Convocatoria de Prensa: Inauguración del Centro diocesano de Escucha ‘San Camilo’

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Mañana viernes, el arzobispo de Burgos, don Mario Iceta Gavicagogeascoa, bendecirá a las 20:00 horas el nuevo centro diocesano de Escucha «San Camilo». Para dar a conocer este proyecto, que se suma a la treintena de centros de este tipo que ya existen en el país, la oficina de información del Arzobispado de Burgos invita a los medios de comunicación a participar en una rueda de prensa.

 

Tendrá lugar mañana viernes 19 de marzo a las 10:00 horas en la sede del Centro de Escucha (plaza particular de Clunia s/n, sede también de la Acción Católica de Burgos) y en ella intervendrán:

 

  • Víctor Román, director del Centro de Escucha
  • Rosana Tapia, voluntaria del Centro de Escucha

 

Duración aproximada: 20 minutos.

 

Una treintena de piezas rememoran la gran exposición de arte retrospectivo de 1921

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El Consulado del Mar evoca la gran exposición de arte retrospectivo que acogió el Seminario de San José de Burgos en 1921 con motivo de los actos del séptimo centenario de la Catedral de Burgos. Esta mañana se ha inaugurado este espacio, donde se reúnen una treintena de piezas, procedentes de las parroquias de la provincia, que los burgaleses pudieron ver hace un siglo, y que responde al título de ‘Una exposición para un Centenario. 1921’ y forma parte de la exposición ‘Burgos, 1921: cuando la Catedral celebró sus 700 años’, organizada por la Fundación VIII Centenario de la Catedral. Burgos 2021.

 

Aquella exposición fue uno de los actos más sobresalientes del VII Centenario de la Seo castellana y la mayor concentración de arte antiguo, de alta significación patrimonial, que ha tenido lugar en Burgos en toda su historia y una de las más destacadas de la historia reciente de España, según explican los comisarios de esta muestra, René Payo y Juan Álvarez Quevedo. Más de 1.200 piezas formaron parte de aquel acontecimiento, que se convirtió en un primer y destacado hito en la catalogación, puesta en valor y difusión del ingente patrimonio burgalés.

 

Los criterios expositivos respondían a la estética museográfica de la época, basada en la acumulación y en la recreación de espacios, de manera que junto a tapices del siglo XVI podían mostrarse esculturas góticas, documentos del siglo XIII o retratos del XVIII. Así, obras altomedievales, románicas, góticas, renacentistas, barrocas, piezas de orfebrería, documentos de alta trascendencia histórica y códices de gran importancia llenaban las salas del seminario. Este tipo de muestras, que trataban de exhibir, estudiar y poner en valor el rico patrimonio del pasado, tenían una larga tradición en Europa y España desde las décadas finales del siglo XIX. En Burgos contaba con dos precedentes: la exposición de 1882, celebrada en el palacio de la Diputación, y la de 1912, conmemorativa del VII Centenario de la batalla de Las Navas de Tolosa.

 

Impulsada por el cardenal Benlloch, para su organización se apeló a las parroquias y conventos de la archidiócesis burgalesa y también a las diócesis sufragáneas, así como a particulares que pudieran tener objetos singulares anteriores al reinado de Isabel II. Se contó con el apoyo del ministro de Instrucción Pública, el burgalés Francisco Aparicio y Ruiz, y del marqués de Vega Inclán, comisionado regio para el Turismo. También una serie de ilustres burgaleses se integraron en la comisión organizadora: Eloy García de Quevedo, Juan Antonio Cortés, Domingo Hergueta, Luciano Huidobro y Matías Martínez Burgos.

 

La exposición del Consulado del Mar se podrá ver, de manera gratuita, hasta el 2 de mayo, de martes a viernes de 19:00 a 21:00 h, los sábados, de 12:00 a 14:00 h y de 19:00 a 21:00 h, y los domingos, de 12:00 a 14:00 h.

