La pandemia ha tocado la salud, la economía, la convivencia, el futuro de progreso… Es momento ahora de analizar algunas de sus consecuencias entre las personas migrantes que viven en Burgos. Es momento de escuchar de primera mano testimonios. Con esta intención, comienza el XV Encuentro diocesano de Pastoral de Migraciones.
Esta edición se desarrollará en tres miércoles, tres lugares distintos y afrontará tres situaciones concretas afectadas por la pandemia. El primero de los encuentros será este miércoles 14 de abril, a las 18:00h, en la parroquia de San Julián. El tema central será el cuidado del hogar y la situación de sus trabajadores.
La personas migrantes expresarán cómo están, cómo les ha afectado la actual situación o cómo afrontan el futuro. Con este encuentro anual, la Delegación de pastoral de Migraciones, quiere descubrir las experiencias cercanas de la Iglesia en Burgos donde se acompañan estas situaciones, y que sea un diálogo entre todos para mostrar cómo podemos servir más y mejor.
La hostelería y los servicios en ERTE centrarán el segundo de los encuentros que se desarrollará el miércoles 12 de Mayo en la parroquia de San Gil (en Cáritas). El último testimonio, el 9 de Junio, afrontará la soledad sobrevenida.
La Fundación Las Edades del Hombre firmó el pasado viernes en Burgos con la Fundación VIII Centenario de la Catedral. Burgos 2021 y la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Burgos sendos convenios de colaboración por los que estas dos instituciones aportarán 25.000 euros para el desarrollo de la exposición ‘Lux’, que acogerá la Seo castellana en sus claustros alto y bajo desde junio, con motivo de los ocho siglos de la basílica y el Año Santo Jacobeo. Juan Álvarez Quevedo y René Payo serán sus comisarios.
Gonzalo Jiménez, secretario general de la Fundación Las Edades del Hombre, y Antonio Miguel Méndez Pozo, vicepresidente ejecutivo de la Fundación VIII Centenario de la Catedral. Burgos 2021 y presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Burgos, rubricaron los acuerdos para colaborar con el que «es posiblemente el mejor exponente cultural de España». Si habitualmente esta muestra de arte sacro conlleva una gran repercusión en la hostelería y el comercio de las localidades que la acogen, «esto en este momento tiene una trascendencia más importante», destacó Méndez, quien se mostró decidido «a sacar este gran proyecto adelante» a pesar de la incertidumbre.
«Queremos ser un impulso de normalidad», comentó Jiménez, que aspira a que esta edición suponga «un aire fresco» que invite «a salir, a vivir la cultura y a vivir nuestra identidad». ‘Lux’ es un proyecto «ilusionante», en el que llevan trabajando más de un año y que ha encontrado «apoyos claros» en la Cámara de Comercio y la Fundación VIII Centenario de la Catedral. Burgos 2021, además del Ayuntamiento de Burgos, la Diputación Provincial de Burgos y la Junta de Castilla y León.
El VIII Centenario estará plenamente involucrado en la exposición de Las Edades del Hombre, más allá de esta aportación económica, ya que la Fundación está ultimando un amplio programa musical complementario a la muestra de arte sacro las tardes de los viernes y los sábados mientras dure ‘Lux’, para incentivar que los visitantes de la exposición alarguen su estancia en Burgos durante el fin de semana.
‘Lux’ para la vigésima quinta edición
Bajo el vocablo latino ‘Lux’, Burgos, Carrión de los Condes y Sahagún albergarán la vigésima quinta edición de la exposición de Las Edades del Hombre, enmarcada en la celebración del Año Santo Jacobeo 2021 y el VIII Centenario de la Catedral de Burgos. Esta vigésima quinta edición de la muestra se desarrollará en tres provincias y cinco sedes expositivas, ejemplos de la arquitectura románica, mudéjar y gótica: la Catedral de Burgos; las iglesias de Santiago y Santa María del Camino, en Carrión de los Condes y el santuario de la Peregrina y la iglesia de San Tirso, en Sahagún.
La imagen elegida para el cartel de la exposición es una vidriera del convento salmantino de ‘Las Úrsulas’ que, mostrando la Coronación de la Virgen, ahonda en ese protagonismo de María, pero hace referencia también a la luz inherente a las catedrales góticas. La obra, de autor desconocido, data de los primeros años del siglo XVI y procede de alguno de los importantes talleres burgaleses de la época, cuyo máximo exponente fue Arnao de Flandes. La vidriera, además de la imagen, ha prestado sus tonos para el grafismo de ‘Lux’, en rojo, azul y verde.
La catedral de Santa María la Real de la Almudena ha acogido este domingo la solemne eucaristía de ordenación episcopal de monseñor Luis Marín de San Martín hasta ahora asistente general de los Agustinos y nuevo subsecretario del Sínodo de los Obispos. «El Señor te invita a comenzar un camino, obispo y pueblo; el Señor te manda que repares su casa, y el Señor propone la sinolidad», ha señalado el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, en su homilía.
El purpurado ha mostrado su alegría por el hecho de que monseñor Marín se haya convertido en obispo en la catedral dada su vinculación con «la Iglesia particular de Madrid», pues nació en la capital en 1961, estudió con los Agustinos en el Colegio San Agustín y, tras ordenarse en 1998, fue destinado a la parroquia de Nuestra Señora de la Vid en San Sebastián de los Reyes, párroco in solidum de las parroquias de la zona de Montejo de la Sierra y párroco de la Santa Ana y la Esperanza de Madrid. Después, ha sido también prior del monasterio burgalés de Santa María de La Vid (2002-2008) y profesor invitado en la Facultad de Teología del Norte de España en Burgos en los cursos de Licenciatura en Espiritualidad.
«El Señor hoy te pide e invita a comenzar un camino como obispo con el pueblo real», un pueblo que «se pone en camino siempre para dar la Buena Noticia, pues este es el mandato del Señor», ha subrayado el cardenal Osoro en su homilía. Y ha recordado «la primacía de la caridad» y «la unidad en la diversidad de las iglesias locales», que implica que «orar por el pastor no es algo anecdótico», sino «esencial», y que «el sacerdocio común de todos los bautizados ha de estar en el centro de nuestro modo de vivir la Iglesia». «¡Qué belleza adquiere la Iglesia cuando nos sentimos todos parte del pueblo santo! Para ello el Señor nos da tres tareas: escuchar con constancia la enseñanza de los apóstoles, vivir con intensidad la vida en común, y celebrar la Eucaristía alimentándonos del mismo Señor y firmes en la oración. En estas tareas ha de estar el obispo con el pueblo, con el rostro que este tenga», ha añadido.
El arzobispo ha recordado al nuevo subsecretario para el sínodo de los obispos que «la sinodalidad es el marco interpretativo más adecuado para comprender el ejercicio del ministerio jerárquico en todos los niveles de la vida eclesial». «Debemos caminar juntos, laicos, pastores y Papa. Y esto tiene que predicar la Iglesia», ha abundado. Este camino «comienza escuchando al pueblo, prosigue escuchando a los pastores y culmina escuchando al Obispo de Roma». «Una Iglesia en salida es una Iglesia sinodal», ha aseverado, al tiempo que ha pedido que «caminemos juntos para encontrarnos con Jesucristo y entreguemos a Jesucristo».
Tras recibir el anillo, la mitra y el báculo, en su alocución final, el propio monseñor Luis Marín de San Martín ha planteado que el Señor le ha preguntado este domingo de nuevo: «Luis, ¿me amas?» porque «solo el amor es importante, solo el amor es la respuesta, solo el amor permanece». «Hubo un tiempo en el que te preguntaba: ¿por qué me has elegido?, ¿por qué yo? Tan frágil e insuficiente. No te pregunto ya. Solo te sigo. Pero no en la distancia, sino a tu lado. Por favor, pon tu mano en la mía, pon tu brazo sobre mis hombros. Vamos juntos. Tengo necesidad de ti, porque tú eres el centro».
La tarea que ahora asume como subsecretario del Sínodo la ha definido como «muy hermosa y, al mismo tiempo, compleja y de una gran exigencia». Pasa, según ha detallado, por «colaborar en la preparación, desarrollo y actuación del Sínodo de los Obispos, estar disponible para acompañar los procesos sinodales y, sobre todo, promover la sinodalidad en la Iglesia: diálogo, implicación, discernimiento en común, participación, corresponsabilidad».
Hace veintiún años, el Papa san Juan Pablo II canonizó a santa Faustina Kowalska, quien recibió el carisma de promover la devoción a la Divina Misericordia. Durante la celebración, el Santo Padre declaró que cada segundo domingo de Pascua, que es el día que hoy conmemoramos, se celebraría en toda la Iglesia el Domingo de la Divina Misericordia.
