Emoción contenida ante la Virgen del Amor Hermoso

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Tras cuatro años de parón a causa del mal tiempo, primero, y de la pandemia, después, el fervor volvió anoche a tomar las calles del centro de la ciudad tras la salida de la Virgen del Amor Hermoso desde la iglesia de San Lorenzo el Real. Cuarenta y seis mujeres sacaron del templo con maestría la talla, una imagen de vestir de autor anónimo, que arrancó aplausos y lágrimas entre las numerosas personas congregadas. Un requiem de Fauré, varios poemas proclamados antes de la salida y la habilidad de la banda de cornetas y tambores de la Coronación de Espinas y Cristo Rey, organizadores de la procesión (también protagonizan la del Domingo de Ramos), favorecieron la emoción.

 

La Virgen, que estrenaba nuevo trono de líneas malagueñas, con un gran manto negro en señal de luto e iluminada por 46 velones (uno por cada costalera), salió de la iglesia precedida por el misterio de la Coronación de Espinas (Francisco de Borja, 1945), esta vez portado por 40 costaleros, entre ellos también algunas mujeres, que hicieron más que milagros para sacar la imagen a la calle, poniéndose de rodillas y algunos, incluso, tumbados. La oscuridad que invadía las calles dio más realce al emotivo momento, fotografiado por cientos de móviles.

 

La procesión, que salió puntual y se extendió durante tres horas, recorrió las angostas calles de San Lorenzo, San Carlos, Almirante Bonifaz, San Juan, Laín Calvo y Arco del Pilar, hasta volver a la parroquia. Allí, de nuevo, las y los costaleros volvieron a mostrar su habilidad, introduciendo en la iglesia los pasos, esta vez, caminando hacia atrás.

 

No fue la única procesión en salir a las calles el Miércoles Santo. Horas antes, desde la iglesia parroquial de San Lesmes Abad, la imagen de Jesús Crucificado acompañó un Via Crucis Penitencial por las calle Vitoria, Santander y San Juan. Por la mañana, el arzobispo, don Mario Iceta, presidió en la Catedral la solemne misa crismal.

El arzobispo, en la Misa Crismal: «No nos escandalicemos de nuestras llagas»

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El arzobispo de Burgos, don Mario Iceta Gavicagogeascoa, ha presidido esta mañana en la Catedral la solemne Misa Crismal, en la que se bendicen los óleos de quienes van a ser bautizados y de los enfermos y se consagra el Santo Crisma con el que se ungen a los nuevos presbíteros y obispos.

 

El pastor de la Iglesia burgalesa ha insistido en su homilía en que «desde el bautismo nuestras vidas tienen que ser misión», porque «el ser de la Iglesia es ser misión». Y esa misión es «dar la buena la Buena Noticia, curar, proclamar el Año de Gracia, consolar…». «Hoy es cuando más se necesita esa entrega», ha subrayado, pues la unción sacerdotal «puede llegar a donde las personas más lo necesitan», ya que «algunos ansían a Dios aun sin saberlo». «La unción nos ha capacitado y nos impulsa a entregar la vida». «Tenemos delante una tarea inmensa donde hay tantos campos de huesos secos que necesitan el Espíritu del Señor para ser curados». «Volvamos a decir: aquí estoy, envíame», ha animado a los sacerdotes. «Aunque esté más mayor y tenga menos fuerzas, vuelvo a estar aquí para que me envíes, pues tu fidelidad llega hasta la eternidad».

 

Aunque ha pedido «evitar encorvar la mirada hacia nosotros», por ser posible fuente de «tristeza y desesperanza», ha exhortado a los sacerdotes a «no escandalizarnos de nuestras propias llagas» y «mirar al horizonte» para que aparezca «la alegría y la esperanza de la misión». También les ha animado a «entretejer nuestra vida presbiteral, a no estar solos, pues la soledad mata»: «¡Ánimo, compañeros, la vida es difícil pero apasionante!», les ha alentado.

 

En la eucaristía, los sacerdotes también han renovado las promesas de entrega a Dios, a la Iglesia y a los hermanos que realizaron el día de su ordenación presbiteral.

 

«La Semana Santa de Burgos reúne los requisitos para una retransmisión de calidad»

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Más de 40 profesionales, 11 cámaras, decenas de kilómetros de cables y más de cuatro horas de emisión en directo. Son algunas de las cifras que se esconden detrás del trabajo que llevará a cabo Televisión Española esta Semana Santa desde Burgos en virtud de un acuerdo firmado con el Ayuntamiento y la Fundación VIII Centenario de la Catedral y que llevará las procesiones del Encuentro y del Santo Entierro a las televisiones de medio mundo a través de La 2 y el Canal Internacional.

