes se programan actividades para los jóvenes que ya no tienen la edad de acudir a catequesis, lo llamamos Life Teen y acuden diversos grupos de jóvenes para hacer actividades o simplemente estar juntos. Las parroquias deben buscar alternativas para estos jóvenes».

 

Es más, se muestra optimista «porque hay mucha gente trabajando y poniendo ilusión en ello. Además, no todo depende de nosotros, si fuera así estaríamos apañados, pero no depende de nosotros sino de Dios y creo que la llama de la Iglesia sigue encendida».

La vida consagrada, presencia del amor de Dios

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Ayer, festividad de la Presentación del Señor, se celebraba en la Iglesia, y vivimos en nuestra diócesis, el día de la Vida Consagrada. En esa escena evangélica que nos narra la presentación que María y José hicieron de Jesús en el templo “para presentarlo al Señor” (Lc 2, 22), se revela el misterio de Jesús, el consagrado del Padre, que ha venido a este mundo para cumplir fielmente su voluntad (cf. Heb 10, 5-7). “La Presentación de Jesús en el templo constituye así un icono elocuente de la donación total de la propia vida por quienes han sido llamados a reproducir en la Iglesia y en el mundo, mediante los consejos evangélicos, los rasgos característicos de Jesús virgen, pobre y obediente” (S. Juan Pablo II, Vita Consecrata, nº 1). Como Comunidad diocesana nos unimos a esta celebración para dar gracias a Dios por el gran don de la vida consagrada que nos enriquece con la multiplicidad de sus carismas y con los frutos de tantas vidas entregadas a Dios y a los hermanos; y para tomar mayor conciencia de su misión en la Iglesia y en el mundo.

 

Con ocasión de esta fiesta de todos los que conformáis la vida consagrada en nuestra Iglesia en Burgos, quiero haceros llegar mi más cordial felicitación. En el tiempo que llevo entre vosotros he podido disfrutar de la acogida cercana y del encuentro fraterno cuando he ido a visitaros personalmente a cada Comunidad. En mis visitas me he acercado a vuestro testimonio de vida, a vuestras situaciones más reales, a vuestros problemas y dificultades, y me ha asombrado la solidez que aportáis a nuestra Iglesia con vuestra fe y vuestra esperanza, con vuestra vida comunitaria y vuestro servicio a los más pobres y necesitados. Del mismo modo, ahora estoy procurando sacar tiempo para estar de nuevo con cada una de las 30 Comunidades de vida contemplativa, y para mí ha sido y está siendo una experiencia gozosa y espiritual profunda, porque vuelvo a percibir con claridad que la oblación de vuestras vidas en el amor al Señor, en el silencio y en la oración constante es valiosísimo aliento que ayuda muy eficazmente a respirar a toda la Iglesia. Como tantas veces he dicho y escrito, en vosotros, los consagrados, he podido constatar la admirable acción del Espíritu en nuestra Iglesia y en nuestra sociedad.

 

El Papa Francisco dirigía el pasado mes de noviembre un mensaje a la CONFER-España con motivo de su 25 Aniversario y les decía: “Os invito a mirar con confianza el futuro de la vida consagrada en España…, no se deben escatimar esfuerzos para servir y animar la vida consagrada española, para que no le falte la memoria agradecida ni la mirada hacia el futuro, pues no cabe duda de que el estado de la vida religiosa, sin ocultar incertidumbres y preocupaciones, está lleno de oportunidades y también de entusiasmo, pasión y conciencia de que la vida consagrada hoy tiene sentido”. Hago mías sus palabras; y os invito también a todos los consagrados y a todos los creyentes a mirar con confianza el futuro de la vida consagrada en nuestra diócesis. Sé que hay falta de vocaciones, sé que hay dificultades, pero vivamos y ofrezcamos a los jóvenes la alegría del Evangelio y «miremos con confianza el futuro». Porque el Señor, que sigue llamando, suscitará respuestas con nuevas vocaciones, por los mismos o por distintos caminos, con estas u otras formas de servicio en la Iglesia, que seguirán siendo presencia elocuente del amor de Dios en el mundo.

