El pasado sábado, víspera de la solemnidad de Pentecostés, el arzobispo de Burgos, don Mario Iceta, administró la confirmación a varios adultos que no accedieron al sacramento durante su adolescencia o juventud y ahora han decidido completar su iniciación cristiana porque desean casarse, ser padrinos de bautismo o, simplemente, porque quieren.
Culminaba así un proceso de acompañamiento que ofrece la archidiócesis y que cuenta con distintas modalidades, coordinadas desde la Vicaría de Pastoral. Algunos de ellos se han preparado durante cuatro sábados en sesiones de catequesis en la parroquia de San Marín de Porres; otros durante las tardes de quince jueves en Nuestra Señora de Fátima; otros con procesos de acompañamiento personal en sus parroquias (Quintanadueñas, San Josemaría y San Nicolás) y el colegio Mayor San Jerónimo y algunos otros realizando un Cursillo de Cristiandad. También participaron en la celebración un grupo de adultos que se han recibido varias catequesis en Aranda de Duero. En total, 38 personas, que celebraron la eucaristía en la Catedral después de haber sido de los últimos grupos en atravesar la Puerta Santa del Perdón antes de la clausura definitiva del Año Santo. En la colecta, los propios confirmados ofrecieron 660 euros, que destinarán a la Casa de Acogida y las religiosas Doroteas, dos de las realidades eclesiales que han conocido durante sus catequesis.
Aunque la mayoría son bautizados en Burgos, unos cuantos proceden de fuera de la provincia: Madrid, Salamanca, Huelva, Cantabria, Jaén, Asturias, Barcelona, Vitoria, Zaragoza, Valladolid, Brasil, Colombia, Ecuador, Nicaragua y República Dominicana.
Antes de la celebración mantuvieron un encuentro con el arzobispo en la Casa de la Iglesia, donde compartieron algunos testimonios y anécdotas. El domingo 26 de junio tendrá lugar otra tanda de confirmaciones de adultos en Miranda de Ebro, en la parroquia de El Buen Pastor.
«Villalmanzo», «Las Divas», «Kasaija», «Talibanes», «Llamados», «Diego de Siloé» y «Concepcionetas» son algunos de los nombres de los equipos de futbito y baloncesto que disputaron el pasado sábado la última edición –la sexta– del «Torneo de San José» en las instalaciones de Seminario diocesano. Cerca de un centenar de adolescentes y jóvenes, agrupados en catorce equipos, se dieron cita, ya sin restricciones sanitarias, en este habitual evento que pretende forjar amistades y promover la pastoral vocacional a través del deporte.
Tras una acogida en la capilla –en la que se presentó a los santos como los participantes de la liga de las estrellas–, durante toda la mañana y media tarde se jugaron los partidos en los patios del Seminario y del cercano colegio Campolara. Además, el agua fresca de la piscina refrigeró los descansos en la calurosa jornada. Tras la comida, sorteo de regalos para los nuevos seguidores de las redes sociales del Seminario y premios para los ganadores en las distintas categorías: los equipos «Squad Barbacoa» y «Deudas» para los mayores, y «Avutardas» y «Ficticius» en los más jóvenes.
La valoración de los organizadores de este torneo deportivo es positiva por el aceptable número de participantes, dadas las circunstancias, por el buen ambiente que reinó en el encuentro y por ser la ocasión de dar a conocer el Seminario y las diversas actividades de la pastoral vocacional. Entre ellas destaca el próximo campamento de monaguillos, en Gallejones de Zamanzas, del 18 al 24 de julio, o la peregrinación a Lourdes del 11 al 13 de julio; así como la peregrinación europea de jóvenes, del 27 de julio al 7 de agosto, a Santiago de Compostela.
Un misionero burgalés le ayudó en su Venezuela natal a preparar su primera comunión y hoy, medio siglo más tarde y tras haber misionado él mismo por medio mundo (ha sido nuncio en Pakistán y Mozambique), ha sido testigo de que Burgos es realmente «una Iglesia en salida que se lanza a la misión». El sustituto de la Secretaría de Estado de la Santa Sede ha sido el encargado de entornar la Puerta Santa por la que en los últimos dieciséis meses han cruzado cerca de 200.000 peregrinos lucrando las gracias jubilares otorgadas por el papa Francisco con motivo del VIII Centenario de la Catedral. El Año Santo, «lastimosamente condicionado por las vicisitudes de la pandemia» y prorrogado por su causa, ha concluido con una solemne eucaristía con la que monseñor Edgar Peña Parra, «portador del saludo y la bendición del Santo Padre», ha animado a la Iglesia burgalesa a «poner en marcha la tarea misionera y evangelizadora que compete a todos los bautizados».
El número tres del Vaticano ha asegurado que durante el Jubileo «el Señor no nos ha dejado solos y nos ha concedido una oportunidad de renovar nuestra vida cristiana». Fruto de esa renovación, sobresale el proceso sinodal con el que la Iglesia en Burgos ha querido diseñar su futuro y cuyo documento final ha sido firmado por el arzobispo, mons. Mario Iceta, al finalizar la celebración.
Las conclusiones de la Asamblea Diocesana «serán vuestro programa guía en el caminar eclesial», ha asegurado mons. Peña, invitando a llevarlo a la práctica «en comunión con Dios y los hermanos» y alertando del peligro de «poner más atención en la hoja de ruta que en la ruta misma». «No busquéis solo la eficacia», ha recomendado. «Jesús nunca nos deja solos, siempre está presente con nosotros y nos deja su Espíritu que nos hace vivir con la fuerza del amor» y «nos capacita para salir y mirar las necesidades de los hermanos que nos esperan». «Seguid haciéndoos compañeros de camino de todos», ha dicho aludiendo al carácter coral que ha tenido el VIII Centenario, en el que se han involucrado todos los sectores de la sociedad burgalesa. «El Espíritu Santo sigue presente en la Iglesia y en el mundo», ha remachado.
En su homilía de Pentecostés, el prelado de la Santa Sede ha recordado que la Iglesia y el mundo necesitan el soplo del Espíritu Santo para llevar a cabo «el proyecto de Cristo, que puede parecer una obra titánica». Solo el Espíritu Santo «puede renovar y santificar la faz de la tierra», herida por la guerra, «una vía que no conduce a nada». «Todo se pierde con la guerra, todo se gana con la paz», ha recordado con las palabras de Pío XII.
Fiesta diocesana
La conclusión del Año Santo ha tenido un carácter marcadamente diocesano. Además de la firma del documento final de la Asamblea, de alguna manera todo el Pueblo de Dios que camina en Burgos se ha hecho presente en una abarrotada Catedral, en la que se ha asperjado a los fieles con aguas del Duero y del Ebro y cuya liturgia ha contado con la participación de diferentes sectores de la pastoral y los territorios de la archidiócesis. La parte musical ha corrido a cargo de la Schola Cantorum, la Coral Santa María la Mayor y la participación de los Pueri Cantores, que han portado siete velas en alusión a los dones del Espíritu Santo durante el canto de la secuencia previa al evangelio.
Además, los diferentes arciprestazgos han quedado representados por algunas cruces procesionales representativas de sus zonas y los principales responsables de la pastoral diocesana han recibido de manos del arzobispo el documento final de al Asamblea. Entre los diez obispos concelebrantes se encontraba el nuncio de Su Santidad en España, mons. Bernardito Auza, así como el arzobispo emérito de Burgos, mons. Fidel Herráez, y el actual obispo de Mondoñedo-Ferrol, mons. Fernando García Cadiñanos, primeros impulsores de los actos con motivo del VIII Centenario de la Catedral.
Antes de la eucaristía, la plaza de Santa María ha sido escenario de un festival de carácter diocesano [ver galería fotográfica del acto]. Ha contado con la participación de varios grupos de la archidiócesis, como el coro de Pastoral Gitana, el grupo «SUM» del colegio Niño Jesús, los bailes del grupo ecuatoriano «Hijarica Huacana», el grupo «Paradigma» de Faustino Díez y varios coros parroquiales que han cantado al unísono varias melodías a la Catedral. Además, Cáritas y las delegaciones de Misiones y Pastoral de Migraciones han instalado varias mesas con información de sus actividades y venta de algunos productos de comercio justo.
Hoy damos la bienvenida a un nuevo Pentecostés, hoy conmemoramos la venida del Espíritu Santo, memorial de plenitud que edifica la Iglesia. Jesús «ha traído el fuego del Espíritu a la tierra» y la Iglesia «se reforma con la unción, con la gratuidad de la gracia, con la fuerza de la oración, con la alegría de la misión y con la belleza cautivadora de la pobreza». Con este lenguaje, el Papa Francisco nos anima, en la solemnidad de Pentecostés, a hacernos misioneros de consolación y de misericordia para el mundo.
San Pablo, en su carta a los cristianos de Corinto, descubre que «donde está el Espíritu del Señor, hay libertad» (2 Co 3,17). Así, arraigados a la providencial venida del Espíritu Santo (Hch 2, 3-4), también celebramos el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, destacando el papel fundamental que tiene el laicado «en la corresponsabilidad eclesial y en la misión evangelizadora», junto con los pastores y los miembros de la vida consagrada, cada uno según el carisma y el ministerio recibidos.
El lema de esta Jornada «nos invita a seguir construyendo juntos el gran reto y desafío pastoral de la sinodalidad», que propone el Papa Francisco «con este proceso sinodal que está llevando a cabo la Iglesia universal y nuestras iglesias particulares, congregaciones, asociaciones y movimientos laicales».
La sinodalidad, aseveran, «consiste en ir creando un “nosotros” eclesial compartido»; es decir, «que todos sintamos como propia la biografía de la Iglesia». Una realidad que nos envía hacia un nosotros cada vez más grande, una llamada apremiante de parte del mismo Dios que nos recuerda –en palabras de los obispos de la comisión episcopal para el laicado, familia y vida– que «nadie se salva solo», porque «estamos todos en la misma barca en medio de las tempestades de la historia», y «nadie se salva sin Dios».
Hoy, prendidos por el fuego del Espíritu, también conmemoramos la clausura del Año Jubilar que hemos venido celebrando con ocasión del octavo centenario de nuestra catedral, así como la Asamblea diocesana de esta iglesia que peregrina en Burgos. Lo haremos con un festival a las cinco de la tarde en la plaza de Santa María y con una Eucaristía a las siete y media en la catedral presidida por el Sustituto de la Secretaría de Estado de la Santa Sede.
Nuestra catedral, como ya he subrayado en alguna ocasión, es un imponente testimonio de fe, esperanza y amor. Representa a Cristo, la piedra angular, a partir de Quien todos estamos llamados a formar parte del Templo santo de Dios. La fe enseña al Pueblo de Dios la presencia vivificante del Señor en medio de nosotros. Y así lo hemos podido experimentar durante esto tiempo jubilar, porque hemos vivido un año de gracia muy importante, y la Asamblea nos orientará con las pautas para la tarea evangelizadora de los próximos años. Y deseo agradecer, de manera especial, a todos los que habéis hecho posible este Año Jubilar y esta Asamblea Diocesana, así como a don Fidel, que fue quien puso la primera piedra de este precioso aniversario que ahora nos cobija.
Ochocientos años de vida que nos recuerdan, una y otra vez, que la Iglesia es el templo del Espíritu Santo. Ocho siglos de oración, fe, camino, encuentro y comunión. Un templo vivo donde se guarda el milagro más maravilloso y el tesoro más grande del mundo: la Eucaristía custodiada por la mirada amorosa de la Virgen María, a Quien está dedicado este templo.
«No hay Iglesia sin Pentecostés y no hay Pentecostés sin la Virgen María», expresó el Papa emérito Benedicto XVI, refiriéndose a la Santísima Virgen, en el rezo del Regina Coeli de mayo de 2010. Ponemos nuestra esperanza en María, quien «conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón» (Lc 2, 19.51). Que Ella, que alienta el corazón de los discípulos antes de recibir el Don del Espíritu prometido por Jesús, nos acoja y nos proteja bajo Su manto en esta gran fiesta del Espíritu que, sin duda alguna, dejará una huella imborrable en nuestra archidiócesis y en nuestras vidas.
Recibid la bendición de Dios en esta entrañable solemnidad.
El próximo domingo, la Catedral clausurará el Jubileo que la Santa Sede le otorgó con motivo del VIII Centenario de la colocación de su primera piedra. En la recta final de este Año Santo, los peregrinos ultiman su visita a la Seo para cumplir con los ritos jubilares y lucrar de esta manera la indulgencia. Entre los últimos en hacerlo, la parroquia de Nuestra Señora la Real y Antigua, que acudió a la Catedral el último sábado del mes de mayo, dedicado a María. Los feligreses de esta parroquia llegaron hasta la Seo como peregrinos con sus sacerdotes y diácono. Un grupo partía andando desde la parroquia, para congregarse con el resto ante la Puerta Santa y ser recibidos con el rito de acogida de este Jubileo especial. A lo largo de la semana se prepararon a través de charlas y celebración penitencial.
Durante esta última semana también se han acercado al templo un grupo de feligreses venidos de Filipinas acompañados por su obispo, así como miembros del colegio diocesano María Madre – Politecnos, quienes celebraron además la eucaristía en la capilla de Santa Tecla.
Mañana domingo, coincidiendo con la solemnidad de Pentecostés, se clausurará el Año Jubilar de la Catedral. El número tres del Vaticano, mons. Edgar Peña Parra, sustituto de la Secretaría de Estado de la Santa Sede, presidirá la eucaristía. Por su parte, el arzobispo, don Mario Iceta, firmará el documento final de la Asamblea Diocesana y se cerrará de forma simbólica la Puerta Santa. En la celebración participarán representantes de distintos sectores eclesiales y diez obispos del país que han confirmado su asistencia –entre ellos el Nuncio de Su Santidad en España– y que acudirán a la Catedral en una procesión que saldrá del claustro de la Facultad de Teología. El acto podrá seguirse en directo en el canal de YouTube de la archidiócesis de Burgos.