2019 03 25 lunes: Resumen de Prensa

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Ainkarem: un gran sí a la vida

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Ainkarem

 

Hace 16 años, un grupo de personas se juntó a dialogar sobre cómo dar respuesta a un colectivo de mujeres con alto de riesgo de abortar por las grandes dificultades socioeconómicas en que vivían. Desde Cáritas y otras instituciones se detectaron, además, situaciones de necesidad en mujeres sin pareja y con hijos. Nacía así Ainkarem, un proyecto de Cáritas Burgos que pretende ofrecer una alternativa y posibilitar que las gestantes en situación de dificultad puedan seguir adelante con su embarazo y acompañarlas y apoyarlas en la crianza de sus pequeños.

 

Se trata, en definitiva, de lograr la autonomía personal de las mujeres embarazadas y/o con cargas familiares en situación de vulnerabilidad, generando las condiciones adecuadas prenatales y de posparto en las madres para favorecer su estado emocional y el desarrollo adecuado del menor. Pero no es este el único objetivo: también se pretende mejorar las capacidades de estas mujeres para que ganen en autonomía, favorecer su acceso a un empleo y promover su participación social, cultural y comunitaria como parte de su proceso de recuperación personal.

 

Actualmente una trabajadora social, una educadora y quince voluntarias ponen todo su empeño en hacer posibles esos procesos, ofreciendo a las participantes en el proyecto acompañamiento personalizado, cobertura de necesidades básicas, asesoramiento social y laboral, formación y educación para la salud, orientación y apoyo familiar y fomento del empleo.

 

El voluntariado es de lo más variado, según explica la responsable del proyecto, Icíar Negruela, varias de ellas con un perfil cualificado (matrona, enfermera, auxiliares de enfermería, maestras, educadoras sociales…). En su día a día, el equipo realiza funciones de acompañamiento (al médico, a hacer la compra, apoyo cuestiones relativas a la organización del hogar, gestiones administrativas), clasificación de ropa y otros enseres, preparación de canastillas o seguimiento de la vivienda. También se ofrece formación en talleres propios de preparación a la maternidad que no pretenden sustituir a los cursos de preparación al parto impartidos por los centros de salud, sino más bien ser grupos de autoayuda. Llevan títulos tan sugerentes como «Mujeres felices, madres felices», dirigido a gestantes; «Madres felices, mujeres felices», para madres de bebés 0 a 1 año; «El abrazo de mamá», una actividad en la que se trata de fomentar el apego a través del juego con los niños de 1 a 3 años; y otros de crecimiento personal, sesiones individuales de orientación laboral.

 

Un recurso único para este colectivo

 

El año pasado, Ainkarem atendió a 144 personas, 30 en régimen interno (el proyecto, que hasta hace un año se desarrollaba en un centro de acogida, dispone actualmente de tres pisos tutelados) y 142 en régimen ambulatorio. La mayoría de ellas llegan al programa desde el proyecto de Acogida de Cáritas, pero también derivadas desde otros servicios públicos y privados: centros de salud, CEAS, o diversas asociaciones y organizaciones. Y es que este es el único recurso en nuestra ciudad dedicado específicamente al colectivo de mujeres embarazadas en situación de vulnerabilidad o con hijos pequeños, argumenta Icíar, por lo que resulta difícil dar cobertura a toda la demanda: en 2018 se recibieron 38 solicitudes de ingreso en pisos tutelados, cuando cada uno de estos solo tiene capacidad para dos mujeres y sus hijos. También con los recursos económicos hay que hacer juegos malabares: el programa se financia con una aportación anual del Ayuntamiento que no llega a los 22.000 euros y 5.000 más con los que contribuye la parroquia de la Anunciación.

