Canónigos del país celebran en Burgos el encuentro nacional de cabildos

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La Catedral de Burgos ha sido epicentro durante esta semana del encuentro anual de Cabildos del país, unas jornadas a las que han asistido 84 canónigos de distintas catedrales y colegiatas de España y que han conjugado momentos celebrativos, sesiones de formación y visitas culturales a varios emplazamientos de la ciudad y la provincia.

 

Las jornadas se inauguraron el pasado miércoles con la celebración de la fiesta del Santísimo Cristo de Burgos, una solemne eucaristía presidida por el obispo emérito de Jaén, don Ramón del Hoyo, con motivo del 25 aniversario de su ordenación episcopal, que contó, además, con una procesión de la venerada imagen por las naves de la Seo. El arzobispo, don Mario Iceta, por su parte, fue el encargado de presidir ayer la misa de clausura, en la que los canónigos asistentes celebraron su propio jubileo con motivo del VIII Centenario de la Catedral. Las jornadas finalizan hoy con una visita guiada al templo y una comida de hermandad.

 

Medalla comemorativa

 

El acto, organizado por la Confederación de Cabildos de España ha contado con su presidente, Manuel Montilla, canónigo en la catedral-mezquita de Córdoba. Él fue el encargado de recoger la medalla conmemorativa que les entregó la fundación VIII Centenario de manos de su presidente, el propio arzobispo, y el vicepresidente, Antonio Miguel Ménez Pozo.

Las obras de 41 artistas locales señalizan el Camino de Santiago a su paso por Burgos

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La plaza del Rey San Fernando albergará durante unas semanas 39 siluetas de peregrinos con las que se señalizará el Camino de Santiago a su paso por la ciudad de Burgos, desde los barrios de La Ventilla y Villafría hasta San Amaro. Después de esa fecha, las esculturas se trasladarán a su emplazamiento definitivo para mejorar la señalización de la Ruta Jacobea. Esta iniciativa está promovida por la Fundación VIII Centenario de la Catedral. Burgos 2021 y ha contado con la colaboración de Cajaviva Caja Rural, que aportó 20.000 euros para este proyecto.

 

En la inauguración han participado una treintena de los 41 artistas burgaleses que han decorado todas las siluetas. No obstante, como algunas esculturas han sido pintadas por varios creadores, delante de la Catedral solo estarán expuestos 39 peregrinos y peregrinas, con una disposición que recuerda a la forma de una concha de vieira. A este conjunto se suma la silueta que ya se puede contemplar enfrente del Centro de recepción de peregrinos desde hace tres meses, lo que eleva a 40 el número de esculturas.

 

Las figuras son obra de Cristino Díez y son de hierro lacado de dos metros de alto por uno de ancho. Sobre esa superficie, treinta artistas locales y una decena de estudiantes de la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Burgos han plasmado su visión del peregrinaje por el primer itinerario cultural europeo. Esto se ha traducido en estilos pictóricos muy variados, diversas técnicas plásticas, incluso con alteraciones estructurales del modelo original, con motivos jacobeos y numerosas referencias a la Catedral de Burgos, sin escatimar en alusiones a la naturaleza, con predominio del arte figurativo.

 

Al acto han asistido el arzobispo y presidente de la Fundación VIII Centenario de la Catedral. Burgos 2021, don Mario Iceta Gavicagogeascoa, el vicepresidente de la Fundación, Antonio Miguel Méndez Pozo, el alcalde de Burgos, Daniel de la Rosa, el presidente de la Diputación Provincial de Burgos, César Rico, el presidente de Cajaviva Caja Rural, Jesús María Hontoria, el artista plástico y creador de las figuras, Cristino Díez, y el director de la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Burgos, Alejandro Caballero.

«Vuelvo a África con ilusión y un poco de vértigo, pero es la llamada del Señor»

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Nació en Lerma y es el mayor de cinco hermanos. El sacerdote José Antonio Arroyo Victoriano cursó sus estudios en la Facultad de Teología de Burgos y su primer destino pastoral fue el Valle de Losa (Quincoces de Yuso y Villalba de Losa). En 1998 ingresó en el Instituto Español de Misiones Extranjeras y tras un tiempo de preparación viajó a Togo, a una ciudad y diócesis del norte, Dapaong. Allí atendió distintas parroquias, siempre con la misión de «acompañar en la fe a unas iglesias jóvenes, a multitud de catecúmenos que habían conocido a Jesús y querían ser bautizados en su nombre». José Antonio, como misionero fuera de España, ha ayudado «a crear comunidad, familia, que se reúne, que es solidaria, que celebra y llora junta. A compartir sus alegrías y sus penas desde el evangelio… todo desde la realidad concreta donde estaba, donde la vida y todo lo que la rodea está a flor de piel».

 

En 2008 fue nombrado administrador del Instituto Español de Misiones Extranjeras y pasó cinco años en Madrid. Su vocación de sacerdote siempre ha estado unida a la de misionero. «Cada edad tiene su momento y proceso, y en cada uno de ellos descubrí que me sentía atraído por la vocación sacerdotal y por poder vivir esta vocación también en otros lugares y otras culturas. Creo que en mi vida van juntas las dos» expresa Arroyo. El ritmo de trabajo de un sacerdote en un país africano no es el mismo que en España, existen expresiones y urgencias distintas, «en lugares como África hay que adaptarse a su realidad pero la finalidad es común, un sacerdote allí donde esté tiene que llevar la Buena Noticia, ser Buena noticia».

 

Tras su estancia en Madrid, en 2013 regresó de nuevo a Dapaong, donde atendió durante dos años a otra parroquia. A su vuelta a Burgos en 2015 fue enviado a Belorado y a los pueblos de la Riojilla Burgalesa atravesados por el Camino de Santiago y la cuenca del río Tirón. Esta última etapa como sacerdote en pequeñas localidades «ha sido una gracia de Dios. Me he sentido muy bien acogido y muy a gusto. Soy feliz siendo cura de pueblo y he tenido la suerte de tener cerca y en mi historia buenos compañeros y buenas personas que me han ayudado a ser sacerdote». Reconoce José Antonio que en ocasiones se ha visto incapaz de abarcar y llegar a todas las situaciones, a los pueblos y a sus gentes como le hubiera gustado. «Esa es una espina que llevo clavada, pero el camino andado ha sido muy bonito y me ha hecho más sacerdote». Ante la preocupación por la despoblación que atraviesan los pueblos, este sacerdote apuesta por la creación de una delegación de pastoral rural «para ver por donde caminar todos juntos».

 

«Mi vocación de misionero me ha vuelto a llamar»

 

En unos meses, José Antonio Arroyo tiene previsto viajar a Centroáfrica, a una ciudad de la diócesis de Mbaïki, donde también sirve el misionero burgalés Jesús Ruiz Molina. «En el Togo cerramos un proyecto misionero al considerar que la Iglesia local ya podía caminar por sí sola. El grupo de compañeros que estábamos allí salimos con la intención de reubicarnos en un lugar de primera evangelización, donde la Iglesia estuviera dando sus primeros pasos. Ahora Jesús Ruiz nos ha ofrecido esta posibilidad y nos ha invitado a trabajar en su diócesis». Se pondrá a disposición del obispo de allí y aprenderá la lengua y las costumbres. «En esto he visto una llamada de Dios. Todo ello en diálogo con don Mario y con el director del IEME, claro está. Voy con ilusión y con un poco de vértigo, pero es la llamada del Señor».

 

Su familia y los feligreses de las parroquias que atiende se apenan por su marcha, pero todos entienden «que es mi vocación». Cuando los misioneros se van, emprenden un viaje que los absorbe completamente, «nos centramos en él». José Antonio reconoce que Burgos es misionero, «no solo por los misioneros que andan por el mundo, sobre todo lo es porque hay muchas familias, amigos, comunidades… que sienten la falta de uno de los suyos y rezan por ellos y por los frutos de sus trabajos misioneros».

 

Afronta la nueva misión con ilusión y «todo lo que he vivido aquí me lo llevo». «A los misioneros nos hace bien que os acordéis de nosotros, que recéis por nosotros y por los países donde estamos. Lo demás, ya se verá».

Comienza el curso en el Seminario de San José

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La primera quincena de septiembre ha estado jalonada de jornadas que han supuesto el comienzo de curso para los Seminarios diocesanos Mayor y Menor de San José. El Seminario Mayor comenzó el mes con el encuentro de seminaristas de la Región del Duero y la Rioja. Sesenta seminaristas y formadores participaron en unas jornadas en Logroño que, con el tema «La Iglesia ante la pandemia: pasado, presente y futuro», contó con mesas redondas y talleres y con la ponencia del profesor Eloy Bueno, de la Facultad de Teología de Burgos. Además de la formación, fue ocasión de conocer diversos lugares de la geografía riojana, como el Scriptorium de Albelda o la Catedral de Santo Domingo de la Calzada, y también la exposición «Lux», de las Edades del Hombre en la Catedral burgalesa.

 

Los seminaristas mayores tuvieron también tiempo para acompañar en Mondoñedo al que fuera su profesor, don Fernando García Cadiñanos, en su ordenación episcopal. La noche anterior fueron acogidos en el seminario de Lugo. Hubo tiempo incluso para conocer la bonita playa de las Catedrales.

 

Ya en Burgos, y acompañados de los seminaristas de Valladolid y los del Seminario Misionero «Redemptoris Mater» vivieron una tanda de ejercicios espirituales dirigidos por el arzobispo, don Mario Iceta.

 

El curso dio comienzo oficialmente el 15 de septiembre, con la participación en la misa y conferencia inaugural en la Facultad de Teología. Este año el Seminario Mayor de Burgos de San José cuenta con siete seminaristas (dos de ellos nuevos, uno procedente del Seminario Menor). Además, durante la semana les acompañarán tres nuevos seminaristas de la diócesis de Osma, otros dos procedentes de la diócesis de Gitega, en Burundi, y otros dos de La Rioja.

 

Seminario Menor

 

Por su parte el Seminario Menor mantuvo una peregrinación con algunas familias de seminaristas a Loyola y Aránzazu. Y el curso comenzó con la despedida de Sergio Pérez, que ha ejercido como formador siete años, y ahora es destinado a la parroquia de Quintanar de la Sierra, y la acogida al nuevo formador, Diego Luis, joven sacerdote procedente de la parroquia del Espíritu Santo, de Miranda de Ebro. Después de la misa de inauguración comenzaron las clases. Con el nuevo curso comienzan también las actividades vocacionales vinculadas al Seminario, entre ellas el Preseminario, un fin de semana al mes, en el que los monaguillos y niños de las parroquias conocen de cerca al Seminario y quienes viven en él.

Comienza el curso en la Facultad de Teología con el deseo de impulsar dos nuevas licenciaturas

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Con mayor normalidad que el año anterior y con mucha esperanza se ha inaugurado hoy el nuevo curso académico de la Facultad de Teología. La apertura ha comenzado a las 11 horas con la concelebración eucarística en la capilla de la Facultad presidida por el arzobispo de Burgos, don Mario Iceta Gavicagogeascoa.

 

Tras la misa, ha tenido lugar el acto inaugural en el Aula Magna. El encargado de abrir la ceremonia ha sido el nuevo decano de la Facultad, José Luis Barriocanal, que sucederá a José Luis Cabria tras seis años al frente del cargo. Un solemne acto al que han acudido autoridades representantes de diversas instituciones como el rector de la Universidad de Burgos, Manuel Pérez; el delegado territorial de la Junta en Burgos, Roberto Saiz; el coronel de la División San Marcial, Diego Bernal; el secretario general de la Facultad de Teología con sede en Vitoria, Manuel Gómez-Tavira; el director del Centro Teológico San Agustín de Valladolid, Enrique Somavilla; el arzobispo emérito de Burgos, don Fidel Herráez; y el arzobispo de Burgos y Gran Canciller de la Facultad de Teología, don Mario Iceta, entre otros.

 

El nuevo decano de la Facultad ha comenzado el acto de inauguración dando la bienvenida y agradeciendo la confianza que han depositado en él para el próximo trienio. José Luis Barriocanal se ha mostrado ilusionado ante «esta gran tarea» en la que contará «con el apoyo de los miembros del Consejo de la Sede, del claustro de profesores y del Gran Canciller». Aunque este curso también estará marcado por la pandemia del Covid-19, ha asegurado que «la dificultad será menor y la docencia será presencial». Se ha dirigido a la «familia» que forma la Facultad de Teología subrayando la labor pastoral que llevan a cabo los profesores en su docencia e investigación. Este curso, el claustro contará con la incorporación de cuatro educadores nuevos, Isabel Muñoz, Jesús Varga, Emilio Jesús Rodríguez y Román Pardo, y la jubilación de José Alberto Esteban y Juan Álvarez. Barriocanal ha querido tener presentes también en la apertura del curso académico al obispo de Mondoñedo-Ferrol, don Fernando García, al vicario general, Carlos izquierdo y al teólogo Eloy Bueno, así como a los sacerdotes fallecidos.

 

Nuevos objetivos

 

La Facultad de Teología arranca el nuevo curso con ilusión y varios objetivos marcados que esperan conseguir antes del año 2024. Dentro de su Plan Estratégico elaborado para la mejora de la calidad educativa, una de sus prioridades es la inclusión de dos nuevas licenciaturas; una de Laicado, vida y familia y otra de Misionología. Ambas se unirían a las licenciaturas de Dogmática y Espiritualidad ya instauradas.

 

En el campo de la investigación esperan atender a la petición de la sociedad y renovar su propuesta teológica en un diálogo abierto con la cultura, la filosofía y la ciencia. La pandemia ha supuesto un impulso importante para la formación online, por ello quieren seguir creciendo y simultanear las clases presenciales con su emisión streaming. El nuevo decano ha aprovechado para hacer una llamada a las instituciones y solicitar un plan integral de modernización de las instalaciones.

 

614 alumnos formados en el curso pasado

 

A pesar de que el número de matriculados no deja de descender con el paso de los años, el secretario de la Facultad, Fernando Susaeta, ha reconocido que las cifras obtenidas el curso pasado son positivas. En total, 614 alumnos se formaron en las aulas de manera reglada e impartieron docencia 28 profesores en sus distintas categorías. Se matricularon en Teología 78 alumnos, 25 en el Ciclo Institucional, 20 en Licenciatura y 18 en Doctorado. A estos alumnos de la Facultad habría que añadir los 120 matriculados en la Cátedra «Francisco de Vitoria».

 

Por su parte, el Instituto Superior de Ciencias Religiosas «San Jerónimo» contó en su claustro con 22 profesores en sus diferentes categorías. Se impartieron las clases del primer curso del trienio de Bachiller con un total de 27 alumnos matriculados y en la modalidad del Bachillerato en Ciencias Religiosas, en sus diferentes cursos, estuvieron matriculados 103 alumnos.

 

Por otro lado, en la D.E.C.A. se inscribieron 220 alumnos. En ellos están incluidos los 25 alumnos de la Universidad de Burgos que, de forma presencial, realizan dos de los cuatros módulos para obtener el título de la DECA de Infantil y Primaria. El secretario de la Facultad ha destacado el esfuerzo llevado a cabo el curso pasado, en el que a pesar de las restricciones se apostó por la presentación de libros, conferencias y actividades como el curso de verano o la semana de Misionología.

 

El profesor de Moral Fundamental y Personal, Juan María González Oña, ha sido el encargado de pronunciar la lección inaugural con la que ha dado comienzo de forma oficial este curso académico. Bajo el lema «¿Hacia un nuevo ethos pastoral del matrimonio y la familia?» ha reflexionado acerca de la exhortación apostólica Amoris Laetitia. El arzobispo de Burgos, don Mario Iceta, ha concluido la apertura deseando un buen curso «tenso e intenso» a toda la comunidad educativa de la Facultad.