 

Principales piezas: trípticos y tallas en alabastro

 

Entre aquellas obras que se exhibieron hace un siglo y que ahora forman parte de la muestra que rememora aquel acontecimiento destacan trípticos como el de la Navidad, de Santibáñez Zarzaguda; el de la Adoración o de los Reyes Magos, de Briviesca; y el de la Piedad, de Hormaza. También sobresalen el óleo de la Adoración de los Magos, procedente del monasterio de Santa Clara de Medina de Pomar; una custodia rococó, de la iglesia de Santa María y San Martín de Briviesca; la talla de la Anunciación, realizada en  alabastro, de la iglesia de San Juan de Castrojeriz; y la virgen de Gómez Manrique, también en alabastro, de la ermita del Salvador, de Villatoro.

Cáritas Burgos agradece la colaboración de las empresas durante la pandemia

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En un sencillo acto celebrado ayer en la sede de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Burgos (FAE), Fernando García Cadiñanos, delegado de Cáritas Burgos, recordó que «en los momentos más duros del confinamiento, fueron muchas las empresas que se acercaron a nosotros para ofrecernos material sanitario cuando apenas había apoyo económico y donaciones en especie. Esto, sumado a la generosidad de cientos de burgaleses anónimos, ha hecho posible que atendamos a más de 6.000 familias». En el acto, estuvo acompañado por Jorge Simón, director de la misma entidad, por Miguel Ángel Benavente, presidente de FAE, y por Emiliana Molero, secretaria general. En el acto, Cáritas Burgos hizo entrega de un diploma conmemorativo en el que se reconoce el esfuerzo y la implicación del tejido empresarial de Burgos. Por su parte, el presidente de FAE destacó y agradeció la importante labor social de la entidad, su solidaridad y compromiso con los más desfavorecidos, especialmente en estos momentos de crisis. Y animó al tejido empresarial burgalés a «continuar manteniendo su colaboración y su compromiso con la organización», pues en los momentos actuales «las necesidades de las personas en situación de exclusión continúan siendo infinitas».

 

Colaboración y agradecimiento

 

Desde el mes de marzo de 2020, Cáritas ha recibido el apoyo de más de medio centenar de empresas, que han donado más de 36.000 mascarillas, 700 litros de gel hidroalcohólico, 12.000 guantes, 80 mamparas de protección, pantallas faciales, ropa de protección y virucida concentrado para 12.000 litros de producto. Además del material sanitario, se han recibido colchones y ropa de cama para las personas sin hogar y productos de higiene personal, y decenas de miles de kilos de alimentos. Esta colaboración, especialmente en los momentos de mayor escasez de productos sanitarios, es una muestra más de la cooperación que el empresariado burgalés ha tenido siempre con Cáritas Diocesana.

 

La campaña específica contra los efectos de la covid, «Cada gesto cuenta», abierta en marzo de 2020, sumó más de 170.000 euros recaudados. Numerosas instituciones, entidades y colectivos promovieron diferentes campañas a los que se sumaron los gestos anónimos de muchos particulares. Además, medio centenar de personas se ofrecieron como voluntarios, a pesar de las limitaciones impuestas por el estado de alarma. Por último, sacerdotes, órdenes religiosas, parroquias y otros organismos católicos aportaron más de 600.000 euros. Para Jorge Simón, «el reto ahora consiste en mantener ese esfuerzo, para que las consecuencias de la pandemia no se ceben con los más vulnerables, como nos tememos que puede ocurrir». Por este motivo, y durante toda esta semana, Cáritas se dirigirá a los distintos grupos que han colaborado con la entidad para trasmitirles su profundo agradecimiento de forma individualizada.

La vocación de ser ‘padre’

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Rodrigo Camarero tiene 21 años, es un apasionado del arte, estudia 3º de Teología y se forma en el Seminario diocesano de San José, pues desde bien pequeño tenía en la cabeza que quería ser sacerdote. Nació en Madrid, pero sus primeros años de vida transcurrieron en Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real). Allí recuerda cómo, con apenas tres o cuatro años, acompañaba a sus padres, que impartían catequesis de aldea en aldea, y cómo su vida de fe ha crecido «de forma sencilla y natural» en el núcleo familiar, al que se sumaron, después de él, otros tres hermanos más (hoy, de 19, 16 y 9 años).