 

El gran obstáculo para estas mujeres, una vez salen de los pisos tutelados, es la búsqueda de vivienda, a pesar de que dispongan de subsidios (renta garantizada, ayuda familiar). «Es difícil encontrar algo que se ajuste a lo que ellas están cobrando». El precio es muy elevado y compartir piso teniendo menores a cargo dificulta el acceso, reconoce la responsable del proyecto. «Se les exigen muchos requisitos: nómina con ingresos. Y aunque algunas logran acceder a un empleo, este suele ser temporal, precario y difícilmente conciliable con el cuidado de los hijos».

 

Tanto Icíar como la educadora, Paula Vegas, piden una mayor implicación de las instituciones en esta problemática, pero también apelan a la generosidad de la sociedad en general («en Burgos hay personas que tienen muchos pisos vacíos», argumentan). Toda ayuda, sea económica o vía voluntariado, es bienvenida: «Hace falta mover conciencias y bolsillos», apostilla Paula.

Parroquias del Vena: de la oración a la misión

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La evangelización y el primer anuncio. Son las claves con las que las parroquias del arciprestazgo de Burgos-Vena están trabajando con ahínco durante este curso pastoral. Los sacerdotes, en sus reuniones mensuales, se están formando en esta materia y ayer quisieron hacer partícipes de su preocupación a todos los fieles de la zona norte de la ciudad.

 

La parroquia de San Lorenzo el Real fue el escenario escogido para celebrar el encuentro anual del arciprestazgo del Vena que, bajo el lema «La oración, impulso del primer anuncio» quiso incidir en la importancia del trato con Dios como fuerza evangelizadora.

 

Tras una comida compartida entre sacerdotes y miembros del Consejo Pastoral Arciprestal en el comedor de Cáritas, la jornada contó con un taller de oración a cago de Maribel Briones, quien ya impartiera tiempo atrás una sesión de formación a los catequistas del arciprestazgo. Al taller siguió un momento de oración y celebración con la participación de algunos de los coros de las parroquias de la zona.

 

El arcipreste, Diego Mingo Cuende, subraya que «ha sido una jornada de comunión entre los fieles del arciprestazgo, de vernos en un ambiente diferente, de sentirnos Iglesia que camina y que ve, en la oración, un impulso para el primer anuncio».

Ante el Día Internacional del Agua

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dia internacional del agua

 

Escucha aquí el mensaje

 

El día 22 de marzo, como todos los años, celebramos el Día Internacional del Agua. Un tema, y un problema, que quiero comentar hoy, porque en los planes de Dios Padre, que nos regala los dones de la naturaleza que ha creado, está que la cuidemos para nuestro bien y el de toda la humanidad. Esta jornada se inició, por iniciativa de la ONU, en 1993 y tiene como objetivo llamar la atención sobre la importancia del agua potable y sobre la necesidad de la gestión oportuna de este recurso tan esencial para la vida humana. Además el acceso al agua potable y el saneamiento de las infraestructuras forma parte de los derechos humanos, pues es imprescindible para una vida humana digna y para la supervivencia de hombres y mujeres de todo el mundo.

 

Acceder al agua potable por parte de toda la humanidad constituye en la actualidad uno de los grandes desafíos que deben afrontar todos los países y las organizaciones internacionales. Defender el agua es defender la vida; y los cristianos no podemos sentirnos indiferentes ante un problema que afecta de modo dramático a tantos hermanos nuestros, especialmente a los más desfavorecidos, contribuyendo a su pobreza y marginación. Como nos ha recordado el Papa Francisco en su encíclica Laudato Si, nuestro compromiso y nuestra responsabilidad son una exigencia de nuestra fe: el destino universal de todos los bienes y el cuidado de los recursos naturales no sólo forma parte de la Doctrina de la Iglesia sino que brota del amor que debemos tener por la creación y por el bienestar de todas las personas.

 

Algunos datos pueden ayudarnos a avivar nuestra sensibilidad y a tomar mayor conciencia de la gravedad de la situación. El 71% de la superficie terrestre está cubierta de agua, pero sólo el 2% es potable. El agua potable es un lujo para casi mil millones de personas. Más de seiscientos millones de personas viven sin suministro de agua potable cerca de su hogar, lo que obliga, especialmente a las mujeres, a penosos desplazamientos y a pasar horas haciendo cola para hacerse con un bien tan preciado y tan escaso. Se prevé que en el año 2025 dos tercios de la población mundial vivirán en países con escasez de agua.

 

El Papa Francisco insiste en su encíclica en que los más directamente afectados son los pobres. No sólo por la escasez de agua potable, sino porque además el agua de que pueden disponer tiene una escasa calidad. Los altos niveles de contaminación provocan diariamente numerosas enfermedades e incluso muertes. Esta es una realidad que no puede dejarnos indiferentes. Los países desarrollados tienen una grave deuda social respecto a los países pobres, especialmente cuando los más ricos derrochan el agua sin preocuparse de la escasez y la limitación de las reservas. Nosotros quizá vamos tomando alguna conciencia de la gravedad del problema, especialmente por la escasez de lluvias. Y ello debe hacernos más sensibles con las carencias en otros continentes.

 

En buena medida, recuerda el Papa, el problema del agua es una cuestión educativa y cultural. Incluso podríamos decir que la actitud que adoptemos en este punto refleja nuestra actitud humana y espiritual. En este tiempo de cuaresma que nos llama a la conversión, esta reflexión tiene un especial valor porque la conversión incluye las necesarias actitudes de sobriedad, austeridad y solidaridad.

 

Es verdad que se requieren otras infraestructuras y una mejor gestión de las aguas residuales, lo cual corresponde fundamentalmente a los responsables políticos. Pero es también una cuestión de exigencia y responsabilidad personal, para poner freno a un consumismo inmoderado. En nuestros propios hogares, podemos contribuir siendo más conscientes y cuidadosos de este bien común que tenemos la suerte de disfrutar. Hoy creyentes y no creyentes estamos de acuerdo en que la tierra es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos. Cada uno de nosotros debe agradecer el don del agua y practicar la sobriedad y la austeridad en su uso pensando en los demás. El Dios creador nos invita a compartir como una familia los dones de su amor.

Apostolado Seglar prepara su participación en el Congreso Nacional de Laicos

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El pasado jueves, movimientos, asociaciones y representes de laicos en los consejos pastorales arciprestales y diocesano se dieron cita en la Facultad de Teología para conocer los detalles del próximo Congreso Nacional de Laicos que, bajo el lema «Pueblo de Dios en salida», se celebrará en Madrid en febrero del próximo año. En el encuentro participó también el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas.

 

En la reunión, convocada por la delegación de Apostolado Seglar, se plantearon las líneas a seguir en la fase diocesana de preparación al Congreso. Durante los próximos meses, los laicos de movimientos, asociaciones y parroquias, así como grupos de reflexión creados para la ocasión, recogerán las respuestas a un cuestionario que remitirán a la delegación de Apostolado Seglar, que elaborará unas conclusiones que se presentarán en el encuentro diocesano de laicos del próximo día de Pentecostés y que se remitirán posteriormente a la Conferencia Episcopal. Durante la fase diocesana de preparación al Congreso se pide a los laicos de Burgos ser capaces de «reconocer, interpretar y elegir» acerca de la realidad seglar en la provincia.

 

A la fase diocesana seguirá la celebración del Congreso propiamente dicho durante los días 14 a 16 de febrero de 2020. En la gran asamblea nacional, en la que también participarán laicos de la diócesis burgalesa, se definirán las propuestas que animen y dinamicen el laicado en las diócesis españolas. El trabajo se articulará en cuatro grandes bloques: el primer anuncio, el acompañamiento, los procesos formativos y la presencia de los laicos en la vida pública.

 

Tras el desarrollo del Congreso Nacional, la delegación de Apostolado Seglar espera poder poner en marcha las medidas adoptadas en el mismo y continuar ofreciendo instrumentos para reforzar la vivencia de la vocación y de la misión de los fieles laicos.