En la tarde del pasado sábado se celebró en Pancorbo la fiesta de La Sementera , en la que se reunieron personas de los pueblos de la zona rural del Arciprestazgo de Miranda, alrededor de 30 localidades. Esta fiesta lleva muchos años celebrándose, en torno al tiempo de siembra, y pretende unir a los pueblos. Este año el lema ha sido «Bautizados y Enviados», acogiendo el lema propuesto por el Papa Francisco para el Mes Misionero Extraordinario.
La celebración comenzó en la fuente y el lavadero del pueblo, recordando el bautismo y renovando las promesas bautismales, con la bendición de los sacerdotes concelebrantes a los presentes. Tras esto, se desplazaron en procesión hasta la iglesia para celebrar la eucaristía de acción de gracias por los frutos recibidos y para pedir una buena siembra. Con alegría y con esperanza se proclamó la palabra de Dios. Al final de la celebración, los participantes en la misma fueron enviados como luz, como esperanza, como vida en el nombre de Jesús y de la Iglesia en el arciprestazgo, cada uno a su pueblo de origen, para ser sal y luz, para llevar el amor de Dios.
La fiesta concluyó con un encuentro en el polideportivo de la localidad, donde se compartió el pan y el vino, con un pequeño aperitivo, amenizado por el grupo de música «Autrigones». Los asistentes partieron después hacia sus pueblos de origen con la ilusión de seguir sembrando en los campos y también en las vidas de las personas.
Con motivo de las bodas de oro de la creación de la parroquia de San Pablo, una veintena de feligreses peregrinaron a finales de septiembre a la zona de Turquía, tras los pasos de San Pablo. Renovaron su ser cristianos en Antioquia de Siria, en Tarso celebraron en la Iglesia de San Pablo y visitaron lo que queda de su casa y al visitar la Capadocia conocieron las iglesias de los primeros cristianos de aquellas zonas. Laodicea, Hierápolis, Iconio… son lugares que ya no les quedan tan lejos, pues ellos mismos los han pisado. En Éfeso, disfrutaron de la casa de la Virgen, donde según la tradición, después de la muerte y resurrección del Señor, el apóstol Juan vivió con ella.
Una peregrinación tras las huellas de San Pablo donde se han encontrado también con la fe de otros apóstoles, ya que la tradición afirma que fueron enterrados por esa zona San Juan (en Éfeso) y San Felipe (en Hierápolis). En Esmirna, al visitar la Iglesia de San Policarpo, tuvieron la oportunidad de conocer por palabras del obispo del lugar –casualmente de las 7 iglesias del apocalipsis– la realidad que viven los cristianos en esa región. Finalmente, se acercaron a Estambul, para conocer la basílica de Santa Sofía, hoy museo de los mosaicos, y otros encantos de la ciudad.
El pasado jueves comenzaban en el arciprestazgo de Miranda de Ebro los actos organizados para celebrar el Octubre Misionero Extraordinario, convocado por el papa Francisco. El mirandés y misionero comboniano Jesús Ruiz Molina, obispo auxiliar de Bangassou (República Centroafricana), fue el encargado de presidir la Eucaristía e impartió una charla de animación misionera en la parroquia de San Nicolás.
A través de una serie de diapositivas que reflejaban su labor misionera en el país africano, monseñor Ruiz Molina fue detallando en qué consiste la misión ad gentes. Nacida de la gratuidad de Dios, consiste en salir hacia el otro, dejando la seguridad propia. Es ir hacia los más pobres, a quienes se les hace más difícil creer que Dios es bueno, precisamente por la situación dramática en la que se encuentran. A la vez, es dar y es recibir. Porque, a lo largo de su prolongado trabajo en el continente africano, se ha dado cuenta de que los pobres saben acoger al otro, al que necesita algo de ellos. Animó a los presentes a no dejarse robar, ante todo, la alegría del Evangelio, el profetismo y el espíritu misionero.
En opinión de Ruiz Molina, el cristiano no «tiene» una misión: es misión. Al mismo tiempo, Dios es misión y la Iglesia también es misión. Sin el Espíritu Santo no hay misión, no podemos hacer nada. Por eso, «si no eres misionero, no eres cristiano, no eres discípulo de Jesús», aseveró. Añadió: «Tenemos que reavivar nuestro bautismo. Dios no pide superhéroes, sino personas entregadas», y concluyó: «¡Gracias a Dios por el don de la misión! Con todo lo que hemos pasado y lo que nos quedará por pasar».
Alrededor de noventa agentes de pastoral del arciprestazgo de Gamonal se dieron cita el pasado sábado en la parroquia de San Fernando con el fin de seguir afianzando la experiencia de sinodalidad y arciprestazgo, así como profundizar en el sentido de la vocación laical a la misión y a la corresponsabilidad.
El encuentro tuvo un primer momento en el que se informó acerca de la próxima Asamblea Diocesana, a la que todos estamos convocados y que supone una oportunidad de enfocar hacia dónde vamos o queremos ir como Iglesia en Burgos, además de una responsabilidad y un reto que asumir: «Se trata de juntarnos para dialogar y decidir, para poner en marcha procesos y responder a las preguntas y desafíos de nuestro mundo guiados por el Espíritu», manifestó Francisco Martínez, miembro del Apostolado Seglar, ponente del encuentro.
El segundo momento tuvo como protagonista el próximo Congreso de Laicos, que tiene como lema «Pueblo de Dios en salida». El objetivo es tomar conciencia de la vocación bautismal del laicado para la misión. Se puso de manifiesto que el papel propio del laico es dar respuesta a las realidades del mundo, tanto políticas como sociales o culturales. Es lo que nos pide la Iglesia, «una fe que se materialice en hechos y que se viva en grupo, en comunidad, siendo místicos del siglo XXI, porque los tiempos que vivimos lo requieren así», destacó Martínez.
Por último, los asistentes participaron en un trabajo dinámico en tres talleres para reflexionar, dialogar juntos y llevar a cabo un discernimiento y una lectura de los signos de los tiempos en tres claves: reconocer avances y dificultades en nuestra realidad eclesial y luces y sombras de nuestro mundo actual, interpretar a la luz del Espíritu (vocación y misión) y elegir caminos de resurrección (sinodalidad, llamada a la misión, la vida de cada día y la formación). El encuentro finalizó con un tiempo de oración compartida y un gesto de envío.