 

Fue tras hacer la primera comunión en Los Quiles, uno de esos pueblecitos en los que sus padres animaban la formación catequética, cuando empezó a rondar en su cabeza la idea de ser cura. Le ilusionaba la alegría y entrega de aquel párroco y así se lo manifestó a sus padres. «Ellos no se lo tomaron a mal, ni me animaban ni me ponían pegas. Yo veía aún lejos el Seminario pero tenía clarísimo que quería ser cura», relata.

 

En 2011 la familia se traslada hasta Palacios de la Sierra, donde él es profesor de Educación Física en el instituto de Quintanar y ella maestra de primaria en los pueblos de la comarca. Aquí conoció el Seminario de San Jose y después de varios contactos con el director espiritual del mismo, decidió ingresar en 3º de la ESO. Desde entonces han pasado ya seis cursos y ahora Rodrigo espera con ilusión su admisión a las sagradas órdenes, un rito que celebrará el 20 de marzo ante la presencia del arzobispo, don Mario Iceta.

 

«Ahora puedo decir que todo es estupendo y que la formación que está recibiendo Rodrigo es extraordinaria, pero al principio tengo que reconocer que no fue fácil», comenta Paco, su padre. No pone ninguna pega en que su hijo llegue a ser sacerdote –«estamos encantados»– pero sí explica que no fue sencillo dejar que Rodrigo dejase el núcleo familiar para vivir en el Seminario. De su trabajo en el instituto –donde también es jefe de estudios– conoce de sobra lo importante que es para los adolecescentes relacionarse con otros jóvenes y le preocupaba que Rodrigo creciera sin ese ambiente, dados los pocos compañeros que vivían como él en el edificio del paseo del Empecinado. «Sabía que la formación espiritual y académica estaban garanizadas, pero era esa parte social, más integral, la que me inquietaba», recuerda. Ahora, sin embargo, puede decir que «lo que le preocupaba ha quedado cubierto» y que la formación que Rodrigo está recibiendo se ha completado incluso viajando, poniendo en marcha musicales y montajes teatrales, visitando otros países, cultivando el deporte o la música.

 

Desde su propia experiencia, entiende el recelo que puede suscitar en los padres dejar que sus hijos vayan al Seminario, pero subraya que allí «se preocupan por una formación integral». «El Seminario no es una burbuja donde se les aparta del mundo real y donde solo existe una formación religiosa. A mí ese miedo se me quitó enseguida», insiste. Además, hoy en día, la relación de las familias con el Seminario es esencial, hay mucho flujo de comunicación y los padres participan de varias actividades junto con sus hijos seminaristas, como salidas culturales, comidas de hermandad u otros encuentros.

 

Regalo mutuo

 

Paco sostiene que es un «orgullo» ver que «un hijo desarrolla su vocación, y encima esta tan especial». Sabe que a Rodrigo aún le queda un largo camino por delante, pero el recorrido ya realizado «es todo un regalo y, si acaba siendo sacerdote, todavía más». Con todo, si por cualquier motivo ese día no llegara «también lo comprenderíamos y no lo valoraríamos como un fracaso o un tiempo perdido». «Todo lo ganado hasta ahora es un regalo.

 

Como padre que conoce a sus hijos, imagina a Rodrigo «como un sacerdote cercano, dedicado a ayudar a los demás y muy espiritual». No en vano, recuerda cómo ya de pequeño mostraba una gran sensibilidad hacia otros niños que lo pasaban mal o estaban tristes. «No me lo imagino moviendo grandes masas ni con aspiraciones de nada. Creo que será más bien un buen conversador y que ayudará a la gente necesitada, aunque puedo estar equivocado y sus dones pueden ser toda una sorpresa».