 

Ya sabéis que, como personas consagradas, tenéis un papel significativo en nuestra Iglesia local. De capital importancia es vuestra aportación al desarrollo conjunto de la pastoral diocesana. Las diversas formas en que vivís los consejos evangélicos son expresión y fruto de los dones espirituales recibidos por vuestros fundadores para ponerlos al servicio de la tarea evangelizadora. Sabéis que quiero contar con todos los Institutos implantados en nuestra Iglesia y que procuro reservaros un espacio propio en los proyectos de la pastoral diocesana que estamos llevando adelante entre todos los bautizados. Qué razón tenía S. Juan Pablo II cuando en la Exhortación Apostólica Vita Consecrata decía que: “Una diócesis que quedara sin vida consagrada, además de perder tantos dones espirituales, ambientes apropiados para la búsqueda de Dios, actividades apostólicas y metodologías pastorales específicas, correría el riesgo de ver muy delimitado su espíritu misionero, que es una característica de la mayoría de los Institutos” (nº 48).

 

Os encomiendo de corazón a Santa María, Virgen fiel. Ella os dirá, como en Caná, «haced lo que Él os diga», para que sigáis ofreciendo el testimonio vivo de que Dios está presente en todo lugar y época, y de que su amor llega a todos los rincones de la tierra y del corazón humano.

Los religiosos, «un beneficio inmenso para la Iglesia y cada uno de nosotros»

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Como cada 2 de febrero, la capilla de Santa Tecla de la catedral ha reunido a religiosos y miembros de institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica de la ciudad y la provincia para celebrar la jornada mundial de la vida consagrada. Ha sido con una solemne eucaristía presidida por el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, y en el transcurso de la cual los religiosos han renovado los compromisos que pronunciaron el día de su profesión religiosa, imitando a Cristo en pobreza, castidad y obediencia.

 

El pastor de la diócesis ha elogiado el servicio que realizan en favor de la Iglesia y la sociedad burgalesa en general a través de los distintos carismas que viven las diferentes congregaciones religiosas. En este sentido, ha dicho que ellos han «concretado la común vocación bautismal» en una vida de «especial consagración» que los convierte en un signo profético en medio del mundo. Además, les ha alentado a no tirar la toalla y a seguir trabajando a pesar de la falta de vocaciones y la elevada edad de las mismas. «Como Simeón y Ana –los protagonistas del evangelio proclamado– quizás también vosotros penséis que sois mayores, pero Dios sigue contando con vosotros». «Sois un beneficio inmenso para toda la Iglesia y para todos nosotros; ojalá vuestra vida sea para gloria de Dios y bien de la sociedad».

 

Riqueza para la diócesis

 

Por su parte, el presidente de CONFER en Burgos, Ezequiel García, ha ratificado la intención de la vida consagrada por colaborar en la marcha pastoral de la diócesis. En efecto, los consagrados y consagradas suponen un pulmón importante para la vida de la Iglesia diocesana.

 

En la provincia existen 72 comunidades femeninas, 26 de las cuales son de vida contemplativa y monástica. Las 46 restantes son de vida activa, con presencia de 33 congregaciones diferentes. En cuanto a los religiosos, la de Burgos es la diócesis española con más monasterios masculinos –cuatro–, a los que habría que añadir 22 casas de religiosos pertenecientes a 16 congregaciones diversas. Entre todos suman 1.250 religiosos y religiosas que viven su entrega a Cristo en el silencio del claustro o en la acción evangelizadora en escuelas, hospitales, residencias de ancianos y otros muchos campos de la acción socio caritativa y pastoral.

