Veintidós adultos mirandeses reciben el sacramento de la confirmación

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Veintidós adultos mirandeses recibieron el pasado mes de mayo el sacramento de la confirmación. Hasta la ciudad del Ebro se desplazó el obispo emérito de Jaén, don Ramón del Hoyo, para presidir la eucaristía. Fue una celebración gozosa, que culminó el itinerario que estas veintidós personas habían empezado tres meses atrás.

 

En varias sesiones, conforme a la organización prevista por la vicaría de pastoral para toda la diócesis, los asistentes tuvieron ocasión de recordar cosas que ya sabían y de aprender otras tantas nuevas sobre la fe. Y, sobre todo, de acercarse más a la persona de Jesucristo.

 

En opinión de Jesús María Calvo, párroco de El Buen Pastor y sacerdote encargado de la comisión arciprestal de catequesis, ha sido una gran oportunidad para trabar relación con muchas personas que no son habituales de nuestras iglesias. Y por eso también ha sido un reto que se ha afrontado con mucha ilusión por parte de los organizadores.

 

Como novedad, esta vez, además de las charlas doctrinales, se ha subrayado el aspecto vivencial de la fe. En este sentido, se ha incluido una visita al comedor asistencial de Cáritas Miranda, donde diariamente se sirven comidas a transeúntes y personas necesitadas. Asimismo, los participantes tuvieron la oportunidad de conocer a la única comunidad contemplativa del arciprestazgo, las agustinas de Orón. Allí tuvo lugar un rato de oración y la preparación para las confesiones, que se celebraron en la parroquia El Buen Pastor. Y también se contó con el testimonio de adultos confirmados en años anteriores, así como de una religiosa, una catequista joven y un sacerdote misionero.

El arciprestazgo de Gamonal celebra su encuentro de fin de curso

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La parroquia de San Juan Evangelista acogió el pasado sábado el encuentro de fin de curso del Arciprestazgo de Gamonal. La jornada sirvió para hacer un resumen de los últimos meses, donde la comunidad se hizo eco de todo lo vivido en el camino hacia una iglesia más misionera y servidora. Así, se fueron desgranando los pasos que se han dado en cada una de las comisiones y grupos y las iniciativas que se han desarrollado en distintos ámbitos para responder a las claves pastorales que se habían programado para este curso: impulsar procesos formativos continuados, crecer en sentido comunitario y de corresponsabilidad y reforzar el servicio a los más pobres desde la cercanía y la implicación de toda la comunidad.

 

Tras el repaso a la actividad del curso, se celebró una eucaristía muy especial, participativa y llena de símbolos, que prepararon entre todas las parroquias. Un gesto público en la Plaza de San Bruno, que sirvió para recordar las experiencias de la última Semana Arciprestal, y un pequeño aperitivo en los salones de la parroquia pusieron el broche final al encuentro.

 

Doce jóvenes y adultos reciben la confirmación en Aranda

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Confirmación adultos

 

Doce jóvenes y adultos del arciprestazgo de Aranda recibieron el pasado viernes en la parroquia de Santo Domingo el sacramento de la confirmación, en una celebración presidida por el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, y concelebrada con el vicario de Pastoral, José Luis Lastra, y sacerdotes de todas las parroquias de la capital ribereña y de los Padres Claretianos. Como dato curioso, cinco de los confirmandos eligieron como padrinos a sacerdotes. Días antes, el 17 de mayo, otros 21 adultos recibieron la confirmación en el arciprestazgo de Miranda, concretamente en la parroquia del Buen Pastor; en esa ocasión presidió la celebración el obispo emérito de Jaén, don Ramón del Hoyo.

 

El próximo sábado, víspera de Pentecostés, otros 30 jóvenes y adultos, en su mayoría de Burgos ciudad, serán confirmados por el arzobispo, a las 20:00 h en la catedral; previamente, a las 19:00 h, mantendrán un encuentro con don Fidel en la Casa de la Iglesia. Su preparación ha seguido distintos cauces: unos, durante cuatro sábados completos; otros, durante 17 jueves por la noche, otros en un Cursillo de Cristiandad y otros han sido preparados personalmente por algunos sacerdotes en sus respectivas parroquias. Algunos más se preparan y reciben la confirmación en arciprestazgos rurales, como Amaya y Santo Domingo.

