Matrimonio cofrade a la luz de las Siete Palabras

por redaccion,

Santiago y Terestia pertenecen a la cofradía de las Siete Palabras desde 2007.

Santiago y Terestia pertenecen a la cofradía de las Siete Palabras desde 2007.

 

Llevan 34 años casados y hace 15 decidieron entrar juntos en la cofradía de las Siete Palabras, que por aquel entonces tenía su sede en la parroquia de San Fernando Rey, a la que pertenecen. Teresa Arcos y Santiago Gómez participan desde entonces en todas las actividades que promueve la cofradía, que van más allá de sacar un paso o los faroles de las Siete Palabras en las procesiones de Semana Santa o el día del Santo Cristo de Burgos. «Es la fe la que nos lleva a participar en la procesión… y en los demás actos que organiza la cofradía», que van desde celebraciones litúrgicas a Via Crucis, pasando por días de excursiones y convivencias y sesiones de formación, que también dan cuenta de la parte más folclórica, «tradicional y popular» de los días de Pasión.

 

Dentro de la cofradía, cada uno tiene su función. Santiago es el encargado de la tesorería y porta en las procesiones la segunda de las cruces-faroles, obra de Casa Quintana de Zaragoza en 1902, mientas que Teresita, como gusta que la llamen, porta la segunda de las cruces. Para ellos endosar el hábito y colocarse el capuchón ha cambiado su modo de vivir los días centrales del año litúrgico: «Yo pensaba que con vivirlos como un cristiano de a pie era suficiente, pero desde que estoy en la cofradía me he dado cuenta de que no. Cuando sales en la procesión, la fe, los sentimientos y las emociones están a flor de piel. Eres mas consciente de lo que estas viviendo y compartiendo ya no solo con tu cofradía sino con todos los cristianos que en estos días rememoran la Pasión de Cristo. Es otra forma de vivir la Semana Santa», revela Teresita.

 

Compromiso eclesial y evangelizador

 

Ambos viven su fe en el día a día, y procuran hacerlo siempre y no solo en estos días, en el trabajo, con su familia (tienen dos hijos) y el resto de sus ocupaciones, si bien en estos días reconocen que «hay que adaptar la vida familiar y ordinaria a los actos programados». «Hay días en que se hace duro, pero si lo vives con ilusión, se lleva a gusto». Lamentan la existencia de esos cofrades «que van al mínimo», que se alistan a una hermandad solo por procesionar o vivir otras experiencias, aunque, «sinceramente», creen que «son minoritarios», y abogan por «un compromiso serio con la Iglesia» durante todos el año.

 

Para ellos, la Semana Santa supone una especie de alto en el camino, un momento para vivir con más intensidad los momentos centrales de la fe «compartiendo sentimientos religiosos y de confraternidad con los hermanos cofrades». Desde la cofradía procuran «engrandecer la Semana Santa de Burgos, sus procesiones e imágenes», siendo conscientes de que sacarlas a la calle constituye una «forma modesta de evangelizar». «Esto también trasmite ánimo externamente e invita a sumarse y participar de la Semana Santa a todo quien presencia cualquier acto», indican.

 

Para Teresita y Santiago, la experiencia de formar parte de una cofradía les ha servido para vivir mejor la fe. Aunque afirman no estar seguros de que «las cofradías ayuden a hacer más y mejores católicos». Pese a todo, creen que es un medio más para vivir con intensidad estos días de Pasión. Y, de lo que sí están convencidos es de que «las cofradías intentan poner su granito de arena para que la Semana Santa de Burgos sea reconocida y conocida. Ya sabemos que no somos Sevilla, pero tampoco tan fríos como nos pintan».

Voto de silencio al comenzar la Semana de Pasión

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Se puede escuchar a la perfección. Así es el silencio que invade la noche del Viernes de Dolores las calles del barrio de Vega y las inmediaciones de la Catedral. Un año más, algunos miembros de las cofradías y hermandades penitenciales de la ciudad han cambiado su habitual atuendo por el hábito franciscano y, bajo juramento de silencio, han acompañado la imagen del Cristo de la Salud en la que es, sin duda, la procesión más sobria y austera de la Semana Santa burgalesa.