 

Respecto a la vida consagrada en el ámbito diocesano, hay que contar también con cuatro institutos seculares, 13 comunidades de sociedades de vida apostólica, dos asociaciones de fieles y un grupo del orden de las vírgenes

La celebración del domingo y las unidades parroquiales, temas centrales de la reunión del Colegio de Arciprestes

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El Colegio de Arciprestes aprobó ayer, en una nueva sesión de trabajo presidida por el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, la publicación de una hoja divulgativa destinada a sensibilizar en las parroquias sobre la cuestión de la celebración del domingo con sus diversas posibilidades y limitaciones a lo largo y ancho de la geografía burgalesa. También se aprobó la redacción de unas orientaciones pastorales en torno a la celebración del domingo que pongan el acento en la importancia de la comunidad que se reúne a celebrar la fe y señalen las diferentes opciones posibles, especialmente en las parroquias rurales. Este último documento seguirá un proceso de discernimiento en los arciprestazgos y en el Consejo Pastoral diocesano antes de ser aprobado previsiblemente en el mes de junio.

 

Por otro lado, la cuestión central de la reflexión durante esta sesión, en la que también participaron el vicario general, Fernando García Cadiñanos, y el vicario Pastoral, José Luis Lastra, fue el tema de las unidades pastorales, estructura intermedia entre las parroquias y los arciprestazgos. Se debatió largamente sobre su conveniencia, sus características, tanto en el mundo rural como en las ciudades, la necesidad de avanzar decididamente allí donde se vea claro y la oportunidad de acompañar este proceso de constitución de unidades pastorales con la formación permanente del clero y con medios sencillos de concienciación en las parroquias.

 

Otro tema que se abordó, clave para que las parroquias y las unidades pastorales funcionen, fue la revitalización de las comunidades parroquiales a través de grupos de vida, de acciones misioneras y de primer anuncio, de una iniciación cristiana adecuada… A esta reflexión, de gran calado, se dedicará la próxima reunión del Colegio de Arciprestes, que se celebrará el viernes 22 de marzo.

 

En el capítulo de informaciones breves, se habló sobre el próximo encuentro de Iglesia en Castilla (Villagarcía de Campos, 10 al 13 de febrero), de la celebración de las «24 horas para el Señor» (29 y 30 de marzo) y del nuevo convenio entre Diputación y Arzobispado para el arreglo de templos.

Imagen del mes: Purificación de María y Presentación del Señor en el Templo

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Traemos como imagen del mes el retablo de la Purificación de María y Presentación del Señor en el Templo, ya que el 2 de febrero se celebra dicha fiesta. Todos los hijos primogénitos, según la religión judía, tenían que ser consagrados a Yahvé, en recuerdo de los primogénitos de Egipto. Estos niños, cuarenta días después de su nacimiento, eran llevados al templo, donde también tenía lugar la purificación de la madre. Lógicamente ambas celebraciones se fueron entrelazando a lo largo de los siglos. María y José cumplieron con esta costumbre, llevando a su hijo al templo con la ofrenda que prescribía la Ley (Lc 2,22-40). En este acontecimiento, el anciano Simeón reconoce al Niño como el Salvador prometido. La profetisa Ana, también presente, se suma al canto de alabanza de Simeón.

 

El retablo que contemplamos se halla en el centro del altar mayor de la Capilla de la Purificación o del Condestable, que se concibió con finalidad funeraria por el matrimonio formado por Pedro Fernández de Velasco, Condestable de Castilla, y por su esposa Mencía de Mendoza, hija del Marqués de Santillana, familia muy encumbrada en esta época. Una bula papal de 1486 autorizó canónicamente la construcción de esta capilla. Puede considerarse concluido lo fundamental de la construcción de la misma en 1517, muertos ya los fundadores. En el centro de la capilla se encuentra el soberbio sepulcro en mármol de sus fundadores, con mucha probabilidad obra de Felipe de Vigarny entre 1525 y 1532.

 

El retablo mayor de esta capilla, claramente renacentista, fue realizado durante los años 1522 a 1526 por los escultores Diego de Siloé y Felipe de Vigarny con dorado y policromía a cargo del pintor León Picardo. La organización estructural de la arquitectura resulta novedosa, disponiendo para el grupo principal un amplio espacio, a manera de escenario, donde se desarrolla la escena titular de la advocación de la capilla: Purificación. Sus esculturas expresan la diferencia modal de ambos escultores: el clasicismo de Diego de Siloé en el grupo de la Virgen, el Niño, San José y una doncella como canéfora; y la minuciosidad de Vigarny en los ancianos, Simeón y Ana.

 

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