«Cristo encarna y personifica la misericordia», revela san Juan Pablo II en su encíclica Dives in misericordia, escrita en 1980. En cada una de sus palabras, el Papa santo, que ya descansa en los brazos del Señor de la Vida, anima al pueblo cristiano a regresar la mirada al misterio del amor misericordioso de Dios. Una llama de amor perpetuo que ahora, más que nunca, en estos tiempos difíciles, hemos de mantener encendida. Porque Dios muestra su rostro, que es misericordia y que no conoce confines ni limitaciones. Él, ante nuestra fragilidad, prolonga su amor en forma de misericordia, ansía que volvamos a él, nos levanta de las caídas, y perdona nuestros pecados cuando –en el corazón del mundo– tantas veces no encontramos el consuelo que necesitamos.
La misericordia es el rostro de Dios manifestado en Jesús, que sufre en la piel deshecha de sus hijos e hijas, que impregna de ternura la intimidad angustiada de cualquier vida hecha jirones, que abre el corazón a la alegría de ser esperados siempre y amados para siempre. San Francisco de Asís, en su Testamento, recuerda cómo Dios, a través de los leprosos que cuidaba, impregnó sus manos de misericordia: «Me parecía extremadamente amargo ver los leprosos. Y el Señor mismo me condujo entre ellos e hice misericordia con ellos. Y aquello que me parecía amargo, se me convirtió en dulzura del alma y del cuerpo».
La misericordia es el acto definitivo y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Y tiene que ser la ley fundamental que habite en el corazón de cada persona «cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida», afirmaba el Papa Francisco en Misericordiae vultus, la bula que convocó el Jubileo Extraordinario de la Misericordia el año 2015.
La misericordia es una realidad que podemos contemplar en la parábola del hijo pródigo (Lc 15,11-32), donde la riqueza del perdón alcanza cimas incomparables y donde se palpa –en plenitud– la esencia de la misericordia divina. Una parábola hecha vida especialmente para quien ya ha perdido la esperanza o para quien ha dejado de creer en la insondable profundidad del misterio del amor de Dios. Porque todo en ella, todo en sí, habla de amor: un amor, como afirma la Escritura, «compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad» (Ex 34,6). Un abrazo, el del Padre, que encierra por completo el sentido primero y último del creer.
El Papa Francisco, cuando proclamó el Año Jubilar de la Misericordia, recordaba que «la misericordia de Dios se transforma en indulgencia del Padre que, a través de la Esposa de Cristo, alcanza al pecador perdonado y lo libera de todo residuo y consecuencia del pecado, habilitándolo a obrar con caridad, a crecer en el amor». Un valor que, incluso, sobrepasa los confines de la Iglesia. Y nosotros, frágiles apóstoles del Evangelio, somos testigos de este precioso regalo. Lo vivimos hace unos días, al pie de la cruz, con María y con Juan, a través de las palabras que salieron de la boca del Señor: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».
Queridos hermanos y hermanas: hoy, de la mano de santa Faustina Kowalska, estamos llamados a ser signos del primado de la misericordia. Y cuando nos fallen las fuerzas, nos aferramos a la Eucaristía, pan vivo de misericordia que sostiene nuestro camino, y a la mirada de la Virgen María, como le decimos en la Salve, Reina y Madre de misericordia. Os deseo una vivencia profunda y llena de alegría de este tiempo de Pascua.
Con la felicitación pascual recibid mi abrazo y la bendición de Dios.
En la semana de Pascua han sido varios los sacerdotes que, convocados desde sus respectivos arciprestazgos, han participado en varias celebraciones para el reparto de los óleos consagrados el día de la misa crismal. Los sacerdotes con encargo ministerial en el arciprestazgo de Burgos-Vena lo hicieron, además, en la Catedral para realizar allí también el gesto jubilar de atravesar la Puerta Santa del perdón.
Junto a ellos, en las semanas anteriores también han participado distintos grupos en la celebración de la misa capitular vespertina para vivir el Jubileo. Ha sido el caso, por ejemplo, de la parroquia de San Gil, que acudió a la Seo junto a su párroco; el equipo de Pastoral Penitenciaria acompañado del capellán de la cárcel o los grupos de «oración y amistad». En el mes de marzo también destacó la peregrinación de los dos Seminarios –el de San José y el Redemptoris Mater– para celebrar allí la fiesta de san José en este año dedicado especialmente a él.
La archidiócesis ha preparado un itinerario jubilar para los peregrinos que acudan al templo y que estará operativo en las próximas semanas, con la llegada del buen tiempo y la mejora de la crisis sanitaria, con apertura de la Puerta Santa a las 19:00 horas. El trayecto marcado comienza en el claustro bajo con una recepción y acogida a los peregrinos; continúa con una breve catequesis en la portada del Sarmental para concluir pasando por la Puerta Santa del perdón y celebrando, ya en el interior de la Catedral, el sacramento de la reconciliación y la eucaristía.