 

En 2018 fueron un total de 1.164 confirmaciones las que se administraron en la diócesis, de las cuales 86 fueron de adultos (el 7%). Es  una opción que se contempla en las Orientaciones de Iniciación Cristiana vigentes en la diócesis (el llamado «itinerario 5º») para mayores de 25 años que no han recibido la confirmación. El proceso de formación incluye catequesis a cargo de sacerdotes y laicos, oraciones y celebraciones, testimonios y visitas que facilitan una visión cercana de la fe y de la Iglesia, además de facilitar la convivencia y encuentro entre ellos. El objetivo principal es que los participantes vivan un periodo intenso de reflexión en la fe que puede culminar con el sacramento de la confirmación, y que este deje de considerarse como un mero trámite necesario para contraer matrimonio o para ser padrino o madrina de bautismo.

2019 06 03 lunes: Resumen de Prensa

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Sociedad

 

Uno de cada tres misioneros burgaleses arriesga su vida en zonas de conflicto

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Sor Inés, en el centro, con el obispo de Berberati.

Sor Inés, en el centro, con el obispo de Berberati.

 

El brutal asesinato de la religiosa burgalesa sor Inés Nieves Sancho en la aldea de Nola (República Centroafricana) hace unos días ha hecho saltar a los titulares de medios de comunicación la realidad de un continente rico en recursos pero donde la mayoría de la población vive en la miseria y, en muchos casos, en un estado permanente de terror. Si no fuera por voces como las Jesús Ruiz Molina, obispo auxiliar de Bangassou y único misionero burgalés en dicho país, o por acontecimientos estremecedores como la muerte de sor Inés de la más cruel de las formas (fue degollada), nada o muy poco conoceríamos sobre la situación a la que se ve sometido un pueblo azotado por la criminalidad y la violencia extrema.

 

«Yo no digo que sea una suerte tener mártires de esa manera», sostiene el delegado diocesano de Misiones, Ramón Delgado, «pero qué bien viene que ellos den voz a gente que no la tiene. Si no, no se hablaría de ello». Y es que África vive unos momentos de gran convulsión, explica Delgado. Muchos de los que estaban en Siria, miembros de movimientos islámicos extremistas se están desplazando o están regresando, porque muchos de ellos procedían del África subsahariana o del Sahel, son gente que ha aprendido a vivir la violencia, que no tiene una educación, que no tiene una cultura de trabajo y que ha vivido de matar y de morir. Esto, unido a los conflictos armados que ha habido en África en los años noventa y a principios de este siglo, con muchos niños de la guerra, que han sido conducidos a coger armas y que han crecido sin saber otra cosa que vivir en esas situaciones de conflicto, de tensión y de violencia, donde no han trabajado los sentimientos y no saben expresarlos de otra forma que no sea violentamente, hace que nos encontremos con países como la República Centroafricana, donde hay 14 grupos armados que campan a sus anchas, tienen prácticamente dividido todo el país. Con un territorio equivalente a la península Ibérica, tiene solo 4 millones y medio de habitantes y millón y medio de desplazados.

 

Por si fuera poco, África está muy armada, especialmente la parte subsahariana y sahariana, sobre todo desde la caída de Gadafi, explica el delegado. «Era un líder y, al menos, como líder, mantenía cierta unión entre el pueblo musulmán; pero desde que él cayó, se han hecho como reinos de taifas donde también entre ellos están divididos. Cada uno es jefe de su propia cuadrilla y nos encontramos con gente a la que se le da un arma y se les dice que tienen que matar a su padre, a su madre o alguien de la familia y, una vez que han hecho eso, ya no pueden volver a sus poblados. Se les promete un arma, que cuando quieran mujeres, basta con asaltar una escuela y se llevan a las niñas que quieran…».

 

Son países con un tejido social muy débil, narra Delgado, «de manera que cuando se consigue poner en marcha una escuela, reunir un grupo de niños, encontrar un maestro y aquello empieza a funcionar, te viene un grupo de desalmados, se dedican a tirotear a todo el mundo, te matan al maestro, a algunos de los niños les dan un arma y se los llevan como soldados, a otros les matan y a las niñas se las llevan como esclavas sexuales. Es difícil mantener una educación, una forma de vivir en esa sociedad, que haya una esperanza».

 

El reparto por los cinco continentes deja datos preocupantes. De los 620 misioneros, al menos 202 (el 32,58%) se encuentran repartidos por el mapa de los países más peligrosos del mundo.

 

En medio de ese panorama, los misioneros suponen siempre un sustento, una palabra de alivio. «El pueblo sencillo tiene mucha fe, es lo único que les queda: el contacto con la naturaleza, con sus tradiciones, donde puedan quedar, y su contacto con Dios. Ponen su esperanza en las manos de Dios porque no tienen dónde apoyarse. Y ellos no miran ya si es religioso, religiosa, si es padre o es madre, más joven o más mayor: es un hombre de Dios, una mujer de Dios, es una presencia de Dios en medio de ellos, y muchas veces por eso vienen a refugiarse a la misión».

 

Misioneros ¿en el punto de mira?

 

En 2018 fueron asesinados en todo el mundo 40 misioneros, casi el doble que en 2017, con 23 muertes violentas; la mayoría de ellos eran sacerdotes, es decir 35. Mientras en los últimos ocho años consecutivos el número más alto de misioneros asesinados se registró en América, el pasado fue África el continente que se ha adjudicó el primer puesto en esta dramática clasificación.

 

Delgado no tiene muy claro que todas las víctimas lo hayan sido por persecución religiosa. «Puede darse por robar (la misión a veces es una trampa, los grupos armados saben que hay un vehículo, probablemente un ordenador…), ser víctima accidental… Pero es verdad que antes no mataban a un misionero, había un cierto respeto. Quizá fuera por temor, porque daba mala suerte matar a un misionero. Pero como se va viendo que se mata a un misionero y no pasa nada, en el sentido de que no se cae el cielo, no te ocurre una desgracia, no se te cae la mano por haber apretado el gatillo, no sucede una catástrofe, no te cae un rayo sobre el fusil cuando has disparado… pues la gente ha perdido ese respeto que había antes hacia lo sagrado. También es cierto que el hecho de vivir en un contexto donde la vida no vale nada, los demás valores se deterioran por igual». Desde ese «no pasar nada» se ha pasado al extremismo yihadista: «no solo no pasa nada cuando se mata a un cura o un misionero, sino que matar a una cura te da la vida eterna. Y cuanta más autoridad religiosa, pues más».

 

A pesar de ello, el misionero asegura que «antes podrían matarte, pero ahora lo más probable es que te secuestren: los grupos armados organizados necesitan dinero y los europeos somos una llamada de atención. Ahí también estamos encontrando un problema, y es que los Gobiernos a veces no nos dejan pasar de un país a otro o de una zona a otra porque no pueden garantizar nuestra seguridad. Te pueden secuestrar hoy, o mañana, o si no, pasado, porque el misionero está por todas las aldeas, por todos los caminos, no en un edificio oficial, donde está protegido».

 

¿Y cuál es la situación de los misioneros burgaleses? El reparto por los cinco continentes deja datos preocupantes. De los 620 misioneros, al menos 202 (el 32,58%) se encuentran repartidos por el mapa de los países más peligrosos del mundo. En África, encabeza el listado precisamente la República Centroafricana (con un solo misionero burgalés, el ya citado obispo auxiliar de Ban-gassou), pero también hay otros destinos convulsos como la República Democrática del Congo, con once burgaleses; o Burkina Faso, con dos; Chad, con cuatro, o Camerún, con cinco.

 

En el continente americano, la mayor presencia de misioneros burgaleses se registra en lo que se ha convertido un auténtico polvorín, Venezuela, con 59; y también numerosos en los países de Centroamérica, 23 en México, once en Guatemala, siete en El Salvador, seis en Honduras o siete en Nicaragua.