 

La procesión, recuperada en el año 2016 por la Ilustre Archicofradía del Santísimo Sacramento y Jesús con la Cruz a Cuestas, con sede en la parroquia de San Cosme y San Damián, tiene un sentido puramente penitencial. Antes de procesionar la talla por las calles, los cofrades han participado en una liturgia penitencial y, algunos de ellos, han recibido la absolución de sus pecados en el sacramento de la confesión. Antes de sacar a la calle la recia imagen –una escultura en madera de la escuela castellana de mitad del siglo XVI– los penitentes han realizado su solemne voto de silencio. «Si guardáis silencio, Dios Padre, que es todo amor, os lo premie. Y si no es así, el Señor, que es todo misericordia, os lo perdone», rezaba el juramento. A partir de ahí, un simple golpe de bombo y ciertos toques de campana imploraban a los despistados transeúntes que a media noche recorrían la ciudad silencio y respeto ante la talla del Cristo muerto en la cruz.

 

Una vez a los pies de la Catedral, los participantes en la procesión han rezado un requiem en recuerdo de todos los cofrades burgaleses difuntos y han calcinado algunos de sus nombres en una fogata que ha ardido durante todo el recorrido quemando el perfume del incienso.

 

Más: galería fotográfica del acto

«Recibir el Bautismo será la mayor alegría de mi vida tras encontrar a Dios»

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Elena bautismo adultos 1

 

Elena Ognyanova Borisova nació en Belogradchik ( Bulgaria), en 1984. Reside en Burgos desde hace cuatro años, donde vive con su marido, también búlgaro, que lleva más de 20 años en la capital. Auxiliar de enfermería de profesión, actualmente prepara unas oposiciones para el Sacyl. Llegó a España en 2002, concretamente a Soria, porque su padre tenía familia allí y ya había venido anteriormente con su hermano. «Ellos me animaron a venir a España y estuve en Soria 13 años cuidando niños, ya que siempre me ha gustado como profesión el cuidado de las personas. Después conocí a quien ahora es mi marido, a través de un amigo. Veíamos que teníamos muchas cosas en común y un día quedamos, fue una cita a ciegas y surgió el flechazo. Tras salir como novios nos casamos en la Embajada de Bulgaria en Madrid y me vine a Burgos, donde ya llevamos tres años juntos y somos muy felices», asegura.

 

De niña fue educada en la religión ortodoxa, aunque reconoce que no estuvo muy comprometida, «por eso había un vacío en mi corazón, la religión que yo viví en Bulgaria se limitaba a ir a la iglesia y encender una vela, poco más». Ha sido en Burgos donde se ha desarrollado su fe católica y el próximo 20 de abril será bautizada en la catedral por el arzobispo, don Fidel Herraéz, en la misa de la Vigilia Pascual. Cuenta que fue a través del ejemplo de su madrina, que fue su profesora de prácticas de auxiliar de enfermería en el Hospital San Juan de Dios, como llegó a conocer la fe católica. «Lo curioso es que no me hablaba de Dios, pero veía a Dios en su manera de ser, en cómo trataba a los enfermos, en la alegría que tenía y además conocí a su familia y me di cuenta del amor que se tenían, de lo que es una familia cristiana, lo bien que se llevaban y el buen trato que me dieron a mí, como uno más entre ellos. Eso fue muy importante, me hizo sentir el amor al prójimo, un amor que estoy segura venía de Dios y que me acercó a la Iglesia», revela.

 

«Mi madrina me llevaba a misa algunos días a la catedral y otros a San Cosme y San Damián», relata. «Nadie me dijo si deseaba ser católica, mi madrina no me hablaba de nada de ello, pero yo sentía esa necesidad porque quiero parecerme a ella, sentir esa alegría que ella tiene y que me ha transmitido, y un día se lo dije, que quería ser católica. Por supuesto, supuso una gran alegría».

 

 

«Llevo mucho tiempo deseando la comunión pero no puedo recibirla al no estar bautizada; ahora podré hacerlo y tener a Cristo conmigo siempre».

 

Asegura que para ella recibir el bautismo es muy importante: «algo que deseo con todo el corazón, que voy a formar parte de la Iglesia, de la familia de Cristo, y eso me hace feliz, porque llevo mucho tiempo deseando la comunión pero no puedo recibirla al no estar bautizada, y ahora podré hacerlo y tener a Cristo conmigo siempre».

 

Su preparación para recibir el sacramento ha sido un proceso «largo pero muy bonito». «Me han preparado Cristina Ibáñez, que sabe mucho de teología, y también han sido mis catequistas Miriam, Laura y Jorge, que son todos estupendos. Ellos han compartido conmigo la alegría de ser cristianos y han respondido a todas mis preguntas sobre lo que es el bautismo. Tienen una alegría y una felicidad contagiosa y les agradezco mucho el tiempo que me han dedicado, que han sido 45 sesiones de catequesis, en las que he aprendido mucho y me han mostrado el camino. Y también han sido muy importantes para mí Maxi, el párroco de San Cosme, y Quique, el sacerdote, que han sido muy buenos conmigo», relata.

 

«No podemos encontrar a Dios si no es a través de los demás y del amor que pone en otras personas para que lo transmitan»

 

Sentir el amor de Dios no ha sido algo que ha ocurrido de repente, confiesa. «Ha sido un proceso largo, de unos 15 años. Yo notaba un vacío en mi corazón. En Bulgaria leí el Corán y la Biblia buscando a Dios, necesitaba encontrar algo que me llenara la vida y por más que estudiaba y trabajaba, el vacío seguía dentro de mí. Como ya he dicho, el momento en el que siento a Dios es cuando conozco a Mari, mi madrina y profesora de prácticas en el Hospital. Entonces hay algo especial que siento al verla, no podemos encontrar a Dios si no es a través de los demás y del amor que pone en otras personas para que lo transmitan, al igual que el amor que ahora me llega a mí, siento que debo transmitirlo a los demás. Para mí Mari Cruz ha sido como una luz en mi camino que me ha mostrado a Dios, en su manera de ser y de actuar con los demás», reitera.

 

Elena ahora reflexiona: «No me daba cuenta, pero Dios siempre ha estado ahí, e incluso me ha salvado de morir en un accidente de tráfico en Bulgaria, en el que el coche quedó totalmente destrozado y a mí no me pasó nada. Ahora he comprendido que fue voluntad de Dios y después ha estado presente en mi vida en mi vocación de atención a los demás a través de mis estudios de auxiliar de enfermería. Me estoy preparando unas oposiciones y si obtengo la plaza, será que Dios la pone en mi camino para ayudar a muchas personas. Sí que he sentido y siento a Dios presente en mi vida».

 

Admite que por un lado sí le hubiera gustado haber recibido el bautismo de niña, «pero ahora te diría que no cambio nada, porque todo el proceso que he vivido en Burgos de preparación con personas maravillosas ha merecido la pena y he aprendido mucho. Si ahora me permitieran volver atrás, lo haría igual, porque lo que he vivido y aprendido va a marcar mi vida de cristiana para siempre», concluye.

2019 04 12 viernes: Resumen de Prensa

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Las Edades del Hombre

 

 

Provincia

 

 

Semana Santa

 

Los cristianos se comprometen a apoyar la buena política

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En las próximas semanas estamos convocados a participar en unas elecciones generales, locales, autonómicas y europeas. Votar es una forma importante de participar democráticamente en la construcción de la sociedad y un derecho de los ciudadanos. Pero no olvidemos que la democracia real es mucho más que depositar un voto en una urna. Se construye sobre todo con el compromiso activo de todos en las realidades sociales y políticas cotidianas.

 

Ante las próximas citas electorales, debemos evitar la manipulación y la confusión. Sabemos que la maquinaria electoral va a marcar la realidad mediática y social de estos meses con consecuencias para todos. Es importante no olvidar la verdadera dimensión del momento socioeconómico, poniendo en el centro a las personas, sus problemas y sus aspiraciones.

 

Los partidos van a intentar que votemos más que nunca desde la emoción y la polarización interesada. El terreno está abonado para que crezca el populismo en todos ellos. Este calculado reduccionismo está lejos del Evangelio y a menudo genera víctimas y descartados, sobre todo entre los más pobres.

 

Como cristianos debemos apelar a nuestra conciencia y a la coherencia de nuestra fe y de nuestra vida. El Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia nos deben servir de referentes. No es válido un Evangelio a la carta o al servicio de la propia ideología. El mensaje de Jesús profundiza en el bien común, que ha de ser el horizonte de toda acción política. Un bien en el que el emigrante, el empobrecido y el más vulnerable tienen un puesto preferente; un bien que se identifica con el respeto a la dignidad de la vida en todas las circunstancias, con la promoción de un trabajo decente, con la justicia social y con el cuidado integral de la naturaleza.

 

Como ha dicho el papa Francisco, «el verdadero poder es servicio». Los cristianos reclamamos gobernantes que hagan de la acción política un servicio a la sociedad y no un ejercicio de lucro y proyección personal. Recordamos que la auténtica finalidad de la política es construir una sociedad más solidaria y fraterna con oportunidades para todos y expresamos nuestro compromiso por llevarlo a cabo. En palabras del arzobispo de Burgos, es momento de exigir a nuestros futuros representantes «no caer en la fragmentación y el conflicto, sino buscar el momento de tender puentes para que triunfe el encuentro por encima de la confrontación».