De «escapada» por Burgos con los jóvenes de Hakuna

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La historia de Hakuna se remonta a la JMJ de Río de Janeiro en 2013. Varios jóvenes madrileños comenzaron a componer canciones religiosas, unas melodías que empezaron a usar después en sus momentos de adoración eucarística. Con el paso de los años, aquel germen se ha convertido en una asociación privada de fieles que se ha extendido a toda España e, incluso, a otros lugares del planeta. A Burgos llegó en octubre de 2020 por iniciativa de María Redondouna joven que lo había descubierto a través de la Pastoral Universitaria de Salamanca. Tras establecerse una temporada en la parroquia de San Cosme y San Damián, los jóvenes de Hakuna se reúnen en la iglesia de San Lorenzo cada jueves (20:45h.) para realizar su «Hora Santa», un momento de adoración precedida una charla testimonial que imparte algún sacerdote o algún laico, siempre invitados por los propios jóvenes. Después, se alterna el silencio y la música con la lectura del evangelio y la oración.

 

Además de sus famosas «horas santa», entre las propuestas que pone en marcha Hakuna figuran también los «revolcaderos» o sus «escapadas», momentos de convivencia y celebración de la fe. Esta última iniciativa fue la que se desarrolló el pasado sábado por primera vez en Burgos, y que concitó a un centenar de jóvenes venidos no solo de la ciudad, sino incluso de Bilbao, Santander, Valladolid, Cáceres, Sevilla, Murcia o Madrid.

 

La jornada contó con un amplio programa que conjugó una yincana por el centro de la ciudad, tomar aperitivos por algunas terrazas –guitarra en ristre para «hacer lío y que la gente conozca que en la Iglesia también hay jóvenes»–, comida en las instalaciones de la parroquia de San Cosme y la celebración de la eucaristía y una hora santa en la Catedral presididas por el arzobispo con motivo del VIII Centenario del templo gótico.

 

Don Mario Iceta trasladó la necesidad de que los jóvenes «se pongan en marcha», algo en lo que Hakuna puede aportar mucho, pues «busca la comunión», «aunar a todas las realidades juveniles», tal como explica su responsable en Burgos, Gonzalo Villanueva. Según cuenta este joven, natural de Villarcayo, Hakuna pretende «formar familia a través de la unidad en la oración, en la que todos nos sentimos enlazados» y que «todos seamos capaces de dar testimonio de Jesús en el día a día, en el trabajo, en la universidad, en nuestro entorno, saber mirar a los ojos de quienes tenemos al lado y trasladar una sonrisa, un esto de amistad y de amor a los demás».

 

La Casa de Cultura de Aranda exhibe los trabajos presentados al concurso de la Jornada Mundial del Emigrante

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En los meses de enero y febrero se ha organizado el XIII Concurso de dibujo y redacción por parte de la Delegación diocesana de pastoral de migraciones con motivo de la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado. El lema en esta ocasión ha sido: «Hacia un nosotros cada vez más grande».

 

Se han presentado un total de 2.006 trabajos de 13 colegios diferentes de la capital y la provincia, tanto de Primaria como de Secundaria. De ellos, 470 son de 4 colegios de la Ribera del Duero (Dominicas y Simón de Colonia de Aranda de Duero, San Miguel de Roa de Duero y Diego Marín de Peñaranda de Duero).

 

Cinco de los premios han correspondido a alumnos del colegio Dominicas: en Primaria, María Camila Rivera Quintero, de 4º; Pablo Abejón Muñoz, de 5º; y en Secundaria, Iker Alonso, de 1º; Viktoria Georgieva Pamukova, de 2º; y Carlos Silva Vaquero, de 4º.

 

La exposición con los premios y con todos los trabajos presentados por los alumnos de los colegios de la Ribera del Duero tendrá lugar desde hoy hasta el 23 de marzo en la Casa de Cultura de Aranda de Duero, en el horario habitual: de 9’30 a 14’30 y de 16’30 a 20’30, de lunes a viernes, y de 10’30 a 13 el sábado. Ya desde esta misma tarde del lunes 14 de marzo podrá visitarse.

El último círculo de silencio clama por el fin de todas las guerras

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Sin que se hayan terminado los conflictos armados en Yemen, Siria, Somalia, Eritrea o Palestina, ahora, «el monstruo de la guerra» –y hasta «de la guerra nuclear»– se ha vuelto a despertar en Europa. El último círculo de silencio, celebrado ayer en el paseo Sierra de Atapuerca, definió todas las guerras como «civiles», porque son enfrentamientos «entre personas hermanas». De ahí que, en medio del silencio habitual de este gesto, se escuchara un rotundo no a la guerra: «¡Que callen las armas. Dios está con los artesanos de la paz, no con los que usan la violencia!», se leyó en un manifiesto que recogía palabras del papa Francisco.

 

La invasión rusa de Ucrania ha provocado ya más de dos millones y medio de desplazados que están siendo acogidos en numerosos rincones de la Unión Europea. Sin embargo, se pidió tener «el mismo criterio y espíritu de acogida con tantos migrantes, refugiados, que huyen de otras guerras, de otros conflictos, de tantas miserias, corrupciones, robos y saqueos» de los que Mali, Costa de Marfil, Sudán o Burkina Faso son solo algunos ejemplos. De ahí que se solicitara «seguir construyendo espacios de hospitalidad, poniendo rostro y dando nombre a tantas situaciones de vulnerabilidad». Eso pasa por «acompañar a las personas en medio de tanto dolor y angustia, estar atentos a la vulneración de derechos humanos y visibilizar las consecuencias de aquellos conflictos bélicos y económicos que permanecen en el silencio y en el olvido».

 

Humanidad

 

En el escrito, leído por miembros de la delegación diocesana de Familia y Vida, se pidió a las instituciones ponerse al servicio de todos los que lo necesitan, que se habiliten corredores humanitarios y que se dejen de fabricar y exportar armas, algo que también acontece en Burgos, tal como se denunció. También se exigió que se faciliten «residencia, estancia y trabajo a todos los emigrantes que vienen huyendo de las guerras», pero también «de la miseria, para evitar que caigan en las redes de explotación y de la economía sumergida». «Que nuestras casas, nuestras familias, nuestros barrios y ciudades sean lugares de encuentro y de esperanza. Que seamos centinelas de un mundo que abrace y que no separe, de un mundo más humano donde vivamos la fraternidad», concluyó el manifiesto.

Los futuros sacerdotes de una Iglesia en camino

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Si hay una palabra de moda en el léxico eclesial últimamente es sinodalidad. Un modo de ser Iglesia en el que se busca la participación e implicación de laicos, sacerdotes y religiosos para, juntos, en comunión, buscar caminos de evangelización. Y si la sinodalidad se ha visto lastrada en el transcurso de los años por un clericalismo en el que solo los sacerdotes y obispos decidían las líneas de acción a seguir, se procura ahora que los errores del pasado no vuelvan a ocurrir. Al menos así lo intentan vivir ya desde el Seminario los futuros sacerdotes de la archidiócesis, para quienes crear comunidad, trabajar en equipo y evitar «ir cada uno a su bola» son una prioridad en su formación.

 

Así lo entiende al menos Ismael Sáez Marquina, un joven de 28 años que cursa en la actualidad tercer curso de Teología en la Facultad. Sueña con servir un día en una parroquia «viva, abierta y plural», donde haya espacio para familias, niños, adultos, ancianos y diversidad de grupos y movimientos. Y sabe que en ese tipo de estructura tan heterogénea es vital «crear comunidad» y «servir con humildad para que laicos y sacerdotes trabajemos juntos» en pro de la misión evangelizadora de la Iglesia.

 

Esa diversidad es la que ya vive entre sus compañeros y entre quienes, a pesar de sus diferentes personalidades y sensibilidades, se esfuerzan por ser un «Seminario sinodal»: «La formación que recibimos está pensada para que sepamos y aprendamos a trabajar en equipo». Para ello, estructuran comisiones, preparan de forma conjunta sus celebraciones litúrgicas y se afanan para realizar diferentes trabajos «que puedan disfrutar los demás y no solo tú». Y es que, como bien subraya Ismael, «un cura nunca puede ir solo, no puede ir por libre, tiene que aprender a crear comunidad». Y para eso, nada mejor que la formación en el Seminario.

 

Vocación de servicio

 

Ismael pertenece al Camino Neocatecumenal y entró en el Seminario de San José hace ahora tres años. Había cursado ya un grado medio de auxiliar de enfermería y estaba estudiando Educación Social en la Universidad de Burgos. Los estudios se acumulaban, pero «aún no sabia qué iba a ser de mí en el futuro». Acudía a las catequesis y celebraciones de su comunidad y colaboraba con las actividades de una parroquia, pero «vivía de la inercia y el activismo», «sin ir al fondo de la cuestión», «sin grandes proyectos» y llevando a cabo lo que él mismo califica como una «vida muy raquítica». «Estaba cómodo, no tenía grandes ideales, vivía como en un círculo vicioso y con doblez: no gastaba mi vida en serio», explica. Por si fuera poco, descubrió que debía alejarse de «falsas amistades» que no le estaban beneficiando en su crecimiento personal.

 

Sin embargo, la preparación de un campamento de verano con su parroquia le «cambió el chip» y descubrió que podía «dejar de pasármelo bien y hacer cosas solo para mí y servir a aquellos chavales», recuerda. Comenzó entonces un proceso de discernimiento espiritual acompañado de un sacerdote y descubrió que Dios lo llamaba a ser cura: «Crecieron mis ganas de darme a los demás», sentencia.

 

De hecho, quiere ser sacerdote porque «desea escuchar y acompañar a tantas personas que llevan muchos sufrimientos a sus espaldas y poderles ofrecer palabras de aliento y esperanza, y sobre todo, que se puedan encontrar con Cristo y puedan ver a Cristo en mí».

 

Día del Seminario

 

El próximo 19 de marzo (19:00h), Ismael y otros cinco compañeros (Abner MuñozJesús Daniel RieraEgide Ndayikengurukiye, Nepomuscène Ndihokubwayo Alejando Sánchez) se dispondrán a dar un paso más en su camino al presbiterado a través del compromiso público que pronunciarán delante del arzobispo para proseguir de forma más intensa con su formación sacerdotal. El «rito de admisión» suscita en su interior diferentes emociones que se han intensificado según avanzaba el curso y que despiertan en él «alegría, emoción y vértigo». «Nos comprometeremos a algo cada vez más serio y lo haremos de forma pública ante toda la Iglesia», como un testimonio de que desean madurar en su formación y configurarse con ese «Cristo servidor» al que desean imitar.

 

El día del Seminario, que se celebra en esta ocasión bajo el lema «Sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino», se completará, además, con la habitual colecta en las parroquias de toda la archidiócesis el domingo 20 de marzo y otras actividades complementarias, como una oración joven la noche del viernes día 18 (22:00 horas).

 

Este año, en el Seminario Mayor de San José se forman ocho seminaristas, (entre ellos, un diácono y otro que cursa el año «propedéutico»). Junto a ellos, viven dos seminaristas de La Rioja, tres de Osma-Soria y dos de Burundi. En el Seminario Menor participa una quincena de chicos en el Preseminario, además de los cuatro seminaristas internos. Por su parte, el Seminario Misionero Redemptoris Mater cuenta con otros diez alumnos procedentes del Camino Neocatecumenal.

Peregrinos de Merindades celebran el Jubileo de la Catedral

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Las parroquias que componen este arciprestazgo norte de la archidiócesis han celebrado el jubileo peregrinando hasta la Catedral. Doscientos peregrinos comenzaron temprano una jornada de encuentro que tuvo su momento culminante en la eucaristía celebrada en la capilla de Santa Tecla y concelebrada por once sacerdotes.

 

Esta zona de la diócesis tiene sus núcleos grandes de población en Medina de Pomar, Villarcayo y Espinosa de los Monteros. Además, son muy numerosos los pequeños pueblos y todos ellos estuvieron presentes en la celebración. Desde la puerta del Sarmental comenzaron el itinerario jubilar presididos por la cruz que portaron desde el arciprestazgo para atravesar momentos después la Puerta Santa del Perdón. La renovación bautismal llevó a los participantes a sentirse especialmente unidos a toda la Iglesia. Además, depositaron tierra de la comarca en los recipientes habilitados a tal fin y con los que se configurará un jardín una vez concluya el Año Santo.

 

Junto a las celebraciones sacramentales, los peregrinos pudieron conocer la Catedral gracias a las explicaciones de los miembros del Cabildo. La jornada prosiguió con una comida de hermandad en el Seminario y con diferentes actividades por la tarde.

 

En la misma jornada del sábado la parroquia de San Juan Bautista también visitaba la Seo a primera hora de la tarde. Los jóvenes de Hakuna también vivieron el Jubileo con la misa presidida por el arzobispo, don Mario Iceta. La asociación de fieles Promoción Solidaria participaba en la misa capitular de los peregrinos tras haber realizado los ritos jubilares con su consiliario y como final de una jornada de retiro.