El amor, la virtud de san Lesmes que «todos podemos imitar»

por redaccion,

<
>

 

La fiesta de San Lesmes volvió ayer a parecerse a lo que estábamos acostumbrados antes de la pandemia. Después de año confinados a causa del coronavirus, los Gigantillos volvieron ayer a lucir sus galas y bailar en honor del patrón de la ciudad, el benedictino que se ganó el reconocimiento de los burgaleses por las obras de caridad que realizó en bien de peregrinos y vecinos. Tampoco faltaron a la cita miembros de la corporación municipal encabezados por el alcalde, que ofreció el tradicional cirio a la tumba del santo, ni los habituales panecillos, recuerdo del afán por saciar el hambre de los pobres del santo abad. También el arzobispo acudió a la cita, engalanado cual burgalés, con sobria capa castellana para soportar un frío que, a decir verdad, no parecía de enero.

 

En su homilía, don Mario Iceta subrayó que san Lesmes «no solo se dedicaba a hacer obras de caridad, a hacer el bien», sino que lo que hacía, «ante todo», era amar. «Y esa es una virtud en la que todos podemos imitarlo», señaló Al igual que los vecinos de Jesús dudaban de su autoridad por ser «el hijo del carpintero», «lo mismo pueden decir de nosotros». «Sin embargo, el Espíritu del Señor también está sobre nosotros y el amor del que nos habla san Pablo puede ser una realidad en nuestra vida». «A veces nos falta fe en nosotros mismos para entender que los planes del Señor siempre salen adelante, es él quien nos da la fortaleza, como al profeta Jeremías», dijo aludiendo a las lecturas proclamadas en la celebración.

 

San Lesmes nació en Loudum (Francia) el año 1035; pero a petición de la reina Constanza, esposa de Alfonso VI de Castilla, se traslada a Burgos para habitar en el monasterio benedictino situado junto a la Iglesia de San Juan, con una hospedería para los peregrinos del Camino de Santiago. También trabajó con preocupación por construir puentes y sanear la ciudad, dados sus conocimientos de ingeniería. Por su caridad y servicio hacia todos, especialmente hacia los enfermos y necesitados, mereció ser considerado por Burgos como su patrono. Murió en el año 1097.

 

El Preseminario continúa con sus encuentros pese a la pandemia

por redaccion,

preseminario

El arzobispo, con los niños participantes en el último Preseminario.

 

El Preseminario es una actividad que mensualmente realiza el Seminario menor de San José dirigida a niños y adolescentes con el objetivo de que puedan conocer el centro académico y las actividades formativas que promueve. Durante un fin de semana al mes (desde el sábado por la mañana al domingo al mediodía, cuando las circunstancias lo permiten), los participantes comparten la vida cotidiana de los seminaristas menores, con ratos de juego, manualidades, estudio, catequesis, oración… participando también en las actividades y eucaristía de algunas parroquias el domingo por la mañana.

 

Durante este tiempo de pandemia se han sorteado las dificultades con encuentros online o incluso jornadas de un solo día, y siempre con las medidas sanitarias adecuadas. Este fin de semana, a pesar de numerosas bajas por contagios y confinamientos, ha vuelto a convocarse un nuevo encuentro de Preseminario y entre la chavalería se hizo presente don Mario Iceta, el arzobispo, que conoció de primera mano las actividades y pudo compartir algunos momentos con los adolescentes.

 

Los próximos preseminarios están convocados para los fines de semana del 12 y 13 de febrero y 12 y 13 de marzo. Para inscripciones e información se puede preguntar por el padre Ángel en el teléfono 689 576 105.

Toda la comunidad cristiana es responsable de la acción catequética

por redaccion,

<
>

 

El pasado sábado tuvo lugar una nueva sesión de formación para los catequistas del arciprestazgo de Gamonal. Fueron la parroquia de San Fernando Rey y su párroco, Manuel Madrigal, los que acogieron este encuentro, enmarcado por el Sínodo de los Obispos y la Asamblea Diocesana de Burgos.

 

Con el lema «Saber ser comunidad, construimos comunidad», el encuentro pretendió fortalecer la dimensión comunitaria de la catequesis, concienciando a toda la comunidad de su responsabilidad de ser espacio y ámbito para engendrar a la vida de fe y del compromiso cristiano.

 

Centrados en varios capítulos del Nuevo Directorio sobre la Catequesis en la misión evangelizadora de la Iglesia (en el que trabajan desde hace meses), se expuso cómo la comunidad cristiana es sujeto de la catequesis y cómo, dentro de la comunidad, el grupo de catequistas tiene un papel particular, en el que se comparte tanto el caminar en la fe como la experiencia pastoral. Y es que, como se insistió, la comunidad cristiana en su conjunto es el origen, lugar y meta de la catequesis, de ahí nace siempre el anuncio del evangelio.

 

La sesión concluyó con una oración y un gesto compartido. Desde la comisión arciprestal de Catequesis de Gamonal agradecen la implicación de los participantes.

Treinta años escuchando las necesidades del mundo obrero

por redaccion,

<
>

 

Han pasado treinta años desde que Pastoral Obrera pusiera en marcha sus encuentros diocesanos. A lo largo de estas tres décadas, han sido varios los rostros que han liderado esta delegación y a los que se quiso rendir un especial reconocimiento en el último de estos encuentros, celebrado ayer en la parroquia de San Juan de Ortega de la capital. Los cinco delegados diocesanos nombrados hasta la fecha (Gregorio Burgos, Javier García Cadiñanos, Fernando García Cadiñanos –que envió un vídeo desde Mondoñedo-Ferrol, donde es obispo en la actualidad–, Mariano López Melero y Sagrario Villanueva) relataron las dificultades que vivieron los trabajadores en la época en la que fueron responsables de esta pastoral y animaron a los actuales equipos parroquiales a seguir siendo una «Iglesia que escucha al mundo obrero», tal como resumía el lema de la jornada del presente año. El vicario general y el vicario de pastoral trasladaron a los presentes la cercanía del arzobispo, que no pudo participar en el encuentro por motivos de agenda.

 

La jornada también contó con un gesto público en el que se denunciaron las dificultades por las que atraviesa en la actualidad el mundo del trabajo y las acciones a desarrollar para revertir la situación, como apostar por la conciliación familiar, superar la temporalidad en el empleo y mejorar la seguridad en el trabajo para acabar con la siniestralidad laboral, entre otras propuestas.

 

Una reunión en pequeños grupos sirvió para esbozar las aportaciones que los equipos de Pastoral Obrera entregarán a la Asamblea Diocesana y a las propuestas que la archidiócesis de Burgos enviará al Sínodo de los Obispos. El encuentro concluyó con una una puesta en común de las reflexiones y una oración final.

 

Para la actual delegada de Pastoral Obrera, Amaya Muñoz, es necesario que la Iglesia siga escuchando al mundo obrero porque «la precariedad y la injusticia hacen sufrir a muchas personas; donde la conciliación con la familia parece misión imposible y donde las condiciones de trabajo y sueldo están generando nuevos pobres». Según incide, «la Iglesia debe escuchar al mundo del trabajo no solo para transmitir esa esperanza del evangelio que es tan necesaria hoy, sino sobre todo y especialmente, para descubrir a Cristo en el parado, en la familia que no llega a fin de mes, en el trabajador que sufre la explotación». «Cristo nos interpela en estas personas y pone a prueba la coherencia de nuestra fe», concluye.

La vida consagrada en vísperas de la fase final de la Asamblea Diocesana

por redaccion,

 

Queridos hermanos y hermanas:

 

Este próximo sábado cinco de febrero comienza en nuestra Archidiócesis la fase final de la Asamblea diocesana con una Eucaristía que tendré el gusto de presidir a las diez de la mañana en nuestra catedral. Estáis todos invitados. Os ruego que nos sostengáis con vuestra oración continua en vuestras familias, parroquias y comunidades pidiendo la asistencia permanente del Espíritu Santo.

 

Como preludio a esta fase final, celebramos el próximo miércoles dos de febrero la jornada de la vida consagrada. «Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa sino lo que ama». Detrás de este precioso pensamiento de san Agustín, siempre he visualizado a las personas consagradas, que se dejan cautivar por la mirada de Jesús para enamorarse eternamente del Amado.

 

A la luz del lema «Caminando juntos», la Iglesia celebra esta Jornada, coincidiendo con la fiesta de la Presentación del Señor. Un lema que supone hacer camino de manera inseparable y que inspira la razón de ser de nuestra Asamblea diocesana y que resuena en la fase del sínodo de los obispos que estamos celebrando en nuestra archidiócesis.

 

Los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada invitan, en su mensaje para esta celebración, a «volver la mirada al mismo Jesús» que «se proclamó camino, verdad y vida» (Jn 14, 6). En este sentido, haciendo alusión a unas palabras pronunciadas por el Papa emérito Benedicto XVI, recuerdan que «los consagrados son buscadores y testigos apasionados de Dios en el camino de la historia y en la entraña de la humanidad». Para la vida consagrada, escriben, «la invitación a caminar juntos supone hacerlo en cada una de las dimensiones fundamentales de la consagración, la escucha, la comunión y la misión».

 

Consagrarse para escuchar a Dios y para, en plena comunión, percibir cada uno de los sentires de la misión. Así late la vida consagrada que tanto bien hace a la Iglesia, y que la enriquece «con sus virtudes y carismas», hasta mostrar al mundo –como apuntan los obispos– el «testimonio alegre de la entrega radical al Señor».

 

Cuánta belleza encierra el caminar juntos en la consagración, en la escucha de la Palabra de Dios, en la comunión y en la misión.  Un andar habitado, el de la vida consagrada, que es testimonio de alegría, de entrega, de gratitud, de lealtad y de amor. Sobre todo de amor. Un amor que se da sin descanso, en el silencio sonoro de la oración, y entre los trazos de un servicio donado a Dios y a todos los hermanos, particularmente a los más sufridos y necesitados.

 

En este sendero enarbolado de belleza podemos recordar las palabras del Papa Francisco, en 2014, a los consagrados, cuando confesó que están llamados a ser en la Iglesia y en el mundo «expertos en comunión, testigos y artífices de aquel proyecto de comunión que constituye la cima de la historia de la humanidad según Dios». Porque ellos, con su ejemplo, nos enseñan que la flaqueza que se da en la humildad «es la mayor fortaleza» (San Agustín, CS 92,6) y que el fruto que nace de sus manos solo se construye con amor. Porque han descubierto el mayor tesoro y se han dejado seducir por la mirada de Dios que les llama a un seguimiento cercano e incondicional.

 

La Virgen María, modelo de fecundidad y compromiso, ayuda a seguir las huellas de Cristo en este caminar juntos. Como lo hace la vida consagrada, sanando heridas, poniendo corazón y manos en la tarea, y rescatando a quienes perdieron la vista con la piel del barro herido.

 

Queridos hermanos y hermanas que constituís el hermoso tesoro de la vida consagrada en nuestra Iglesia diocesana: vosotros edificáis amorosamente el Cuerpo de Cristo. Asimismo, sois «testigos del Reino en medio del mundo», tal y como recalcan los obispos en su mensaje para esta Jornada. De esta manera, «soñando, rezando y participando juntos, contribuís decisivamente para que la Iglesia sinodal no sea un espejismo», sino «un verdadero sueño que pueda hacerse realidad». A vuestra oración nos encomendamos para que encontremos a Dios caminando con nosotros y podamos decir, como san Agustín, «por amor de tu amor, hago lo que hago» (Conf. 2, 1).

 

Con gran afecto, vuelvo a pedir vuestra oración para que el Señor colme de frutos de santidad y ardor evangelizador nuestra Asamblea diocesana.

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos