El aumento de religiosas extranjeras rejuvenece la vida monástica de la diócesis

por redaccion,

La madre Begoña, con algunas de las africanas que viven en el monasterio de la Visitación de Burgos.

La madre Begoña, con algunas de las africanas que viven en el monasterio de la Visitación de Burgos.

 

Con motivo de la jornada mundial de la Vida Consagrada, analizamos la situación de los monasterios de la diócesis, donde cada vez es mayor la presencia de religiosos de origen extranjero, especialmente en la clausura femenina. 67 monjas y 5 monjes proceden de otros países, rondando la treintena de edad. A ellos hay que sumar decenas que están en procesos de formación.

 

La repoblación de los monasterios y conventos de vida contemplativa con oriundos de otros países es un fenómeno que empezó a despegar hace una década en nuestro país, y también en nuestra diócesis. Las vocaciones nativas escasean cada vez más y hoy la mayoría de los cenobios están habitados por comunidades muy reducidas y con una media de edad muy elevada, donde la savia nueva llega sobre todo de Latinoamérica (con predominio de religiosas salvadoreñas, dominicanas y ecuatorianas) y del continente africano, aunque hay personas llegadas incluso de Corea (un camaldulense) o China (una monja cisterciense de Las Huelgas).

 

La excepción a ese proceso de envejecimiento generalizado es el del Instituto Religioso de Derecho Pontificio Iessu Communio, una comunidad muy joven formada por 210 religiosas que cuenta en sus filas con solo ocho extranjeras (seis de ellas profesas perpetuas y dos postulantes). Otra de las peculiaridades del convento de La Aguilera es que entre las religiosas extranjeras hay europeas (dos italianas y una polaca) y una estadounidense, algo que no se da en el resto de comunidades.

 

Actualmente en los monasterios y conventos de vida contemplativa de la diócesis hay 67 religiosas profesas de origen extranjero. Entre todos los monasterios masculinos (La Cartuja, Silos, el Yermo Camaldulense de «Nuestra Señora de Herrera», único de esta orden en nuestro país, y los cistercienses de San Pedro de Cardeña) solo suman cinco extranjeros (en este último todos son nativos españoles). De los cuatro monjes, uno de origen colombiano cuenta con nacionalidad española.

 

El caso de los monasterios y conventos de religiosas es bien diferente. De los 26 conventos y monasterios de vida contemplativa, solo diez comunidades están integradas solo por españolas: ocho en la provincia (Dominicas de Caleruega, Concepcionistas Franciscanas de Peñaranda de Duero, Clarisas de Castil de Lences, Clarisas de San Martín de Don, Clarisas de Vivar del Cid, Benedictinas de Palacios de Benaver, Clarisas de Belorado y Dominicas de Lerma) y dos en la ciudad (Cistercienses de San Bernardo y Agustinas de la Madre de Dios).

 

Una de las casas con mayor presencia de religiosas extranjeras es el Monasterio Cisterciense de Santa María la Real, en Villamayor de los Montes, con 11 extranjeras (dos profesas que proceden de un monasterio africano y están actualmente en formación, otras tres que ya han hecho votos perpetuos, otra que ha formulado los votos simples, tres novicias y dos postulantas). Sus orígenes son muy diversos: proceden de Paraguay, Venezuela, Kenia y hasta Madagascar. Y otro caso significativo es el de las Clarisas de Medina de Pomar, una comunidad de 24 religiosas de las cuales 13 son extranjeras (una de El Salvador, seis dominicanas y seis ecuatorianas).

 

Es peculiar el caso de las Benedictinas de Aranda de Duero, que acoge a ocho salvadoreñas profesas de entre 33 y 38 años. La priora, sor Amelia, explica como curiosidad que todas están emparentadas con religiosas de la orden en la comunidad de Ávila, donde casi todas las religiosas son de esa nacionalidad, incluso la abadesa, y recalaron aquí porque allí ya no las admitían. Por el monasterio arandino han pasado antes otras extranjeras y la experiencia ha sido desigual: «Alguna ha venido a pasear, y aquí no se viene a pasear, los viajes cuestan mucho, hay que hacer mucho papeleo, porque claro, todas vienen legales. Lo que hace falta es que estemos a lo que hemos venido, y lo que consta es que muchas no están seguras».

 

Discernimiento y vocación

 

El vicario episcopal para la Vida Consagrada, Amadeo Alonso, considera que «lo importante no es el número, sino saber si esas vocaciones están consolidadas. Hay personas que vienen con buena voluntad pero no bien asesoradas. De hecho está en revisión el procedimiento para purificar esas presencias. Cada vez se está exigiendo un nivel mayor de formación. La idea es que esas personas vengan ya con los votos profesados en su país de origen o al menos haber pasado allí el discernimiento».

 

De hecho, la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada está elaborando una instrucción, derivada de una constitución del Papa, para saber cómo actuar en estos casos y ofrecer a las comunidades unas concreciones. Aparte del discernimiento y la formación, que deberían llevarse a cabo en los países de origen, insiste el vicario, existen otras cuestiones importantes de tipo administrativo. Por ejemplo, en qué condiciones se encuentran esas personas en España, y concretamente la cuestión de la cobertura sanitaria (deben estar acogidas al RETA, Régimen Especial de Trabajadores Autónomos).

 

Y es que no en todos los casos las experiencias han sido buenas. En algunos de los monasterios y conventos donde actualmente solo hay nativas españolas, reconocen que no están abiertas a esa posibilidad porque han pasado por ello y se llevaron alguna desagradable sorpresa.

 

Es el caso de la comunidad de Clarisas de San Martín de Don, en cuyo monasterio llegaron a convivir 17 religiosas y hoy solo son cuatro. A pesar ello, prefieren no admitir aspirantes extranjeras. En la misma línea se manifiesta la abadesa del monasterio de Concepcionistas Franciscanas en Peñaranda de Duero, María Celina Arranz: «Tuvimos una keniata que vivió cuatro años con nosotras pero no fue una buena experiencia, entonces no estamos por ello. Hay que hacer una buena selección, saber bien sus motivos. Además, es difícil convivir con otra cultura. Ahora, las 11 hermanas que formamos la comunidad somos todas españolas y es cierto que somos mayores, la más joven tiene 68 años. Lo único que podemos hacer es pedirle al Señor que nos envíe nuevas vocaciones, pero de aquí».

 

«Hay que tener mucho cuidado con las que se reciben, que no siempre llegan con una intención recta, muchas vienen a aprender el idioma y luego se van», corrobora sor Pilar, agustina del Monasterio de San Miguel de los Ángeles de Villadiego, que acoge a tres religiosas profesas y una novicia. Dos de ellas son keniatas y las otras dos de Tanzania, de entre 28 y 36 años, lo que ha supuesto la revitalización de una comunidad donde solo habitan tres religiosas más, de 76, 81 y 85 años.

 

Las cifras, en detalle

 

30 monasterios

Existen 30 monasterios de clausura. De ellos, cuatro son masculinos, siendo la diócesis con mayor presencia religiosa masculina.

 

73 monjes

En los cuatro monasterios masculinos, existen 73 monjes profesos. De ellos, solo cinco proceden de otros países.

 

431 monjas

En la diócesis existen 431 monjas de vida contemplativa con votos perpetuos. Viven en 26 monasterios y solo diez de ellos están habitados por españolas. De ellas, 67 profesas vienen de otros países, el 15,54% del total.

 

Por países de origen

Los más numerosos son de América latina: Ecuador, República Dominicana y El Salvador. También vienen de África.

Santo Tomás de Aquino, un modelo y un ejemplo

por redaccion,

santo tomas aquino

 

La celebración de este domingo coincide con la fiesta de Santo Tomás de Aquino. Me ha parecido conveniente que en alguna ocasión, como hoy, prestemos atención a alguna de las figuras que la Iglesia pone ante nuestros ojos a lo largo del año litúrgico. En la liturgia celebramos ante todo los distintos momentos o aspectos del misterio de la salvación. Pero a la vez es importante dirigir nuestra mirada a los santos, hombres y mujeres que a su paso por la tierra han hecho realidad en su vida el plan salvador de Dios.

 

Tomás de Aquino es sin duda alguna una de las figuras más relevantes de la historia de la Iglesia. Junto con San Agustín ha sido decisivo en el pensamiento cristiano, en el campo de la filosofía, de la teología y de la espiritualidad. Por su claridad intelectual y por la elevación de su doctrina se le ha llamado «Doctor Angélico». Fue también proclamado patrón de las escuelas católicas, universidades y universitarios, por la pasión que manifestaba por la verdad y por la confianza que tenía en el estudio y en la razón para alcanzar esa verdad. Recordar a Santo Tomás ha de ser un estímulo para el mundo universitario, al cual dirijo también hoy con todo afecto mi saludo y mi reconocimiento.

 

El Magisterio de la Iglesia, a través de los Concilios y de los Papas, ha alabado la doctrina y el pensamiento de Santo Tomás. El Concilio Vaticano II recomendó que los estudiantes de teología, para comprender y profundizar las verdades de la salvación, tuvieran como maestro a Santo Tomás. Con ello, había advertido ya Pío XII, no se pretende una mera repetición rutinaria de sus palabras, lo cual frenaría la investigación, sino imitar su profundo amor a la verdad y su fidelidad a la tradición de la Iglesia.

 

Tomás de Aquino nació en Rocasecca, Italia, en 1225 y desde muy joven descubrió su vocación religiosa como dominico, en la Orden de Predicadores, fundada pocos años antes por el burgalés Domingo de Guzmán, nacido en Caleruega y patrón de nuestra provincia. Con 27 años ya fue profesor en la Universidad de París, el centro intelectual de la Europa de la época. Murió antes de cumplir cincuenta años, dejando ya una vida plena y una impresionante obra. De su rica personalidad son muchos los aspectos que se podrían destacar. Aludiré a dos de ellos, que pueden ser luz y estímulo para todos nosotros.

 

1) Vivió con pasión la búsqueda de la verdad y la sensibilidad ante los interrogantes que planteaba la cultura que estaba naciendo en su época. Tuvo el coraje de estudiar la filosofía procedente del mundo griego, especialmente Aristóteles, para elaborar un sistema de pensamiento cristiano que estuviera a su altura. Se arriesgó, a pesar de las dificultades y de algunas incomprensiones. Y así prestó un gran servicio a la Iglesia. Como él mismo escribió, si el objetivo más alto de un capitán fuera preservar su barco, lo mantendría en el puerto para siempre.

 

2) Su dedicación intelectual estuvo sostenida y alentada por una profunda experiencia espiritual, por una piedad sincera y humilde. Algunos signos de ello son el Pange Lingua o el Adoro te devote, que aún cantamos en nuestra liturgia. Forman parte de los cinco himnos que compuso en honor del Santísimo Sacramento a petición del Papa Urbano IV, con motivo de haberse establecido la fiesta del Corpus Christi (1264).

 

A lo largo del año litúrgico, los santos son como estrellas que nos iluminan el camino. Santos de ayer, de hoy y de siempre, que son los fieles y auténticos seguidores de Jesús. Justo es evocar, agradecer y honrar a quienes, como Santo Tomás, entregaron a Dios y a la Iglesia su vida entera. Pidámosle hoy, en nuestra oración, que siga habiendo universitarios cristianos que busquen la verdad con la misma pasión y la misma vocación de servicio para contribuir al diálogo de la fe con la cultura de nuestro tiempo.

«Todas las personas deben vivir dignamente, se tenga trabajo o no»

por redaccion,

<
>

 

La parroquia de Nuestra Señora la Real y Antigua ha congregado hoy a decenas de militantes y representantes de movimientos y grupos parroquiales que trabajan en la evangelización del mundo laboral en el XXVI Encuentro Diocesano de Pastoral de Obrera, con el lema «Ante el futuro del trabajo, quehacer de la Pastoral Obrera». Un eslógan que, según ha destacado el arzobispo, don Fidel Hérraez Vegas, apunta al futuro e invita a la acción, «a que esa esperanza sea una esperanza activa».

 

El encuentro se ha estructurado en tres bloques, siguiendo la metodología «ver, juzgar, actuar», y han sido los secretarios provinciales de CC.OO., Ángel Citores, y de UGT, Pablo Dionisio Fraile, y Maricruz Lozano, trabajadora Social del Sacyl y militante de CGT, quienes han presentado la realidad presente y esbozado el futuro del mundo del trabajo asalariado y no asalariado.

 

Citores, quien ha dibujado un panorama en el que, a consecuencia de la globalización, «se han desregulado muchas cosas que teníamos reguladas» ha asegurado que «nos han instaurado en la crisis para que nos quedemos en ella». El secretario ha incidido en los «efectos perversos» de la última reforma laboral, «que reventó todo el ordenamiento y se cargó la negociación colectiva», y en el impacto de las nuevas formas de contratación que se están imponiendo en el mercado, en concreto a través de las bolsas de trabajo, empresas multiservicios o ETT. En definitiva, nuevas fórmulas que han llevado a un aumento del desempleo, la rotación, la inestabilidad y la precariedad.

 

En cuanto al futuro, el secretario de UGT, Pablo Dionisio Fraile, ha vaticinado que vamos a ver una realidad absolutamente dramática, donde destaca la desigualdad salarial entre mujeres y hombres, y donde el mercado estará dominado por la externalización de tareas, a través de sociedades laborales, falsos autónomos, empresas multiservicios («el mayor peligro para la clase trabajadora de este país»), que han vivido un auge desmesurado después de la crisis. Fraile ha señalado que «es indispensable la derogación de las dos últimas reformas laborales» y ha subrayado la necesidad de intensificar la vigilancia a esa nueva modalidad de empresas a través de inspecciones de trabajo, la obligatoriedad del cumplimiento de los convenios colectivos y volver a la senda de la contratación de calidad en el marco de la responsabilidad social corporativa.

 

Por su parte, Maricruz Lozano ha presentado la realidad del trabajo no asalariado, refiriéndose concretamente a los cuidados, una tarea que básicamente realizan mujeres, y que va a suponer en el futuro una revolución personal y social: «El futuro va a estar en el trabajo no asalariado». Lozano, que ha cuestionado la Ley de Conciliación Familiar y la de Dependencia, ha planteado la necesidad de una redistribución de los tiempos y espacios de hombres y mujeres, una reflexión sobre los bienes y servicios que consumimos, la importancia de mantener una actitud crítica sobre qué cuestiones dejamos que regulen los mercados y cuáles no (los afectos, los sentimientos) y, en resumen, plantearnos qué tipo de vida queremos vivir.

 

Juzgar desde la Palabra y la DSI

 

El vicario de Pastoral, José Luis Lastra, ha sido el encargado de dinamizar el segundo bloque, «juzgar», y lo ha hecho desde la lectura de la Palabra (la parábola de la viña), la Doctrina Social de la Iglesia (la encíclica Laudato si y la homilía pronunciada hace solo unos días por el Papa en Iquique (Chile). Lastra, militante de la HOAC, ha puesto sobre la mesa la realidad de que hoy nuestras sociedades avanzadas no tienen capacidad para generar trabajo para todos, ha incidido en la importancia de que todas las personas trabajen, porque el trabajo dignifica (aunque no se trabajen todas las horas del día y no sea un trabajo pleno), en que los salarios sean dignos (la remuneración del trabajo tiene que estar en función de la persona y su familia) y en que «todos tengamos lo suficiente para vivir dignamente, se tenga trabajo o no». Finalmente ha apuntado que «si no pensamos en la persona, al final nos irá mal la economía».

 

Para cerrar el encuentro, los participantes han planteado propuestas para dar respuesta a los retos y desafíos que se le presentan a la pastoral obrera. A nivel interno, se han marcado tres líneas de acción: «coordinarnos mejor, conocernos y reforzarnos los distintos grupos y movimientos que formamos la pastoral obrera; ampliar miradas y campos donde trabajar la pastoral obrera, por ejemplo hacia los jubilados o los discapacitados y, por último, crear entre nosotros un estilo de vida militante, que sea alternativo y coherente con lo que decimos».

 

Con respecto a la Iglesia diocesana, se han planteado cuatro propuestas: promover una especie de ITV laboral a las instituciones de la Iglesia que tienen personal contratado para conocer la situación de los trabajadores, cómo es, qué se podría mejorar…; la segunda, acercar la Doctrina Social de la Iglesia en todos los niveles, tanto en los cursos de la Facultad de Teología como en las parroquias, o a través de hojas sencillas. En tercer lugar, «difundir en los medios de comunicación social propios la escucha a la realidad del trabajo y los elementos que creemos que tienen que cambiar» y, finalmente, visibilizar propuestas de vida alternativas como Iglesia, en nuestra forma de pensar, de actuar o de consumir.

 

De cara a la sociedad, se ha planteado un análisis continuo de la realidad laboral actual por lo cambiante que es, realizar un plan de acción en los ambientes, implicarse en la realidad y propiciar espacios para aquellas personas que necesitan ser acompañadas o escuchadas y, por último, fomentar el diálogo y escucha con las organizaciones sindicales y políticas.

Unos panecillos con mucha historia detrás

por redaccion,

 

san-lesmes-burgos-3.jpg

Don Fidel Herráez recibe uno de los roscos de san Lesmes durante la ceremonia en honor del santo.

 

Durante la celebración de san Lesmes abad, patrón de la cuidad de Burgos, están presentes en la iglesia del santo unos roscos que son toda una tradición. Estos panecillos de san Lesmes se ofrecen durante la eucaristía en su honor. Los llevan la reina de las fiestas y las reinas de las peñas y otras niñas que le acompañan y lo presentan como ofrenda junto a ramos de flores. El alcalde por su parte ofrece un cirio, que simboliza el compromiso de la cuidad de renovar su devoción y gratitud a san Lesmes, y además, la ceremonia incluye la incorporación de los nuevos hermanos a la hermandad Adelmus.

 

Volviendo a los roscos, surge la pregunta: ¿De donde nace esta tradición inmemorial? Según cuenta César Alonso, quien fuera párroco de la iglesia de San Lesmes durante más de dos décadas, esta costumbre viene de «la vida de beneficiencia del santo, quien no dudaba en alimentar a los pobres ofreciéndoles pan, además de atender también a peregrinos y enfermos». Procuraba disponer de la suficiente cantidad como para que no le faltase a nadie, y por este motivo se pensaba que este monje benedictino hacía milagros con este alimento y que nunca se le acababa. «Posteriormente, con el transcurso del tiempo, los burgaleses adoptaron la costumbre de llevar el pan en el día de san Lesmes para que se lo bendijese el sacerdote en la iglesia, esto es algo que también se hacía en el día de san Blas. Después ese pan se guardaba en casa como un sacramental, así contaban con la gracia de Dios en sus hogares, con algo que les conectaba con Él. Este pan bendito también se daba a los enfermos o se colgaba en algún lugar de la casa, como la cocina, con la idea de tenerlo en allí todo el año». Y llegamos a la época actual, cuando se constituye la hermandad Adelmus, y que utilizará estos panecillos como una forma de obtener ingresos para sus actividades. «Los llevan a bendecir y los venden para obtener medios económicos para la celebración de las fiestas del santo, concretamente buscan acoger a los peregrinos franceses».

 

 

Además, los roscos también están presentes en las pastelerías y panaderías, que han adoptado en estos últimos años la costumbre de producirlos en estas fechas, y son dulces y hojaldrados, a diferencia de los que se ofrecen ante el patrón en la parroquia, que son de pan. Suelen estar rellenos de crema o nata, y al igual que el roscón de reyes, este rosco también lleva una sorpresa en su interior. En este caso se trata de un pequeño báculo de san Lesmes, y debe pagar el rosco quien se lo encuentre. Otra manera de dar proyección a este santo tan querido por los ciudadanos de Burgos.

 

«Es como si me hubieran hecho el regalo más grande del mundo y nadie lo pudiera ver»

por redaccion,

testimonio conversion_1

 

Miriam tiene 24 años y se bautizó en la parroquia de La Anunciación hace solo dos, apadrinada por los padres de su novio, en una ceremonia en la que también recibió su primera comunión. A ellos debe el despertar de su fe, hasta el punto de que asegura: «Miguel me regaló al Señor y el Señor me regaló a Miguel». Y es que para esta joven estudiante del Grado de Maestro en Educación Primaria, hija única de «una pareja sin fe», su único contacto con la religión cuando era niña era su abuela, a quien acompañaba a misa y a algunas celebraciones. Pero tras su muerte, cuando Miriam tenía 6 años, desapareció todo vínculo con la Iglesia.

 

«En mi colegio, Vadillos, era la única que iba a clase de Ética, pero tampoco me sentía un bicho raro», recuerda. «Luego llegué a La Salle y allí sí iba a Religión, acompañaba a misa a una amiga cuando eran las fiestas, o el miércoles de ceniza, porque me llamaba mucho la atención…». A pesar de ello, cuando abandonó el colegio, nuevamente se rompió toda relación con el hecho religioso. Miriam era una adolescente muy crítica, que se cuestionaba todo, y que, como tantos otros, buscaba a todo una explicación racional… Hasta que apareció en su vida Miguel, su novio, cuando ella tenía 17 años. «Su familia era muy creyente, del Hogar de Santa María, tenía un hermano en la Milicia, y él había sido voluntario en la JMJ… Me quedé impactada porque no conocía gente que viviese la fe tan intensamente».

 

Tras un curso de monitor de tiempo libre, conoció el grupo Parteluz y asistió a una Pascua donde le sorprendió el trato de sus compañeros, el ambiente que se respiraba… «Ahí empecé a cuestionarme muchas cosas. Pero vivimos en una sociedad en la que la Iglesia no está de moda y aunque tenía muchas ganas, por otra parte decía que esto era un cuento», confiesa. Nuevamente se alejó, pero dos años más tarde, una compañera de estudios del Camino Neocatecumenal le contó durante un recreo algo que la emocionó. «El Señor salió a mi encuentro. Yo no fui a buscarle. Y me buscó tantas veces que ya dije: venga, a ver qué es esto. Me dije: este año tengo que decir sí o no. Y el 1 de enero de 2015 me fui a misa sola. No sabía ni el Padrenuestro, así que me quedé medio escondida detrás de una columna». Un mes más tarde, Miriam participó en un curso Alpha organizado por Parteluz y posteriormente fue haciendo nuevos descubrimientos, acompañada por un jesuita que le iba recomendando lecturas (la que más le impactó, Youcat, el catecismo joven). «Me encanta leer, sobre todo la Palabra, y en este tiempo leí mucho, aunque algunos libros no los entendía bien. Poco a poco vas destruyendo prejuicios. Es lo más importante, no dejarse llevar por los prejuicios», asegura.

 

«Aunque no compartía ni la moral ni las ideas católicas, algo me atraía. Sentía en mi corazón que algo estaba pasando, aunque no lo entendiese. Y aún hoy hay cosas que no entiendo, pero el Señor me ha dicho: no te preocupes, yo te las iré explicando. La primera vez que sentí la presencia y tuve la certeza de que era verdad lo que estaba sintiendo fue en una Exposición del Santísimo. La razón intenta convencerte de que no es cierto lo que estás viviendo, pero yo sabía que Jesús estaba dentro de mí. Es como cuando eres pequeña y crees en los Reyes Magos y te traen lo que más deseas, solo que aquí nadie te va a decir al final que los Reyes son los padres, porque Jesús sí existe».

 

En medio de su entusiasmo, en algún momento Miriam deja entrever un atisbo de tristeza: «Es como si me hubieran hecho el regalo más grande del mundo y nadie lo pudiera ver, ni la familia, ni los amigos. Ellos te ven feliz pero no entienden por qué». Incluso reconoce sentirse apenada por que su novio, que fue quien la ayudó a desterrar todos sus prejuicios y acercarse a la fe, «no puede sentir lo mismo» que ella. «Es algo que me duele, pero rezo cada día para que proteja nuestro noviazgo».