
Coral Santa María la Mayor. Fotografía tomada el 23 de marzo de 2015.
Durante siglos, la música ha acompañado diariamente los principales actos litúrgicos en las catedrales. Organistas, canónigos cantores, niños y mozos de coro… Una misión al frente de la cual se encontraban los maestros de capilla, que a su vez eran compositores y que han dejado un legado inmenso en las principales seos del mundo. Nuestra catedral no podía ser menos y, con altibajos, ha ido salvando los obstáculos para seguir sirviendo al culto desde el sublime lenguaje de la música.
Hoy las voces que pueden escucharse diariamente en la catedral son las de sus dos canónigos cantores, José Inocencio Fernández Pérez –a su vez director del coro y organista titular– e Ildefonso Asenjo –chantre y salmista–, que intervienen cada mañana en los laudes y la misa capitular, acompañados por el órgano.
En las grandes solemnidades, acompaña la celebración el coro Santa María la Mayor, una agrupación que nació de la mano de Jesús del Campo, formada en un principio mayoritariamente por trabajadores de Firestone y a la que se propuso, con Vicente Proaño al frente del Cabildo, y Ángel Bravo como maestro de capilla, cantar con regularidad en la catedral.
Hoy la situación de la coral preocupa tanto a su director, José Inocencio Fernández, como al segundo organista del templo, Guillermo Díez Arnáiz, por su reducido número de miembros y la falta de relevo generacional. Actualmente cuenta solo con 22 coralistas, con una media de edad de 70 años y cada vez más dificultades para acudir a los ensayos (las mujeres, los lunes; los hombres, los martes, y todas las cuerdas juntas los jueves).
«Yo creo que la gente no se anima porque piensa que se exigen unos conocimientos especiales. Pero no es así, no les exigimos saber solfeo. Solo se les pide oído y compromiso», asegura José Inocencio Fernández, al frente del coro desde hace siete años. Tanto él como Guillermo sugieren que, además, en España escasea la cultura musical, a diferencia de otros países del norte y Centroeuropa. Cuentan como anécdota que en un viaje a Alemania se quedaron perplejos al ver cómo en un momento dado todos los asistentes al culto tomaban sus partituras y eran capaces de cantar a cuatro voces espontáneamente, sin estar organizados en ningún coro. «Aquí tampoco se entiende muy bien el sentido y la importancia de la música en la liturgia. No se valora».
No es difícil adivinar que con este panorama la labor del director sea a veces muy complicada, porque trata de renovar constantemente el repertorio, en el que predominan piezas polifónicas de los siglos XVI y XVII (Palestrina, Tomás Luis de Victoria…), aunque también incorporan obras compuestas por algunos de los maestros de capilla que se han sucedido en la Catedral, por ejemplo del último de ellos, Ángel Bravo, que fue muy prolífico. Incluso se han atrevido con Wagner.
La coral «Santa María la Mayor» participa en la liturgia de todas las solemnidades: La Asunción, la Exaltación de la Santa Cruz, la Inmaculada, Navidad, la Presentación del Señor, Miércoles de Ceniza, Jueves Santo, Viernes Santo, Domingo de Resurrección, Pentecostés y Corpus Christi.
En ocasiones, se unen a estas voces de veteranos las del otro pilar musical de la catedral, los «Pueri Cantores», que justamente cumplen 20 años de existencia tras su refundación (a lo largo de la historia del templo la tradición de los niños cantores ha vivido etapas de auge y declive). Hoy esta agrupación, que actualmente dirige Amador Pérez Arnáiz, tampoco vive su mejor momento por falta de relevo. Las voces blancas se convierten en graves, y así, de los 50 o 60 niños que llegaron a integrar la escolanía, se ha pasado a los 25. No obstante, continúan cantando en la catedral dos domingos al mes (primero y tercero) y acompañan en algunas celebraciones al coro de los mayores. A pesar de la escasez de candidatos, el reto es mantener esta secular tradición en toda su esencia, es decir, que los «Pueri» siga siendo un coro formado solamente por niños, ya que otras escolanías han tenido que convertirse en mixtas para poder sobrevivir.