 

En el año en que la Iglesia universal celebra un jubileo especial dedicado a san José, al que muchos califican como el formador del Sumo Sacerdote, padre e hijo sostienen que aprenden uno de otro. Para Paco es una «satisfacción» ver que su hijo es fiel a su vocación, algo que ha echado por tierra todos sus miedos y recelos. Para Rodrigo, por el contrario, su padre es un referente en quien fijarse, también, para ser un buen sacerdote: «Siempre me ha apoyado en todo momento. De él admiro el cariño que siempre nos ha dado y que sabe ser serio y a la vez cariñoso, haciendo más fácil que confíe en él y le quiera».

San José, el artesano en la fe y el amor

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Queridos hermanos y hermanas:

 

Esta semana celebramos la festividad de san José: el humilde carpintero que asumió –con amor, fidelidad y entrega absoluta– el tesoro más grande que se le depositó en sus manos, el hijo de Dios.

 

«Con corazón de padre: así José amó a Jesús, llamado en los cuatro Evangelios “el hijo de José”». Con estas palabras, el Santo Padre comienza la carta apostólica Patris corde, en la que el Pontífice recuerda el 150 aniversario de la declaración de san José como patrono de la Iglesia Universal, para reivindicar así el valor de su figura y celebrar un año dedicado especialmente a él.

 

La vida de san José es un evangelio vivo, escrito –a corazón abierto– con la tinta de la fidelidad. La belleza de su vida y la bondad de sus manos hicieron de él la persona de confianza de Dios para cuidar de Jesús y de María. Por eso, adherido a esa fidelidad que redime el tiempo (Ef 5,16), desde un amor fraguado en el cuidado, se dio todo, del todo y para siempre.

 

San José se abandonó sin reservas en las manos del Padre, poniendo a los pies de la Divina Providencia el andar humano del Hijo de Dios. Y es que tener fe en Dios, como señala el Papa Francisco en esta carta apostólica titulada Con corazón de padre, incluye creer que «Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades y de nuestra debilidad». Al mismo tiempo, «nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca».

 

Él lo hizo entregando todo cuanto tenía; porque sabía que el amor es mucho mayor que el temor, porque –con él– la humanidad de Cristo se forjó con la ayuda de este buen custodio que hacía las veces de padre. Y Dios, que nunca se deja ganar en generosidad, quiso que José entrase «en el servicio de toda la economía de la Encarnación», como una vez expresó san Juan Crisóstomo, el patrono de los predicadores.

 

San José, un padre amado por todo el pueblo cristiano, que une –en silencio– el Antiguo y el Nuevo Testamento. Un padre «en la ternura», «en la obediencia» y «en la acogida». Un padre «de valentía creativa», «trabajador» y «siempre en la sombra». Así lo describe el Papa Francisco, poniendo el acento en ese silencio persistente «que no contempla quejas», sino «gestos concretos de confianza».

 

Este año dedicado a san José, el custodio de Jesús y, por tanto, de la Iglesia, nos recuerda que solo desde el silencio de la cruz es posible amar a la humanidad entera. Porque él, despojado de sí mismo, nunca se puso en el centro. Al contrario, supo cómo descentrarse, acallando sus temores y confiando en Dios en sus angustias, para poner a María y a Jesús en el corazón de su existencia.

 

Y no podemos olvidar que este artesano nos enseñó a vivir en contemplación, a confiar siempre en Dios, a santificar el trabajo humilde y sencillo y a vivir el amor en pureza cristalina.

 

Queridos hermanos y hermanas: con san José queremos también honrar a la Virgen María, quien llenó siempre de paz el amable taller de Nazaret, y quien –en silencio, como su amado– se confió a Dios como la humilde esclava del Señor. También San José es invocado en el momento último de nuestra existencia en la tierra. A Él encomendamos a nuestros hermanos que durante este tiempo duro de pandemia han pasado a la casa del Padre. En san José experimentamos que la misericordia de Dios no tiene fin y que traspasa incluso el umbral de la muerte para conducirnos a la eternidad.

 

Con gran afecto, recibid la bendición de Dios deseándoos un santo tiempo de Cuaresma.

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos