Mons. Luis Marín de San Martín: «La Iglesia es una familia donde se dialoga y se busca el consenso»

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luis marin de san martin

Foto: agustinos.es.

 

Es un término de moda en la vida de la Iglesia del que, quizás, «no captamos el significado profundo». Sinodalidad significa «caminar juntos» en «una Iglesia de comunión, participada, donde todos se sienten corresponsables». Así lo entiende mons. Luis Marín de San Martín, subsecretario del Sínodo de los Obispos y uno de los referentes a nivel internacional del impulso sinodal que el papa Francisco quiere implantar en toda la Iglesia.

 

Para este obispo agustino, es urgente que la sinodalidad sea el modo de ser de la Iglesia, donde las decisiones que atañen a todos sean abordadas entre todos los cristianos como respuesta a su vocación bautismal. «A lo largo de los siglos se ha producido un cierto clericalismo, pero la Iglesia somos todos, todos los bautizados y esto significa que debe existir una participación real de todos, cada uno según su vocación, laicos, sacerdotes y religiosos. Y todos en comunión para llevar al mundo de hoy la respuesta gozosa, viva y alegre que es Cristo», subraya.

 

Con motivo de la fiesta de santo Tomás de Aquino, patrono de los teólogos, el recién ordenado obispo impartió ayer en la Facultad de Teología –donde ha sido profesor– una ponencia acerca del dinamismo sinodal que debe imperar en la Iglesia. Según indica, la sinodalidad es «el modo de ser de la Iglesia», es un caminar juntos «como una familia». «Sinodalidad no es sinónimo de democracia, porque la Iglesia no es democracia, es comunión. En este sentido me gusta compararlo más con una familia, donde no se votan las cosas, sino donde todo se pone en común y se busca el consenso, hablamos, dialogamos… pero donde el padre es el padre y la madre es la madre. En la Iglesia ocurre lo mismo: no podemos caer en una especie de igualitarismo, porque sería empobrecer a la Iglesia. El Espíritu suscita los diferentes carismas y cada uno, desde su vocación, debe aportar para buscar el consenso», explica. «No se trata de que unos ganen y otros pierdan, se trata de buscar juntos la comunión en la misma misión».

 

Como subsecretario del Sínodo de los Obispos, en sus manos recae preparar las reuniones de los prelados en Roma, aunque el Santo Padre también le insiste en que esté disponible para ayudar a las conferencias episcopales y sínodos en todo el mundo, promoviendo así una sinodalidad efectiva en la Iglesia. De ahí que valore «muy positivamente» la Asamblea Diocesana que se desarrolla en Burgos y «anime a seguir adelante con este tipo de iniciativas que buscan la implicación de todos». «Todo lo que sea involucrarnos, ponernos todos a la escucha del Espíritu Santo en un discernimiento común, todo lo que sea sentirnos miembros de la Iglesia es un ejercicio de sinodalidad que hay que apoyar», insiste. Y con un añadido: «Hay que salir, abrirse, escuchar a los que están en los márgenes, ir a los que nunca tienen voz. Buscar una Iglesia inclusiva también es un reto y una tarea para todos nosotros».

 

Pequeños avances

 

Monseñor Marín reconoce que el «estilo sinodal» que busca el Papa «no se logrará de la noche a la mañana», pero insiste en que hay que ir dando «pequeños pasos». Para ello, anima a «informarse de lo que ocurre en la vida de la Iglesia y también fuera, formarse y participar». Y hacerlo sin perder de vista que hay que escuchar al Espíritu, de que la sinodalidad es, ante todo, «un proceso espiritual»: «No se trata de imposición, no se trata solo de diálogo, no se trata de hacer resúmenes, no se trata de dar ideas, sino de escuchar al Espíritu y hacer oración, de sentirnos todos responsables desde el respeto, y desde ahí iremos dando la vuelta a estas estructuras y modos clericales, cerrados o ideológicos. Es un camino de esperanza que exige de nosotros una responsabilidad. La situación cambiará si realmente nosotros cambiamos, si nos implicamos de verdad desde la esencia y las raíces de nuestra fe».

La parroquia de San Pablo Apóstol peregrina a la Catedral

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En el marco de las celebraciones de la fiesta de la Conversión de San Pablo, la parroquia que tiene como titular al apóstol de los gentiles peregrinó hasta la Catedral con motivo del Año Jubilar.

 

El grupo de feligreses salía a primera hora de la tarde desde el templo parroquial para llegar andando hasta la iglesia madre de la archidiócesis. Recibidos en puerta del Sarmental, hicieron un breve itinerario teniendo un momento especial de oración en la capilla del Santo Cristo. La visita guiada por el interior del templo fue el siguiente momento.

 

A las 19:00 horas realizaban el rito de paso por la Puerta Santa, tras la cual renovaron el bautismo y pudieron ver la proyección del video explicativo del Jubileo. Compartieron con el Cabildo el rezo cantado de las Vísperas y la eucaristía presidida por uno de los sacerdotes que sirven en esta parroquia y concelebrada por los otros sacerdotes que la acompañan y por miembros del Cabildo. La colecta se destinará al gesto solidario del Jubileo. En toda la celebración se subrayó la alegría de vivir la fe desde la actitud humilde que acoge la gracia de Dios. Un momento para recordar en las celebraciones de la fiesta parroquial.

Sembrar el evangelio (casi) literalmente

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sembrar evangelio huerta molinillo

 

Han acabado ya sus exámenes y, a la espera de comenzar el próximo cuatrimestre en la Facultad de Teología, Andrés, Diego y Luis Vicente no bajan la guardia. Estos tres seminaristas aprovechan esta breve temporada de descanso para trabajar como voluntarios en la Huerta Molinillo, un proyecto de soberanía alimentaria impulsado por laicos de la archidiócesis que busca el respeto del medio ambiente (sus productos son 100% ecológicos) y una relación directa y cercana entre el agricultor y el consumidor.

 

La experiencia está permitiendo a estos jóvenes conocer de primera mano el duro trabajo físico del campo y comprender mejor el origen y los procesos que siguen los alimentos desde que se planta la semilla hasta que llegan a la mesa del consumidor. Además, tal como señalan desde la Huerta, «comparten trabajo con los laicos y conocen cómo funciona esta experiencia de economía solidaria».

 

Con esta iniciativa, indican los impulsores del proyecto, los seminaristas están encontrando una «miniformación» que les capacitará para ejercer su futuro ministerio sacerdotal, al conocer de primera mano «el trabajo que realizamos los laicos, nuestros desvelos, problemas y comprobar que otro tipo de economía es posible». Un modo, en definitiva, de seguir plantando la semilla del Evangelio para hacerla fructificar…

El Arzobispado corrige la atribución como propios de inmuebles de los que no es titular

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A instancias de don Mario Iceta, arzobispo de Burgos, el servicio jurídico de la Archidiócesis ha procedido a verificar el listado de bienes que facilitó ayer la Conferencia Episcopal Española al Gobierno de la nación y con el que alerta sobre la atribución como propios de algunos inmuebles de los que no es titular.

 

Se ha comprobado que en el listado aparecido en los medios de comunicación sobre inmatriculaciones por parte de la Archidiócesis de Burgos queda acreditada la propiedad de todos los bienes. La aparición de algunos de ellos como apropiación indebida o dudosa responde a errores de carácter administrativo en el Registro de la Propiedad. En ningún caso se cuestiona la titularidad del Arzobispado.

 

Tras el estudio exhaustivo de cada uno de los 62 casos que aparecen en la lista se concluye que los conventos de Castil de Lences y Briviesca nunca han estado incluidos entre los bienes de la archidiócesis ni nunca se ha instado su inmatriculación.

 

Los cementerios mencionados eran bienes de parroquias y se cedió su propiedad a los ayuntamientos respectivos. Si aparecen en la lista es porque los ayuntamientos aún no los han inscrito a su nombre.

 

Las fincas rústicas mencionadas proceden de fincas parroquiales ahora afectadas por la concentración parcelaria y, por tanto, es la Junta de Castilla y León la responsable de su inscripción.

 

El resto de menciones corresponde a dobles inmatriculaciones o son errores registrales sin que ello afecte a la propiedad, que sigue siendo de las parroquias.

 

Por último, otras fincas proceden de donaciones, herencias o incluso pertenecen a otras diócesis, y como tales se inscriben en el registro correspondiente.

 

Por tanto, no ha habido ni hay ningún intento de aprovechamiento para incrementar el patrimonio por parte del Arzobispado a la hora de aplicar la Ley Hipotecaria del año 1998 y que los procedimientos se han realizado siempre al amparo de la legalidad.

El arzobispo, sobre los errores en las inmatriculaciones: «No queremos nada que no sea nuestro»

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inmatriculaciones

 

«Daré instrucciones a los servicios jurídicos para que de inmediato se revisen los errores que hayan podido producirse. No queremos nada que no sea nuestro; es una cuestión de justicia». Así de contundente se mostró ayer el arzobispo, don Mario Iceta, tras la publicación del informe presentado al Gobierno por la Conferencia Episcopal Española y por el que reconoce numerosos errores en los procesos de inmatriculación de algunos inmuebles. El listado compara el informe presentado por el Congreso de los Diputados con el listado de bienes inmatriculados por las diócesis del país, detectándose más de 2.500 errores en la comparativa y en los que figuran como propios bienes que las diócesis no ha registrado como tal. El baile de cifras se debe a que el listado del Gobierno presenta bienes de comunidades religiosas e incluso otras confesiones religiosas, registros duplicados, bienes desconocidos por falta de información detallada, bienes sobre los que no consta inmatriculación alguna o inmuebles que no son propiedad de la Iglesia por estar vendidos, donados, cedidos, expropiados, pertenecer a ayuntamientos o por error de inscripción de propiedad.

 

En el caso de Burgos, los errores de técnica registral ascienden a un total de 62. Entre ellos, figuran como propiedad de la archidiócesis dos bienes de comunidades religiosas (los monasterios de Briviesca y Castil de Lences) y otros seis que aparecen duplicados. El listado también señala como error haber incluido ocho bienes inmatriculados o adquiridos por otros títulos anteriores al periodo 1998-2015 (seis fincas rústicas en Montecillo y Villabasil de Losa y sus respectivos cementerios). A ellos se suman nueve bienes que la Iglesia no reconoce como propios, pues son titularidad de otros (la ermita de San Bartolomé de Partearroyo de Mena, el cementerio de Cabia, dos casas parroquiales de Los Ausines, la casa del ermitaño de Medina de Pomar y los cementerios de Prádanos de Bureba, Puentedura, Quintanapalla y Zael) y otros 35 bienes que se inmatricularon cumpliendo la ley hipotecaria 1998-2015 pero que, transcurrido ese tiempo, se ha cedido su uso o se han vendido (todas fincas rústicas a excepción de una casa en Quintanavides). Por su parte, figura erróneamente en el listado la iglesia de Santa Catalina, puesto que tiene título propio de adquisición y técnicamente no entra en este proceso de inmatriculaciones. El listado se completa, además, con la propiedad de un garaje en la parroquia de Villasana de Mena, localidad no pertenece siquiera a la archidiócesis de Burgos.

 

El responsable jurídico de Inmuebles del Arzobispado de Burgos, Rodrigo Sáiz, insiste en que no se trata de errores de adquisición, sino en que en el listado figuran como propios bienes que la archidiócesis nunca ha inmatriculado como tal. «La lectura correcta del listado facilitado por la Conferencia Episcopal sirve para depurar posibles errores que se hayan podido cometer en el proceso de inmatriculación. En modo alguno se debe interpretar que la Iglesia se ha apropiado de 2.500 inmuebles que no son suyos», insiste.

 

La archidiócesis de Burgos reitera su compromiso de transparencia y en la obligación moral de «no atribuirse como propio nada que no nos corresponda», tal como indicó el arzobispo. «Si alguien posee un título mejor que lo presente; queremos poner luz y no quedarnos nada que sea nuestro», reiteró don Mario Iceta.

 

Un poco de historia

 

A finales del siglo XIX, a consecuencia de las leyes de Desamortización y la transmisión de muchas propiedades de la Iglesia, comienza una época en la que se pretende regular las propiedades estatales, eclesiásticas y privadas. En 1860, durante el reinado de Isabel II, se impuso a las diócesis inventariar por triplicado sus propiedades. Más tarde, en 1861, se publica la Ley Hipotecaria y se crea por primera vez el Registro de la Propiedad, permitiendo la inscripción de bienes eclesiásticos basada en el certificado de posesión emitido por las diócesis dos años antes.

 

En 1946, se redacta el artículo 206 de la Ley Hipotecaria, permitiendo a la Iglesia católica, «cuando carezca de título escrito de dominio», inmatricular fincas «que les pertenezcan» mediante la «oportuna certificación librada por el funcionario a cuyo cargo esté la administración de los mismos». Este artículo, sin embargo, exceptuaba la inscripción de los templos católicos, por resultar obvio que eran propiedad de la Iglesia católica desde tiempo inmemorial. Esta excepción, por resultar inconstitucional con respecto a otras confesiones religiosas que sí debían inmatricular sus centros de culto, se vio modificada en 1998, abriendo así un proceso por el que se obligaba a la Iglesia católica a inmatricular en el registro de la propiedad todos sus bienes, tanto los destinados al culto como fincas y otro tipo de propiedades.