 

Juan Carlos Ramos será el responsable de conducir las retransmisiones, que contarán con reportajes complementarios, una entrevista al arzobispo, don Mario Iceta, la reposición de parte del Requiem de Mozart interpretado hace unos años en la Catedral y con los comentarios de algunos cofrades y expertos en la Semana Santa burgalesa, la Catedral y la ciudad, aunque, indica, «nuestros comentarios no están para sepultar las imágenes, sino a su servicio». Para este sacerdote y periodista, si el trabajo resulta favorable, puede ayudar a que los espectadores «se encuentren con Dios» pues la belleza, dice, es camino hacia la trascendencia. «Nada puede sustituir el contacto directo o la sacramentalidad de nuestras celebraciones, que requieren la presencia física, pero la televisión puede ser un instrumento maravilloso para poder servir al evangelio», explica.

 

Para él, la Semana Santa burgalesa reúne todos los parámetros para una retransmisión de calidad: «Hay cosas de inmenso valor artístico, el fervor de la gente y la forma de vivir aquí la Semana Santa, las músicas, las bandas… todo en general. Como transmisión televisiva es muy interesante», afirma.

 

Las emisiones desde Burgos seguirán a las de los Santos Oficios que se retransmitirán desde la Catedral de las Fuerzas Armadas de Madrid, comenzando a las 19:30 el Jueves Santo y a las 18:30 el Viernes Santo. Contarán con las impactantes imágenes del Encuentro entre Cristo y su Madre Dolorosa en la plaza del Rey San Fernando o la salida de todos los pasos desde el interior de la Catedral en la procesión general del Santo Entierro.

 

Para el director del programa dominical «El Día del Señor», la programación religiosa de la televisión de todos los españoles garantiza un derecho reconocido por la ley, como una acción de servicio público y como la respuesta a una amplia demanda del público. No en vano, la misa dominical es el programa más visto de La 2 de toda la semana –solo seguido por «Saber y Ganar»–, con una cuota de pantalla que oscila entre el 10 y el 12%. «Todas las entidades del país tienen derecho a acceder a la televisión pública, y también los católicos», insiste. «Nosotros cumplimos la ley y respondemos a una demanda social».

Las siete palabras de Cristo disipan la lluvia

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Siete son las frases o «Palabras» que Jesús pronunció en la cruz momentos antes de morir tras una larga agonía. Recogidas por los cuatro evangelistas, la meditación de cada una de estas sentencias comenzó a extenderse por toda la cristiandad entrado el siglo XVI, después de las predicaciones que jesuita peruano Francisco del Castillo realizaba cada Viernes Santo. La tradición arraigó también en España y, siglos después, Casa Quintana (Zaragoza, 1902) las dejó impresas en siete faroles de vidrio con forma de cruz que custodia en la actualidad la cofradía de las Siete Palabras de Burgos, fundada en 1986. Desde 2018, estos faroles, junto a la réplica del Santo Cristo de Burgos, procesionan el Martes Santo, con salida y regreso a la Catedral, donde tiene su sede esta hermandad, recorriendo las calles de Santa Águeda, Barrantes, plaza Castilla, paseo de la Audiencia, arco de Santa María y plaza del Rey San Fernando.

 

Hoy, después del parón de la pandemia, las siete palabras de Cristo han sido escuchadas de nuevo por los burgaleses que, entrada la noche, han querido contemplar el desfile, en el que el santo Cristo articulado ha sido portado a hombros, desafiando la lluvia. No ha ocurrido lo mismo con el popular rosario penitencial obrero que recorre las calles del Vega, y que ha sido finalmente celebrado en la sede del Círculo Católico. Cada una de las siete palabras ha ido acompañada por las reflexiones de algunos los cofrades sobre cuestiones referentes a la vida de fe.

 

Una talla con leyenda

 

La historia del Santo Cristo está cargada de leyenda. Varios documentos aseguran que llegó a la península en un barco y que el baúl que lo guardaba fue rescatado de una tempestad y traído hasta Burgos. Desde la Edad Media, el Santo Cristo es el mejor embajador de la ciudad y la devoción que arraigó en Burgos se extendió rápidamente gracias a la difusión que le dieron los Agustinos por ciudades de la península y de todo el mundo.

 

Se trata de una talla de origen flamenco y de autor desconocido al que se le dotó de pelo y uñas naturales a base de astas de diversos animales y cuyo cuerpo se recubrió con piel de becerro para dar más realce a las representaciones catequéticas que con él se realizaban en la Baja Edad Media y que también se han recuperado en la mañana del Viernes Santo burgalés. El Cristo está articulado en el cuello, los brazos y las piernas y su interior alberga incluso una calabaza hueca que, según diversas hipótesis, podía llenarse de vino para que saliera por la abertura de su costado, traspasado por la lanzada.

El ángel ‘resucita’ en Aranda de Duero

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angel aranda duero

 

Ni el confinamiento ni la pandemia dejaron sin Pascua de Resurrección a los cristianos los dos pasados años. Sin embargo sí privaron a Aranda de Duero de su tradicional celebración, la más alegre y representativa ceremonia de su Semana Santa, ese momento en que un ángel desciende entre lluvia de colores y vuelos de palomas a quitar el manto de luto a la Virgen y anunciarle que su Hijo vive. Es la Bajada del Ángel, que tras dos años de ausencia, volverá este año a la plaza de Santa María el próximo domingo. Y el ángel que bajará del cielo ya tiene cara y nombre: se llama Ana Maté del Pozo, tiene cinco años y medio y estudia 3º de Educación Infantil en el colegio Claret de Aranda.

 

Será quien se suba al cajón incrustado en la fachada de la iglesia de Santa María, se introducirá en el globo que lentamente se deslizará bajo el cielo arandino y sobre las cabezas de los fieles hasta situarse justo encima de la imagen de Nuestra Señora de la Misericordia, que habrá salido de la iglesia a hombros de sus cofrades, envuelta cabeza y busto con un velo negro de luto. Ana ya sabe lo que pasará en ese momento, cuando el resorte mecánico sea accionado por los cofrades y el globo se parta en dos: caerá el confetti multicolor, tendrá que dejar volar a las palomas que hasta ese momento custodia con sus manitas, porque necesita manos y pies para otra cosa: «Tengo que mover las manos y los pies en el aire. Y quitar el manto a la Virgen, porque el ángel le dice que Jesús ha resucitado». ¿Y quién dice una niña de cinco años que es Jesús?: «Es el Hijo de Dios y nuestro amigo».

 

Y es que Ana, en su corta edad y a través de esta experiencia, está recibiendo una preciosa y profunda catequesis, gracias especialmente a sus padres, atentos a la curiosidad de la niña, que tratan de responder adaptándose a su edad. «El año pasado mostraba mucha inquietud por la muerte de Jesús, porque la cruz la tenía asustada», explica Marta, su madre. «Lo que nos quedaba era contarle que es verdad que Jesús muere y hay mucha presencia de los crucifijos entre nosotros, pero que lo importante de nuestra religión es la resurrección. Así que le hemos explicado que ese día ella es la que le va a decir a la Virgen que Jesús ha resucitado y la Virgen estará muy contenta».

 

Con apenas tres años cumplidos a Ana ya le llamaba la atención la figura del ángel y pedía a sus padres poder subirse al globo y vestirse «de blanco, con sandalias, con alas, y una corona». Y a ellos no les resultó extraño: desde antes de que naciera, la niña parece haberse encontrado bajo la protección de la Virgen de las Candelas, cuya cofradía es la organizadora del acto. «Por estas casualidades, tuvimos conocimiento del embarazo de Ana el día de las Candelas», recuerda Marta. «Y cuando la niña tenía unos meses le comenté a un amigo cofrade que queríamos formar parte de la cofradía en agradecimiento. Y nos hicimos cofrades junto con la niña. Nos preguntaron por el ángel y les dijimos que nos avisaran cuando llegara el momento, porque nos parecía que era ella quien tenía que mostrar interés. Y como así ha sido, que siempre ha mostrado inquietud, finalmente aquí estamos».

 

Ana ya ha ensayado su «vuelo» tres o cuatro veces en el polideportivo, sobre unas colchonetas y con muñecos de peluche sustituyendo a las palomas. Pero su gran día será este domingo. El suyo y el de todos los fieles de Aranda que recuperarán con ella la ilusión de una de las tradiciones más queridas de la villa, con la que se hace más visible la alegría de la resurrección.